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Más estudios e intercambios en esta Web sobre los dos Testamentos

Intercambios entre Ilia y Homero Shappley de Álamo sobre la vigencia de la ley de Sinaí, en particular, la de los diez mandamientos.


La dama Ilia vuelve a intentar explicar 2 Corintios 3:6-17 de modo que los diez mandamientos no queden eliminados.

Intercambio 3

Arremetiéndose contra nuestra “Afirmación principal”, dice:

“No tengo ningún interés en considerar las gramática (sujeto, cláusula adjetival, etc.) de ese o cualquier otro versículo por la siguiente obvia y sencilla razón: A muchos se les olvida que las escrituras NO FUERON ESCRITAS EN ESPAÑOL, sino en Griego, Arameo y Hebreo”.

Hundiéndose cada vez más, añade:

“Toda traducción del griego al español pierde su gramática original griega por necesidad. Por eso, y otras razones, no perderé mi tiempo analizando la gramática de los traductores de la Biblia. La semántica se mantuvo no la gramática. Las reglas gramaticales no fueron inspiradas por Dios”.

Copiamos electrónicamente el estudio que Ilia nos envió, intercalando en él nuestros “Comentarios” propios. El escrito de Ilia aparece en letra itálica. En su versión original, ella añadió muchas líneas en blanco entre párrafos, oraciones y aun frases, las que eliminamos en esta versión para que el texto no ocupe espacio innecesario. No alteramos en nada el texto mismo que ella compuso.

 

La dama Ilia escribe: “Dios le bendiga hermano;

Gracias por publicar estos estudios entre usted y yo en su página de Internet. Esto definitivamente va a ser para el crecimiento espiritual de los que buscan la verdad ya revelada en la palabra sin interpretaciones humanas.

Continuando con el intercambio interior, aquí le repaso los puntos bíblicos que vengo defendiendo:

1 – La Ley de Dios es Eterna. (Salmo 119:160)

2 – Jesús no abolió la ley. (Mateo 5:17)”

-Observaciones nuestras. Estimada dama Ilia, estos dos “puntos” suyos están en tela de juicio hasta no probar usted, con absoluta claridad y lógica irrefutable, que el Espíritu Santo no enseñe la abolición de los diez mandamientos en 2 Corintios 3. Ya lo intentó una vez. Veremos si tenga más éxito en su presente exposición. He afirmado que referido pasaje, particularmente el Versículo 7, enseña la abolición de los diez mandamientos, y que la nueva “ley de Cristo” establece un código moral y doctrinal muy superior al código de aquel decálogo dado en el monte de Sinaí. De manera que no estamos “sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo” (1 Corintios 9:21), siendo notablemente diferente y mejor esta nueva “ley de Cristo” que aquella “ley de Dios” dada en Sinaí. Al permanecer en pie mi afirmación, sería necesario interpretar el Salmo 119:160 a la luz de ella. De hecho, las palabras de David no contradicen nuestra afirmación, pero no explicamos por qué en esta ocasión para no desviarnos del tema principal, a saber, el entendimiento correcto de 2 Corintios 3. Tampoco contradicen nuestra afirmación los pronunciamientos de Jesucristo en Mateo 5:17-20. Qué conste: no solo en el Versículo 17 sino hasta el 20. Analizamos detenidamente este texto en www.editoriallpaz.org/compilacion_leyes2.htm , pero al parecer, usted no se digna de leer aludido documento. Quizás por temor de ver desvanecerse otros argumentos suyos a favor de su tesis. O por estar tan afanada en la promulgación de su tesis que no disponga de tiempo para otra cosa. Usted sabrá la razón.

-Estimado lector estudioso, habiendo este servidor escrutado hasta el final el presente escrito de la dama Ilia, tengo a bien extraer y traer a primera plana una porción con la que ella misma debiera haber empezado por tratarse de mi “Afirmación principal” sobre la enseñanza de 1 Corintios 3:7 referente a la duración de los diez mandamientos. ¿Con qué justificación ocupar yo su valioso tiempo, como también el mío, respondiendo punto por punto a los múltiples argumentos confeccionados y presentados por Ilia antes de referida porción, sabiendo que son absolutamente determinantes mi “Afirmación principal” y la respuesta de ella a la misma? Si mi “Afirmación principal” permanece en pie, automáticamente se rinde nula la tesis de Ilia y los demás sabatistas, desplomándose su gran torre de argumentos, asunciones, silogismos, conjeturas, etcétera, en defensa de guardar los cristianos el séptimo día y a favor de la alegada eterna vigencia de los diez mandamientos tal cual escritos en dos tablas de piedra en el monte de Sinaí. Por el contrario, de mostrar ella defectuosa e insostenible mi “Afirmación principal”, he de retractarla públicamente. Le ruego repase mi “Afirmación principal”.

