Alabanzas en espíritu y en verdad
Directorios de congregaciones que alaban en espíritu y en verdad
La iglesia ideal revelada en el Nuevo Testamento
Marcos escribe…
"SI no usamos nuestros dones para exaltar el supremo nombre de Dios, ¿para quién vamos a usarlos? ¿Para el mundo? ¿Para nuestros deseos? ¿Para vanagloriarnos? ¿No son estos dones dados por Dios para usarlos en su Reino? Si no fuese así, entonces, ¿para qué nos dio dones Dios?"
Respuestas a las seis preguntas
Estimado Marcos, saludos en Cristo. De su parte, ¡seis preguntas rapiditas y al grano! Sin preámbulo o cierre. Está bien. Procedo a intentar contestarlas.
Primero que nada, dado que las seis giran sobre “dones”, supongo que nos convenga definir el término. Asumo que usted no se refiera, en el contexto de sus preguntas, a “dones espirituales”, es decir, sobrenaturales, pues en tal caso las respuestas las daríamos en un santiamén y hasta con menos palabras que las de sus preguntas. “Don. n1 s. m. 1 Cualidad o habilidad para hacer una cosa: tiene un don especial para la pintura.” [Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.] ¿A esta categoría de “don” se refiere usted? “Cualidad o habilidad para hacer una cosa…”O sea, un talento especial; una habilidad o capacidad sobresaliente.
A. Entonces, ¿cuáles “dones” de esta naturaleza “para exaltar el supremo nombre de nuestro Dios”? Ya que usted no me da ejemplo o pista, voy a anotar al alzar algunas posibilidades.
1. El “don de montar negocios exitosos”, ¿acaso para montar negocios en el Reino de Dios?
2. El “don de cocinar”, ¿para confeccionar alimentos sabrosísimos, vendiéndolos en la iglesia?
3. El “don de hacer el papel de payaso”, ¿para actuar como payaso en el púlpito?
4. El “don de administrar muy hábilmente a grupos de personas o a empresas”, ¿para tomar control absoluto de una congregación, concilio o movimiento y llevarlo al pináculo del éxito?
5. El “don de escribir y/o montar dramas”, ¿para predicar o enseñar el evangelio mediante dramas?
6. El “don de enseñar distintos deportes, motivar a su ejercicio y adiestrar a talentosos para ser ganadores”, ¿para introducir deportes en las iglesias y “salvar a la juventud cristiana” por medio de ellos?
7. El “don de cantar ópera”, ¿para cantar ópera en las alabanzas de las iglesias frente a los congregados?
8. El “don de esculpir estatuas”, ¿para adornar a los lugares de reunión de hermosas y elegantes estatuas de Cristo, los apóstoles y predicadores de renombre?
9. El “don de pintar cuadros bellísimos”, ¿para pintar cuadros de Dios, Cristo, el Espíritu Santo, el arcángel Miguel, el ángel Gabriel, los demás ángeles, los apóstoles, como también de pastores, evangelistas u otros ministros destacados, vendiéndoselos a las iglesias, o regalándoselos?
10. El “don de tocar el trombón”, ¿para deleitar a los cristianos, y especialmente, a la juventud, con piezas que destacan este instrumento?
11. El “don de contar chistes”, ¿para contar muchos en cada sermón u otra intervención supuestamente espiritual, haciendo reírse a los cristianos y demás oyentes, y que salgan contentos y alegres?
12. El “don de bailar”, ¿para bailar frente a la congregación, o formar grupos de baile que lo hagan, a manera del ballet, danzas folklóricas, danzas de los israelitas o bailes autóctonos de distintos pueblos?
-Ahí tiene usted una docena de “dones”. ¿Seguimos añadiendo?
