La organización de la iglesia concebida por Dios el Padre y establecida por su Hijo Jesucristo

Estudios e intercambios en esta Web sobre el rol de la mujer en la iglesia

El ministerio de la mujer por el Dr. Pablo Caballero. Análisis. Graves defectos de interpretación encontrados.

El ministerio de la mujer en la Iglesia

v

 

¿Igualdad absoluta del hombre y la mujer desde Génesis?

Llamada la mujer “también a la estatura de Cristo”?

¿Está la mujer “justo a la altura del varón en cuanto a potencial en Cristo Jesús”?

Víctor M. aborda estos puntos.

Intercalamos comentarios en su carta.

Enfocamos la organización de Dios para toda su creación. Rangos y roles distintos aun entre los miembros de la Deidad misma. También entre los ángeles y los seres humanos. La naturaleza benévola de la organización divina. 

“Apreciables señores, he recibido su correo y me ha sido sorpresa el tema a que se refieren sobre el ministerio de la mujer. Desconozco al Dr. Caballero y estoy fuera de lugar para tomar criterio analítico al respecto.”

-Aclaración. El Sr. Víctor alude al estudio sobre “El ministerio de la mujer” escrito por el Dr. Pablo Caballero y analizado por nosotros en… www.editoriallapaz.org/mujer_intercambio_doctorCaballero.htm.  

 

“Estoy muy motivado a aprender sobre el tema ya que en mi congregación, la tendencia es a sustentar la igualdad entre ambos géneros de entre los seres humanos. Nuestro argumento es soportado desde Génesis (sobre la ayuda idónea para el hombre), interpretando que la mujer está justo a la altura del varón en cuanto a dignidad y potencial en Cristo Jesús y que está llamada también a llegar a la estatura de Cristo.”

-Comentarios nuestros.

1.  Estimado Víctor, me solidarizo con su apreciación según la que “la mujer está justo a la altura del varón en cuanto a dignidad y potencial en Cristo Jesús y que está llamada también a llegar a la estatura de Cristo”. Dios nos libre de restar a la mujer los privilegios, bendiciones y derechos que el Creador mismo la otorga. Sin duda, ella está a la altura del varón en muchos aspectos vitales. Por ejemplo:

a)  Ella también es alma de Dios, creada a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27), y por consiguiente, posee la misma dignidad que el varón. Desde luego, ambos tienen dignidad solo si viven conforme al propósito y la voluntad del Creador para ellos.

b)  El espíritu de la mujer procede de Dios, al igual que el del hombre.

c)  La mujer tiene el mismo derecho a la salvación eterna que el varón.

d)  Tanto la mujer como el hombre poseen la facultad de “conciencia” y tienen “libre albedrío”.

e)  Sus facultades intelectuales y de raciocinación son iguales, aunque difieran algo en términos de apreciación o enfoque.

f)  La mujer “está llamada también a llegar a la estatura de Cristo”, como dice usted, si por esta expresión usted quisiera decir que la mujer cristiana, al igual que el varón cristiano, está llamada a la madurez espiritual, a perfeccionar su santidad, a adquirir el “conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9). Estudiamos con más detenimiento esta expresión en el numero “6” de estos comentarios.

2.  Sin embargo, absoluta igualdad entre ambos géneros no la veo en la Palabra de Dios, ni siquiera en el Edén antes de la caída en pecado. Veamos.

a)  “Adán fue formado primero, después Eva”, dice el apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:13, basando su afirmación en los hechos de la creación relatados en Génesis 2. “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra…” Luego, “dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:7, 18). El hombre y la mujer no son creados en el mismo instante, y por consiguiente, en el aspecto de “precedencia de creación” no son absolutamente iguales.

-“Precedencia. (Del lat. praecedentĭa). f. Anterioridad, prioridad de tiempo. 2. Anteposición, antelación en el orden. 3. Preeminencia o preferencia en el lugar y asiento y en algunos actos honoríficos. 4. Primacía, superioridad.” (Diccionario de la Real Academia Española en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos)

b)  El primer hombre fue formado “del polvo de la tierra”. En cambio, la primera mujer fue formada “de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre” (Génesis 2:7, 22). La primera mujer fue “llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23).

c)  Aun antes de crear a la mujer, el mismo Jehová Dios fija un aspecto particular de la relación entre el hombre y la mujer, identificando el rol de la mujer como “ayuda idónea”.

