Las inferencias erróneas de los auto denominados cristianos “conservadores” (antis) que infiltran congregaciones con la agenda nefasta de integrarlas a su propio “Campamento sectario”.
La sana doctrina de Cristo es absolutamente necesaria para lograr la unidad bíblica.
La UNIDAD BÍBLICA de las IGLESIAS de CRISTO es indispensable para el cumplimiento cabal de la Gran Comisión de Jesucristo.
Los “conservadores” enseñan que la congregación local no puede hacer uso de las ofrendas colectadas los domingos para socorrer a persona alguna que no haya obedecido el evangelio de Cristo. Asechan afanosamente a las congregaciones no solidarias con su posición doctrinal, sembrando malestar y divisiones. 2 Timoteo 2:15
¿Tienen razón o se equivocan garrafalmente? Solo el estudioso lo sabrá, tomando en serio la exhortación: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”
El siguiente texto es un extracto relevante del Tema 3 de la serie de estudios sobre La unidad de la fe y la iglesia.
7. Inferencias erróneas. Ejemplo de una inferencia que se cataloga de errónea porque hay ejemplos bíblicos que la rinden nula y porque contradice los ideales más elevados y la esencia misma de la pura religión:
Que una congregación local no pueda hacer uso de las ofrendas colectadas los domingos para brindar socorro a cualquier persona que no haya obedecido al evangelio.
a) Esta "inferencia" la hace un cuerpo de discípulos auto denominados “conservadores”, apoyándose en expresiones bíblicas tales como: "En cuanto a la ofrenda para los santos…" (1 Corintios 16:1; Romanos 15:25-26). Parafraseamos su argumento de la siguiente manera: “Ya que estos textos dicen ‘…para los santos…’, la ofrenda de la iglesia tiene que ser solo y exclusivamente ‘para los cristianos’, quedándose excluida toda persona no convertida a Cristo”.
b) Sin embargo, encontramos defectos en el argumento que invalidan la inferencia. A continuación, se detallan algunos.
(1) El apóstol Pablo y sus compañeros llevaron una ofrenda cuantiosa para socorrer a los necesitados de Jerusalén y la provincia de Judea. Romanos 15:23-33; Hechos 22:17-18. Ahora bien, la aplicación rigurosa de la inferencia de los “conservadores” hubiera obligado al apóstol Pablo, juntamente con los ancianos de las iglesias en Judea, al igual que toda su feligresía…
(a) A no entregar, so pena de condenación, ni un solo centavo de la ofrenda traída a ningún joven, adulto, enfermo, hambriento, desnudo, accidentado, moribundo, viuda, viudo o huérfano no convertido al Señor. Ni siquiera dar un bocado de pan o prenda de vestir comprada con dichos fondos, a una persona no bautizada en Cristo, pese a que estuviera al punto de fallecer de hambre y desnudez.
(b) Además, a velar que la mujer cristiana no compartiera con su esposo o hijos no cristianos ninguna de las bendiciones traídas. O que el esposo convertido las compartiera con su esposa no convertida.
(2) Pero, tal aplicación rigurosa de una doctrina basada en una inferencia contradice la esencia misma de la religión pura y verdadera, como, además, el juicio de una conciencia sana, y también el sentido común iluminado debidamente por el evangelio. Mateo 5:38-47; Efesios 4:28; Santiago 1:27; Gálatas 5:10. Por consiguiente, tal inferencia no puede ser válida.
A simple vista, no es válida. No armoniza con normas elementales del evangelio de Cristo, tampoco con la verdadera enseñanza bíblica en torno al amor por el vecino, aun por los enemigos; ni tampoco con los atributos divinos de compasión, misericordia, bondad para con todos, generosidad para con todos, que la lluvia caiga tanto para el bien de los injustos como para el de los justos. Mateo 5:44-48. Si Dios hace salir el sol sobre los malos, ¿quiénes somos nosotros para no procurar el bien de ellos, rehusando brindarles nuestro apoyo porque sean “malos”, porque no pertenezcan a la iglesia?
Contra estas consideraciones se argumenta que el cristiano, en su capacidad de individuo, puede sí socorrer a la persona no convertida, pero que la iglesia no puede aportar a tal persona nada en absoluto de la ofrenda “para los santos”.