B. Amado Marcos, tal vez ya esté viendo y comprendiendo lo que me parece ser una realidad acerca de “dones” –habilidades, capacidades, talentos de distintas índoles- a saber, que Dios hace posible que muchísimos seres humanos cuenten con uno, dos o más de ellos para: ganarse la vida, proveer para los suyos, hacer obras benévolas, expresarse artísticamente, entretenerse a sí mismo o entretener a otros, crear organizaciones sociales-económicas-políticas a beneficio de la humanidad, idear y hacer realidad invenciones que contribuyan al progreso, etcétera. Siempre dentro de los parámetros de lo correcto, honesto y bueno según directrices divinas para la vida material en el planeta Tierra. Algunos tienen medidas excepcionales de ciertos dones, tanto que se les reconoce como “genios” –genio de la música, de alguna ciencia (matemática, astronomía, molecular, medicina, física). No todos estos “dones” caben en la iglesia. No todos tienen usos en el Reino de Dios. Porque la iglesia-Reino de Dios es una entidad fundamentalmente espiritual. En cambio, aquellos “dones” son esencialmente materiales –para la vida material de los seres humanos que ocupamos cuerpos materiales de carne y sangre. Naturalmente, lo espiritual atañe a la iglesia, entidad espiritual, mientras lo material-secular-social hecho conforme a los designios de Dios pertenece a la vida terrenal de seres que vivimos en cuerpos carnales, viéndonos, cada uno, en la necesidad de cuidar también de su “morada terrestre”.
C. ¿Acaso pretenda usted, estimado Marcos, que se admita en la iglesia todas las cosas de categoría material-secular-carnal que el Creador aprueba para el ser humano en su condición de ser mortal que habita un tabernáculo de carne y sangre? Por ejemplo:
1. No hay nada inherentemente malo en montar negocios exitosos, “don” que algunos empresarios poseen hasta en grado extraordinario, pero Dios condena rotundamente negocios en su iglesia, entidad espiritual (2 Pedro 2:1-3; 1 Timoteo 6:3-10). Convertir a una congregación, concilio o movimiento en “negocio”. Organizarlo de tal modo, por ejemplo, según el patrón piramidal o el de células, que funcione como empresa material. ¡Ay del pastor, profeta, evangelista o predicador que lo haga, confundiendo lo material con lo espiritual!
2. Personalmente, no encuentro que sea malo hacer el papel de “payaso” en alguna fiesta inocente para niños, u otro ámbito sano, siempre y cuando el “payaso” no quebrante normas morales divinas –por ejemplo, que no use palabras o expresiones de doble sentido carnal-sexual, gestos vulgares, etcétera. Pero, ¿un “payaso cristiano” en el púlpito para entretener a los congregados? ¿Cómo armonizar tal actuación, tal uso de un “don”, con la solemnidad y espiritualidad de un culto efectuado “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24)? Más sin embargo, no faltan predicadores que actúan como payasos en el púlpito, aunque cuando vestidos de traje y corbato, “porque tienen el don, y si tienen el don, ¿por qué no usarlo para la gloria de Dios?”Este razonamiento lo catalogo de humano, terrenal, falta de espiritualidad, de sentido común. Mi apreciación se debe al concepto que tengo del Reino de Dios como entidad espiritual dedicada a obras espirituales, y no a la vida terrenal del ser humano. No que esta vida terrenal sea mala por naturaleza sino que el Reino de Dios se compone de almas salvas, existiendo para el cuidado, alimentación y preservación de ellas. Mi preocupación personal es que gran porcentaje de las personas que afirman estar en el Reino de Dios esté esforzándose para bajarlo al plano material, llenándolo de actividades materiales, aun carnales, bajo el pretexto de “usar sus dones materiales” en él.
3. ¿Qué de malo hay en contar chistes sanos? Algunos tienen tal “don”, ¡y de qué manera! Yo no lo tengo, pero admiro a quien lo use discretamente. Ahora bien, un predicador que consuma la mitad del tiempo programado para su sermón “contando chistes porque tiene el don de contar chistes y hacer reír a la gente”, ¿cumple responsablemente el rol de mensajero de Dios? No pocos responderían en lo afirmativo, pero yo, personalmente, discrepo, no encontrando en la Biblia tal tipo de predicación, teniéndolo por falta de seriedad y espiritualidad. Qué conste: se trata del uso excesivo de chistes en el púlpito o frente a una clase, del uso de chistes inapropiados, aun ofensivos, de contar chistes en la iglesia para entretener; no se trata del humor sano usado comedidamente.
