La unidad de la fe e iglesia

 

 TEMA 8

La norma divina de

"...perfectos en unidad", "perfectamente unidos...

que no haya entre vosotros divisiones".

 

En esta pintura abstracta vemos muchos colores y formas distintas, pero que armonizan bellamente formando un todo hermoso. Asimismo, componen un cuadro hermoso los cristianos unidos en un solo cuerpo espiritual, complementándose sus distintos atributos y talentos.

 

Norma establecida por Dios, Cristo y el Espíritu Santo
para las personas que profesan amar y obedecerlos.

Este estudio incluye el análisis de...

Ocho refranes populares en apoyo
del denominacionalismo cristiano.

 

     Respetado lector, ¿ha estudiado usted cuidadosamente la norma divina para la unidad de todos los que profesan amar y obedecer a Dios y Cristo? “Perfectas en unidad”; ¡cero divisiones entre los fieles! Esta es la norma divina expuesta una y otra vez a través del Nuevo Testamento. Para el que escribe, "la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz", tal cual enseñada en Efesios 4:1-6 y numerosos textos bíblicos parecidos, es de inmenso valor. Valuamos y amamos grandemente la UNIDAD de los cristianos, siendo "solícitos para" guardarla y promoverla. Nuestra alma, instruida por el ejemplo de Dios mismo, aborrece las divisiones, y los otros evangelios diferentes que las causan. Tanto las divisiones como los evangelios diferentes, el Espíritu de Dios los cataloga como "obras de la carne" (Gálatas 5:19-21; 1 Corintios 1:10-13; 3:1-5), pronunciando anatemas para quienes los introducen (Gálatas 1:6-10).

-¿Aprecia y ama usted "la unidad del Espíritu"? ¿La promueve?

-¿Aborrece usted las divisiones y los evangelios diferentes que las causan?

-Dios "aborrece" al "que siembra discordia entre hermanos" (Proverbios 6:16-19). ¿Se solidariza usted con él?

-¿Qué tipo de "unidad entre los seguidores de Cristo" ama y promueve usted?

-¿Acaso la "unidad ecuménica" o la "unidad en diversidad" que apoyan muchas denominaciones cristianas?

-¿O la verdadera y bíblica "unidad del Espíritu"?

En esta "unidad del Espíritu" hay ...

-"Un cuerpo" (Efesios 4:4), el cual es "la iglesia" (Efesios 1:22-23). "El cuerpo es uno solo" (1 Corintios 12:20), y no muchos. Cristo dice: "Edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18), singular, y no mis iglesias, plural.

-"Una sola regla" (Filipenses 3:16), y no muchas. "Una fe" (Efesios 4:5), o sea, un solo evangelio (Gálatas 1:6-10), y no muchos. El solo y único cuerpo espiritual de Cristo no se compone de muchas iglesias distintas, con muchas "reglas" (credos) distintas, sino de muchos miembros que han de seguir "una sola regla".

-"Un bautismo" (Efesios 4:5), y no cinco o seis bautismos diferentes.

-"Una misma esperanza" (Efesios 4:4), y no varias esperanzas contradictorias.

-Conforme a esta "unidad del Espíritu" ...

-Debemos hablar "todos una misma cosa" estando "perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Corintios 1:10), "sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa" (Filipenses 2:2). Cristo ora por la unidad de sus discípulos, diciendo: "Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti... para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste" (Juan 17:21-23).

     Estas definiciones de la unidad que Dios, Cristo y el Espíritu Santo enseñan proscriben la "unidad ecuménica", o la "unidad interdenominacional". La "unidad en diversidad de iglesias y credos" no armoniza con la unidad que exige la Deidad. "Perfectamente unidos", "perfectos en unidad... y que no haya entre vosotros divisiones" es la norma de Dios para su pueblo.

     Respetamos y predicamos esta norma. Precisamente, esta norma es la que nos obliga a "investigar" y "evaluar" las distintas iglesias y movimientos del cristianismo. ¿Son divisiones? ¿Por qué persisten tenazmente en preservar las identidades particulares que las separan? De cierto, no somos partidarios del divisionismo cristiano (del denominacionalismo, del sectarismo), ni tampoco respaldamos al "ecumenismo" popular en algunos círculos de actualidad, por la sencilla razón de que tal concepto de unidad no se halla en la Biblia. Defender y justificar las divisiones rampantes en el cristianismo es burlarse de la norma divina enunciada por Dios, pisoteándola.

