“Nuestra reunión con
el Señor Jesucristo"
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo
y nuestra reunión con él…” 2 Tesalonicenses 2:1
I. Introducción.
A. Salutación.
B. En Ciudad México, Buenos Aires, San Juan, Miami, Los Ángeles, Santo Domingo, La Habana, Madrid, Caracas, Managua, Nueva York y las demás ciudades alrededor del globo, casi todos los días se efectúan infinidad de reuniones en las que participan oficiales o personas influyentes. Algunas se realizan “a puerta cerrada”; otras, en total secreto. Los más poderosos celebran “reuniones cumbres”, es decir, de más alto nivel e importancia.
1. El nombre de este servidor nunca aparece en la “Lista de invitados” para reuniones tenidas por “importantes” en los círculos políticos, financieros, culturales o sociales. Obviamente, no soy persona importante para quienes convoquen o participen en tales funciones.
Mas, sin embargo, no me siento despreciado, acomplejado ni mucho menos envidioso, pues, en realidad, me interesan muy poco sus reuniones.
2. Estoy pendiente a una “reunión” particular más importante que cualquiera entre presidentes, reyes o cancilleres, habiendo sometido ya mi nombre para inclusión en la “Lista oficial de los invitados”. Me refiero a una “reunión” señalada por el apóstol Pablo en su segunda carta a los cristianos en la ciudad de Tesalónica, en la antigua Macedonia, al escribir aquel ilustre varón: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él …” 2 Tesalonicenses 2:1
a) ¡Conque hay una futura “reunión” programada para con el Señor Jesucristo mismo! Por asombroso que parezca, asimismo enseña el Espíritu Santo. Una reunión con el propio Ser Divino por medio de quien, y para quien, fue creado este tremendo universo, incluso nosotros los seres humanos. Colosenses 1:16. A saber: con el unigénito Hijo de Dios, en quien mora toda la plenitud de la Deidad, teniendo él potestad sobre la vida y la muerte. Colosenses 1:19
b) Esta maravillosa reunión exclusiva con Cristo, sí, ¡que me interesa sobremanera! Estoy muy ilusionado con figurar entre los convidados. No quisiera perderla, por nada del mundo. Al proyectarme en ella, se me conmueve el espíritu dentro de mí en anticipación de tan emotiva experiencia.
c) Y usted, respetado/a amigo/amiga, querido/a hermano/hermana, ¿desea participar en ella? ¿Reunirse con Jesucristo mismo? ¿Ya ha sometido su nombre a Dios para ser incluido/a en la “Lista de invitados honrados”?
3. Para estar presente en la reunión que sea, es preciso saber cuándo y dónde será efectuada, como, además, los requisitos de entrada.
a) Usted llegó a esta reunión porque se interesó en ella, verificando la hora y el lugar.
b) Asimismo respecto a la “reunión con… nuestro Señor Jesucristo”, es necesario informarse acerca del tiempo y lugar programados, cotejando cuidadosamente los requerimientos para admisión.
II. Esta futura e importantísima “reunión” con Jesucristo, ¿para cuándo está programada?
A. Precisamente, para el tiempo de “la venida de nuestro Señor Jesucristo”. El mismo texto título lo dice. “Pero con respecto a la VENIDA de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él…” Claramente, la reunión con el Señor está programada para el día de su Segunda Venida “sin relación con el pecado”, estando estrechamente vinculados los dos eventos. Hebreos 9:27-28
B. La cuestión del tiempo de la Segunda Venida de Cristo inquietaba grandemente a no pocos cristianos en Tesalónica. Hoy por hoy, el mismo asunto inquieta a muchísimos creyentes alrededor del globo terráqueo. Orientando y tranquilizando a los tesalonicenses, el apóstol Pablo escribe lo siguiente: “Os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía …” 2 Tesalonicenses 2:1-3
1. “El día del Señor está cerca.” “Cerca”, en este contexto, es adverbio de tiempo, relativo por naturaleza. “Cerca”, sí, en el contexto de la eternidad, donde “un día es como mil años, y mil años como un día”. 2 Pedro 3:8. Sin embargo, no tan cerca en el contexto de lo terrenal, verdad que el apóstol Pablo asienta para los tesalonicenses, y, por ende, para la consideración de todo cristiano.
