Imagen titular para el Comentario sobre Apocalipsis: su relevancia para el siglo XXI y su cumplimiento continuo confirmado, compuesta de un trasfondo abstracto de eventos celestiales ocurridos contra cielos de azules oscuros variantes.

Capítulo Diez de este Comentario

Tema 8

Viene con las nubes

¿Quién viene así? ¿El Padre Dios o el Hijo Jesús?

 


 Todo ojo le verá

Pero, ¡no en el mismo instante,

ni en las mismas circunstancias!

Primero lo ven los muertos en Cristo resucitados

Luego, los santos vivos transformados

Entonces, los malos vivos en la tierra

Y por último, los malos muertos resucitados

 


 

 Un video verbal de eventos trascendentales

 

A. “He aquí que viene con las nubes…” 

¿Quién es el Ser que “viene con las nubes”?

La respuesta: el Ser es Jesucristo.

No es Jehová Dios el Padre, sino el Hijo, Jesucristo. En el Nuevo Testamento, no se declara que Dios el Padre venga con las nubes; en, o sobre, una nube o las nubes, en el día del fin del universo y del tiempo.

Sin embargo, se afirma sí, en Apocalipsis 1:8, que “el Señorha de venir, el Todopoderoso.

Siendo el “Todopoderoso” un nombre reservado para Jehová Dios el Padre, la afirmación es, efectivamente, que él también hará acto de presencia en el escenario de los eventos estremecedores que desembocan en el fin del universo y del tiempo. Este estudio abarca su participación.

En lo referente a ser Jesucristo el que viene con las nubes, abundan las evidencias.

1. Aunque no identificado, específicamente, Jesucristo por nombre en Apocalipsis 1:7 donde escribe el apóstol Juan: “He aquí que viene con las nubes…”, el sujeto aludido del verbo “viene” se halla en los versículos anteriores, a saber: Apocalipsis 1:4-6.

Juan saluda a las siete iglesias de Asia, diciendo:  

“Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Entonces, dice: “He aquí que viene con las nubes…”

Gramáticamente, “Jesucristo el testigo fiel” es el único sujeto del verbo singular “viene”.

Juan no utiliza el verbo plural “vienen”, sino el singular “viene”, excluyendo así “el que es y que era y que ha de venir”, como, además, “los siete espíritus que están delante” del trono de Jehová Dios.

2. En otros textos bíblicos, Jesucristo se identifica a sí mismo, o es identificado por otros, como el Ser que viene “con las nubes”, viniendo por segunda vez, sin relación con el pecado”, como dice Hebreos 9:28. 

a) Mateo 24:30

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” 

Textos paralelos se hallan en Mateo 26:64; Marcos 13:26 y 14:62.

Así que, Jesucristo se identifica a sí mismo como el que vendrá “sobre las nubes del cielo”.

Adicionalmente, notamos que la cláusula “…entonces lamentarán todas las tribus de la tierra…” es paralela con “…y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él” en Apocalipsis 1:7, estableciéndose otro enlace fuerte y preciso entre los dos pasajes.

b) Hechos 1:9-11

Habiendo terminado exitosa y gloriosamente su misión única en la tierra, Jesucristo, cuarenta días después de su resurrección y diez días antes de Pentecostés, “fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”, es decir, de los ojos de los apóstoles, quienes tenían “los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba…” (Hechos 1:9).

A propósito, esta frase “entre tanto que él se iba” indica que la ascensión de Cristo no fue efectuada en un santiamén, en un abrir y cerrar de ojos, sino quizás despacio, o al menos a velocidad moderada, lo cual implicaría que ascendiera “majestuosamente, con gran elegancia, dignidad y solemnidad”, de tal manera que su ascensión impresionara hondamente a los apóstoles, capacitándolos aún más plenamente para ser sus “testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

Ahora bien, durante aquel evento sobrecogedor sin paralelo, de pronto… 

“…se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hechos 1:10-11).

O sea, ¡vendría en una nube!

Los “dos varones con vestiduras blancas” serían, asumimos, dos ángeles que se manifestaran temporeramente en cuerpos humanos con el propósito de comunicar a los apóstoles este mensaje. Así pues, tenemos el testimonio de dos ángeles al efecto de que el que “viene con las nubes es el propio Jesucristo.

c) Apocalipsis 14:14.

Pasando a la visión apocalíptica de la doble siega de la tierra (Apocalipsis 14:14-20), encontramos que el apóstol Juan relata: 

 “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda” (Apocalipsis 14:14).

