“Vida en el cuerpo de Cristo”

Por Jerry Humphries, evangelista

Lección 7

Ayudando a otros a servir gozosa y eficazmente

 

Tratándose de muchas congregaciones del pueblo del Señor, una de las realidades más tristes y trágicas es que un porcentaje alto de los miembros no tiene ninguna participación activa. Consecuentemente, nunca experimentan el pleno gozo y satisfacción que el Señor desea para todo cristiano. Su falta de participación priva a la iglesia, como también a la gente no salva, del servicio que pudieran rendir. ¿Cómo podemos nosotros los que servimos gozosa y eficazmente ayudar también a otros a hacer otro tanto?

I.  Lo que pueden hacer los líderes de la iglesia.

En lecciones previas de esta serie, se ha enfatizado el rol de capacitación que corresponde a los líderes de la iglesia. Referente a ser siervos, tanto predicadores como ancianos han de ser buenos modelos a imitar. Sin embargo, no deberían tratar de hacer todo el trabajo. Su deber es equipar también a otros miembros para servicio (Efesios 4:11.12). Este es un concepto dinámico, orientado hacia el cumplimiento de propósitos definidos. La iglesia no es una organización muerta. Al contrario, ella es el cuerpo espiritual viviente de Jesucristo, cuya misión es continuar la misión que él comenzó en la tierra. Así que, ser líder no significa llenar alguna posición u ostentar algún título. Más bien, el que es líder de verdad influencia a otros a hacer lo que de otro modo no hicieran.

El personal congregacional, tales como los directores de educación, los directores de actividades juveniles, los directores de evangelismo, etcétera, debería poner énfasis sobre equipar a otros, envolviéndolos en los ministerios que dirigen. Se afecta adversamente el crecimiento espiritual de los miembros cuando estos perciben al personal como personas empleadas por la iglesia para hacer la obra de la iglesia.

El estilo de liderato y las prácticas de algunos obispados (ancianatos) impiden seriamente el envolvimiento de miembros, frustrando la satisfacción que pudieran devengar. Consecuentemente, también se impide el crecimiento espiritual y numérico. En tales congregaciones, los ancianos administran el programa de la iglesia local con poca o ninguna aportación de parte de los miembros. Sea su proceder intencional, o no, los ancianos de esta categoría actúan como señores sobre la iglesia (1 Pedro 5:1-4). Esto resulta en desánimo, resentimiento y falta de compromiso entre los miembros. En medio de tales circunstancias, aun los cristianos maduros tienen que esforzarse para mantener actitudes correctas. Delegar responsabilidades de liderazgo, en varios renglones de trabajo, a diáconos y otras personas calificadas (Hechos 6:1-7), ejerciendo los ancianos supervisión general, es un proceder mucho más bíblico y efectivo. El ministerio congregacional se divide en distintas categorías, tales como evangelismo, edificación, benevolencia, misiones, etcétera. Los diáconos y otros líderes ministeriales calificados pueden coordinar el trabajo de miembros en estas distintas áreas de servicio. Seleccionar los líderes de la iglesia ministerios para los miembros, sin verificar las preferencias de estos, es un error. Lo indicado es informar a los miembros las oportunidades para servicio, permitiéndoles escoger. En algunos casos, haría falta el asesoramiento diplomático de los líderes.

En cuanto a la preparación de miembros para el servicio eficaz, es necesario que los líderes congregacionales provean amplia educación y capacitación. Hace falta que los programas educativos cristianos estén orientados más hacia la acción. El cristiano que asiste regularmente a los servicios y clases congregacionales a través de veinte años, ¡se expone a suficientes horas de instrucción religiosa como para calificar por un “Doctorado en Religión”!, es decir, si se hubiesen efectuado sus estudios en algún programa académico. Pero, ¿cuánto envolvimiento efectivo en servicio cristiano resulta de su tanta instrucción? Instrucción en el salón de clases debería ser acompañada por instrucción en privado y adiestramiento práctico. Hace falta que los líderes adiestren a otros a hacer lo mismo que ellos hacen (2 Timoteo 2:2).

Equipar y envolver efectivamente a miembros figura entre las cosas más significantes que una iglesia pueda hacer para acelerar el crecimiento espiritual y numérico. Un creciente número de congregaciones está empleando, sabiamente, a hombres cualificados para coordinar este tipo de trabajo.

Muchos cristianos no cuentan con ancianos, predicadores u otros líderes cristianos que los animen, motiven o equipen para servicio. De ser esta su situación, sé fiel al Señor. Él estará satisfecho con sus esfuerzos, con tal de hacer usted lo mejor posible.

II.  Lo que otros miembros pueden hacer.

Ayudar a cristianos a utilizar sus habilidades a favor del Señor no es la responsabilidad exclusiva de predicadores, ancianos, maestros, diáconos u otros líderes cristianos. Eso es así porque se nos enseña a ayudarnos los unos a los otros a envolvernos en actividades espirituales (Hebreos 10:24).