-“Ayuda. (De ayudar). f. Acción y efecto de ayudar. Persona o cosa que ayuda.”

-“Ayudanta. f. Mujer que realiza trabajos subalternos, por lo general en oficios manuales.”

-“Ayudar. (Del lat. adiutāre). tr. Prestar cooperación. 2. Auxiliar, socorrer. 3. prnl. Hacer un esfuerzo, poner los medios para el logro de algo.  4. Valerse de la cooperación o ayuda de alguien.”

(Definiciones del Diccionario de la Real Academia Española, en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

Un ayudante o una ayudanta no es igual en todo sentido a la persona que él o ella ayudan. En el contexto de la creación original, Adán no es la “ayuda idónea” de Eva sino viceversa. En todo aspecto espiritual, moral e intelectual Eva es igual a Adán, pero no lo es, según nuestro entendimiento hasta el momento, en todo aspecto de roles, organización o autoridad. De haber Jehová Dios creado a los dos absolutamente iguales, demás hubiese sido haber introducido el factor de “ayuda idónea”. “Varón y hembra los creó” (Génesis 1:27), y no de un solo sexo. Físicamente, eran diferentes, y siguen siendo los dos sexos diferentes hasta el sol de hoy. Corporalmente, el varón es más robusto que la hembra. Él es más alto, pesado y fuerte que ella. La voz de él es muy distinta a la de ella. Él es proveedor y protector; ella es su “ayuda idónea”. Bella y muy significativa relación a nuestro parecer, y la obvian los seres humanos con repercusiones desagradables para ambos sexos y la sociedad de los humanos en general.

3.  Después de la caída en pecado, se pronuncian distintas maldiciones para el hombre y la mujer. “A la mujer dijo” Jehová Dios: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor dará a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (Génesis 3:16). Se implica que antes de la caída Adán no se enseñoreara de Eva. Después de la maldición dictada para ella por Dios, Adán se enseñorearía de su esposa. ¿Absoluta igualdad entre ellos? ¡De modo alguno!

-“Enseñorear. tr. Dominar algo. 2. prnl. Hacerse señor y dueño de algo.” (Diccionario de la Real Academia Española, en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.) De manera que la absoluta igualdad es imposible que la haya donde el uno se enseñorea del otro, cualquiera sea el grado o tipo de señorío.

-Jesucristo no anuló la maldición pronunciada por su Padre en Génesis 3:16. En sus preñeces, la mujer sigue sufriendo “dolores”, aun “en gran manera”, pese a los beneficios de la medicina moderna. En cuanto al “señorío” del varón sobre la mujer, el Espíritu Santo dice que “el varón es la cabeza de la mujer” (1 Corintios 11:3). Según el evangelio del Señor, en el matrimonio “el marido es cabeza de la mujer” (Efesios 5:23). “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios 2:22). Desde luego, esta relación no abre paso al señorío duro, sin amor o compasión, de parte del esposo. Muy al contrario, el marido ha de amar a su mujer “como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos” (Efesios 5:25-28).

4.  Entre los discípulos de Cristo durante su ministerio terrenal, las mujeres que creían en él hacen el rol de “ayudantas”, no tomando nunca para sí el rol de “predicadora, pastora o apóstol”, ni autorizándolas el Señor Jesús a que lo hicieran.

a)  “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes (Lucas 8:1-3). Jesús y los doce apóstoles predican. Qué conste: las mujeres no predican sino que sirven al Señor de sus bienes.

b)  Al llevar José de Arimatea el cuerpo de Cristo a la tumba, “las mujeres que habían venido con él (con Jesús) desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo…” El primer día de la semana, vienen al sepulcro, hallándolo vacío. Perplejas ellas, “he aquí pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes, y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” Entonces, “María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas” van y cuentan a los apóstoles lo sucedido. Lucas 23:50-56; 24:1-12.