Jesucristo es, pues, quien viene “sentado” sobre “una nube blanca.

Pero, no el Jesucristo que andaba sobre la tierra en cuerpo de carne y sangre sino el Jesucristo glorificado y coronado, y a este hecho se debe, razonamos, el adverbio “semejante” en la frase “…semejante al Hijo del Hombre”.

Este Jesucristo glorificado es “rey” sobre el Reino de Dios durante la Era Cristiana, “coronado de gloria y honra” (Hebreos 2:9), “preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Corintios 15:25).

En su rol de “rey”, Cristo viste una “corona de oro”, la cual trae en su Segunda Venida sobre “una nube blanca”, pues aún no habrá llegado el momento triunfante cuando entregue “el reino al Dios y Padre” (1 Corintios 15:24).

d) 1 Tesalonicenses 4:17.

“Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).

Los cristianos vivos en el planeta Tierra en el día cuando Cristo venga “por segunda vez, sin relación al pecado” no morirán físicamente, sino que serán transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:51-52), arrebatados… en las nubes para recibir al Señor en el aire”.

Esta declaración pone de relieve un paralelismo entre, por un lado, la súbita transformación y ascensión que estos vivos en la tierra experimentan, y, por otro, la ascensión y transformación de Jesucristo.

En ambos casos una nube, o nubes, los reciben.

Entonces, en el día de la Segunda Venida, tanto los santos resucitados (1 Tesalonicenses 4:13-14) como los transformados sin ver muerte reciben “al Señor en el aire”.

Es decir, en el espacio arriba de la tierra, y no, de modo alguno, en el suelo terruño. 

“…en el aire” es la dimensión donde aparecerá el Señor “sentado” sobre “una nube”, y allí es donde todos los justos transformados recibirán “al Señor”, y donde él, a su vez, los recibirá, ¡juntándose todos en tremenda victoria y jubileo celestes!

e) “…sobre las nubes del cielo, dice Mateo 24:30, mientras “…en las nubes del cielo” es la expresión de Mateo 26:64, y “…en las nubes, la de Marcos 13:26 y 14:62. 

“…una nube”, singular, oculta a Cristo en su ascensión, y regresa él “sentado” sobre “una nube blanca”, singular, según Apocalipsis 14:14.

Todos los justos transformados son “arrebatados… en las nubes, plural, recibiendo “al Señor en el aire”.

Ya plural, ya singular, el sentido es el mismo, no discerniendo nosotros contradicción alguna de peso.

La gran enseñanza, puesta de relieve con tanta claridad que ninguno debiera malentenderla o contradecirla, es que Jesucristo, en su Segunda Venida, ¡no pone pie sobre el planeta Tierra!

Contrario a la proyección artística a la izquierda que lo representa como llegando a la tierra de nuevo para establecer su trono en Jerusalén y reinar durante mil años (el Milenio).

¡Ni tampoco permanecen los justos transformados en esta tierra material

El encuentro, sobremanera glorioso, de estos con el Señor ¡se efectúa “en el aire”.

Reiteramos: ¡en el espacio arriba del planeta Tierra! 

Y de allí partirán, una vez ultimados los pecadores impenitentes en la tierra, según Apocalipsis 19:11-21.

Partirán sí para las regiones celestiales más allá del universo material.

Enseguida, este universo material será destruido del todo, no continuando más ni siquiera el tiempo mismo. Esto, conforme a la profecía “…el tiempo no será más” cuando haya sido consumado “el misterio de Dios”. Eventos a efectuarse durante el tiempo de la Séptima Trompeta (Apocalipsis 10:5-7). 

3. Otra evidencia se halla en la cláusula del mismo versículo Apocalipsis 1:7. La que dice: “…y los que le traspasaron”.

Crucificado Jesús, los soldados romanos no quebraron sus piernas, sino que, viéndolo ya muerto, “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. … Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron” (Juan 19:31-37), referencia a Zacarías 12:10.

Así que, claramente se entiende que el pronombre “le” en la cláusula “y los que le traspasaron”, se refiere a Jesucristo. Él es, pues, incuestionablemente, quien “viene con las nubes”, y no Jehová Dios el Padre, ni tampoco el Espíritu Santo, cualquier ángel u otro ser.

B. Jesucristo vendrá “con las nubes”, realizando todos los papeles asignados a él por su Padre, pero también vendrá, como observamos al principio de este estudio, el propio Padre Dios en su capacidad de “el Todopoderoso”, el “solo Soberano… el único que tiene inmortalidad” (1 Timoteo 6:15-16). Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso(Apocalipsis 1:8).