Cada uno de nosotros debería preocuparse hondamente por todos los demás miembros de la iglesia. Sin embargo, uno puede equipar eficazmente solo a unas pocas personas a la vez. Jesús era el maestro y adiestrador más efectivo jamás. Con todo, durante su ministerio de tres años, él invirtió la mayor parte de su tiempo en el adiestramiento de solo doce hombres. El apóstol Pablo pasó mucho tiempo, asistiendo y preparando al grupo pequeño de ayudantes que viajaba con él.  Así que, pida sabiduría, haciendo un esfuerzo especial para detectar en otros miembros habilidades que no estén siendo utilizadas en servicios espirituales. Intente establecer una relación de confianza con tales personas, animándolas a ocupar sus habilidades a favor de Cristo. Invitar a miembros que se muestren interesados en los ministerios que usted mismo está efectuando, a acompañarle en las actividades realizadas por usted, es uno de los pasos más efectivos que usted mismo pudiera tomar.

III. Motivando al ministerio espiritual.

Motivación es lo que produce acción. Es imprescindible que uno la sienta dentro de sí. Otros pueden ayudar, pero una persona no puede ser motivada en contra de su propia voluntad. Amor por el Señor es la motivación más sublime y noble tras cualquier actividad espiritual. Sin ella, nuestro servicio no redundará en beneficio espiritual para nosotros (1 Corintios 13:1-3).

Entre las tácticas a no emplearse jamás para influir a personas a ministrar espiritualmente se encuentran las siguientes:

1.  Causar sentimientos de culpabilidad por asuntos que no sean requerimientos para salvación.

2.  Aplicar erróneamente las Sagradas Escrituras. Un ejemplo clásico es el de Santiago 4:17, texto que se cita a menudo para probar que es pecado no envolverse en alguna actividad específica promovida en el momento. “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (Santiago 4:17).

3.  Hacer que se sientan avergonzados los que no participen, o despreciarlos.

4.  Arrinconar a miembros que no participen en ciertas actividades.

Las siguientes técnicas motivacionales, cuya efectividad ha sido comprobada, armonizan con principios bíblicos:

1.  Siempre ser positivo en lo relacionado a la iglesia y sus ministerios. Proyectar fe, visión y la determinación de ir adelante.

2.  Amar sinceramente a la gente, comunicándoselo. Sea bondadoso, cortés y diplomático.

3.  Honrar a otros por medio de prestarles atención. Los líderes han de animar a otros miembros a aportar sugerencias, ideas, etcétera. Al aprender o implementar alguna idea aportada por una tercera, darle crédito. Dar seguimiento a sugerencias.

4.  Los líderes están en el deber de lograr que los miembros participen en el proceso de tomar decisiones, manteniéndolos bien informados.

5.  Establecer estándares y expectaciones altas, pero razonables, para los obreros que participen en ministerios que usted dirige. Dejarlos saber que usted tiene mucha fe en ellos y que siempre está a su disposición para brindarles su apoyo.

6.  Realzar los puntos fuertes de cada uno, y no sus debilidades.

7.  Brindar a cada uno reconocimiento y elogio por sus esfuerzos. La mayoría de las epístolas del Nuevo Testamento empiezan con elogios, aun 1 Corintios, la cual fue dirigida a la iglesia dividida y mundana en Corinto. Ser creativo, buscando distintas maneras de reconocer y elogiar a personas, tanto pública como privadamente.

Conclusión

No hay nada que contribuya tanto al crecimiento espiritual y numérico de la iglesia como envolver efectivamente a miembros en el servicio espiritual. A los líderes de la congregación les corresponde asegurar que los miembros reciban la capacitación necesaria, motivación y oportunidades para ese envolvimiento. Los miembros debemos animarnos y ayudarnos mutuamente a utilizar nuestras habilidades a favor de Cristo.

 

Preguntas para reflexionar y discutir

1.  ¿Por qué se califica de “trágico” el hecho de que solo un porcentaje pequeño de miembros de la congregación típica esté participando, sincera y frecuentemente, en servicio cristiano?

2.  ¿A quiénes corresponde primariamente la responsabilidad de asegurar que los cristianos reciban capacitación adecuada, aliento y oportunidades para participar  en servir?

3.  ¿Conviene que cristianos empleen a predicadores u otros ministros, encargándolos de hacer todo el trabajo espiritual de la iglesia?

4.  ¿De qué manera impiden algunos líderes de la iglesia que otros miembros se envuelvan?

5.  Según Hechos 6:1-7, ¿cómo lograron los apóstoles que se hiciera una obra importante en Jerusalén? ¿Deberían los ancianos seguir su ejemplo? ¿Por qué?

6.  ¿De qué manera se benefician los ancianos que delegan a personas cualificadas y responsables autoridad para liderazgo en algunos renglones tales como benevolencia, las facilidades físicas de la congregación, misiones, edificación, etcétera? ¿Qué impacto tiene su acción en los seleccionados? ¿Qué impacto se hace sentir generalmente en la iglesia?

7.  De no contar su congregación con ancianos, o si los ancianos no ayudan a los miembros a participar, ¿qué se puede hacer?

8.  En adición a los líderes de la iglesia, ¿a quién más le corresponde animar y ayudar a los miembros a hacer buenas obras?

9.  ¿Cuáles son algunas buenas tácticas para motivar a personas a participar en la obra de Cristo? ¿Cuáles son algunas que no deberían usarse?

 

 


 

Lección 8

 

  

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