Mi “Afirmación principal”, copiada del “Intercambio” anterior.

“Con todo, no es necesario dominar “figuras de lenguaje” para entender que “el ministerio de muerte” es sinónimo de “los diez mandamientos”, no importando los significados dados a “ministerio” y “muerte”. Y esto es así porque la cláusula adjetival “grabado con letras en piedras” determina con exactitud inconfundible la definición, o el entendimiento, de “ministerio de muerte”. Fíjese:

-“El ministerio de muerte” es el sujeto de la oración.

-“…grabado con letras en piedras” es la expresión adjetival que califica al sujeto, estableciendo, en este caso, su significado inequívoco.

-¿Qué fue “grabado con letras en piedras”? Ya usted sabe: los diez mandamientos. O al menos lo sabe el lector promedio.

-Por lo tanto, “el ministerio de muerte” ha de ser identificado, necesaria e ineluctablemente, como los diez mandamientos.

-Estimada Ilia, todavía más adelante en su estudio usted define “ministerio” como pacto… sistema, servicio, way, diakonia de muerte”. Sustituyendo su definición compleja por “ministerio de muerte” en 2 Corintios 3:7, el texto leería como sigue: “Y si el pacto, sistema, servicio, way, diakonía de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria…”.  Más sin embargo, casi cualquier novato que lea 2 Corintios 3:7 sabría que “el servicio”, o administración, de los diez mandamientos no es, en absoluto, lo que Dios escribió en las dos tablas sino los propios diez mandamientos. “…grabado.” ¿Qué grabó Jehová Dios en las dos tablas? ¡Bendito sea! Hasta los niños saben que Dios grabó los diez mandamientos en dos piedras. Él no grabó en las piedras la forma de administrar los diez mandamientos, sino los mismos diez mandamientos.

(3)  ¿Acaso piensa usted haber formulado algún argumento contundente a favor de su tesis mediante algunas comparaciones que hizo en su escrito, de las que la siguiente es un ejemplo?  “Si yo hago un pacto/contrato/compromiso/servicio de pagar una deuda y cancelo el pacto/contrato/compromiso/servicio, ¿Se cancela la deuda (el objeto de ese pacto)?” En esta comparación suya, “deuda” representa “la ley” o “los diez mandamientos”, y “pacto/contrato/compromiso/servicio” representa “el ministerio de muerte”. Dos sujetos figuran en esta comparación. En cambio, un solo sujeto figura en 2 Corintios 3:7, seguido por una cláusula adjetival, la que fija con incuestionable certeza el significado del sujeto. Reitero: “el ministerio de muerte” es el sujeto, y “grabado con letras en piedras” es la cláusula adjetival que elimina, efectivamente, todo significado para el sujeto que no sea el de “los diez mandamientos”. Así que, sus comparaciones, por “lógicas” que las tenga usted, en realidad, ni siquiera son aptas, pues son confeccionadas sobre una premisa falsa, a saber, que “el ministerio de muerte” no sea “los diez mandamientos”. Hemos probado concluyentemente que “el ministerio de muerte” es una metonimia justamente para los diez mandamientos.

La respuesta de Ilia a mi “Afirmación principal”

-Escribe Ilia [copiado electrónicamente]: “Quiero añadir que la gramática y la lingüística son dos construcciones distintas del idioma y que a pesar de haber analizado la reglas lingüísticas expuestas en el versículo, no tengo ningún interés en considerar las gramática (sujeto, cláusula adjetival, etc.) de ese o cualquier otro versículo por la siguiente obvia y sencilla razón: A muchos se les olvida que las escrituras NO FUERON ESCRITAS EN ESPAÑOL, sino en Griego, Arameo y Hebreo.

Lo que tenemos hoy en día en español es una traducción hecha por hombres humanos, imperfectos. La traducción de la Biblia del Griego al Español no fue inspirada por Dios. Ninguno de los escritores de la Biblia siguió las reglas gramaticales del idioma Español. Toda traducción del griego al español pierde su gramática original griega por necesidad. Por eso, y otras razones, no perderé mi tiempo analizando la gramática de los traductores de la Biblia. La semántica se mantuvo no la gramática. Las reglas gramaticales no fueron inspiradas por Dios.

