Curso de capacitación ministerial

 

Cómo planificar, preparar

y presentar mensajes (sermones),

conferencias y clases bíblicas

 

Lección 3

 

 

La concepción y gestación
de un mensaje o clase bíblica 

I. Introducción

A. Salutación

B. El tema de la Lección 3 de este curso: La concepción y la gestación de un mensaje o de una clase.

II. La "concepción" de un mensaje o clase ocurre cuando se unen en la mente del predicador o maestro las ideas o los pensamientos iniciales alrededor de los cuales se desarrolla el cuerpo de la intervención. Se juntan las primeras “células” rudimentarias, las cuales comienzan a multiplicarse en variedad, cobrando “vida” la nueva creación.

III. La "gestación" de un mensaje o clase.

A. El significado de "gestación": "Tiempo que la madre lleva en sí al hijo antes de nacer éste" (Diccionario de uso del español, Tomo I, 1,395).

1. Esta definición aplicada al mensaje o clase: "Tiempo que el maestro lleva en sí, es decir, en su mente y espíritu, el mensaje antes de presentarlo".

2. Esta aplicación concuerda con la definición simbólica que da el mismo diccionario citado: "Periodo de preparación que precede a un suceso, o periodo de elaboración de una obra del espíritu: ´Este proyecto está todavía en gestación”.

a) Es de vital importancia que el mensaje, clase o conferencia pase por un "periodo de preparación" antes de presentarse.

b) De cierto, el mensaje es "una obra del espíritu" que por su naturaleza innata y su importancia intrínseca, debe pasar por un "periodo de elaboración" muy cuidadosa.

3. ¿Suele usted llevar dentro de sí por semanas, aun por meses o años, los mensajes o clases que proyecta presentar?

4. ¿Pasan sus mensajes y estudios por un "periodo de preparación, de elaboración", antes de ser presentados como "obra de su espíritu"?

B. El "tiempo de la gestación".

1. Para la mujer encinta el tiempo de gestación es de nueve meses.

2. Tratándose de mensajes, conferencias o clases bíblicas, una vez concebido el tema apropiado, el “tiempo de gestación” debería ser un mínimo de treintahoras por la intervención cuya duración es de treinta minutos.

3. El mensaje que no pase por el término necesario de gestación sino que es sacado y presentado al público prematuramente, usualmente sufre varias complicaciones, no exceptuándose el “fallecimiento”, o sea, ¡se queda sin vida!

a) ¿Qué condición típica es la del niño que nace prematuramente? Sus pulmones, corazón y quizás otros órganos esenciales no están lo suficientemente desarrollados para una vida normal fuera de la matriz materna.

b) Figurativamente, los "pulmones, el corazón, los huesos y demás órganos vitales" de un mensaje cuya gestación queda corta frecuentemente resultan débiles o defectuosos por el insuficiente desarrollo. A consecuencia, el mensaje nace pálido y raquítico. Presentado públicamente en este estado, el efecto no es, en definitiva, el deseado.

c) Comúnmente, la prematuridad es causa de estrés, angustias y aun traumas emocionales en padres y familiares. Asimismo, el predicador o maestro que trae para el público una creación inmadura, tal vez deforme en algunos aspectos, amarillenta, casi sin vida, no solo hace sufrir a otros sino que sufre en su propio espíritu, con tal de ser el mismo sensible y perspicaz, pues se da cuenta de haber dado a luz a una criatura imperfecta.

Lastimosamente, algunos que fracasan en el púlpito o frente a clases ni siquiera son conscientes de su pobre desempeño, tan grande es su falta de habilidades y perspicacia.