A Lo cual se replica que esto, de por sí, suena un tanto absurdo, pues a la iglesia se le traba a realizar obras buenas que el individuo sí puede hacer. ¿Qué el cristiano individual pueda ser buen vecino sí de la persona no convertida al Señor, brindándole el oportuno socorro, pero la iglesia, no? ¿Qué el cristiano individual, al hacer una obra caritativa, no representaría, de modo alguno, a la iglesia? Natural y lógicamente, la mente espiritual resiste dar credibilidad a semejantes ideas. De todos modos, el conocimiento correcto y completo del uso que daban congregaciones del siglo I a sus ofrendas nulifica totalmente la inferencia de los “conservadores”, afirmación que sostenemos en la próxima partida.
(3) Datos abundantes y detallados del relato inspirado sobre las obras benévolas realizadas por el apóstol Pablo y sus compañeros demuestran que la "inferencia" de los “conservadores” no es correcta. Por ejemplo, en cuanto al uso dado a las ofrendas colectadas por congregaciones en Macedonia, Acaya, Asia y Galacia, el apóstol Pablo explicó al gobernador Félix: "Vine a hacer limosnas a mi nación". Hechos 24:17. "A mi nación", y no exclusivamente a la iglesia. Formulamos un silogismo.
(a) Primera premisa (primer hecho): La “nación” judía la componían en aquel tiempo no solo cristianos sino también judíos no convertidos a Cristo, siendo estos la inmensa mayoría.
(b) Segunda premisa (segundo hecho): Pablo hizo limosnas a su “nación”.
(c) Conclusión (inferencia): el apóstol Pablo hizo limosnas no solo a los cristianos sino también a judíos no convertidos a Cristo, utilizando las ofrendas de las numerosas iglesias que aportaron al fondo que el propio apóstol Pablo administró. 2 Corintios 8
Se observa una característica notable de la persona que contiende por contender, aferrada quizás fanática y ciegamente a su inferencia o tal vez activada por motivos turbios de salario y complejos de mandar, a saber, la fuerte propensión de tener por “doctrinas bíblica” sus opiniones o interpretaciones personales. Y también otra: la de porfiar.
“Porfiar. “Disputar y alternar obstinadamente y con tenacidad.” Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.. O sea, no da su brazo a torcer, no importa cuán fuertes los argumentos en su contra.
Pues bien, un porfiador bien pudiera argumentar, obstinadamente, que Pablo hiciera limosnas solo a "los santos" de la nación judía. Sin embargo, esto no lo dice Pablo sino que afirma, reiteramos, “Vine a hacer limosnas a mi nación”, sin excluir a todo judío no convertido.
Bien que responder con seriedad a una porfía tiende a revestirla de una importancia que no tiene, acariciando al ego de su autor, en este caso tengo a bien replicar de la siguiente manera a la señalada arriba. Suponiendo que el apóstol Pablo hiciera limosnas solo a los cristianos de su nación, su declaración al gobernador Félix hubiese sido, efectivamente, una media verdad, equivalente a un subterfugio o mentira, seguramente encontrando los enemigos del apóstol en tal falsa representación de los hechos aún más razón para denunciarlo como enemigo del pueblo.
Más aún, si el apóstol Pablo y los obispos de las congregaciones en Jerusalén y Judea hubiesen entregada las cuantiosas “limosnas” de las múltiples congregaciones de las provincias de Macedonia, Acaya, Asia y Galacia solo y exclusivamente a los cristianos en la provincia de Judea y no a ninguno que no fuera cristiano, su proceder hubiese provocado, sin duda, gran resentimiento y talvez rabia violenta contra la iglesia y el nombre de Cristo, con duras acusaciones de “faltos de amor, compasión, misericordia y trato humano normal; culpables de egoísmo y frialdad imperdonables; peores que los romanos que sí brindaban ayuda en ocasiones sin hacer acepción de personas por sus convicciones religiosas o la falta de ellas”.
c) Conclusión. La inferencia que dicta no utilizar nunca ningún centavo de los fondos de la iglesia para socorrer a ningún ser humano no convertido a Cristo, aunque esté muriendo por falta de alimento, medicina, abrigo o techo, carece de apoyo bíblico, siendo además repugnante al corazón sensible al dolor ajeno. Por lo tanto, merece ser calificada como errónea, dañina, falta de compasión, perjudicial a la causa de Cristo en el mundo, causa de contiendas y divisiones totalmente injustificadas, tropiezo para gentes no convertidas al Señor, aun escandalosa, puramente hueca y legalista, por ser contraria no solo a hechos bíblicos sino también a la esencia misma del cristianismo puro.