4. ¿Qué me dice del “don de esculpir estatuas”? Tomar un canto grande de mármol de forma rústica, comenzar a labrarlo y producir una imagen perfecta en piedra de un ser humano. ¡Qué don! Absolutamente asombroso, de verdad. Respetado Marcos, ¿quiere explicarnos cómo usar semejante “don” en la iglesia “para exaltar el supremo nombre de Dios”? Bueno, los amigos católicos romanos responderían enseguida, diciendo que ¡para tallar imágenes de la Virgen María, los apóstoles, los santos, los ángeles, Jesucristo y Dios mismo! Pero, su respuesta no satisface al creyente que no venera imágenes, ni aprueba su fabricación para usos en la iglesia (1 Juan 5:21; Éxodo 20:4-6). Por otro lado, usar el don de esculpir para crear obras bellísimas que adornen jardines, hogares, parques, edificios, ¿qué de malo habría en ello? ¡Ah!, pero lo de “nuestros deseos” y “la vanagloria”. Pues bien, amado, no todos “nuestros deseos” relacionados con lo material son necesariamente malos. Admirar preciosas obras de arte por lo que representan sanamente y por las destrezas (dones) excepcionales usadas en su creación, ¿es malo? Se enfatiza “sanamente”. Opino que no. Codiciarlos, pues sí. O pagar enormes sumas por una de ellas, pues también, ya que el cristiano ha de administrar sabiamente sus recursos, no consumiéndolos desmedidamente en sus propios placeres, ya sanos ya malos (Santiago 4:2-3). ¿Qué el autor de tal obra se vanaglorie? No debería, más bien dando gloria a Dios por tan magnífica don, pero si se vanagloria, ¡problema de él! Su error no significaría que el don fuera malo, o mal usado.
5. Ahora bien, muchos creyentes en el Señor reclaman el derecho de bailar en la iglesia, tocar batería, tocar salsa o mariachi, montar dramas, hacer espectáculos de música cristiana, “porque yo tengo el talento de hacerlo, porque Dios me ha dado este talento, este don”. Siguiendo la misma línea de razonamiento, todos los identificados en la “docena de talentosos” al principio de este estudio, como también los demás que ameritarían ser incluidos en el listado, tendrían, lógicamente, el mismo derecho de ejercitar sus “dones en el Reino de Dios, porque tengo este talento, esta habilidad, esta capacidad muy especial que Dios me ha dado”. Pero, ¡alto! En la lógica, “Lo que prueba demasiado, no prueba nada”, y este es, precisamente, el caso de estos dones materiales. Obviamente, algunos no son para el Reino de Dios, dados más bien para el mantenimiento de la vida terrenal. Consiguientemente, ¡muchísimo cuidado con tratar de justificar usar cualquiera de ellos en la iglesia-Reino!
a) Primero, algunos “dones materiales”, es decir, pertenecientes al ámbito material o relacionados con la vida del cuerpo material, ni siquiera provienen de Dios. Ejemplo, el “don de bailar desenfrenadamente, de manera totalmente sensual, frenéticamente, descontroladamente, extasiado”. O, el “don de tocar algún instrumento de música –guitarra eléctrica, trompeta, batería, teclado- de la misma manera, como posesionado por un fiero espíritu indómito, como fuera de sí”. O, el “don de manipular psicológicamente a masas de humanos”.