(1)  Estos hechos no significan que de repente las mujeres creyentes fuesen autorizadas por Dios a ser “pastoras, predicadoras o apóstolas”. No significan que Dios alterara, a causa de aquellos sucesos particulares, su organización para la humanidad y la iglesia, eliminando la ley conforme a la que “el varón es cabeza de la mujer”, pues esta pauta seguía vigente durante el tiempo apostólico, según 1 Corintios 11:3.

(2)  Tampoco significan estos hechos que las mujeres creyentes fuesen favorecidas hasta por encima de los apóstoles. Su propósito de llegar “muy de mañana” al sepulcro era ungir el cuerpo de Jesús con “las especias aromáticas” y “ungüentos” que habían preparado. Deseaban seguir sirviendo. No esperaban encontrar al sepulcro vacío. Cristo había dicho que resucitaría, pero la fe de aquellas mujeres en esta promesa no fue mayor que la de los apóstoles. Siendo ellas las primeras personas en acercarse al sepulcro aquel “primer día de la semana, muy de mañana”, naturalmente eran las primeras en hallarlo vacío, y por ende, las primeras a ser informadas de la resurrección de Jesucristo. Al dar “nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás” (Lucas 24:9), hacían lo que puede hacer cualquier mujer creyente, a saber, compartir tanto con hombres como con mujeres las buenas noticias de la resurrección del Señor. De modo alguno se implica que tomaran un estrado para “predicar”, a la manera de pastoras o reverendas de actualidad. Certeramente, las acciones de aquellas mujeres no asienten precedente para tener a pastoras o reverendas sobre congregaciones del pueblo de Dios durante la Era Cristiana. Interpretar que aquellas mujeres fuesen más espirituales, más entregadas, más sabias o más aptas para ministerios que los propios apóstoles lo haría solo quien obvie las circunstancias de aquellos eventos. O lo haría quien busque desesperadamente justificación para pastoras en la iglesia, haciendo caso omiso de contextos y hechos.

c)  Ninguna mujer figura entre los apóstoles nombrados por Jesucristo.

d)  Ninguna mujer figura entre los “otros setenta” enviados “de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir” (Lucas 10:1-20).

5.  Establecida la iglesia de Cristo en el día de Pentecostés del año 30 d. C. (Hechos 2), y cumpliendo los apóstoles su ministerio, las damas creyentes siguen ejerciendo su rol de “ayudantas”. Revisando cuidadosa y exhaustivamente todo el Nuevo Testamento, no encontramos ejemplo de siquiera una pastora frente a una congregación o movimiento religioso. Ninguna mujer funciona como reverenda o apóstol en las congregaciones establecidas por los apóstoles.

a)  La “hermana Febe” era diaconisa de la iglesia en Cencrea” (Romanos 16:1). “Diaconisa” y “diácono” son traducciones del griego diakonos o sus variaciones. Según el reconocido lexicógrafo Henry Thayer, el vocablo significa “uno que, en virtud del oficio asignado a él por la iglesia, cuida de los pobres y está a cargo del dinero colectado para el uso de ellos, administrándolo”. El verbo griego diakoneo significa “ministrar a otro; ejecutar servicios ministeriales”; “servir a una mesa, ofreciendo alimento y bebida a los invitados”; “suplir alimento y las necesidades de la vida” (Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento. Joseph Henry Thayer, D. D. American Book Company, New York. Páginas 137 y 138. Traducción de HSA). “Diaconisa” no es, pues, sinónima de “pastora”. “Servir” es el rol de la diaconisa en la iglesia, y no el de ser “pastora de una congregación”. El apóstol Pablo testifica de Febe: “...ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo” (Romanos 16:2). ¿Se da cuenta usted, estimado Víctor? “...HA AYUDADO.” Pablo no dice que Febe fuera “pastora de la iglesia en Cencrea”. Tampoco dice que ella desempeñara el papel de “apóstol” o “predicadora a las masas”. AYUDAR es la obra de diaconisa, y AYUDAR es lo que hacía la hermana Febe.

b)  Priscila colaboraba con su esposo Aquila, y, además, con el apóstol Pablo, “en Cristo Jesús” (Romanos 16:3). Acerca de María, de la iglesia en Roma, Pablo escribe que ella “...ha trabajado mucho entre vosotros” (Romanos 16:6). También nombra a otras damas de aquella congregación por sus destacadas contribuciones a la causa de Cristo: a Trifena y Trifosa, las cuales trabajan en el Señor”; a “la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor” (Romanos 16:12). Escribiendo a la iglesia en Filipos, Pablo atestigua que Evodia y Sintique “combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos” (Filipenses 4:2-3).