d) Consideraciones adicionales. Me parece realmente inconcebible que el apóstol Pablo, al llegar a Jerusalén con las ofrendas aportadas por muchas congregaciones, advirtiera a los ancianos (obispos, pastores) de la iglesia en Jerusalén, a los de las iglesias de Judea y a toda la feligresía en general –a miles y decenas de miles de cristianos- diciéndoles, parafraseando:
"Miren bien, ¡que ninguna porción de estas ofrendas la reciba cualquier persona que no haya sido bautizada en Cristo! ¡Ni una migaja para ningún incrédulo, no importa su condición! ¡Tengan cuidado, hermanos! No pequen. Estas ofrendas son exclusivamente ‘para los santos’. Decididamente, ustedes los cristianos no pueden socorrer a ninguno que no sea cristiano con estas ofrendas, aunque esté falleciendo de hambre. El que osara hacerlo estará bajo pena de condenación eterna. El tal será tenido por ‘liberal’ y lo excomulgaremos. Si alguien quisiera sacar de sus propios bienes una dádiva para alguna persona no convertida a Cristo, puede hacerlo, pero no de estas ofrendas. ¡Definitivamente que no!"
Ahora bien, ¿no es cierto que eran muy pobres los hermanos de Judea? ¿Por qué preocuparse Pablo y sus compañeros por traer una “ofrenda abundante” (2 Corintios 8:20) para los cristianos en Judea si estos ya contaban con recursos suficientes para brindar ayuda, individualmente, como pretenden los “conservadores”, a judíos no convertidos?
Entonces, encontrándose los cristianos en Judea tan pobres y necesitados que necesitaban, de verdad, socorro urgente, no sobrándoles ni una migaja con que brindar ayuda a familiares y vecinos no convertidos a Jesucristo, ¿de qué manera aliviar el sufrimiento de estos? De pronto, ahí llegan las ofrendas de las iglesias en Macedonia y Acaya para los cristianos y estos se regocijan grandemente al tener con que comprar alimentos. Pero ¡a los familiares y vecinos no convertidos no les toca ni un centavo prieto de esas ofrendas porque, dicen los “conservadores”, son exclusivamente para los cristianos. El “conservador” legalista dice, efectivamente:
"Pues, lo siento, pero yo los dejo angustiarse y desnutrirse hasta morir antes de quebrantar la doctrina del Señor, pues la iglesia no puede sacar nada de sus tesoros para aliviar el sufrimiento de personas no obedientes al evangelio".
¿Qué cosa dice usted, cristiano “conservador”? “¿Quebrantar la doctrina del Señor?” Sepa usted que el Señor nunca ha enunciada semejante doctrina injusta, contraproducente, falta de compasión natural, mala! Usted mismo cataloga su interpretación personal patentemente sin fundamento espiritual, irracional, contra el sentido común de lo bueno y lo malo, como “doctrina del Señor”, en el intento de revestirla de seriedad y autoridad, pero su confusión y falta de madurez son evidentes para todo aquel lleno de conocimiento correcto y capaz de discernir espiritualmente. 1 Corintios 2:12-16. ¡Triste y necia inferencia la suya! Más triste y más necia aún por haber sido causa de malestar, malas sospechas, interminables controversias y división entre cristianos durante unas cuantas décadas.
Los “conservadores” enseñan que las congregaciones no pueden cooperar entre sí económicamente para la realización de obras evangelísticas y benévolas.