     No queremos pertenecer a una "división cristiana", ni conservar o hacer crecer a ninguna mediante nuestras aportaciones económicas o el uso de nuestros talentos. Hacerse miembro de una "división cristiana", contribuyendo a su permanencia y crecimiento, es exponerse a la ira de Dios contra todo aquel que viola su norma de "perfectos en unidad". Pero, ¿cómo podemos evitar caer en una "división" si rehusamos examinar imparcialmente a las muchas iglesias y los movimientos del cristianismo? ¡Es necesario analizarlos imparcialmente, probarlos usando la regla infalible del Nuevo Testamento, escrutarlos exhaustivamente! ¿Tarea ingrata y trabajosa? Sin duda, pero muy necesaria para la seguridad de nuestra salvación.

     En el tiempo presente, se hallan millones de creyentes en casi todo el mundo que respaldan la norma de Dios para la unidad de su pueblo. Se dan a conocer como "cristianos", no tomando otros nombres, apellidos o apodos. El que escribe se identifica con ellos, y no con alguna "división cristiana". Me identifico con "la iglesia" que Cristo edificó -unida, íntegra, entera, indivisible- y no con alguna "división o secta cristiana". Aun a estos "cristianos" les cuesta mucho trabajo mantener intacta la unidad, fallando algunos en ocasiones. Pero, tienen a su favor el que reconocen y respaldan la norma divina de "perfectamente unidos", no aprobando o defendiendo las sectas o denominaciones del cristianismo.

     Estimado lector, ¿acaso defiende y justifica usted las "divisiones cristianas"? ¿Pertenece a una? De responder en lo positivo, ¡cuidado con su alma! Defender, justificar y sostener lo que Dios mismo clasifica como "obras de la carne" constituye, real e incuestionablemente, una acción osada de rebeldía contra la voluntad del Omnipotente. Y si esto no es así, le rogamos sostener lo contrario con textos bíblicos o argumentos convincentes. La "unidad" es de Dios; la "división" es de Satanás. ¿Cierto o falso? "En la unidad hay fuerza"; en la división hay debilidad, contiendas, competencias, celos y caos. ¿Cierto o falso?

   

"Ocho refranes populares en apoyo
de las divisiones cristianas”

     Contemplando el panorama de un cristianismo dividido en miles de iglesias, sectas, concilios, ministerios y movimientos conflictivos, gran número de creyentes intenta minimizar la gravedad de la problemática, inventando "adagios, refranes o dichos cristianos" mediante los que pretenden achicar este gigantesco mal, transformarlo en algo bueno, vestirlo de santo, colocarlo entre las obras de Dios, clasificarlo de inofensivo e inocente, presentarlo como ineluctable y necesario o relegarlo al trasfondo de asuntos sin importancia. Pero, la realidad permanece: lo que hacen es defender y justificar las divisiones religiosas entre ellos mismos, pecado gravísimo denunciado repetidamente por la Deidad. Si usted hace suyos los siguientes "refranes", creyéndolos, repitiéndolos y propagándolos dondequiera, sea advertido: ¡ninguno se encuentra en la Biblia, ni por inferencia! ¡Ninguno se ajusta a la norma divina para la unidad del pueblo de Dios! ¡Todos se pronuncian en respaldo a la división, cosa abominable ante Dios!