Comprendemos, pues, que el Padre Dios no será completamente pasivo en el tiempo del fin, en el “día del Señor” que vendrá “como ladrón en la noche”. Él no será mero espectador .

Y esta percepción la confirma el hecho de que “también traerá Dios con Jesús a que los durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14).

Fíjese bien: en el escenario que proyecta el apóstol Pablo, en la epístola a la iglesia en Tesalónica, actúan dos Seres divinos, y no uno solo. A saber:

Jesucristo viene “sobre las nubes del cielo.” 

Dios el Padre trae “con Jesús “a los que durmieron en él”.

Por consiguiente, es del todo evidente que Dios el Padre RESPALDA a su Hijo Amado en aquel día portentoso y extremadamente turbulento de la Segunda Venida.

Acciones adicionales del Padre en aquel día del fin del tiempo y del universo material optamos por no abordarlas en este estudio particular. Las mismas se evidencian en varias porciones del Análisis de las profecías y visiones de Apocalipsis.

C. “…y todo ojo le verá…” ¿Verá a quién?

Ya lo hemos identificado certeramente. ¡Todo ojo verá a Jesucristo!

Mas, sin embargo, ¡no en el mismito instante ni en las mismas circunstancias! 

Asumir que todos los humanos, tanto muertos como vivos, vean en el mismo instante a Cristo al aparecer él al inicio del día de su Segunda Venida lo categorizamos como el error fundamental que complica todo el escenario para neófitos en el estudio de estos temas, al igual que aun para no pocos cristianos de más amplio entendimiento.

Consideremos la secuencia de eventos programada para “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2), día que es sinónimo del día cuando Cristo venga por segunda vez, sin relación con el pecado” (Hebreos 9:28). 

1. Se inicie “el día del Señor” de la siguiente manera: 

“…el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).

¿Lo estamos visualizando correctamente, sin prismas de ideas preconcebidas?

Al comenzar el día del fin, el Señor Jesucristo “descenderá del cielo”, “sentado” sobre “una nube blanca”, “con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios”.

Jesucristo desciende, sentado sobre una nube blanca.

¿Y qué evento es el próximo en la secuencia?

He aquí el evento: “…los muertos en Cristo resucitarán PRIMERO. 

Mirémoslo muy, pero muy atentamente, grabándolo en la mente. ¿Quiénes son los primeros en ver a Cristo en el día de su Segunda Venida?

La respuesta inequívoca: ¡los muertos en Cristo resucitados! 

Pero, “…y todo ojo le verá…” 

Muy cierto. Mas, sin embargo, recalcamos y subrayamos: ¡no en el mismo instante ni en las mismas circunstancias, pues los muertos en Cristo resucitados lo verán ANTES de que los cristianos aún vivos en la tierra sean transformados.

Y no solo los cristianos muertos en Cristo sino, además, todos los demás justos en el Paraíso, de épocas anteriores a la cristiana, serán resucitados ANTES de la transformación de los justos vivos en el planeta Tierra al amanecer “el día del Señor”.

Dios los resucitará. Los unirá a sus nuevos cuerpos resucitados, hechos gloriosos, poderosos, espirituales e inmortales (1 Corintios 15:42-44). Y los “traerá… con Jesús”. Serán unidos a Jesús “en las nubes”, viéndolo antes de la transformación de los santos vivos en la tierra.

Luego, ¿qué?

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).

2. Precisamente, el próximo evento en la secuencia programada para “el día del Señor” es la transformación de los cristianos vivos en la tierra.

El apóstol Pablo lo explica “en palabra del Señor”

“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor; que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señorno precederemos a los que durmieron” (1 Tesalonicenses 4:15).

Es decir, “…que durmieron en Cristo. O sea, que eran leales a Cristo hasta el fin de sus días, muriendo en él. 

Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor, decía “una voz… desde el cielo” en la visión de los tres ángeles que el apóstol Juan vio (Apocalipsis 14:13).

Los cristianos vivos en la tierra en “el día del Señor” NO precederán a estos bienaventurados muertos en Cristo.

Dos grupos distintos de seres humanos justos y santos se unen a Jesucristo “sobre las nubes” de su Segunda Venida. 

Por medio de dos eventos por separado. Esta es la secuencia establecida por la Deidad.

Primero, los santos y justos que murieron son resucitados.