Mientras tanto, a unos pocos ni siquiera les importa sus debacles. Entre estos últimos se cuentan quienes predican o enseñan “porque no hay más nadie que lo haga”, y no porque desearan hacerlo para la gloria de Dios y el progreso de su Reino. También, los que aceptan hacerlo por presiones de familiares. “Mis padres quieren que yo predique. Lo hago para complacerlos.”

d) Hasta amigos y conocidos de la pareja cuyo bebé nace antes del término de gestación contemplan apenados a la criatura por su estado enfermizo o falta de desarrollo normal. En el contexto de esta lección, hasta los amigos y conocidos no miembros de la iglesia se sienten incómodos, aun atribulados en mente y espíritu, al escuchar mensajes o clases cuya gestación haya sido obviamente deficiente.

e) Tristemente, algunos mensajes “nacen ya muertos", por mal lograrse la gestación. ¿Con qué lógica o justificación brindar ante el público a un “muerto”? Ofensivo en extremo sería semejante acción osada. Totalmente carente de respeto. ¿Acaso se espera que Dios eche la bendición a un “mensaje muerto”? Lejos de exhibirlo, lo indicado sería enterrarlo. Tanto a la iglesia como al público en general les hace falta mensajes vivos, saludables y robustos, concebidos con amor espiritual, desarrollados y cuidados con esmero y afán.

4. Objeción al periodo de gestación de "treinta horas por un mensaje de treinta minutos": "No dispongo de tanto tiempo para preparar un mensaje. Tengo que ganarme la vida trabajando en lo secular, y además, no debo descuidar a mi familia".

a) Observaciones. Las "treinta horas" de esta norma abarcan no tan solo las horas ocupadas en la tarea durante los días o aun semanas anteriores a la presentación sino también a todas las acumuladas a través de los años en estudios, análisis, meditaciones, etcétera, sobre el tema escogido. Por ejemplo, durante los siete días pasados y el presente día, el que escribe ha ocupado, supongamos, unas quince horas en la preparación de esta Lección 3.

(1) Pero, en realidad, esta Lección es el producto de años de estudios, observaciones, reflexión y experiencia. Todas las horas que yo haya dedicado en el pasado a este tema también han de ser contadas como tiempo invertido en la preparación. Así que, desde hace años vengo preparándome para el desarrollo de esta Lección. Unos pocos días no, sino años. Efectivamente, el "periodo de gestación" para esta Lección ha durado años.

(2) Más o menos lo mismo podría ser el caso del mensaje que usted haya escogido para su próxima intervención. Todas las horas ya invertidas, aunque esporádicamente, en análisis o contemplación del tema se suman a las que ocupe usted en la preparación de él durante los días previos a la fecha para su presentación.

(a) Consejo. Al saber usted con seis semanas de anticipación que le corresponderá predicar o enseñar en tal fecha, hacer todo lo posible para escoger el tema la primera semana de las seis. Luego, dedicar algunas horas cada semana a la preparación. Se supone que esta medida y esta disciplina resulten en la confección de un mensaje o clase de contenido sólido y edificante. Y esto es así pese a que cuente con poca experiencia o preparación formal en algún instituto bíblico. Fíjese.

(1) Si ocupa usted siquiera cinco horas cada semana por seis semanas, al final del periodo habría acumulado treinta horas en la preparación.

(2) En cambio, ¿qué se puede anticipar si usted espera hasta la última semana para escoger el tema y prepararlo? ¿O hasta los últimos tres días anteriores a la fecha para la intervención? ¿O hasta un solo día antes de la presentación? ¿Y si dispone de solo cinco horas para todo el proceso? Seguramente, presentaría usted un mensaje o clase deficiente en muchos aspectos.

b) Observación. Si usted se alterna con otros miembros de la iglesia en la predicación y enseñanza, lo indicado sería que esté preparando temas continuamente con antelación ya que le tocará su turno con regularidad. Esto mismo es igualmente aplicable a las hermanas de la congregación quienes se turnan en la enseñanza de clases bíblicas para niños, adolescentes o damas.

C. ¿Qué medidas se pueden tomar para lograr la debida "gestación" de un mensaje o clase?

1. Primer paso. Habiendo escogido el tema con la debida antelación, obligar a la mente a trabajar en él de cuando en cuando. ¿Cómo podemos forzar la mente a trabajar en el tema?

a) Ubicarse en un lugar tranquilo donde nadie interrumpa por tiempo determinado.

(1) La oficina, o cualquier salón, del lugar de reunión.

(2) Cualquier parte de su casa donde miembros de la familia no estén entrando y saliendo, conversando, alborotando, distrayendo. Quizás el balcón de la casa. O en la sombra de algún árbol en el patio.