 

1. “Todas las iglesias son buenas.”

a)  Dios nos presenta en la Biblia “la iglesia”, y no “las iglesias”. Al escribir el apóstol Pablo, en Romanos 16:16, “Las iglesias de Cristo os saludan” , se alude, no a distintas divisiones, sectas o denominaciones cristianas, cada una con su propio nombre y credo, sino a congregaciones ubicadas en distintos lugares.

b)  Honestamente, ¿cree usted este “refrán” de todo corazón? ¿Son buenas todas las iglesias, desde la que venera a imágenes hasta la que aprueba poner a homosexuales y lesbianas en sus ministerios? Iglesias extremadamente liberales, fanáticamente conservadoras, tradicionalistas intransigentes; protestantes, evangélicas y pentecostales de toda calaña. ¿Todas estas, sin excepción, son buenas para usted? ¿Aprueba usted a todas? ¿A las miles de iglesias distintas que hombres y mujeres han establecido a través de la Era Cristiana? ¿A todas y cada una? ¿Se siente usted en comunión con todas ellas? ¿Cómodo en cualquiera de ellas? ¿Le da lo mismo adorar a Dios en la Católica Romana, como en la Bautista, la Mormona o un salón de los testigos de Jehová? Si usted responde en lo negativo a algunas de estas preguntas, si aprueba a algunas iglesias pero a otras rechaza, ¿con qué lógica o justificación repite y propaga este engañoso “refrán” según el que “Todas las iglesias son buenas”? Un poco de reflexión objetiva e inteligente y un poco de sentido común descubren la falsedad de este adagio popular.

2. Todas las iglesias tienen el mismo propósito: salvar almas y glorificar a Dios. Todas buscan lo mismo; trabajan para lo mismo.”

a)  Una vez más recalcamos: Cristo estableció una sola iglesia, ordenándola a no dividirse. A la iglesia que él fundó le dio la Gran Comisión de hacer discípulos (Mateo 28:18-20). En definitiva, esta encomienda celestial no fue dada a una variedad de “sectas cristianas”. Solo la iglesia legítima del Señor que proclama el evangelio puro, siendo, además, siempre solícita “para guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, está divinamente autorizada como instrumento para “salvar almas”. Las “divisiones cristianas” no cuentan con tal autorización. Se la atribuyen cada una a sí misma, pero no la tienen pese a sus reclamaciones y obras. Es del todo inconcebible que Dios confiera la Gran Comisión a divisiones religiosas que él mismo censura duramente como “obras de la carne”.

b)  A propósito, los otros evangelios diferentes que resultan en la creación de iglesias, sectas o ministerios conflictivos en doctrina y práctica ¡no salvan almas! ¿Es razonable que un “evangelio anatema” salve almas? ¿Qué un mensaje pervertido y divisionista salve almas? ¿Existen “evangelios” de esta naturaleza? ¡Claro que los hay! ¡Y muchos! Los apóstoles luchaban constantemente contra los evangelios pervertidos de su época, identificándolos, condenándolos y advirtiendo severamente el peligro de seguirlos. Ejemplo:

-"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas sí aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema " (Gálatas 1:6-8).

Para usted, ¿son buenos todos los evangelios? ¿Todos los mensajes espirituales divulgados hoy día? ¿Son igual de buenos, todos puros y poderosos para salvar? El Espíritu Santo reconoce un solo "evangelio de Cristo". "Salvar almas" es un propósito sublime, pero la dura verdad es que ninguna "división cristiana" salva a nadie, ya que le predica un evangelio adulterado.

c)  "Todas buscan lo mismo: glorificar a Dios." Que conste: ¡las iglesias divisionistas no agradan a Dios! ¿Se deleita él en la gloria, en las alabanzas, en la adoración, que las divisiones cristianas le tributan? Mas bien, "a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades" (Efesios 3:21). "Gloria en la iglesia." En las Escrituras, siempre se realza "la iglesia", una sola iglesia no dividida, ni simpatizante de la división. Todos los cristianos en todo el mundo debemos pertenecer a "la iglesia", "para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 15:6). ¿Cómo glorificar a Dios? ¿Divididos, separados en distintas iglesias, cada una con su culto o liturgia diferente, con voces que no alaben de la misma manera? ¡NO, NO, NO! Más bien, "unánimes, a una voz". Reiteramos: "Unánimes, a una voz" .