2. “Nadie os engañe en ninguna manera” acerca del tiempo fijado para “la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él”, exhorta Pablo. O sea, parafraseando: ¿qué están pensando, oh tesalonicenses? ¿Acaso que esa reunión sea para muy pronto? No es así. No se engañen. Si lo proyectan como para dentro de pocos años, se van a frustrar, exponiéndose a dudas, las que, a su vez, conduzcan a la incredulidad, cuyo fruto suele ser burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.” 2 Pedro 3:3-7
a) Para estos tiempos del siglo XXI (tercera década), esta advertencia viene como anillo al dedo, pues muchos mensajeros, asegurando hablar de parte de Dios, se atreven a fijar fechas exactas para el retorno de Cristo, o afirman que está a la puerta, profetizando su Retorno para antes de que pase esta generación, etcétera.
b) En contraste, el Espíritu Santo aconseja mucha cautela en lo concerniente al asunto del tiempo para la Segunda Venida y la reunión de los santos con Cristo. Efectivamente, dice: no se desesperen, queridos cristianos. Tengan paciencia. La reunión está en pie. Pero, sepan que Cristo no vendrá pronto. De hecho, “no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición… a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” 2 Tesalonicenses 2:3-10
III. Esta futura e importantísima “reunión” con Jesucristo, ¿dónde será efectuada? Ya sabemos cuándo. Ahora, nos proponemos verificar el lugar. Una vez informados, también debemos determinar cómo llegar al lugar de la reunión. La información clave al respecto la encontramos en la primera carta del apóstol Pablo dirigida a la iglesia en Tesalónica, comenzando en 1 Tesalonicenses 4:13 y hasta 1 Tesalonicenses 5:4.
A. El lugar para la reunión es identificado en 1 Tesalonicenses 4:17.
“Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” “En las nubes… en el aire.” Reitero: “En las nubes… en el aire”.
Así pues, definitivamente, el lugar de nuestra reunión con Cristo no es ningún punto sobre la superficie del planeta Tierra. No es Jerusalén, o el Israel de actualidad. Seremos reunidos con él “En las nubes… en el aire”, y que conste, no para volver con él a morar en la tierra durante un susodicho “reino milenario terrenal”, ya que el Espíritu Santo añade: “y así estaremos siempre con el Señor”.
O sea, los que son tenidos por dignos de ser admitidos a esta reunión con Cristo, ¡jamás volverán a pisar el globo terráqueo! Subiendo muy por encima de él, dejan atrás para siempre todos los sufrimientos, angustias y dolores característicos de él, incluso ¡la muerte misma! ¡Se liberan eternamente de sus amarres y corrupción! Ya lo vemos claramente, ¿cierto? Esta gloriosa reunión con Cristo “en las nubes… en el aire” es la antesala a nuestra morada eterna con Dios en “tierra nueva, con cielos nuevos”, los que él está preparando para los que le aman y obedecen.
B. Pero, surge una gran problemática, a saber: ¿cómo llegar a esa reunión “en las nubes… en el aire” en estos cuerpos de carne y sangre? ¡Imposible! ¡Totalmente imposible! Queremos ir, pero no podemos subir al cielo por encima de esta tierra en estos cuerpos mortales. Entonces, ¿cómo llegar? La explicación la hallamos en 1 Tesalonicenses 4:13, en adelante.
1. Los cristianos que ya murieron “en el Señor” (Apocalipsis 14:13), fieles a él hasta el último suspiro de su vida terrenal, serán resucitados, recibiendo cuerpos glorificados, poderosos, espirituales e inmortales. 1 Corintios 15:42-44.
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.” 1 Tesalonicenses 4:13-16
¿Cómo llegan “los muertos en Cristo” a la grandiosa “reunión con él… en el aire”? Por cierto, no en cuerpos de carne y sangre sino cada uno en su nuevo cuerpo espiritual, el cual traspasa la barrera de lo material, subiendo sin dificultad y reuniéndose con el Señor “en las nubes” para jamás volver a la tierra.
2. Al regresar Cristo “por segunda vez, sin relación con el pecado”, los cristianos vivos en la tierra ¡serán transformados, sin ver muerte!
“Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire.” 1 Tesalonicenses 4:17). “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.” 1 Corintios 15:51.
Es decir, no todo cristiano morirá físicamente. ¿Quiénes no morirán físicamente? Los que estén vivos en la tierra en el momento de regresar Cristo. ¿Qué les pasará? Serán transformados. “Todos seremos transformados.” El cuerpo muerto de la persona que falleció “en el Señor” será transformado. Igualmente, el cuerpo vivo de la persona que vive “en el Señor” en el día de su retorno será transformado. “Transformado” significa cambio de naturaleza. El cuerpo físico será cambiado en cuerpo espiritual.