(3) Si existe una biblioteca en la comunidad, pues, tal vez allí.

(4) En algún parque.

(5) En una playa desierta.

(6) Observación. En la naturaleza material, durante el periodo de gestación, la criatura se forma y crece en la matriz materna, un ámbito tranquilo y prácticamente aislado del bullicio del mundo. Igualmente, es imprescindible que el predicador o maestro pase tiempo a solas con su tema, limitando al mínimo distracciones.

(a) Solo procediendo así puede conocer plena e íntimamente todos los aspectos de su tema.

(b) Si intenta desarrollarlo en la presencia de personas (esposa, hijos, nietos, vecinos, amigos, etcétera) que estén conversando, gritando, riéndose, gesticulando, caminando, interrumpiendo cada rato, es muy probable que el producto refleje ese mismo estado: confusión, disyuntivos, ligereza, informalidad.

(c) ¿Dónde acostumbra trabajar usted en sus mensajes y clases? ¿Qué ambiente impera en el lugar escogido?

b) Otra sugerencia sencilla para forzar la mente a trabajar en el mensaje o clase: con deliberación fuerte tomar en las manos su libreta de apuntes y un bolígrafo o lápiz, anotar con precesión exacta el tema y reflexionar pausadamente sobre el significado de cada vocablo clave, tomando notas. Preguntarse: “¿Qué quiero lograr con este tema? ¿Qué propósitos tengo? ¿Qué me motivó a darle importancia?” Formular y escribir las respuestas, utilizando términos con exactitud rigorosa.

(1) La libreta, un instrumento para escribir y el título del mensaje obligan la mente a concentrarse en la tarea de comenzar a dar forma al mensaje o estudio.

(2) Lo mismo ocurre cuando se utiliza una máquina de escribir o una computadora. Los ojos contemplan el teclado. Dicen al cerebro: “Este aparato sirve para escribir. Así pues, ¡a escribir algo!” A lo cual la mente responde: “Pero no cualquier cosa. ¿Qué es el tema? ¿Qué son los puntos? ¿Qué se quiere comunicar?” Y arranca a pensar, analizar, deducir, aplicar, procurar textos bíblicos relevantes, ilustraciones apropiadas, etcétera. ¡Sabe que su deber es producir! Asombrosamente, comienza a producir.

2. Segundo paso para lograr la debida gestación de un mensaje o clase es la siguiente: aguardar los momentos de "inspiración", aprovechándolos al máximo. Aclaramos: no nos referimos a la "inspiración sobrenatural" tal cual la que obró en los apóstoles de Jesucristo sino al tipo de “inspiración” que ocurre naturalmente cuando el ser humano inteligente y decidido se entrega de mente, corazón, alma y cuerpo a una tarea digna de sus dotes.

a) Este tipo de "inspiración" se manifiesta a menudo en los momentos y lugares más inesperados. Cuando se está trabajando en algún asunto material no relacionado en nada con el tema de la intervención proyectada. Al estar caminando uno, o dormitando. De compras, o de paseo o en alguna actividad social. De ahí, la importancia de saber valerse de esta bendición excepcional, de estas “revelaciones” que toman forma en la mente del “hombre espiritual”, por mantener este una relación estrecha y permanente con su Salvador.

b) De repente, fluye por la mente todo un caudal de ideas y puntos, ilustraciones y argumentos, palabras y frases claves, enfoques y aplicaciones prácticas. Quizá suceda esto después de largas horas de análisis, evaluación y oración. Aun después de sentirse estancado o frustrado en la preparación. Al momento, la organización correcta de las enseñanzas se aclara. Los puntos débiles o innecesarios se disciernan y se descartan. El giro o derrotero que ha de tomar el mensaje para que sea efectivo se divisa con claridad. ¡Maravillosa esta experiencia! Tomar enseguida papel y bolígrafo, apuntándolo todo lo más pronto posible, es lo recomendable, pues esta clase de “inspiración” tiende a durar poco. Y para no perder los frutos de esta “inspiración” conviene tener siempre a mano una libreta –en el trabajo, en el automóvil o camión, al lado de la cama.