3. "Todas las iglesias integran la iglesia universal de Jesucristo. Cada una gana almas y hace obras para la iglesia universal."

a)  Este concepto de "iglesia universal compuesta de muchas iglesias diferentes, cada una con su constitución, o credo, diferente", ¿dónde lo hallamos en el Nuevo Testamento de Cristo? ¡En ningún pasaje, ni siquiera por implicación! Semejante paradigma para la iglesia fundada por Jesucristo definitivamente no procede de Dios. Al contrario, es mera teoría, proyección o ilusión de mentes empeñadas en la defensa o justificación del denominacionalismo. "Estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error" (Efesios 4:14). De cierto, muy peligrosa estrategia, ya que Dios, Cristo y el Espíritu Santo nunca pronunciaron palabras tales como "todas las iglesias integran la iglesia universal". Opinamos que este concepto jamás se hubiese formulado de no haber sido creadas las divisiones del cristianismo.

b)  Las evidencias indican que pocas iglesias abrazan, incondicionalmente, el concepto de "iglesia universal" proyectado en este "refrán". ¿No es cierto que cada iglesia tiende a creerse superior a las demás? No pocas se creen la "única verdadera", rechazando a las demás. Algunas disimulan mañosamente su exclusivismo en el afán de ganar a más adeptos o para evitar escandalizar a segmentos de su membresía. Pretenden ser lo que en el fondo no son: universalmente tolerantes de creencias distintas a las suyas, en plena comunión con las demás iglesias, partidarias del ecumenismo. Dicen "hermano" a quien no tienen como "hermano de verdad". Y esto es un tanto deshonesto, ¿no le parece? ¿Creen los bautistas que "todas las iglesias integren la iglesia universal de Jesucristo"? ¿Lo creen los pentecostales, los adventistas del séptimo día, los mormones? ¿Creen los metodistas, presbiterianos y episcopales que los católicos romanos, testigos de Jehová y mormones "integren la iglesia universal de Jesucristo"? Investigaciones y encuestas a fondo descubren la verdadera posición de cada una de estas iglesias en relación a las demás.

c)  No obstante todas estas consideraciones, no faltan creyentes que argumentan: "Pero, debería ser así, que todas las iglesias integren la iglesia universal, pese a sus diferencias doctrinales. Es lógico que así sea, pues tal concepto es magnánimo, llamativo, impactante, muy lindo, lleno de amor, sin feos prejuicios o juicios dañinos". Este lenguaje y estos sentimientos reflejan la mentalidad tolerante en extremo característica de personas influenciadas fuertemente por la idea de la globalización de todo -el comercio, la cultura y también la religión. Pero, no reflejan la mente de Dios tal cual dada a conocer en el Nuevo Testamento. Según Dios, su iglesia debe ser indivisible. Él no es el autor de las "divisiones cristianas". ¿Con qué lógica cambiaría él la naturaleza de su propia iglesia, y las normas que la rigen, para acomodar a las divisiones que él mismo abomina? Y, ¿con qué lógica o justificación podemos sus siervos predicar la perfecta unidad que él exige y, a la vez, "la unidad parcial en diversidad de iglesias y credos" que promueven muchos creyentes? ¡Imposible!

d)  ¿Ha cambiado Dios su enseñanza sobre la unidad porque cientos de millones pertenecen a tantas iglesias o movimientos diferentes? ¿Cuándo? ¡Sueño ecuménico infundado! ¡Ilusión sectaria engañosa! La enseñanza divina sigue siendo la misma que el Espíritu Santo impartió a la iglesia del Siglo I: ¡Cero divisiones! "¡Perfectos en la unidad!" ¿Ideal imposible? No "imposible" de predicar. Por difícil que sea implementarlo, el ideal lo tenemos que predicar siempre, y lo predica con insistencia todo ministro competente del "nuevo pacto" (2 Corintios 3:6), no seducido nunca por los "adagios, dichos, refranes e ilusiones" de quienes defienden y justifican lo contrario del ideal divino.