8. Este es otro ejemplo de una inferencia defectuosa por descansar en datos incompletos y puras asunciones: Que la congregación "A" no debe enviar ayuda a la congregación "B" para que esta realice a su vez alguna obra benévola o evangelística que sería incapaz de efectuar sin la cooperación de la congregación "A".
a) Esta inferencia es basada en la supuesta violación de una autonomía congregacional radical, en la que incurrirían, teóricamente, ambas congregaciones al cooperar de la forma indicada.
b) A continuación, identificamos algunos datos incompletos y asunciones que invalidan la inferencia:
(1) Se asume que la "B" tome potestad sobre la "A", violando la autonomía de esta, pero esto no es cierto. Por ejemplo, la “B” no ordena ni obliga a la “A” a cooperar; lo único que hace es solicitar la cooperación de la “A”. Recibiendo la petición, la “A” tiene el poder de aprobarla o denegarla. Así que, la “A” toma su propia decisión. La “B” no interfiere. La “B” no puede forzar a la “A” a decidir a favor de su propuesta. Por lo tanto, la autonomía de la "A" se mantiene inviolable.
(2) Si el cuerpo administrativo de la "A" decide cooperar con la "B" enviando aportaciones, ha dispuesto de sus fondos conforme a su propia voluntad. No ha cedido, de modo alguno, su autonomía a la "B".
(3) Aceptando la "B" la aportación de la “A”, su deber es proceder honradamente, utilizando lo recibido, específica y exclusivamente, solo para el propósito designado.
(4) Con el ánimo de ilustrar y clarificar, presentamos la siguiente comparación.
José, agricultor, casado y padre de cinco hijos, se enfermó hace cuatro meses. La familia gastó ya todos sus recursos y está al borde de perder su casa y la finquita. Guillermo, llegando a enterarse de la situación, se empeña en rescatar a José y su familia del duro y penoso trance en el que se encuentran. Pero, Guillermo no puede lograrlo él solo, pues tampoco es hombre pudiente. Así pues, Guillermo solicita a Santiago, su amigo de infancia que vive en una ciudad lejana, una aportación, y este, bien acomodado económicamente, bondadosa y voluntariamente envía a Guillermo $2,000.00 para que Guillermo, a su vez, se los entregue a su vecino José.
Actuando Santiago así, ¿perdió en algún momento su libre albedrío? ¿Su autonomía personal? ¿Potestad sobre sus propios bienes? Negativo, en absoluto.
Pues, tampoco pierde, en ningún momento, la congregación "A" su autonomía al decidir cooperar con la “B” en la realización de una empresa espiritual que la “B” no podría llevar a cabo sin la ayuda de su congregación hermana.
c) Lamentablemente, la realidad que acabamos de resaltar no satisface a “conservadores” empeñados en defender su posición doctrinal y sus opiniones doctrinales, pese a que estas siembren mucha discordia y causen divisiones. Se recurren a todavía más argumentos e inferencias, los que pertenecen a la categoría de “porfías” por carecer tanto de hechos bíblicos que los respalden como de sentido común. Dos ejemplos.
(1) Primer ejemplo de porfías: que no debería haber "concentración de fondos" en ninguna congregación.
(a) La frase "concentración de fondos" no se compone de palabras encontradas en las Sagradas Escrituras, siendo más bien una frase inventada por los proponentes de la inferencia errónea bajo escrutinio. ¿Acaso dictaran los apóstoles de Cristo, inspirados por el Espíritu Santo, que recursos, incluso ofrendas, no fueran “concentrados” en ninguna congregación local con el propósito de realizar alguna obra específica de benevolencia o evangelismo? ¡Negativo en absoluto!
De la manera que la “A”, en el ejemplo ya dado, puede cooperar con la “B”, sin ceder ni la una ni la otra su autonomía, es decir, control sobre asuntos congregacionales, asimismo las congregaciones de la “C” hasta la “Z” podrían hacer otro tanto. Cada congregación en particular evalúa la obra que propone la “B”. Si referida obra es de gran alcance y meritoria de ejecución, unir fondos para su realización sería precisamente lo indicado. “Concentrarlos” sí, pero no con la idea de que la “B” los guardara o los dispusiera a su antojo, sino con la de desembolsarlos solo para la obra anunciada y dentro del tiempo estipulado.
(b) Esta frase “concentración de fondos” es utilizada para impugnar las motivaciones y los procedimientos de congregaciones que quisieran cooperar para lograr obras de extensa envergadura. La implicación es que algunas congregaciones se adueñaran de muchos fondos de otras congregaciones, para luego administrarlos a su antojo, y no honestamente, es decir, no conforme al propósito que dictó su recaudación. Teóricamente, tal abuso pudiera ocurrir, mas, sin embargo, la multiplicidad de ancianos, o administradores, en cada congregación reduce enormemente el riesgo.