C. El traslado a la reunión con Cristo “en el aire”.
1. El traslado a la reunión Cristo no lo efectuamos nosotros a través de gestiones o arreglos de nuestra parte. Más bien, Dios mismo nos arrebatará, llevándonos arriba a la reunión “en el aire”.
2. Qué conste: no seremos “raptados” o “secuestrados” clandestinamente por Cristo, sino “arrebatados” abierta y visiblemente. En definitiva, el Espíritu Santo no proyecta una “reunión secreta” de los santos con Cristo.
a) Al subir los cristianos “al cielo en una nube”, “sus enemigos los vieron”, explica Apocalipsis 11:12.
b) Esto armoniza perfectamente con Apocalipsis 1:7. “He aquí que viene con las nubes, y todo le verá, y los que le traspasaron, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
c) Al venir Cristo, lo que sorprende “como ladrón” es “el día”, o sea, el tiempo de su aparición en los cielos, y no su manera de acercarse. 1 Tesalonicenses 4:16 y 5:1-4.
(1) Cristo no viene silenciosamente, sino “con voz de arcángel, y con trompeta de Dios”. El ladrón no anuncia su acercamiento, sonando trompeta, pero Cristo, sí, ¡lo hace!
(2) ¿Qué es lo que sorprende “como ladrón”? “Pero vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.” 1 Tesalonicenses 5:2-4
(3) El tiempo de la Segunda Venida sorprende, pero no a los cristianos despiertos sino solo a la gente que duerme en las tinieblas de la ignorancia espiritual y el pecado.
IV. Invitación.
A. ¿Quiénes tendrán la dicha de ser arrebatados “en las nubes” para aquella “reunión” con el Señor? Ellos son identificados en 1 Tesalonicenses 5:8-11.
1. Los que, siendo “del día”, son “sobrios” y vestidos bíblicamente para el traslado a la reunión. “Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.” 1 Tesalonicenses 5:8
a) “Sobrios”, y no borrachos, chiflados o superficiales.
b) “Del día”, y no de las tinieblas, bajo cuyo manto las personas impías cometen pecados de toda suerte. “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.” Efesios 5:11-12
c) ¿Viste usted la “coraza de fe y de amor”? ¿Posee el “yelmo” de “la esperanza de salvación”? El “yelmo” era una pieza de la armadura antigua que protegía la cabeza. Metafóricamente, la “esperanza de salvación” protege la cabeza, es decir, la mente y el espíritu, del cristiano. La protege de lesiones o golpes potencialmente mortales para el alma. La protege de muchos males. De manera que la “coraza”, protegía el pecho y la espalda, asimismo la “coraza de fe y de amor” protege y fortaleza al corazón del cristiano. Quienquiera carezca de estas dos piezas, la coraza y el yelmo, no estará vestido adecuadamente para subir a la gloriosa reunión con el Señor.
2. También se nos explica en el texto que no son puestos “para ira” los que cualifican para ser arrebatados “en las nubes”. “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.” 1 Tesalonicenses 5:9-10
a) A ningún ser humano Dios lo pone, arbitraria o irrevocablemente, “para ira”, es decir, como blanco de la “ira del Cordero… en el gran día de su ira”. Apocalipsis 6:15-17). Al contrario, él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Timoteo 2:4. El hombre mismo es quien se pone “para ira”, entregándose a las “obras infructuosas de las tinieblas” y rehusando tercamente prestar atención a su Creador.
b) Y usted, respetado amigo, estimada amiga, ¿para qué se pone usted en esta vida? ¿Acaso como blanco para la ira de Dios? ¿Piensa apelar a su misericordia en el día de ser llamado/a a cuentas? “Destrucción repentina” sobreviene a quienes albergan tan vana esperanza, “y no escaparán", como ya leyéramos en 1 Tesalonicenses 5:3.
3. ¿Quiénes tendrán la dicha de ser arrebatados “en las nubes” para aquella “reunión” con el Señor? Los que viven “juntamente con él” en esta vida presente. Así se nos informa en el texto. “Para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.” 1 Tesalonicenses 5:10
B. Volvemos a preguntar, como al principio: ¿Ya ha sometido usted su nombre a Dios para ser incluido en la “Lista exclusiva de invitados” a la “reunión” con Cristo? Los pasos requeridos para el sometimiento son: creer, arrepentirse y bautizarse “para perdón de los pecados”. Hechos 2:36-47; 22:16; Romanos 6:3-7; Gálatas 3:21-23, y muchos más de la misma categoría.
Anímese, le rogamos encarecidamente, a andarlos mientras disponga del tiempo para hacerlo, para que su nombre sea añadido a la “Lista exclusiva de los invitados a la reunión con Cristo en las nubes”.
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