JESUCRISTO

Su familia terrenal, su familia celestial
y su familia espiritual

 

Esta recreación de un taller de carpintería en Nazaret ilustra el tema Jesucristo: su familia terrenal, su familia celestial y su familia espiritual, en editoriallapaz.

 

Jesús, nacido en Belén, criado en Nazaret, no tuvo padre terrenal. Fue “concebido del Espíritu Santo”1.El poder del Altísimo” cubrió a María “con su sombra, por lo cual también el Santo Ser” que nació se llamó “Hijo de Dios”2.

José, su padre de crianza, era de la casa de David3. Era carpintero de oficio4. Jesús se crió en la casa de José, estando aún con él cuando tenía doce años de edad5. La interrogante que postularon los nazarenos “¿No es este el hijo del carpintero?”6 implica que José todavía estaba vivo para el tiempo del ministerio de Jesús. Se deduce que Jesús vivió con él hasta el día en que, teniendo ya como treinta años de edad7, comenzara su ministerio.

1 Mateo 1:18-25

2 Lucas 1:35

3 Lucas 2:4

4 Mateo 13:55

5 Lucas 2:41-52

6 Mateo 13:55

7 Lucas 3:23

El verdadero “Padre” de Jesús es Jehová Dios. Jesús mismo lo reconoce como “el único Dios verdadero”8, llamándolo su “Dios” y su “Padre”9. De la manera que los verdaderos discípulos del Señor somos uno en nuestra forma de pensar, hablar y sentir sin fundirnos todos en un mismo ser sino conservando cada cual su identidad particular10, asimismo Jesús y su Padre son uno11, no siendo Jesús el Padre mismo, ni el Padre el Hijo, sino conservando cada uno su identidad particular. Según registrado en Juan 14:28 Jesús dijo: “El Padre mayor es que yo”. ¿No sabe el Padre cosas que Jesús no sabe, por ejemplo, el día del retorno de Cristo en juicio?12 El Espíritu Santo afirma en 1 Corintios 14:24-28 que cuando llegue el fin Cristo entregará el reino al Padre, explicando: “Entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. Queda evidente, pues, que el Padre y el Hijo son dos Seres que no se funden literalmente en uno solo, sino que mantiene cada uno, individualmente, su propia existencia.

8 Juan 17:3

9 Juan 20:17

10 1 Corintios 1:10

11 Juan 10:30; Juan 17:20-23

12 Marcos 13:32

Su madre

A. Jesús, el que nació en Belén y se crió en Nazaret, no tiene madre celestial. Es decir, no hay en el cielo alguna “diosa madre” que engendrara a Jesús.

B. Su madre terrenal era María. Esta doncella israelita aún era virgen cuando concibió del Espíritu Santo13. Tratándose de su naturaleza humana, María era una mujer tal cual las demás. Su cuerpo físico fue engendrado por padres terrenales. Se desconocen los nombres de ellos. El espíritu que moraba en el cuerpo físico de María Dios mismo lo engendró, siendo él el “Padre de los espíritus”14. El espíritu que recibió ella no difería en nada del espíritu que recibe toda criatura humana. No era el espíritu de una “diosa celestial”.

C. La joven María era una virgen sana y justa, consagrada a Dios. Fue escogida para ser el instrumento vivo y puro mediante el cual tomara Cristo cuerpo de carne y sangre, naciendo de mujer15.

D. Durante su vida en la tierra María no fue endiosada. No la adoraron ángeles, apóstoles, otros discípulos de Jesús o familiares; tampoco Cristo mismo la exaltó. Considere imparcialmente, por favor, las evidencias.

1. El ángel Gabriel que anunció a María las noticias al efecto de que Dios la había escogido para ser la madre de Jesús no la adoró. Dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres… Has hallado gracia delante de Dios”. Luego, “se fue de su presencia” ¡sin adorarla, sin llamarla “madre de Dios”, sin venerarla!16.