(1) No faltan quienes piensan: "Pero, es mucha molestia lo que se propone. A mí no se me olvidan tan prontamente las ideas que se me ocurren en algún momento de inspiración". Sin embargo, ¿a cuántos de nosotros los predicadores y maestros se nos olvidan sí esas ideas espléndidas, ese enfoque sabio y único, esas ilustraciones sumamente aptas, instructivas, bellas, impactantes, que aparecieron de repente pero no tomamos la molestia de apuntarlos? O nos cuesta muchísimo esfuerzo y tiempo traerlos de nuevo a memoria. No pocos se quedan como el rey Nabucodonosor quien dijo, refiriéndose al sueño que tuvo: “El asunto lo olvidé” (Daniel 2:1-5).

(2) Sucede a veces que estos momentos de "inspiración", de mucha lucidez, son como los sueños que desaparecen de la mente tan pronto abrimos los ojos. Pasados esos momentos de "inspiración", se borran de la mente todas aquellas imágenes y todas aquellas palabras importantes para el desarrollo de un mensaje excelente. Al esforzarnos para recordarlas, solo encontramos un vacío frustrante, o meros vestigios de aquel tesoro.

3. Tercer paso para lograr la debida gestación de un mensaje o clase: tomar el molde hecho para la creación de un buen mensaje acomodando en él sus ideas, puntos, argumentos, aplicaciones e ilustraciones.

a) Para la elaboración de mensajes y clases, existen moldes de distintas clases.

(1) Algunos son diseñados, al parecer, por el enemigo de Dios, ya que producen mensajes rudos, ofensivos y carentes de verdadero valor. Se trata de moldes demasiado crudos y faltos de atractivo.

(2) Pero, felizmente, también están a nuestra disposición moldes diseñados meticulosamente por Dios mismo. De estos salen mensajes y estudios elegantes, muy edificantes, completos en todo detalle.

b) A continuación, enumeramos algunas medidas para la formación de un buen mensaje o clase en el molde de diseño divino:

(1) Escoger y depositar en el molde los puntos que ameritan la atención y seria consideración de la audiencia.

(2) Identificar y eliminar ideas, puntos, observaciones, evaluaciones, opiniones personales, etcétera, irrelevantes o de poca importancia.

(3) Procurar que todas las enseñanzas estén relacionadas con el tema, que armonicen entre sí y que formen un todo bien concertado y entrelazado entre sí.

(4) Adornar escuetamente el mensaje con ilustraciones y comparanzas apropiadas.

(5) Hacer destacar la utilidad de las enseñanzas en la vida cotidiana espiritual y moral.

(6) Volver a escrutar objetivamente, una y otra vez, su creación, o sea, el mensaje o estudio que está preparando.

4. Cuarto paso para lograr la debida gestación de un mensaje o clase: perfeccionar su creación. A continuación, algunas sugerencias sobre cómo logarlo:

a) Contemplarla desde distintos puntos de vista, tomando las medidas necesarias para refinarla.

(1) De la manera que lo hace…

(a) El perito escultor. Este trabaja con sumo cuidado, paciencia y afán un canto de mármol, granito o el material que sea hasta formar una estatua de dimensiones y apariencia perfectas. Le vemos tomar pasos atrás o dar vueltas a su obra en progreso, estudiándola desde distintas perspectivas.

(b) El experto pintor, quien se distancia cada rato de su creación con el propósito de evaluar los colores, la relación o proporción de las partes, etcétera.

(c) El jardinero profesional que se traslada de un área a otra de los predios para poder estudiar el efecto visual del vergel, las arboledas, las fuentes, los pozos y demás piezas del jardín.

(d) El diseñador de interiores que camina de un lado a otro del cuarto, apartamento, casa u oficina que está habilitando y decorando, deteniéndose para analizar las posiciones relativas de muebles, concordancia de colores, la impresión que proyecta el total, etcétera.

(2) Los pintores, escultores y demás artesanos que producen obras admiradas no se reparan en efectuar los cambios necesarios para lograr la máxima perfección.

(a) El artesano profesional insatisfecho con su obra sigue haciendo cambios hasta lograr que llene sus criterios.