Segundo, los santos y justos vivos en la tierra son transformados y arrebatados.

“…todo ojo le verá…” , claro, pero no todos al mismo instante ni en las mismas circunstancias.

Primero lo ven los santos y justos resucitados.

Luego, lo ven los santos y justos vivos en la tierra al ser transformados y “arrebatados… en las nubes.

“…en las nubes.” Cualquiera sea la naturaleza de estas nubes: que si como las lindas nubes blancas naturales del mundo terrenal o que sean nubes mucho más hermosas de origen celestial.

3. Efectuados estos dos eventos tan gloriosos y unidos todos los justos de todos los tiempos a Cristo “en el aire”, cambia el Señor Jesucristo de posición y rol, conforme a la visión estremecedora de Apocalipsis 19:11-21.

Preparados sus “ejércitos celestiales” (Apocalipsis 19:14), y tomando él el rol del “Fiel y Verdadero… Rey de reyes, y Señor de señores” (Apocalipsis 19:11, 16), el Cristo glorificado monta su “caballo blanco” (Apocalipsis 19:11), arremetiéndose contra los pecadores intransigentes aún vivos en el planeta Tierra.

Contra “las naciones” impenitentes, compuestas en aquel día final de ateos, agnósticos, seculares, naturales (carnales), innaturales y gente inmoral de todo rango social-secular, los que se habrán reunido, diciendo entre sí “Paz y seguridad” (1 Tesalonicenses 5:1-3) por estar unidos en el mismo propósito nefasto de “guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército” (Apocalipsis 19:19).

 

Viniendo, pues, contra ellos, pero no en guerra carnal en la tierra material sino en guerra moral-espiritual, sin pisar el Señor Jesús este planeta, es entonces que estos grandes pecadores rebeldes de los últimos días agónicos “ven” al Señor en todo su esplendor santo y justo, en su rol de vengador de los perseguidos y mártires por su fe en Dios.

Ya que el retorno de Cristo será como su ascensión, es decir, materialmente visible, se deduce que se materialicen “en las nubes” el “Fiel y Verdadero”, con sus “ejércitos celestiales”a la vista de “los reyes de la tierra y… sus ejércitos, reunidos para guerrear contra” él.

Ante tan espantosa manifestación sobrenatural, algunos de los humanos rebeldes incorregibles se atemorizan (Apocalipsis 6:15-17) y algunos se aterrorizan (Apocalipsis 11:13), mientras otros blasfeman (Apocalipsis 16:21).

Pero, ya no hay remedio para ninguno de ellos, pues por su corazón endurecido y contumacia persistente agotaron la paciencia de Dios.

“…y todo ojo le verá…” Seguro que sí, pero no en el mismo instante ni en las mismas circunstancias.

Ya lo vieron los muertos en Cristo resucitados, como también los cristianos vivos transformados y arrebatados, ¡antes de que le vean estas naciones engañadas que pelean contra el Cordero de Dios en la batalla de “Armagedón”. 

Estas naciones engañadas por Satanás durante el “poco de tiempo” después de los “mil años” [el Milenio] (Apocalipsis 20:1-10; 16:13-16) son, precisamente, “todos los linajes de la tierra” que “harán lamentación por él, es decir, por Cristo.

¿A qué se debe esta tristísima y angustiosa “lamentación”?

Obviamente, al hecho de haberse armado ellos contra el Señor y la iglesia fiel a él en la tierra, alegrándose y felicitándose mutuamente por haber parado la obra de Dios en el mundo que él hacía a través de “los dos testigos-profetas (Apocalipsis 11:7-10).

Pero, sorprendentemente, de pronto ha llegado el día de su derrota fulminante, “el gran día”, el “de la ira del Cordero”, y, como dicen algunos de los suyos, “¿quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:15-17). 

“…lamentación…” desesperada, sin esperanza alguna de rescate o salvación, y, por ende, “lamentación” amarguísima que solo aumentará en intensidad al emitirse el juicio divino terminante contra ellos. 

4. Luego, ven al Cristo glorificado y triunfante toda la inmensa muchedumbre de pecadores que murieron sin haber obedecido la voluntad de Dios el Creador“Padre de los espíritus” (Hebreos 12:9).

Sí, amado lector, respetada lectora, pues ¡estos también serán resucitados!

Y resucitados, verán al Señor Jesucristo, pero no como amoroso Salvador que deseaba ardientemente su salvación, sino como Juez justo que juzga conforme a las obras de cada uno. 