4. "Hay salvos en todas las iglesias."

a)  ¿Dónde se encuentra este "refrán" en la Biblia, o siquiera la idea por inferencia?

b)  Tal cual prometido, Cristo edificó su "iglesia" (Mateo 16:18), singular y no plural. Luego, "el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (Hechos 2:47). ¿A cuántas iglesias distintas añadía el Señor "los que habían de ser salvos"? ¡A una sola! A "la iglesia", a la única que "ganó por su propia sangre" (Hechos 20:28). Pero, nos dicen que el mundo cambia, cambiando también el ámbito para el cristianismo. Observan que desde la Reforma hasta el día de hoy se han formado muchas iglesias diferentes. Por lo tanto, el Señor ya no añade las almas a una sola iglesia sino a muchas distintas, y así es que "hay salvos en todas las iglesias".  ¡Inaudito! ¡Atrevido! ¿Cuándo cambió el Señor de parecer, aprobando las divisiones "cristianas" y añadiendo a cada alma a "la iglesia de su predilección"? ¡Peligrosas ideas y doctrinas humanas desarrolladas por mentes que justifican divisiones religiosas! De cierto, no provienen de Dios.

c)  ¿También afirma usted que "hay salvos en todas las iglesias"? ¿Acaso se lo haya dicho el Espíritu Santo? Si responde que sí, entonces usted hace al Espíritu contradecirse a sí mismo, ya que en el Nuevo Testamento él coloca, sin fallar, a todos los salvos "en un solo cuerpo", el cual es, en lenguaje retórico inspirado, "un solo y nuevo hombre" (Efesios 2:14-16), o sea, "la iglesia" de la cual Cristo es cabeza y Salvador (Efesios 5:23). Indisputablemente, el Espíritu no se contradice. No cambia el Nuevo Testamento para acomodar a las "divisiones cristianas", con sus refranes carentes de apoyo divino. Por consiguiente, aseveramos categóricamente que él jamás ha revelado en profecía, visión o sueño alguno a pastor, evangelista, profeta o apóstol ningún mensaje de "salvos en todas las iglesias" .

d)  Quien asegura que "hay salvos en todas las iglesias" emite un juicio que no le corresponde y que no puede sostener con evidencias indiscutibles, porque solo Dios conoce, con total seguridad, quienes son sus hijos. "Conoce el Señor a los que son suyos" (2 Timoteo 2:19). ¿Quién más tiene acceso a los nombres? De cierto, ningún ser humano.

e)  ¿Tendrá Dios misericordia de las almas sinceras que pertenecen a las distintas sectas, iglesias o movimientos que él mismo censura rotundamente por ser  promotores del divisionismo, cosa que él odia? "¡Oh, claro que sí"! , responde un coro enorme de voces, añadiendo: "Dios es amor. Su misericordia es infinita". Más sabio será dejar que Dios mismo exprese sus propios pensamientos, y no poner nosotros palabras en su boca. "Tendré misericordia del que tenga misericordia" dice Dios (Romanos 9:15). Ningún creyente cuenta con la autorización de ofrecer o denegar la misericordia de Dios a persona alguna. Quien ofrece, presuntuosa y osadamente, la misericordia divina a las almas que defienden, justifican y sostienen las "divisiones cristianas", pronunciándolas "salvas", actúa arrogantemente, apropiando para sí mismo prerrogativas y poderes que atañen solo a Dios.

-De mi parte, ojala tenga Dios gran misericordia de las almas sinceras conquistadas por organizaciones divisionistas del cristianismo. Pero, el alcance de su misericordia solo lo sabe él.

-Suponiendo que Dios decidiera tener misericordia de algunas almas sinceras que se encuentran en las muchas divisiones del cristianismo, semejante decisión no significaría en absoluto que él desechara su norma de cero divisiones, "perfectos en unidad", para abrazar a todas las "divisiones cristianas" como creación espiritual que él adopte porque multitud de seguidores las integran y sostienen, aún defendiéndolas. Su grandiosa misericordia no transforma el error en verdad o el pecado en santidad, ni altera, suplanta o anula sus mandamientos para el pueblo que dice seguirle, incluso, el mandamiento de ser "uno" todos los discípulos, "perfectos en unidad", "perfectamente unidos". Es concebible que otorgue Dios la salvación a personas sinceras que ignoraran hasta la muerte su voluntad, pero no existe enseñanza o razón alguna que nos lleve a pensar que él conceda salvación eterna a personas que voluntariamente desobedecen su voluntad después de haber recibido adecuada instrucción bíblica.