2. Elisabet, la madre de Juan el Bautista, no la veneró. Llegada María a la casa de Elisabet, esta le dice: “Bendita tú entre las mujeres”, como la “madre de mi Señor”, mas no le rinde homenaje o culto como si se tratara de una diosa más poderosa que el Hijo mismo. María era madre del cuerpo físico de Cristo, pero jamás madre de su espíritu. El Hijo de Dios existía antes de que naciera María, o siquiera fuera creada la primera mujer Eva, siendo él aquel Verbo que estaba con Dios en el principio17. En cambio, María no existía antes de ser concebida por sus padres terrenales. Ni antes ni después de concebida existía ella en el cielo como “madre de Dios”.

3. La humilde sierva María jamás reclamó que la adoraran sus familiares, conocidos o los discípulos de su Hijo. Se expresó con admirable cordura al decir: “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador porque ha mirado la bajeza de su sierva”18“Bajeza” y “sierva” no son vocablos de una “diosa madre, superior a los ángeles o al Hijo mismo”. Además, María abundó, diciendo: “Desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones”19. Asimismo le decimos los verdaderos seguidores de Cristo, honrándola como mujer ejemplar, santa y pura, moralmente sin tacha, pero sin jamás endiosarla, acto que ella misma hubiese repudiado, sin lugar a dudas, con ardiente vigor, pues no se exaltaba a sí misma sino a su Hijo, diciendo: “Haced todo lo que os dijere”20. De haber sido María el ser como la presentan quienes la veneran, quizás hubiese dicho: “Desde ahora me dirán Madre de Dios y Reina del cielo todas las generaciones”, pero la verdadera María jamás hubiera pronunciada semejantes palabras.

Quienes conocieron a María jamás la veneraron. El marido José, el sacerdote Zacarías, esposo de Elisabet, los pastores que fueron a Belén21, Simeón, “hombre justo y piadoso” quien “esperaba la consolación de Israel” y en quien estaba el Espíritu de Dios22, Ana, la muy anciana profetisa que “hablaba del niño a todos los que esperaban la redención”23, Juan el Bautista, Pedro, Juan, Santiago y los demás apóstoles, ¿cuál de ellos venera a María o siquiera insinúa que ella mereciera veneración? ¡Ninguno! Qué conste: ¡NINGUNO!

13 Mateo 1:28Lucas 1:26-27

14 Hebreos 12:9

15 Gálatas 4:4; Filipenses 2:5-11Hebreos 2:14-18

16 Lucas 1:26-38

17 Juan 1:1-2; Juan 8:58

18 Lucas 1:48

19 Lucas 1:48

20 Juan 2:5

21 Lucas 2:8-20

22 Lucas 2:21-32

23 Lucas 2:36-38

4.  Jesucristo honró a su madre, mas no la veneró jamás ni enseñó que la venerasen.

a)  En cierta ocasión, al decirle una mujer: “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste”, Cristo respondió: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”24. El momento era oportuno en grado sumo para exaltar a su madre; para decir algo como “¡Amén! Es digna de alabanza, que la veneren todos los seres humanos como madre de Dios”. Pero, desvía el enfoque sobre su madre terrenal María girándolo hacia lo importante para él, a saber, oír y guardar la palabra de Dios.

b)  En las bodas de Caná, al decir María a Cristo “No tienen vino”, el hijo replica: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha llegado mi hora”25. ¿Dura o tosca la respuesta del Señor? ¿Faltó Jesús el respecto a su propia madre terrenal? Pensamos que, más bien, pronunciara aquellas palabras no con ira o molestia sino con tono suave, con tal vez un poco de condescendencia. “Madre, me estás empujando al frente prematuramente. Aún no llega mi hora.” Pero, sin duda, también le estaba diciendo efectivamente, parafraseando: “Querida madre, no tienes autoridad o poder sobre mí”. Queriendo que todo aquel que le escuchara entendiera esta gran verdad. Verdad que, ciertamente, no comparten ni entienden los que enaltecen a la madre por encima del Hijo.