-Desde luego, la mujer cristiana de aquel Siglo I podía colaborar, trabajar mucho y combatir “en el evangelio”  de muchas maneras sin jamás actuar como pastora o ejercer “dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12). Podia…

-Enseñar el evangelio a otras mujeres, entrando donde el hombre no podía entrar o donde no le convenía entrar.

-Enseñar en las casas y en las calles no solo a mujeres sino también a hombres, sin treparse a tribuna pública alguna. Priscila colabora con su esposo Aquila, instruyendo los dos al elocuente Apolos “más exactamente el camino de Dios”. No lo hicieron delante de un público sino que “le tomaron aparte” (Hechos 18:24-28).

-Brindar su casa para las reuniones de la iglesia, cosa que hacía Priscila (Romanos 16:3-5; 1 Corintios 16:19) y “María la madre de Juan” (Hechos 12:12-17).

-Asistir a los varones cristianos que proclaman el evangelio, brindándoles alojamiento y comida, obra que hizo Lidia de Tiatira (Hechos 16:14-15).

c)  Profetisas había en la iglesia del siglo I (Hechos 20:9; 2:17), pero ningún ejemplo de alguna que estuviera frente a una congregación en el rol de pastora. Hacía falta el ministerio de las profetisas para así llevar mensajes espirituales a todas las demás mujeres dondequiera que estas se encontraran, obra que los varones no siempre podían efectuar sin causar tropiezos, escándalos o aun confrontaciones violentas por las normas o tabúes en vigor en aquellas sociedades. Ahora bien, el don de profecía cesó cuando llegó “lo perfecto”, es decir, la plena y perfecta revelación de “toda la verdad”, de todo el conocimiento divino contenido en el Nuevo Testamento, de toda profecía (1 Corintios 13:8-13; Juan 16:13; Apocalipsis 22:18-19). (Sobre la cesación de los dones sobrenaturales hay numerosos estudios en www.editoriallapaz.org/dones_recursos_lista.htm.) Así que, las mujeres del presente que reclaman ser “profetisas enviadas por Dios” no lo son en realidad. Nada nuevo pueden añadir a “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3), y por consiguiente, cualquier “revelación, sueño o profecía” que pretendan añadir ha de calificarse de “falso”. El Nuevo Testamento fue revelado en su totalidad y ratificado durante el tiempo de los apóstoles, y tengamos presente que “Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade” (Gálatas 3:15).

d)  Efectuando Pablo y Bernabé sus obras evangelísticas, “constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hechos 14:23). “Ancianos”, “obispos” y “pastores” son sinónimos (Hechos 20:17, 28; Hebreos 13:17). Vocablos masculinos. No constituyeron “pastora” a ninguna hermana de la iglesia. Ni tampoco constituyeron, dicho sea de paso, a ningún varón como el solo y único pastor de una iglesia sino que establecieron en cada iglesia un liderato plural –“ancianos”, plural. Este precedente el evangelista Tito debería seguirlo. Pablo le escribe: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” (Tito 1:5). “Ancianos”, y no “ancianas” o “pastoras”. Entre los muchos y rigorosos requisitos para ser “obispo” (pastor, anciano) se encuentran los siguientes: “marido de una sola mujer” y “que gobierne bien su casa” (1 Timoteo 3:1-7). Demás es observar que estos requisitos son para varones, y no para mujeres.

e)  Asentando el Espíritu Santo directrices para la selección de evangelistas, dice a Timoteo, mediante el apóstol Pablo: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2). Qué conste: “a HOMBRES fieles”, no figurando la mujer como candidato para el ministerio de evangelista.