-Todas las almas sinceras que se encuentran en las iglesias divisionistas del cristianismo, al entender la norma divina de la perfecta unidad, se supone que salgan enseguida de aquellos rediles separados y que se unan sin demora a la iglesia que Cristo edificó, asegurando así su salvación. Si no lo hacen, su "sinceridad" se pone en tela de juicio. "Habrá un rebaño y un pastor" (Juan 10:16), explica Cristo. "Un rebaño", con solo "un pastor", quien pastorea conforme a "una misma regla". ¿Entiende usted esta enseñanza? ¿Con qué justificación, pues, seguir respaldando y propagando estos "refranes"?

5. "No importa la iglesia a que vayas. Dame tu mano, y mi hermano serás."

a)  Cantado como corito, o pronunciado en cualquier tribuna, este "refrán popular" encierra un error tan enorme como una gran montaña. ¡Claro que importa a cuál iglesia vaya usted! ¿Irá a "la iglesia de su predilección", o a la que Cristo edificó? ¿Ofreció el Espíritu Santo a los creyentes del Siglo I una variedad de iglesias, diciendo: "No importa la iglesia a que vayas. Métete a la que más te guste. Hay para todos los gustos, y eso es bueno"? ¡Tonterías! Hace falta más seriedad, y menos sentimentalismo religioso, para no decir infantilismo. La iglesia que Dios puso en la tierra no es cualquier cosa para que la despreciemos, dividiéndola o restándole importancia. La iglesia verdadera Cristo la "ganó a precio de sangre". Más nos vale pertenecer a ella, y no a cualquiera por ahí que hombres divisionistas hayan formado.

b)  ¿Acertamos al observar que la mayoría de quienes cantan, entre "Aménes" y "Aleluyas", este corito no lo pone en práctica? "Mi hermano serás" si estás en nuestro círculo de iglesias avivadas. De otro modo, "estás muerto". "Mi hermano serás", pero no si estás con los testigos de Jehová, los mormones, los adventistas o los católicos.

c)  ¡Pegajoso corito este, pero muy engañoso! Quien lo canta defiende el divisionismo cuyos cañones profundos separan a los que dicen seguir a Dios.

6. "Los nombres diferentes de las iglesias no tienen importancia. Todos somos cristianos."

a)  Si "no tienen importancia" , ¿por qué no renunciarlos todos como paso hacia la perfecta unidad?

b)  Si, de veras, "todos somos cristianos", ¿con qué lógica o justificación tomar otro nombre, apellido o apodo religioso? ¿No basta el nombre "cristiano"?

c)  Pienso no errar ni exagerar al afirmar que todo nombre tiene importancia. El suyo tiene, ¿correcto? También el mío. Los nombres, y hasta los apodos, sirven para identificar y distinguir. Su nombre le identifica. De igual manera, el nombre dado a una iglesia la identifica, la distingue, separándola de las demás. ¿Cierto o falso? "Iglesia Bautista", "Iglesia Wesleyana", "Iglesia Católica Romana", "Iglesia Pentecostal", "Iglesia Metodista", "Iglesia Episcopal", "Iglesia Adventista del Séptimo Día". Todos estos nombres identifican a iglesias que se distinguen las unas de las otras por diferencias en doctrina y práctica. ¿Qué no tengan importancia los nombres? Pues, ¡que cada iglesia renuncie el suyo para que haya más unidad y menos división! Pero, ninguna lo hará porque su nombre sí es importante. La distingue. Lo lleva con orgullo. Lo pronuncia y lo defiende con celo sectario.

d)  Quien repite este refrán "los nombres no importan" se hace defensor y justificador del divisionismo, proceder altamente arriesgado, dadas las fuertes advertencias contra divisiones en la Palabra de Dios.

e)  "Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo soy de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo" (1 Corintios 1:11-13). "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo... porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?" (1 Corintios 3:1-4). Identificándose con personajes destacados, dividiendo a Cristo, andando como hombres inconversos, siendo carnales y no espirituales: ¿no hacen otro tanto, en escala mil veces mayor, las iglesias y los concilios del presente que toman distintos nombres? Estos difieren de los corintios en por lo menos un particular importante, a saber, los corintios habían obedecido al evangelio puro predicado por Pablo, siendo añadidos a la iglesia que Cristo edificó; en cambio, ¡las iglesias y los concilios divisionistas del presente tienen su origen en otros evangelios diferentes! Al usted realizar las investigaciones debidas, podrá comprobarlo.