(i) Un arreglo floral ilustra el punto. La florista trabaja con las flores, hojas y demás componentes, incluso el envase, hasta lograr confeccionar una creación que corresponda al “arreglo ideal” que ha proyectado en su mente. Solo entonces se siente satisfecha y orgullosa.

(ii) Ahora bien, las enseñanzas bíblicas, juntamente con los comentarios, ilustraciones y aplicaciones sanas que aporta la mente espiritual del “buen ministro de Jesucristo”, podemos compararlas a un arreglo floral. Para que produzcan el efecto máximo en el corazón del oyente, es preciso agruparlas y ordenarlas de manera tal que se complementen mutuamente, que armonicen, que el conjunto se perciba como un todo hecho con un propósito bien definido, causando admiración y resultando en cambios agradables.

(b) En ocasiones, el artesano rompe o descarta lo que ha hecho y comienza de nuevo. Por ejemplo, el escultor inconforme con lo que está creando lo descarta, empezando de nuevo. En lo concerniente a la creación de buenos mensajes y estudios, este mismo tipo de disciplina, fuerza de voluntad y criterio imperioso ha de prevalecer. Es decir, si el mensaje o estudio que estoy elaborando no está adquiriendo los atributos necesarios para ser importante, bien entendible, digno de la atención de los oyentes y gloria para Dios, debo tener la sagacidad y valentía de ponerlo a un lado, empezando de nuevo con otro tema, otra materia.

Al usted contemplar el mensaje que está preparando, si no le agradan ciertos aspectos de él, si se siente preocupado por su enfoque o contenido, si le invade una vaga inquietud o una aprehensión indefinible, pensamos que más le valdría a usted hacerle caso a sus impresiones negativas, a sus  presentimientos, ya que son, a nuestro entender, señales inconfundibles de que algo anda mal con su creación. Si usted no está satisfecho con su creación, ¿con qué razón esperar que los oyentes queden satisfechos? Mejor romper su bosquejo y comenzar de nuevo.

(3) Los que escriben artículos para revistas o periódicos, como además los que escriben libros de toda clase, acostumbran verse en la necesidad de preparar múltiples borradores en el empeño de perfeccionar su material. Someter su primer borrador a cualquier publicista sería, con muy raras excepciones, proceder presuntuosamente, aun neciamente. Cierto es que volver sobre el mismo material una y otra vez, haciendo un borrador tras otro, puede resultar tedioso y fatigoso en extremo. Para ello se requieren largas horas, como también fuerza de voluntad, gran disciplina mental y emocional. Pero, no hacer el sacrificio bien pudiera significar el rechazo doloroso, el fracaso rotundo. ¿Qué aplicación tiene este ejemplo para el predicador o maestro? Consideremos.

(a) El predicador o maestro que prepara un solo borrador, presentando a los oyentes su contenido no amoldado ni pulido, actúa, opinamos, con poca sabiduría.

(i) No ofrece a la audiencia lo mejor de su mente y espíritu sino solo lo primero que se le haya ocurrido en torno al tema escogido. "Lo primero" no es necesariamente lo mejor.

(ii) Tal predicador o maestro lo podemos comparar al pintor que hace unos pocos trazos en el lienzo, enseguida enseñando al público su obra y reclamando para ella reconocimiento y elogios. Seguramente, el público se burlaría de él.

(iii) A propósito, existe una categoría de pinturas calificadas de “modernas” cuyo estilo, composición y efecto nos hacen visualizar al pintor tomando cantidades de tintes de distintos colores y tirándolas al azar en el lienzo. A lo mejor, carezcamos de la habilidad de apreciar el supuesto valor de semejante obra. De todo modos, algunos mensajes y estudios guardan una similitud asombrosa a ese tipo de pintura –puntos, opiniones, comentarios de poco o ningún valor, tirados confusamente, y a menudo también profusamente, frente a la audiencia.

(b) ¿Qué suele ser el contenido del primer borrador? Quizás unas notas garrapateadas a prisa –dos o tres expresiones tenidas por importantes, dos o tres textos bíblicos, nada más.