 6.  Respetado Sr. Víctor, usted informa que se enseña en su iglesia que "la mujer está justo a la altura del varón en cuanto a dignidad y potencial en Cristo Jesús y que está llamada también a llegar a la estatura de Cristo”. ¿Cómo interpretan los maestros de su iglesia las expresiones “potencial en Cristo Jesús” y “la estatura de Cristo”? ¿Acaso quisieran decir que la mujer cristiana tenga derecho de hacer, según el Nuevo Testamento, todo cuanto el varón tiene derecho de hacer? De hecho, esto mismo es lo que creen multitudes de creyentes. Más sin embargo, ha de ser evidente para todo estudioso imparcial de estos temas que tal no es el caso. Esta deducción descansa en dos categorías principales de pruebas. En estos “comentarios”, ponemos a relieve una, a saber, la posición y el ejemplo de las mujeres desde la creación en las organizaciones sociales y espirituales establecidas por Dios. La segunda se compone de las directrices asentadas en el Nuevo Testamento para la participación de la mujer en la iglesia. Estas se enuncian en textos tales como 1 Timoteo 2:11-15; 1 Corintios 14:33-40 y Tito 2:3-5. “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” “Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar…”

a)  En mi calidad de “varón cristiano”, puede que mi “potencial en Cristo Jesús” sea muy grande. Sin embargo, por grande sea, hay límites; hay restricciones. No tengo el derecho, simplemente en virtud de ser “varón de Dios”, de inventar para mí puestos y títulos no autorizados en el Nuevo Testamento. “Cabeza de la iglesia”, “Presidente de la iglesia”, “Papa de la iglesia”, “Cardenal”, “Arzobispo”, “Apóstol”, “Pastor vitalicio”, “Reverendo”, “Reverendísimo”, “Pastor único”. Ningún oficio o título de estos aparece en la ley de Dios para su iglesia, y por consiguiente, de tener este que escribe la osadía de arrogarme uno o más de ellos, ¡ciertamente pecaría!

b)  Asimismo, puede que el “potencial en Cristo Jesús” para la mujer sincera y fiel sea muy grande, mas sin embargo, también hay límites para ella; hay restricciones. Al igual que para el varón. Tampoco tiene ella derecho de arrogarse oficios, títulos u obras que no le corresponden conforme a la ley de Dios en el Nuevo Testamento para su iglesia.

c)  Llegar la mujer a “la estatura de la plenitud de Cristo” no incluye tomar ella oficios, títulos u obras que no le corresponden. No incluye ejercer en la iglesia roles asignados exclusivamente a varones cristianos. Qué quede del todo claro: no se trata de inferioridad intelectual o espiritual, como tampoco de “discriminación sexual” alguna, sino de organización, papeles determinados por el Creador, deberes particulares y las obras correspondientes a ellos.

-Tengamos cuidado de no extraer expresiones de su contexto, usándolas para apoyar doctrinas no encontradas en el texto. Por ejemplo, la frase “la estatura de la plenitud de Cristo” se encuentra en Efesios 4:13, pero no tiene nada que ver específicamente con el rol particular de la mujer en la iglesia, como tampoco con él del varón, en el contexto del pasaje. Mas bien, se trata del “cuerpo de Cristo” en general (Efesios 4:12), y de llegar toda la iglesia “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. ¿Cómo llega toda la iglesia a tan elevada y noble meta? La respuesta se encuentra en el mismo texto: “...que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto… para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…” (Efesios 4:13-16).

7.  Organización, rangos y roles distintos en toda la creación de Dios. ¿Por qué exceptuar a la iglesia?

a)  La Deidad. “Dios” es “la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3). Durante la Era Cristiana, “todas las cosas” están sujetadas “debajo de los pies” de Cristo, mas “claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas cosas” (1 Corintios 15:25-27). Es decir, Dios el Padre no está sujeto a su Hijo Jesucristo.

b)  Arcángeles están sobre los demás ángeles, pero todos están sujetos a Dios y Cristo (Hebreos 1:13-14; Apocalipsis 12:7; 5:11-14), con la excepción de “los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada” (Judas 6), aunque estos también están sujetos, les guste o no, ya que están guardados “bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”.

c)  La sociedad de los seres humanos.