Quiero que usted entienda que es peligroso utilizar reglas gramaticales imperfectas humanas, no inspiradas por Dios, perdidas en traducciones humanas para basar nuestras ideas doctrinales. Uno de los riesgos es que por mas erudito que nos creamos, somos humanos y siempre existe el riesgo de que apliquemos la regla lingüística o gramaticales incorrectamente (como hizo nuestro hermano Shappley) y lleguemos a conclusiones equivocadas. Por eso hemos de utilizar el espíritu de la palabra de Dios, su intención semántica, bajo el contexto del versículo en cuestión. Usualmente, utilizando una simple exégesis logramos esa meta.”

Mi análisis de la respuesta de Ilia

-¡Conque la dama Ilia es una verdadera genio en varias ciencias, incluso las de idiomas antiguos y traducciones! ¡Me quedo boquiabierto ante tanta erudición! Quizás debería callarme y ceder, pero a decir la verdad, su “respuesta” a mi “Afirmación principal” no me satisface.

-Según la intelectual Ilia, cuando de la Biblia se trata, solo “hemos de utilizar el espíritu de la palabra de Dios, su intención semántica, bajo el contexto del versículo en cuestión”. Suponiendo que esto fuese así, ¿quién determina “el espíritu de la palabra de Dios”, quién define “su intención semántica” y quién establece “el contexto del versículo en cuestión”? Pues, ¡Ilia, sin duda alguna! Pero, si Ilia puede hacerlo, ¡también Homero! Y si yo, ¿por qué no cualquier otro maestro, predicador o evangelista? Fundamentalmente, Ilia está postulando parámetros básicamente subjetivos para la interpretación de la Biblia. No dudo de que ella pudiera escribir todo un gran tomo en el esfuerzo de probar lo contrario, pero el estudioso imparcial de mente clara sabrá que lo que digo es cierto. Infinidad de maestros y expositores, al no poder sostener sus enseñanzas o prácticas con textos precisos de la Biblia, recurren al “espíritu de la palabra”, “intenciones” del autor, “contextos” o ingeniosas “definiciones” de vocablos o frases, cada uno conforme a criterios personales, usualmente arbitrarios. Este mismo craso error es el que ha cometido Ilia. No pudiendo refutar mi “Afirmación principal”, recurre a su propia interpretación subjetiva del “espíritu” del pasaje, de la “intención” del Espíritu Santo al revelárselo al apóstol Pablo. Peor aún, plantea, efectivamente, que ni siquiera tenemos en español “la palabra de Dios”, y para asombro nuestro, ¡descarta la gramática como herramienta para el entendimiento de la Biblia! Veamos.

-Ilia dice: “Lo que tenemos hoy en día en español es una traducción hecha por hombres humanos, imperfectos. La traducción de la Biblia del Griego al Español no fue inspirada por Dios. Ninguno de los escritores de la Biblia siguió las reglas gramaticales del idioma Español”.

-Comentario nuestro. Pues bien, estas tres oraciones son axiomáticas, no habiendo nada nuevo en ellas.

-Enseguida, Ilia añade: “Toda traducción del griego al español pierde su gramática original griega por necesidad”.

-Preguntas y comentarios nuestros. Estimada dama Ilia, disculpe nuestra osadía, siendo usted maestra increíblemente segura de siempre tener la razón, pero respetuosamente nos atrevemos a preguntar:

-¿Puede usted leer, con soltura y perfecto entendimiento, el griego, el arameo y el hebreo?

-¿Domina usted el vocabulario, la gramática y la sintaxis de estos tres idiomas antiguos?

-¿Posee usted la preparación académica que le capacite para traducir al español estos idiomas?

-Asumiendo que usted responda en lo negativo a estas tres preguntas, pues comparativamente pocas personas sobre este planeta integran el élite que pudiera responder en lo positivo, ¿con qué autoridad pretende usted identificar lo que “se pierda o se conserve”, “por necesidad”, como pontifica usted, en una traducción fiel y legítima?