(c) ¿Cuáles son las razones más comunes de no preparar más de un borrador?

(i) Vagancia mental y espiritual

(ii) Falta de diligencia y disciplina

(iii) Falta de tiempo

(iv) Falta de conciencia en cuanto al deber de ofrecer a la audiencia lo mejor.

(4) ¿Qué puede hacer el predicador o maestro para alcanzar adquirir dentro de su propia mente los "distintos puntos de vista" vitales para la confección de un mensaje o clase de alta calidad?

(a) Estudiar y reflexionar sobre su material en distintas ocasiones. El cuadro de nuestros sentimientos, entendimiento, estado de ánimo, enfoques sobre la vida y la iglesia, etcétera, cambia de día en día. Hoy, nos sentimos bien positivos y confiados. Todo lo vemos "color de rosa". Mañana cambia el cuadro. Nos volvemos un tanto pesimistas, quizá más realistas, más objetivos. En la hora de estar desarrollando por primera vez algunos puntos, es posible que estos aparenten tener gran importancia. Pasados unos días, volvemos a analizarlos y comprendemos que no tienen tanta importancia para la mayoría de los oyentes, que otros puntos se revisten de mucho más importancia y relatividad. Estas fluctuaciones naturales en el ánimo y la mente del ser humano promedio hacen posible que estudiemos y contemplemos nuestra vida y obras desde distintos puntos de vista, y esto es importante para el desarrollo de una vida más balanceada. También contribuye grandemente a la creación de mensajes y estudios mejor balanceados.

(b) Alcanzamos un punto de vista notablemente distinto al ubicarnos en el lugar del oyente, preguntándonos: "¿Cómo reaccionaría yo a esta presentación si ocupara yo el lugar de oyente? ¿Qué impresión me causaría? ¿Me sentiría edificado?"

(c)  Para un "punto de vista" aún más imparcial, podemos procurar la opinión de terceras sobre lo que proyectemos traer, por ejemplo, del cónyuge, otro maestro, evangelista, predicador, miembro respetado de la congregación, etcétera.

b) El segundo paso sugerido para perfeccionar su mensaje o estudio es el siguiente: hacerse unas preguntas duras con el fin de obtener una evaluación honesta del contenido.

(1) ¿Es realmente importante este tema?

(2) ¿Qué propósito específico tengo al proponerme presentarlo? ¿Cuál es la meta muy específica que prosigo?

(3) ¿Qué espero lograr mediante la presentación de esta materia? ¿Qué cambios produciría?

(4) ¿Se halla verdadera sustancia en lo que voy a presentar? ¿“Leche espiritual”, pero también “alimento sólido”?

(5) ¿Cuáles puntos pueden catalogarse de “superficiales”? ¿Cuáles pueden resultar irrelevantes, imprácticas?

(6) ¿Responde este mensaje o estudio a las necesidades espirituales y morales de la audiencia que me escuchará?

(7) ¿Es interesante y llamativo el formato que pienso seguir?

(8) ¿Estoy incluyendo ilustraciones y aplicaciones apropiadas?

(9) ¿Estoy repitiendo lo mismo que otros predicadores y maestros han presentado ya, o traigo nuevo material, o por lo menos nuevos enfoques a tono con los tiempos que vivimos y los entornos que nos rodean?

c) El tercer paso para perfeccionar su mensaje o estudio lo identificamos como el siguiente: aumentar aún más su nivel personal de espiritualidad y prepararse psicológicamente para la presentación.

(1) Orar a menudo durante el tiempo de la preparación. Pedir la iluminación del Espíritu de Dios en la preparación y presentación de la lección. Pedir sabiduría. Interceder por los que escucharán la lección.

(2) Con antelación, determinar con qué espíritu, actitud, tono de voz, aun con cuáles ademanes o miradas presentará usted su intervención.

(3) Visualizarse en el púlpito o ante la clase. ¿Cómo se proyecta usted? ¿Acaso como mal preparado, nervioso, tenso, asustado? ¿O bien preparado, confiado, tranquilo, relajado? Tal cual su proyección para sí mismo, tal cual su ejecutoria. Así pues, ¡más le vale visualizarse como exitoso en su grandiosa labor de predicar o impartir clases!