f)  "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra" (Efesios 3:14-15). Toda la "familia" de Dios en la tierra toma el nombre "cristiano". "A los discípulos se les llamó cristianos" (Hechos 11:26). "Si alguno padece como cristiano " (1 Pedro 4:16). La iglesia entera toma el nombre de Cristo o de Dios: "Iglesia del Señor" (Hechos 20:28); "Iglesia de Dios" (1 Timoteo 3:14). Las congregaciones son "Iglesias de Cristo" (Romanos 16:16). "Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). ¡Solo en el nombre de Jesucristo! ¡Amén! Este servidor rehúsa tomar "otro nombre". Y usted, ¿qué nombre espiritual trae?

7. "La iglesia no salva; Cristo salva."

a)  Cierto es que la iglesia, por sí sola, no salva, pues la iglesia se compone de seres humanos quienes carecemos del poder para salvar eternamente. Pero, esto no quiere decir que la iglesia no tenga importancia, ni tampoco que las "divisiones" Dios las apruebe.

b)  ¿Dónde coloca Cristo a los salvos? ¡En su iglesia! "El Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (Hechos 2:47). ¿Puede ser salvo usted fuera de la iglesia? Opinar que sí es contravenir el designio del Señor de reunir en un solo rebaño a todas las almas que obedecen su llamado. ¿Con qué razón despreciar a la iglesia del Señor en el vano intento de justificar la existencia de múltiples iglesias distintas y el divisionismo que hace terrible daño a la causa de Dios en la tierra?

8. "La doctrina no importa; estamos unidos en Cristo."

a)  ¿Qué la doctrina no importe? Entonces, ¿cómo interpretar el mandato del Espíritu: "Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina " (Tito 2:1)? ¿O la admonición: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren" (1 Timoteo 4:16)? ¿O la advertencia profética: "Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina" (2 Timoteo 4:3)? ¿O la referencia a "doctrinas de demonios" (1 Timoteo 4:1)?

b)  Es del todo imposible estar "unidos en Cristo" sin estar unidos en doctrina y práctica. Quienquiera que diga "la doctrina no importa", en el vano intento de justificar y defender las "divisiones", contradice al Espíritu Santo.

 

Conclusión

 

     Estos "refranes populares en apoyo de la multiplicidad de iglesias y credos diferentes" ¡mejor no pronunciarlos donde Dios escuche a usted! Más sabio sería hacer suyo, promulgar e implementar la norma divina de "perfectos en unidad", "perfectamente unidos... y que no haya entre vosotros divisiones". Usted no logra nada a favor de su salvación, o la de otros, si no efectúa cambios en su vida espiritual conforme a los nuevos conocimientos adquiridos o el entendimiento más acertado alcanzado. ¡Predique, enseñe y viva la norma divina!

    ¿Comprende usted ahora por qué "investigamos" y "evaluamos" las entidades, las corrientes y los movimientos del cristianismo, animándole que haga lo mismo y proveyéndole algunos recursos? A la luz de todos los textos citados, apuntamos confiadamente que a nadie le conviene militar en una iglesia, ministerio o movimiento divisionista del cristianismo, mucho menos morir en una de ellas, para luego presentarse en el juicio como "miembro fiel y activo" de una "división cristiana". Tan grande peligro se evita, identificando debidamente las "divisiones cristianas", marcándolas como tal y sonando, cual buen centinela, la trompeta de advertencia.

     ¿Ha captado usted la visión divina de "perfectos en unidad"? Implementada a perfección en todo su país, aun en todo el mundo, ¡todas las congregaciones estarían "perfectamente" unidas en doctrina y práctica! ¡Tendrían la misma identidad espiritual ¡Cincuenta congregaciones en una ciudad grande, todas con las mismas características divinas, la misma misión! No veinte iglesias distintas, con sus "hijas" o sucursales, pertenecientes a diferentes concilios, con rasgos notablemente contradictorios, sino cincuenta congregaciones iguales. ¡Qué poder y gloria! ¡Qué ideal! Todo fiel siervo del Señor siempre pone en alto este ideal, llamando a las almas sinceras a respetar y obedecerlo.

 

 


 

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