(c) ¿Cuál procedimiento es más arriesgado: concentrar fondos destinados a obra determinada en manos de un obispado bíblicamente constituido, o concentrarlos en manos de algún evangelista? En cuanto a los “conservadores”, autores de tantísimas divisiones entre cristianos que proclaman la doctrina de la unidad bíblica, hemos observado que algunos de sus evangelistas reciben y administran grandes sumas de dinero, usándolo en ocasiones para “comprar” a predicadores que se comprometen a promover las doctrinas peculiares y divisionistas que tanto aman sus propulsores.
(2) Segundo ejemplo de porfías: que las iglesias de Asia, Galacia, Macedonia y Acaya enviaran sus ofrendas directamente a las iglesias de Jerusalén y Judea, sin que ninguna otra congregación sirviera de intermediario de modo alguno. Que no hubo ninguna congregación "patrocinadora" por el medio.
(a) "Patrocinadora.” Los auto denominados “conservadores” utilizan muy frecuentemente este vocablo, elemento de la jerga que han desarrollado a través de décadas, vehículo para sembrar dudas y llevar cautivos a incautos.
“Patrocinadora”, cargada de las connotaciones que adquiere en el contexto de la doctrina de los “conservadores”, resulta ser un término mal aplicado a la congregación que recibe las aportaciones enviadas voluntariamente por congregaciones hermanas, administrándolas de acuerdo con el propósito designado.
Por ejemplo, la congregación "A", ubicada, digamos, en Panamá, recibe aportaciones de las congregaciones "B", "C" y "D", ubicadas en Estados Unidos de América, entregándolas a la congregación "E", establecida en una provincia rural donde vive mucha gente pobre, para que la “E”, cuya feligresía es muy pobre económicamente, pueda predicar las buenas nuevas a todas las almas de su región y atender a los muchos necesitados y enfermos del área.
¿Están la “B”, “C” y “D” patrocinando a la “A”? ¿Está la “A” patrocinando, de mala manera, a la “E”? ¿Está invadiéndola, interfiriendo con su autonomía, dominándola? ¡De modo alguno!
La “A”, suponiéndola una congregación honesta, desinteresada y espiritual como debería ser, no tendría ningún plan o agenda clandestina de hacerle daño a la “E”, de gobernarla, de adueñarse de ella. Tampoco tendría la “A” ningún propósito mundano y vil de enriquecerse a expensas de las congregaciones “B”, “C” y “D”. Solo coopera para hacer factible obras benévolas y evangelísticas muy importantes en un área de recursos muy escasos, sirviendo meramente de enlace. ¿Qué mal hace? ¿Qué pecado comete? Tan solo sirve como instrumento para que se haga una obra noble, digna del nombre del Señor.
(b) En lo concerniente a la distribución de las abundantes ofrendas traídas por el apóstol Pablo para socorrer a los necesitados en Jerusalén y la provincia romana de Judea, el relato bíblico no informa detalles. Por lo tanto, es pura conjetura afirmar que la gran congregación en Jerusalén, situada estratégicamente en la capital, no recibiera y administrara ninguna porción de las ofrendas, compartiéndolas con las demás iglesias de Judea. En realidad, lo más probable es que lo hiciera. Esta inferencia no es pura conjetura, pues es evidente que el apóstol Pablo, al ser arrestado poco después de llegar a Jerusalén (Hechos 21:17-36), no hubiese contado con tiempo suficiente para visitar él mismo a todas las iglesias de Judea.
De hecho, su declaración ante el gobernador Félix da a entender claramente que no había terminado la obra de “hacer limosnas a” su “nación y presentar ofrendas” cuando fue arrestado. Dice: “Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo…” Hechos 24:18.
“Estaba en ello”, pero fue detenido abruptamente al ser denunciado y luego arrestado. Entonces, ¿qué pasó con el resto de los fondos aún no entregados a los necesitados de Judea? ¿Quién, o quiénes, se encargarían de ellos, repartiéndolos de acuerdo con el propósito que motivó su recaudación? ¿Acaso algunos compañeros de Pablo? ¿O quizás los ancianos de la iglesia en Jerusalén? Ya fueran estos o aquellos, el asunto clave era asegurar que fueran entregados conforme al plan tal cual presentado a las iglesias que los aportaron.
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