Los JUDÍOS de HOY

 
Una muchedumbre de judíos entra a Jerusalén por el portón de Damasco, ilustración para el tema Los judíos de hoy día: ¿perdiéndoselo?, en editoriallapaz.org.
 

¿Perdiéndoselo?

 

Viendo señales del presente para las que ellos mismos son responsables, pero no dándose cuenta de su significado y elocuencia, y, consiguientemente, talvez perdiendo enormes bendiciones anunciadas previamente para judíos.

La ciudad de Jerusalén fue librada del dominio de los gentiles los días del 5 al 10 de junio de 1967, durante la increíble Guerra de los Seis Días, nueve años después de la fundación, altamente improbable, del Estado de Israel en 1948. Cincuenta años más adelante, en 2017, los Estados Unidos de América reconocieron a Jerusalén como la capital de Israel.

 

Fuerzas armadas israelíes entran la Ciudad Antigua de Jerusalén el 7 de junio de 1967.

Fuerzas armadas israelíes entran a la Ciudad Antigua de Jerusalén, el 7 de junio de 1967.

 

Hace 1.987 años, cierto profeta judío predijo explícitamente esta señal al decir: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles”.

Los tiempos del dominio de los gentiles sobre Jerusalén llegaron a su fin los días del 5 al 10 de junio de 1967, validando, inesperada y estupendamente la profecía proclamada 1.937 años antes de su cumplimiento.

 

Unos cuantos paracaidistas israelíes contemplan murallas y estructuras de la Ciudad Antigua de Jerusalén, la cual fue conquistada por fuerzas israelíes el 7 de junio de 1967.

Unos cuantos paracaidistas israelíes contemplan murallas y estructuras de la Ciudad Antigua de Jerusalén, la cual fue conquistada por fuerzas israelíes el 7 de junio de 1967.

 

¿Mera coincidencia? ¿También sería pura casualidad el cumplimiento de tantas profecías dadas anteriormente a Israel desde hace 3.500 años, o más? ¿Sería preciso que todas las naciones gentiles se postren ante Israel para conseguir la atención de los judíos del presente? A propósito, no existe profecía que proclame tal suceso.

Los judíos de tiempos modernos son responsables, específica y personalmente, por el cumplimiento de la profecía cumplida en 1967, y, por consiguiente, por la aparición de esta señal visible ante todo el ancho mundo. Una señal tanto para los judíos como, igualmente, para los gentiles. Unos cuantos gentiles lo ven, pero no entienden cabalmente su significancia. ¿Cuántos judíos la ven, interpretándola correctamente?

Pregunté a un dermatólogo judío, que también cuenta con una preparación sobresaliente en la historia y las enseñanzas religiosas de su raza, si sabía dónde se encontraba aquella profecía y quién era su autor. No sabía nada al respecto. Pues, se halla en la biografía extensa, escrito por un médico judío de nombre Lucas, del profeta Jesús de Nazaret, en el capítulo 21, el versículo 24, y el autor es aquel mismo profeta. El que el medico Lucas hiciera una investigación independiente rigurosa en el proceso de compilar su biografía del profeta de Nazareth se supone que revista de aún más importancia su obra.

Muy improbable sería darse con algún judío del presente que hubiera leído aquella biografía. Así que, sucedió que un gentil, a saber, este servidor, tuvo que informar a su dermatólogo judío, y maestro de judíos, por cierto, muy amigable y comunicativo, donde se registra la profecía. Él había iniciado la pequeña discusión, haciéndome una pregunta sobre las leyes de Moisés que yo no podía contestar al instante. Diciendo que debía proceder con presteza, la contestó él mismo. Entonces, cortésmente le pregunté si yo podía, recíprocamente, hacer a él una pregunta. La mía tenía que ver con librarse Jerusalén del dominio de los gentiles al finalizarse el tiempo de los gentiles. A mi modo de ver, el cumplimiento de esa profecía después de 1.937 años llega muy lejos para validar la legitimidad del profeta que la pronunció, y me parece que los judíos de hoy, inteligentes y objetivos, deberían llegar a la misma conclusión.

Los judíos de hoy que han renunciado a su Dios y la aparición del Mesías prometido se han entregado al secularismo, materialismo, humanismo, hedonismo o puro ateísmo.

 
La luz solar del atardecer ilumina la Muralla Occidental, o Muralla de los Llantos, parados algunos judíos muy cerca de ella, ilustración para el tema Los judíos de hoy día: ¿perdiéndoselo?, en editoriallapaz.org.