“…vendrá hora”, apunto Jesús durante su ministerio terrenal, “…cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (Juan 5:28-29).

Ya vimos cuando “los que hicieron lo bueno” resucitan, a saber, al iniciarse “el día del Señor” que es el día cuando vendrá él “por segunda vez”.

Qué quede claro: “…los que hicieron lo malo” no resucitan simultáneamente, al lado de “los que hicieron lo bueno”, sino aparte de ellos, en la “resurrección de condenación”.

Pues bien, entre ellos figuran “los que le traspasaron”, pero que no se arrepintieron de su terrible pecado.

Físicamente, un solo soldado romano traspasó con su lanza el costado del Cristo crucificado.

Espiritualmente, todos aquellos que gritaron “¡Crucifícale! Crucifícale!” (Juan 19:6), le traspasaron, al igual que, más adelante, todos aquellos creyentes que recayeran, “crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6).

También todos los descreídos de toda la Era Cristiana que se hayan solidarizado con aquellos judíos, los que dijeron al gobernador Poncio Pilato: Suéltenos “a Barrabás”, gritando, refiriéndose a Jesucristo: “¡Sea crucificado!” (Mateo 27:19-21).

Repetimos: resucitados todos lo que “hicieron lo malo”¡también ven al Señor en su Segunda Venida! 

“…todo ojo lo le verá…” ¡Absolutamente! Pero, no todos en el mismo instante ni en las mismas circunstancias.

5. Y así, amado lector, estimada lectora, hemos visto el video, mediante escenas verbales de la Biblia. Presentadas, por cierto, con tremendo realismo, lujo de detalle, algunas gráficas maravillosas y otras realmente escalofriantes.

En las mismas si identifican a las distintas agrupaciones de la humanidad que verán a Jesucristo en el día de su Segunda Venida “con las nubes”, según la secuencia de eventos de aquel día y bajo distintas circunstancias. 

C. Observaciones adicionales

1. De la manera que la ascensión del Señor de la tierra hasta que una nube le ocultara de la vista de los apóstoles probablemente no ocurriera en unos segundos, conforme a la explicación al principio de este estudio, tampoco se efectúa su Segunda Venida, y todo lo relacionado con ella, en tan solo unos minutitos, nada más.

Numerosos eventos toman lugar en “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, no presentándose todos en este Análisis.

Transcurriéndose los eventos de acuerdo con una secuencia programada de antemano por Dios, distintas agrupaciones de los seres humanos verán a Jesucristo en distintas ocasiones de aquel “día”, cumpliéndose perfectamente la profecía: “…todo ojo le verá”.

2. Las tres profecías de Apocalipsis 1:7 el anciano apóstol Juan las recibió en la isla de Patmos aproximadamente sesenta y dos años después de pronunciar Cristo la profecía de que volvería sobre “las nubes del cielo”.

También, después de la proclamación de los “dos varones” que, poniéndose al lado de los apóstoles que acaban de presenciar estupefactos la ascensión del Salvador, les dijeron: “…así vendrá como le habéis visto ir al cielo

¡Sesenta y dos años pasan, pero el mensaje profético es el mismo, a saber:

Jesucristo volverá “por segunda vez sobre “las nubes del cielo, y “todo ojo le verá”

Estimado amigo, amiga, esta impresionante consecuencia en el mensaje de Dios para la humanidad, esta insólita armonía entre distintos escritores –los apóstoles Juan, Pablo y Pedro, por ejemplo- esta continuidad perfecta de revelaciones a través del siglo I, me impactan grandemente, llevándome a deducir que estas profecías muy detalladas, de tremenda envergadura, abarcando hasta a toda la humanidad, es necesario recibirlas como de Dios, y no, de modo alguno, como meras proyecciones de mentes humanas sin inspiración divina.

Y recibiéndolas así, actuar yo en esta vida de tal modo que pueda ser tenido por digno de participar en el cumplimiento de las profecías positivas, hermosas y sublimes en grado sumo, así evitando ser blanco del cumplimiento de las que son todo lo contrario.

Respetuosamente, le invito a obedecer al evangelio puro del Señor, alineándose con Dios en sus designios amorosos de lograr que “todos los hombres sean salvos, y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). 

“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37-47). 

 


 

Tema 8.

Cristo “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado”.

Análisis de Hebreos 9:28. Los “Rapteros” y el Espíritu Santo en conflicto. 

Contenido completo del Capítulo Diez

 

Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. El contenido completo del Comentario. Textos y diapositivas.

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