b) Segundo, el cuerpo físico tiene cinco sentidos físicos que se pueden satisfacer de múltiples formas sanas en el mundo material-secular-social, pero satisfacerlos de la misma forma en la iglesia bien pudiera resultar en una violación o profanación de lo espiritual. Por ejemplo, consumir comidas durante el culto para satisfacer el hambre, pecado cometido por algunos cristianos en Corintio y denunciado por el Espíritu Santo (1 Corintios 11:17-22). O, escuchar música secular, sana o insana, durante la adoración u otras actividades de la iglesia. Asimismo, dones materiales sanos que suplan lo que el cuerpo físico necesita, o que satisfagan deseos naturales y sanos, se utilizan en circunstancias materiales de la vida terrenal, no siendo dados para la vida y el mantenimiento del cuerpo espiritual de Cristo, el cual es la iglesia fiel al Señor en doctrina y práctica (Efesios 1:22-23).
c) Tercero, y de suma importancia: Dios busca “a adoradores que le adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24), no importando los “dones” que tengan o piensen tener, ni siendo determinantes sus criterios o gustos respecto a alabanzas. Los actos de adoración que él ordena para su iglesia están claramente revelados en el Nuevo Testamento, pacto divino al cual no deberíamos añadir o quitar, so pena de condenación (Gálatas 3:15). Estas alabanzas “en espíritu”, y no en la carne, “en verdad”, y no conforme a tradiciones o pareceres humanos, no incluyen “ordenanzas de culto” pertenecientes al tabernáculo-templo judío (Hebreos 9:1), no exceptuándose instrumentos de música (Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Aquellas “ordenanzas” fueron dadas solo y exclusivamente a Israel bajo el Antiguo Pacto, ley que fue clavada en la cruz (Colosenses 2:14-17), incluso el sacerdocio levítico (Hebreos 7:12) y todo el culto que estos rendían.
(1) Respetado Marcos, ¿quiere usted figurar entre los “adoradores” que “el Padre… busca que le adoren”? Si responde que sí, entonces la cuestión fundamental para usted sería: “Oh, Padre Dios, ¿qué culto quieres, cuáles alabanzas y cómo te tributo loor que te agrade?”, hallándose respuestas explícitas en los escritos inspirados que componen el canon del Nuevo Testamento. En definitivo, el asunto clave no es: “Oh, Padre Dios, tengo estos dones que tú me has dado, y con ellos te voy a alabar. Toco la batería como un profesional, y ¡la voy a tocar para tu gloria! Como el rey David tocaba el arpa, ¡voy a tocar mi batería para alabarte! ¡Alabado tu supremo nombre!” Pero, amado, de proceder usted así estaría trayendo el culto del Antiguo Testamento a la iglesia, lo cual se cataloga como “judaizar” (Gálatas 5:1-4), y añadiendo “tocar instrumentos de música” al mandamiento específico del Nuevo Testamento que dice: “cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16; Efesios 5:19). Nada de instrumentos de música para la iglesia en estos textos o en cualquier otro con instrucciones o ejemplos de cómo adorar los cristianos al Padre “en espíritu y en verdad”. [Para estudios muy detallados sobre la música en la iglesia: www.editoriallapaz.org/salon_musica.htm.]
(2) Así pues, querido Marcos, supongamos que tenga usted el “don de tocar batería como un profesional”. Tenga presente, por favor, que tal “don” es, por naturaleza, material, y no espiritual. ¿Qué de “espiritual” hay en un juego de tambores, platos metálicos, tímpanos, címbalos, etcétera? ¿Y qué de “espiritual” hay en la habilidad, bien natural o aprendida, de tocar la batería con gran destreza? ¿Quiere “espiritualizar” lo que es, esencialmente, material, y luego dedicárselo a Dios? No veo en el Nuevo Testamento precedente para tal acción, por noble que le parezca, ni directrices al respecto, como tampoco siquiera intimaciones de que sea aceptable. En otras palabras, Dios el Padre no pide ni aprueba que lo haga. Ya él ha definido el culto que le agrada, no dejando a discreción del cristiano espiritualizar cosas no autorizadas por él.
d) Entonces, pregunta usted, refiriéndose a tales dones:
(1) “¿Para quién vamos a usarlos?” Respuesta: para uno mismo, para su disfrute personal. Para familiares y amigos, para el desfrute de ellos.