 

Los judíos de hoy que no han renunciado a su Dios y su promesa los vemos tan cegados por el crucifijo ofensivo del catolicismo que la mayoría parece ser absolutamente renuente a siquiera mirar con seriedad hacia el profeta judío de Nazaret.

Para los tales, el catolicismo romano ES la religión de aquel profeta.

¡Nada más lejos de la verdad!

Como dijera el renombrado historiador y sacerdote católico romano Hans Küng en su libro La iglesia, parafraseando: Si Jesús de Nazaret entrara en una catedral católica romana, se sentiría totalmente como un extraño, pues los católicos no lo reconocerían a él, ni tampoco reconocería él a ellos como seguidores suyos. No practican sus enseñanzas, no poseen sus atributos, especialmente la jerarquía, ni tienen el espíritu de respeto, civilidad y tolerancia para las gentes que se le opongan.

Su reino terrenal acuartelado en el Vaticano, con sus alianzas mundanas revestidas mañosamente de religiosidad-espiritualidad, no es el Reino espiritual de Jesús, el cual, como dijera él francamente al Procónsul romano Poncio Pilato, “no es de este mundo… no es de aquí”.

Su persecución de los judíos, material-religioso-espiritual-cultural y racialmente, históricamente verificable, es una realidad repugnante diametralmente contraria a la naturaleza, conducta y enseñanzas del profeta judío Jesús de Nazaret.

Los judíos de hoy están moralmente obligados ante Dios de verlo, aprenderlo y deshacerse del falso conocimiento en torno al profeta de Nazaret. Tan sobresalientes y admirados por su diligente perseverancia en el aprendizaje de las ciencias naturales y del conocimiento material en general, ¿cómo pueden, lógicamente, dejarse ser cegados por el falso conocimiento religioso rampante sobre la faz del planeta Tierra? ¿Por el cristianismo falso, y por sacerdotes vestidos ridículamente que se presentan orgullosa y autoritariamente como los únicos representantes verdaderos del profeta de Nazaret, etcétera?

Los judíos de hoy tienen el solemne deber de ir buscando más allá del cristianismo apóstata hasta hallar al verdadero profeta de Nazaret en sus entornos auténticos. Él es el autor de la profecía cumplida en Jerusalén, los días del 5 al 10 de junio del 1967, y no el falso “jesús” del crucifijo perseguidor, de las sangrientas cruzadas, de las blasfemas “Guerras santas” y de la malvada, depravada y aterradora “Santa Inquisición”. Él tiene las credenciales que a todo judío de hoy le convendría escrutarlas detenida y objetivamente. Esta es la recomendación respetuosa de un gentil que ha estudiado referidas credenciales por mucho tiempo, hallándolas altamente convincentes.

Durante unos trescientos años, de 1.700 años a 2.000 años hacia atrás, cientos de miles de judíos también las encontraron del todo convincentes. Empezando en Jerusalén, decenas de miles, incluso grandes números de sacerdotes, y luego multitudes a través del resto de Israel y de un lado al otro del vasto Imperio Romano, no faltando rabíes de sinagogas. Convincentes hasta tal grado que concluyeron que las tantas profecías sobre el Mesías and su Reino en los escritos de Moisés, David, Isaías, Jeremías y Daniel tuvieron su cumplimiento cabal en el profeta Jesús de Nazaret.

Pero, durante aquellos mismos trescientos años, el grueso de los judíos estaba tan obsesionado con sus incesantes interpretaciones conflictivas del Tora y del Talmud, con sus riñas sectarias y con sus agendas políticas que trajeron sobre sus propias cabezas dos desastres catastróficos, a saber: la primera Guerra judío-romana de 67 – 73 de la Era Común, con un saldo de un millón de muertos solo en Jerusalén. Y, alrededor de sesenta años más adelante, la segunda Guerra judío-romana de 132 – 136. Durante aquellos años, aparecieron y desaparecieron unos cuantos autonombrados “Mesías”, incluso Simón Bar Kokhba, de la segunda Guerra judío-romana, la cual resultó en la pérdida de 580.000 combatientes judíos, más la muerte de muchísimos civiles por hambrunas y enfermedades. Bar Kokhba significa “hijo de la estrella”. Muchos judíos decían que él era el Mesías. Estrella caída; mesías falso. Aquella guerra tipo guerrilla también costó muy caro a los romanos, y su venganza contra los judíos derrotados fue severísima. Los sobrevivientes fueron desterrados de Judea. Muchísimos de los hijos terrenales de Abraham fueron perseguidos a muerte, vendidos como esclavos y desparramados a través de las naciones. A Jerusalén le fue dada el nombre de Aelia Capitolina y fue reconstruida a manera de un pueblo romano. A los judíos se les vetó, so pena de muerte, entrada a la ciudad, con la excepción de un solo día del año, a saber, para la fiesta de Tisha B’Av.