c)  Así que, lejos de exaltar a su madre terrenal María, Cristo se distancia de ella, como para advertir a todo el mundo el error de atribuir a ella potestad celestial o atributos divinos. Por ejemplo, en otra ocasión, “…mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”26. Las implicaciones de esta acción de Cristo, y de sus declaraciones tan claras, son ineludibles, a saber:

María no tenía autoridad sobre Cristo. No era superior a él. No tenía derecho alguno de exigirle cosa alguna o mandar que hiciera la voluntad de ella.

María no era más importante que los demás discípulos del Señor.

María no tenía libre acceso a la persona de Cristo. Al acercarse ella a él, Jesús no lo deja todo de inmediato para atenderla como si tratara de la persona más importante de la tierra. Al contrario, aprovecha la situación para identificar a quienes son realmente importantes para Dios, a saber, “todo aquel que hace la voluntad de mi Padre”. No sale del lugar donde enseñaba corriendo al encuentro con su madre, arrodillándose delante de ella y venerándola. La deja esperando mientras sigue él impartiendo instrucción espiritual a sus discípulos.

¿Por qué no captan los maristas estas fuertes implicaciones? “Mi madre”, enseña Cristo, es “todo aquel que hace la voluntad de mi Padre”. Pero, los maristas en todo el mundo, desde el Papa en el Vaticano hasta la más humilde monja, hacen justamente lo que el Señor quería evitar: que sus seguidores venerasen a su madre terrenal.

24 Lucas 11:27-28

25 Juan 2:1-4

26 Mateo 12:46-50

E. La mujer María no tenía poderes intelectuales sobrenaturales. ¡Ni siquiera entendió las palabras pronunciadas por su Hijo cuando tenía él tan solo doce años de edad!27

F. Después del nacimiento de Jesús, María se casa, engendra más hijos y cría su familia. Abundan las evidencias que sostienen esta afirmación.

1. Dice el ángel a José: “Hijo de David, no temas recibir a María tu mujer28, es decir, recibirla como esposa legítima, con todo lo que implica la relación natural matrimonial.

2. “Y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito”29“Hasta que”, adverbio de tiempo, significa, certeramente, que la conoció después del nacimiento de Jesús. La terminología es determinante e irrefutable. Además, observe que Jesús es identificado como el “primogénito”, o sea, el primero. “Primero” implica “más”. Jesús era el primero de los hijos de María, el primero de todos los que nacieron de ella. Cristo es el “Unigénito Hijo de Dios”, pero el “primogénito” de María. ¿Con qué razón alterar los hechos históricos?

3. José y María viven en la misma casa en Nazaret. Por largos años viven bajo el mismo techo. No viven en celibato. No aparentan vivir como esposo y esposa sino que viven conyugalmente, cumpliendo sexualmente el deber de esposo y esposa. Viven una vida matrimonial natural. ¿Qué? ¿Debemos concluir que el hogar donde se crió Jesús fuera anormal? ¿Qué Jesús nunca presenciara manifestaciones de afecto matrimonial entre su madre y José? ¡Inconcebible! Su madre no se endiosaba a sí misma. No hay la más mínima implicación que ella intentara conservar su virginidad porque se identificara en su propio corazón como “madre de Dios”.

a) “Su madre y sus hermanos estaban fuera”30. Se argumenta que “hermanos” significa “primos”. Incumbe a los maristas sostener tal traducción del original, cosa imposible al parecer. De todos modos, inventan una escena improbable. ¿La madre viene con los “primos”? Y ¿por qué no con los tíos, las tías y demás familiares? El sentido natural es que se trata de los hermanos de carne de Jesús, o sea, de los demás hijos nacidos de María.