(4) Su estado psicológico y emocional durante las horas y los minutos que preceden inmediatamente su intervención puede afectar grandemente la calidad de la presentación.

(a) Conviene estar en paz consigo mismo y con Dios. Estar tranquilo y en plena comunión espiritual con Cristo, la iglesia y sus seres queridos.

(b) No conviene pasar malos ratos con miembros de la propia familia. Por ejemplo, enfrascarse en discusiones acaloradas, en dimes y diretes –sobre asuntos serios, o peor aún, ¡en torno a pequeñeces y tonterías!- bien sea con el cónyuge o con un hijo, al estar preparándose en la casa para ir a la reunión o yendo rumbo al lugar de congregarse. Si está molesto con sus seres queridos o está peleado con ellos, ¿con qué espíritu subirá usted al púlpito o se presentará ante una clase?

La esposa sensible y espiritual, consciente de los efectos nocivos causados en su esposo predicador o maestro por conflictos psicológicos, hace todo lo posible para evitar disgustos y encontronazos durante el tiempo que precede la intervención a cargo de él.

Se cohíbe de abordar problemas

"Oye, mi amor, el techo sigue filtrando."

quejas, críticas…

 "¿Por qué no te pones a limpiar el patio en vez de estudiar tanto?"

…censuras…

"¡Tus mensajes siempre son flojos!"

…etcétera, pues comprende que asuntos de estas categorías afligen al espíritu de su esposo. Tenga o no tenga ella razón, no es oportuno el momento para desahogarse. No conviene. No es sabio. Nada logra si no empeorarlo todo.

Lo mismo aplica al esposo de una hermana que desempeña el papel de maestra. Él debería ser sabio y comprensivo para con ella, no inquietándola o molestándola con exigencias inoportunas

"¡Quiero que dejes esa lección y me prepares comida en este mismo instante!"

…críticas…

"Oye, no me has planchado la camisa. Últimamente estás bien descuidada y vaga."

…etcétera.

(c) ¿Va usted a predicar o enseñar una clase bíblica hoy mismo? Pues, despeje su mente de problemas relacionados con hogar, trabajo, enfermedades, familiares, vecinos, etcétera. Si no lo hace, menguará su concentración y sufrirá su intervención.

(d) Tratar de evitar que miembros de la iglesia le traigan durante el tiempo antes de iniciarse el culto cualquier tipo de inquietud, problema, queja o crítica. ¿Cómo? En el contexto apropiado, por ejemplo, clases de orientación o capacitación, instruir a la feligresía sobre este asunto. Que hay un tiempo apropiado para ventilar quejas, críticas, etcétera. Que el tiempo antes de iniciarse el culto no es el más propicio. Además, usted puede sentarse al frente, orando y meditando en preparación para su intervención. También, sencillamente tomar otras medidas, astuta y cuidadosamente, de manera que ni se den cuenta, para evitar estar en la presencia de quienes acostumbren traerle inoportunamente comentarios y problemas de tal índole que perturben su paz mental.

d) Cuarto paso para perfeccionar su mensaje o estudio: ¡ensayarlo! En el mismo lugar donde lo va a presentar. En su oficina o en su casa. En algún campo, playa o cualquier otro lugar que se preste para el ejercicio.

II. Conclusión

A. Al considerar todos los pasos del proceso complejo de la gestación y el desarrollo de un mensaje, se deduce que realmente es acertada la norma de "treinta horas por una presentación de treinta minutos".

B. Sabio es el orador o maestro que se disciplina a sí mismo, obligándose a pasar el tiempo necesario en la preparación de la materia que proyecta presentar.

1. No defraudará a su auditorio.

2. Glorificará a Dios y edificará a los oyentes por medio de una presentación amena de excelente contenido.

III. Asignación

A. Analizar cuidadosamente el mensaje predicado el próximo domingo en su congregación, calculando el número de horas dedicadas a la preparación del mensaje, dejándose llevar por las enseñanzas, normas, sugerencias y observaciones traídas en esta lección.

B. Prepararse para informar su conclusión a la clase, con razones que la sostengan.

 

 


 

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