 

 
Un varón judío que viste una kippah se para en un edificio arriba de una muchedumbre congregada ante la Muralla Occidental, o Muralla de los Llantos, fotografía que ilustra el tema Los judíos de hoy día: ¿perdiéndoselo?

 

Sin embargo, para el asombro de historiadores y otras personas, como yo, que algo saben de su historia, han sobrevivido como pueblo, como raza, diecinueve largos siglos de rechazo por la gran mayoría de los gentiles: racismo agresivo, persecución tanto física como religiosa, torturas, extradiciones masivas, pogromos y genocidas, siendo el horrendo Holocausto el ataque más reciente para destruirlos, con seis millones torturados, quemados, envenenados, privados de alimento o forzados a trabajar hasta caer muertos. El consenso de no pocos historiadores es que, a través de tanto tiempo, deberían de haber sido consumidos por las frecuentes olas de voraz violencia contra ellos, los genes raciales de cualquier remanente asimilados por otras razas. Pero, aquí están en pleno siglo XXI (febrero, 2018), más o menos quince millones de ellos (14.410.700 en 2016), 8.399.000 (para enero, 2018) de ellos en la Tierra Prometida, totalmente en control, con toda Jerusalén bajo su dominio, ya no pisoteada por los gentiles. “¡Un milagro!” Así exclaman muchos. “¡Una señal!” Positivo, de acuerdo, una señal, pero ¿de qué, y quién la entiende?

Otro profeta judío que vivía hace diecinueve siglos, previendo el masivo exilio de los judíos que tomaría lugar después de la Segunda Guerra judío-romana, los representó como una “mujer” a quien le fueron dadas “las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”. La “serpiente” es, desde luego, Satanás. Él intentó ahogarla, es decir, poner fin a ella de una vez para siempre, mediante un “río” de persecuciones, privaciones, exilios, pogromos y genocidas. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.” ¿Qué es esto sino una profecía del cuidado providencial de Dios para el pueblo judío desde el tiempo de su exilio después de la Segunda Guerra judío-romana, durante todos los siglos de la Edad del Oscurantismo, del Renacimiento, y de tiempos modernos, hasta años recientes cuando emergió de los “tiempos de los gentiles” a pararse ante todo el mundo como un pueblo legítimo de por sí?

¿Por qué salvaguardaría Dios providencialmente al pueblo judío con mano tan poderosa?

Otro profeta judío de aquellos tiempos hace mil novecientos años dijo lo siguiente acerca de ellos: “…en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

También explicó que “ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito”. Ahora bien, lo de “todo” ciertamente será retórico, pues el mismo profeta aclara: “Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar”.

¿Por qué lo del cuidado divino providencial?

Porque Dios ama al pueblo judío, de la manera que ama a todos los pueblos de la Tierra, deseando la salvación de todos.

Porque, debido a su elección de ellos como el pueblo a través del cual vendría el Mesías al mundo, ocupan un lugar especial en su plan para toda la humanidad en todo el globo terrestre.

Porque, al entrar “la plenitud de los gentiles”, él espera que vean esa señal, crean, entiendan y sean “injertados” de nuevo.

Aun se profetiza que, al ir deshilvanándose el tiempo desde el presente (febrero, 2018) hacia el fin del mundo y del tiempo, 144.000 de las doce tribus de Israel sean “injertados” de nuevo, siendo simbólico ese número de los judíos que, viendo la señal, más otras señales relevantes, entenderían, creerían y actuarían en concordancia de la voluntad de Dios, no solo para los judíos sino para toda la humanidad. En referida profecía, la simbología no es de ser “injertados” de nuevo sin de ser “sellados”. Y los simbólicos 144.000 son las “primicias”, implicándose un número todavía mayor de judíos a ser “sellados” para vida eterna.

 

 
Un varón judío solitario se para ante la Muralla Occidental, o Muralla de los Llantos, bellamente iluminada en tonos de oro y marón, fotografía que ilustra el tema Los judíos de hoy día: ¿perdiéndoselo?
 