(2) “¿Para el mundo?” Respuesta: si con “mundo” quiere decir “personas no convertidas al Señor”, entonces, ¿por qué no? Al fin y al cabo, el cristiano hace muchas cosas que favorecen o complacen a gente de esta categoría, incluso, comidas, pasadías, giras, tertulias, etcétera. Por otro lado, si con “mundo” quiere decir “pecadores que pervierten dones sanos para sus propósitos corruptos”, la respuesta sería, de mi parte, que no, pues el cristiano ha de escoger juiciosamente dónde y para quiénes utilizar sus dones materiales, a fin de no traer oprobio sobre su propia persona.
(3) “¿Para nuestros deseos?” Respuesta: amado, en nosotros los seres humanos, durante nuestra existencia en cuerpos materiales de carne y sangre, existen deseos naturales y sanos, al igual que deseos puramente carnales cuyo fin es el disfrute del pecado. ¿A cuáles de estos “deseos” se refiere usted? Su pregunta implica que “todo deseo del ser humano sea malo”. Entiendo que eso no es así. Definitivamente, ¡eso no es así! A mis oídos físicos les agrada la música producida por una batería tocada con excelencia, o por un violín, arpa, guitarra, clarinete, saxofón, etcétera, o la de un conjunto u orquesta completa. El “don” de apreciar la música sana, ¿es de Dios o del diablo? Mi convicción es que el primero. Con todo, el “don” es material –de ondas sonoras que llegan al tímpano de mi oído físico, y de ahí al cerebro, produciendo placer- un placer sano, a menos que opte yo mismo por corromperlo, haciendo que este placer sano conduzca a otros malsanos, por ejemplo, el de escuchar música que evoque pasiones sexuales ilícitas para el cristiano. Este es tema muy extenso para explorarlo más en este estudio, pero le ruego considerar cuidadosamente lo básico que acabamos de expresar.
(4) “¿Para vanagloriarnos?” Respuesta: pues, la “vanagloria” siempre es mala. Pero, ¿por qué vanagloriarse del don material de tocar una guitarra, batería o teclado con excepcional habilidad para el deleite sano de uno mismo, de familiares, amigos y otros? ¿O del don de esculpir algún artefacto delicado de líneas, curvas, proporciones y translucidez que agraden a los ojos? ¿O del don de escribir un libro cuyo drama, lenguaje retórico, ubicación pintoresca y personajes inolvidables –todo en un contexto sano- deleiten a sus lectores? Más nos vale ser humildes en todos los aspectos de nuestra existencia, reconociendo que todo lo bueno en nosotros, incluso dones materiales sanos, proviene de nuestro Creador, quien nos ha dotado de mente capaz de cuidar sanamente de la vida física, al igual que del alma. En fin, ningún don material excepcional obliga a su dueño a ser “vanaglorioso”.
(5) “Si no fuese así, entonces, ¿para qué nos dio dones Dios?” Esta pregunta ha sido contestada durante el transcurso del presente estudio. En resumen, Dios dota al ser humano de dones materiales, por medidas extraordinarias en no pocos casos, para el mantenimiento de la vida material en sus manifestaciones multifacéticas –psicológica, emocional, intelectual, social, material, animal. Y también da al cristiano que lo es de verdad, y no solo en apariencia, “el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38), el que le capacita para discernir “lo espiritual”, aprendiendo a acomodar “lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:12-16). Así pues, dos distintas categorías de “dones” para las dos clases de vida del ser humano en el planeta Tierra, a saber: la terrenal y la espiritual.
Estimado Marcos, le ruego considerar sobria y espiritualmente todos estos puntos, no precipitándose a concluir que porque tenga algún “don” –habilidad, talento- para hacer o lograr algo de forma sobresaliente, utilizar el mismo en la iglesia sea automáticamente aprobado por Dios. Su servidor en el Señor, Homero Shappley de Álamo
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