b) “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?”31. Los vecinos de Nazaret conocen a la familia de José y María. Identifican a Jesús como hijo de los dos. Conocen a sus hermanos y hermanas de carne. Nombran a los cuatro varones hermanos. Tanto el texto como el contexto y las circunstancias de este evento rinden nula la porfía según la cual se trate de primos y primas.

c) “Porque ni aun sus hermanos creían en él”32. Los discípulos creían sí en él. Por lo tanto, “hermanos” no es sinónimo de “discípulos” ya que los hermanos no creían en él. Estos hermanos carnales, inicialmente incrédulos, más tarde cambian de parecer, figurando entre los ciento veinte discípulos que perseveraban en el templo durante los diez días entre la ascensión de Cristo y el día de Pentecostés. “Todos estos (apóstoles) perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos33.

d) Los hermanos de carne de Jesús también se casan. “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?”34.

27 Lucas 2:40

28 Mateo 1:20

29 Mateo 1:24-25

30 Mateo 12:46-50

31 Mateo 13:43-58

32 Juan 7:5

33 Hechos 1:14

341 Corintios 9:5

G. María presenció la crucifixión de su hijo35. Después de la ascensión de Cristo, ella se reunía con los ciento veinte discípulos durante los diez días antes del día de Pentecostés36. Desde aquel tiempo en adelante no se hace mención alguna de ella en el Nuevo Testamento. No se sabe cuándo o dónde murió. De haber perseverado en santidad hasta el fin de sus días, al morir “en Cristo”, su espíritu habrá sido llevado al Paraíso, lugar de descanso para todos los justos37. Lo cierto es que ella no ascendió al trono de Dios, ni está a su diestra ni hace el papel de “intercesora”, ya que hay “un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”38.

H. Siendo mujer judía fiel, María jamás en la vida se hubiera inclinado delante imágenes, acto que prohibió tajantemente el Antiguo Testamento39. Tampoco las hubiera introducido o tolerado en su hogar en Nazaret. Es del todo inconcebible que aprobara ella la fabricación de imágenes de su propia persona. Sin embargo, ya para fines del cuarto siglo de la Era Cristiana estaba en pleno desarrollo el movimiento de exaltar y venerar a María como “Madre de Dios”. Los promotores de semejante culto tardaron poco en fabricarle imágenes. Si la verdadera María pudiera ver todas las estatuas y los cuadros de ella que veneran los maristas en todo el mundo del presente ¿qué exclamación pronunciaría ella?

35 Juan 19:25-26

36 Hechos 1:14

37 Lucas 16:24

38 1 Timoteo 2:5

39 Éxodo 20:1-6

La familia espiritual de Cristo

La familia espiritual de Jesucristo se compone de “todo aquel que hace la voluntad” de Dios. “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”40“…todo aquel.” O sea, ¡toda persona puede pertenecer a la familia espiritual de Cristo! Todo aquel que obedece al evangelio es adoptado por Dios, pasando a ser miembro de su gran familia. Y quienes son hijos de Dios también son “herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”41. Al entrar en esta relación espiritual, el mismo Señor nos reconoce como hermanos suyos, privilegio y honor incomparable. “Por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”42.

¿Es usted, estimado (a) lector (a), hermano (a) de Cristo en virtud de haber hecho la voluntad del Padre? Su voluntad es que usted crea que Cristo es su Hijo43, se arrepienta de sus pecados y se sumerja en agua “para perdón de los pecados”44. Al cumplir usted estas condiciones será admitido (a) a la familia espiritual de Dios donde disfrutará de incontables bendiciones tanto en esta vida como en la venidera. Así pues, ¡anímese!, acatando sin demorar los mandamientos del Señor.

40 Mateo 12:46-50

41 Romanos 8:14-15

42 Hebreos 2:11-12

43 Hebreos 11:6

44  Marcos 16:15-16 Hechos 2:38

 

 


 

ACCIONES del INFANTE JESÚS de NAZARET

 

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