 

No deberían ni judíos ni gentiles perder la señal de la liberación completa de Jerusalén del dominio de los gentiles en junio del 1967. Además, tanto gentiles como judíos deberían ver la señal del vasto número de gentiles de hoy que están dando la espalda a Dios, volviéndose cada vez más seculares, materialistas, hedonistas, impulsados por vicios, egocéntricos, sexualmente locos, depravados e innaturales en su conducta. Esto es así,  especialmente de las generaciones más nuevas. La señal de haber entrado ya “la plenitud de los gentiles” está ocurriendo delante de nuestros ojos. ¿Cómo perderla nosotros? Los entendidos ven y entienden.

Los JUDÍOS DE HOY no deberían PERDER ESTAS SEÑALES. Las mismas validan como profetas genuinos de Dios a los que las predijeron hace mil novecientos años. Un profeta judío nombrado Juan, de Galilea, recibió la visión de la “mujer” que presenta al pueblo judío como salvaguardado providencialmente por Dios durante diecinueve siglos (Apocalipsis 12:13-17). Él es también el mismo que recibió la visión de los 144.000 judíos sellados para salvación eterna (Apocalipsis 7:1-8; 14:1-5). El autor de aquellas profundas explicaciones sobre por qué Dios ama y protege providencialmente al pueblo judío era un líder judío académicamente muy preparado, fariseo de fariseos en su tiempo, de una familia pudiente, ciudadano romano de nacimiento, cuyo nombre era Saulo de Tarso, conocido más adelante como Pablo (Romanos 11:28, 25 y 22, respectivamente). Profetas cuyas credenciales fueron estampadas como genuinas por el cumplimiento de lo que profetizaron, estos varones judíos creyeron absolutamente que el profeta Jesús de Nazaret fue, de verdad, el Mesías. ¿Cómo pudieran haberse equivocado, dado que ellos mismos eran profetas auténticos de Dios? Respetados judíos de hoy -hombres, mujeres y jóvenes- ustedes que son tan aptos para entender y razonar, les rogamos, por favor, considerar lógica y desapasionadamente estas realidades.

Al ir pasando el tiempo de “la plenitud de los gentiles”, ha llegado el TIEMPO para iniciarse la “plenitud de los judíos”. ¡Este es su tiempo! Por favor, ¡no lo echen a perder!

Tiempo para reconocer que Jesús de Nazaret es el Mesías.

Tiempo para mirar más allá de las susodichas religiones e iglesias “cristianas” de actualidad, dos mil años hacia atrás, y seguir mirando e investigando hasta poder ver claramente el reino espiritual “no de este mundo… no de aquí”, en toda su pureza original, tal y como presentado por su fundador, Jesús de Nazaret. Refiriéndose a él, el procónsul romano Poncio Pilato dijo: “Yo no hallo en él ningún delito”(Juan 18:33-38) ¿Qué tal les parece semejante testimonio de parte de un oficial romano de alto rango?

Tiempo para nacer del agua y del Espíritu, condiciones necesarias para ver al Reino espiritual de Dios y ser admitido. Cierto fariseo, principal entre los judíos, llamado Nicodemo, yendo de noche a Jesús para no ser visto por los demás judíos, escuchó esos términos para entrada en el Reino espiritual, quedándose perplejo en cuanto a su significado (Juan 3:1-12). Pero, entendió lo suficiente y se convenció a tal grado que, de ahí a poco, defendió a Jesús ante algunos gobernantes de los judíos, preguntando: “¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?”(Juan 7:45-52)

Queridos judíos de hoy, ¿han oído ustedes atentamente al profeta Jesús de Nazaret, esforzándose sinceramente para entender su mensaje antes de juzgarle y rechazarle sumariamente? ¿Realmente saben lo que hizo y lo que está haciendo, o están mirándole a través de las distorsiones del prisma del cristianismo falso? Tiempo para escucharle sin prejuicios o percepciones preconcebidas, viéndole a través de las biografías originales de su vida y trabajo escritas por JUDÍOS que le conocieron íntimamente, personalmente: el recaudador de impuestos Mateo, Juan Marcos, de la familia de María, que tenía casa en Jerusalén, el médico Lucas y Juan, hijo de Zebedeo. Hombres judíos tan convencidos de que él era el Mesías que se dejaron martirizar por sus convicciones.

Cuando el profeta de Nazaret fue crucificado, “Nicodemo… vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”. Ni siquiera la vileza de tan injusta, cruel y vergonzosa muerte hizo que el gobernante judío Nicodemo se fuera del escenario. Estaba ahí, en tiempo real, y honró al profeta Jesús en su muerte (Juan 19:39). Juntamente con José de Arimatea, “un hombre rico… que también había sido discípulo de Jesús” (Mateo 27:57), “pero secretamente por miedo de los judíos” (Juan 19:38), “miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios”. José vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilato “dio el cuerpo a José, el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro” (Marcos 15:41-46).