(1)  “El varón es la cabeza de la mujer” (1 Corintios 11:3).

(2)  La mujer es “ayuda idónea” para el varón.

(3)  En el matrimonio, “el marido es cabeza de la mujer” (Efesios 5:23).

(4)  En lo secular o político, los cristianos, tanto hombres como mujeres, estamos en el deber de someternos “a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores…”, haciéndolo “por causa del Señor” para “callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:13-16). “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios…” (Romanos 13:1).

d)  La iglesia.

(1)  Cristo es “cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo…” (Efesios 1:22-23).

(2)  Los apóstoles y profetas están sujetos a Cristo, figurando en “el fundamento” de la iglesia, pero no siendo iguales a “la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:19-22).

(3)  Los evangelistas leales al Señor están sujetos a Cristo y los apóstoles. (2 Timoteo 3:14; 4:1-5; Tito 1:5; etcétera)

(4)  Los pastores (obispos, ancianos) de cada congregación son constituidos por evangelistas (Hechos 14:23; Tito 1:1-10), y han de responder a ellos de ser acusados por “dos o tres testigos” (1 Timoteo 5:17-20).

(5)  Los diáconos de una congregación no son sus pastores sino siervos sometidos a los pastores (obispos, ancianos).

(6)  Todos los miembros de una congregación han de someterse a sus pastores. “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos…” (Hebreos 13:17).

(7)  En la iglesia, la mujer cristiana no debería “ejercer dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12).

e)  A resumida cuenta, Dios ha organizada toda su creación conforme a sus propósitos y sabiduría. ¿Por qué rebelarse contra ella? Al fin y al cabo, en su organización todos servimos los unos a los otros para el mutuo bien y felicidad de todos y cada uno. “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). Aun la Deidad y los ángeles del cielo nos sirven a nosotros los humanos, amándonos y procurando nuestra felicidad pese a que estábamos rebeldes de corazón. Así que, al constituir Dios su organización, no se trata de control dictatorial abusivo o cruel, de señorío egoísta, frío, duro e hiriente. Tampoco de injusta discriminación arbitraria. Sino de la disposición benévola de la creación para el óptimo funcionamiento y rendimiento de sus distintos componentes integrantes. Cada uno, pues, desde Cristo y los arcángeles hasta el más humilde siervo en la iglesia, ocupando juiciosamente el lugar que le corresponde en la organización de Dios y cumpliendo cabalmente los deberes y las tareas atañederas a su posición, aporta para el aprovechamiento de todos y cada uno.  

 

“Aunque según las enseñanzas paulinas también hay la polémica sobre unos versículos de que la mujer se calle y no debe participar del púlpito. Interpreto que el apóstol Pablo hablaba a las personas de su época y de su entorno cultural. Mucho les agradezco la información que me han hecho llegar. Me despido reiterando mi agradecimiento. Atte. Víctor M.”

-Comentario nuestro. Las dos razones dadas por el Espíritu Santo a través de Pablo para sostener la prohibición “no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio”, se apuntan en 1 Timoteo 5:13 y 14. “Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.” Estas razones nada tienen que ver con el “entorno cultural” del Siglo I, tabúes sociales de aquella época o la posición de la mujer en el Imperio Romano, entre los griegos o siquiera entre los judíos. Habiendo nosotros analizado detenidamente 1 Timoteo 2:11-14 en otros escritos, tenemos a bien no abundar más en esta ocasión. Recomendamos el cuidado escrutinio de los estudios encontrados en www.editoriallapaz.org/mujer_compilacion.htm.

“Hace un poco más de trece años que dejé mi filiación religiosa Católica. Y desde entonces me he nutrido con enseñanza sustentada no en dogmas ni en determinaciones conciliares sino en el documento bíblico. Víctor M.”

-Comentario y despido. ¡Excelente! Nuestro ferviente deseo es que las aclaraciones y enseñanzas traídas por este servidor, respondiendo a su carta, las encuentre usted edificantes. Dios ilumine constantemente su mente y espíritu, como también a nosotros y a todos los que aman la Verdad divina por encima de cualquier otra consideración. Para servirle en el amor del Señor, Homero Shappley de Álamo.

 

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