Queridos judíos de hoy, TIEMPO para armarse de valor, como el miembro noble del concilio José de Arimatea, y pedir por Jesús. Desde luego, no pedir su cuerpo, pues él fue resucitado de entre los muertos, viéndolo más de quinientos testigos oculares, muchos de los cuales aún vivían cuando el fariseo de fariseos, Pablo, invocó su testimonio (1 Corintios 15:3-8). Más bien, inquirir acerca de sus enseñanzas y obras. Llegar donde él mediante sus excitantes biografías fascinantes, y aprender de su voluntad buena y agradable para ustedes, los judíos de hoy. Armarse de valor, e ir de noche, como secretamente, si al principio teme ser visto por otros judíos, hasta que no esté del todo satisfecho que el profeta de Nazaret sea, verdaderamente, el Mesías. Y, una vez convencido, ir de día, como lo hizo José de Arimatea, identificándose públicamente con él. Estimado lector, estimada lectora, si pierde la oportunidad abierta ante usted hoy día, pudiera resultar, de verdad, su última para ser “sellado”, “sellada”, como verdadero siervo, verdadera sierva, del Dios Altísimo.

Sumergirse en agua, sinónima de bautizarse en agua, es lo que significa “nacer del agua”, y sumergirse en las enseñanzas de Jesús de Nazaret transmitidas al mundo mediante la obra del Espíritu Santo es lo que significa “nacer… del Espíritu”. Estas son las condiciones declaradas por Jesús a Nicodemo aquella noche para ver el Reino espiritual de Dios, y ser admitido a sus recintos sagrados. Son las mismas que están en vigor hasta el día de hoy. Por ahí es dónde y cómo ustedes pueden entrar, amados judíos de hoy. De esta misma manera, entran los gentiles, y una vez dentro, ya no hay ni judío ni gentil, varón ni hembra, esclavo ni libre, pues, adentro, todos son uno con Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo y los ángeles de Dios, al igual que con todos los buenos, justos y obedientes de todos los tiempos y lugares.

¡TIEMPO, ahora, para ACTUAR!

 

Una vista aérea del Monte del Templo, del Domo de la Piedra y áreas adyacentes de la ciudad de Jerusalén.

 

Una vista aérea del Monte del Templo, del Domo de la Piedra y áreas adyacentes de la ciudad de Jerusalén.

 

¿Acaso estén decididos a seguir confiando en la existencia ininterrumpida de su Estado de Israel terrenal como si fuera que continuara para siempre? ¿Acaso piensen reconstruir el templo en Jerusalén, instituir de nuevo el sacerdocio levítico y ofrecer holocaustos tal y como ordenados en las leyes dadas en el monte Sinaí? ¿Seguirán gloriándose en lo terrenal? Francamente, sus renombrados profetas de la antigüedad jamás previeron tales desenlaces para ustedes. Profetizaron un Reino espiritual y un Mesías-Rey espiritual sobre él. Muchos de los antepasados de ustedes lo comprendieron, reconociendo al Mesías espiritual cuando se presentó. Pero, la mayoría, pues, no, negativo, no le reconocieron porque estaban esperando a un Mesías-Rey terrenal que librara a los judíos de sus opresores terrenales. Concepto que acarreó no solo para ellos sino para casi todos los de su raza consecuencias trágicas de verdad.

A través de los siglos, los gentiles que hemos deseado conocer al verdadero Dios viviente hemos recibido tremendas bendiciones de parte de los judíos que han compartido su conocimiento de él con nosotros.

En el nombre del único Dios verdadero que vive para siempre, permítannos ustedes, los judíos de hoy, que seamos nosotros los gentiles de hoy una bendición para ustedes, por medio de indicarles, bondadosamente, las señales que ustedes mismos están haciendo ocurrir, su significado y su papel en el plan maestro de Dios para toda la humanidad, como, además, la trayectoria que este mundo está tomando al seguir trasladándose inexorablemente hacia el fin del tiempo.

Con amor y respeto para todos ustedes,

Homero Shappley de Álamo

[email protected]

 

 

Una vista de gran angular de la Muralla Occidental, o Muralla de los Llantos, viéndose claramente el Domo de la Piedra y la Torre de David bajo un cielo despejado, fotografía que ilustra el tema Los judíos de hoy día: ¿perdiéndoselo?
 

 


 

English version of Los judíos de hoy: ¿perdiéndoselo?

Versión en inglés de Los judíos de hoy: ¿perdiéndoselo?

 

  

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