-Pese a mis estudios de otros idiomas, incluso el latín y el griego, no albergo ilusión alguna de ser “lingüista”. Sin embargo, me parece no equivocarme al observar que en todo idioma se hace uso de sujetos, verbos, adjetivos, adverbios, pronombres, infinitivos, preposiciones, cláusulas y oraciones, o sus equivalentes, sin los que no habría “idioma”. No habría una comunicación efectiva. Estos elementos comunes hacen posible una traducción exacta y fiel, si no me equivoco. Bien que el traductor no sea “inspirado por Dios”, y por ende, tampoco “infalible”, estando debidamente cualificado para realizar traducciones fieles, no se equivoca en la traducción. Además, se supone que su traducción sea certificada por otros expertos. De manera que la Biblia en español, una vez certificada como una traducción correcta, fiel y confiable, ha de recibirse como equivalente al texto inspirado escrito por hombres inspirados en sus idiomas originales, y si “equivalente”, pues ¡también inspirado! Y si esto no lo aceptamos, entonces es ineluctable la siguiente deducción: “La palabra de Dios” como tal no existe en ninguna versión de la Biblia en español, como tampoco en ningún otro idioma o dialecto de actualidad.

-Ilia apunta: “…no tengo ningún interés en considerar las gramática (sujeto, cláusula adjetival, etc.) de ese o cualquier otro versículo por la siguiente obvia y sencilla razón: A muchos se les olvida que las escrituras NO FUERON ESCRITAS EN ESPAÑOL, sino en Griego, Arameo y Hebreo”.

-Comentarios nuestros. ¿Qué no tenga usted “interés en considerar la gramática (sujeto, cláusula adjetival, etc.) de ese o cualquier otro versículo…”? ¡Insólito! ¡Inaudito! Realmente inconcebible. Estudiosa dama, ningún ser humano que rehúse tomar en cuenta sujetos, verbos, adjetivos, adverbios, etcétera, etcétera, puede entender lo expresado verbalmente o por escrito. Esto es totalmente axiomático. Elemental. Indiscutible. Verificable. Irrefutable. No puedo entender mi Biblia si descarto la gramática. Ni usted la suya, dama Ilia. Triste y fatalmente, usted desprecia “la gramática”, procurando apoyo para su interpretación privada de 2 Corintios 3:7 en “la semántica”, “el espíritu de la palabra de Dios”, según su propia definición de ese “espíritu”; en la “intención” de la palabra, según su propia definición de esa “intención”. Usted huye de las palabras claras del Versículo 7, traducción fiel, equivalente al texto original, y por lo tanto, verdadera “palabra de Dios”, escudándose en un matorral espinoso de argumentos tramados, negaciones, puntos que no vienen al caso, etcétera. Me expreso de esta manera, no para herir su preciosa alma, sino para resaltar cuán peligrosa es su forma de pensar, razonar y escribir, tanto para usted misma como para cualquier incauto que lea sus postulaciones. Más para usted, ya que hace el papel de “maestra”, pese a que lo niegue. Usted terminó el párrafo que estamos analizando, escribiendo:

-“Por eso, y otras razones, no perderé mi tiempo analizando la gramática de los traductores de la Biblia. La semántica se mantuvo no la gramática. Las reglas gramaticales no fueron inspiradas por Dios”.

-Así que, ¿no perderá usted su tiempo “analizando la gramática de los traductores de la Biblia”?Estimada, la controversia suele llegar a un punto donde continuarla no resulta edificante. Con su declaración, la “controversia” que usted y yo hemos sostenido sobre 2 Corintios 3:7 ha llegado a tal punto. “La gramática” que usted atribuye a “los traductores de la Biblia”, insinuando que ellos la emplearan arbitrariamente, sin seguir rigorosamente las indicaciones de la gramática de los idiomas originales, es indispensable –absoluta e incontrovertiblemente indispensable- para el entendimiento del mensaje de Dios para la humanidad. Hasta que no acepte usted esta realidad tan elemental, yo no perderé mi tiempo tratando de transmitir a su mente mis pensamientos, argumentos, razones o análisis, por la sencillísima razón de que la gramática es indispensable para su transmisión correcta y efectiva, para una comunicación entendible.

-Entre las “otras razones” tras su decisión de descartar “la gramática”, figura, se sobreentiende, la de no poder usted refutar mi “Afirmación principal” fundamentada, precisamente, en la gramática. Tácitamente, usted me ha dado la razón. Su única escapatoria es catalogar “la gramática” como innecesaria para el entendimiento de 2 Corintios 3:7. Busque usted a ver si encuentre alguna persona en sus cabales que segunde semejante conclusión, pues jamás he conocido a nadie, con la excepción de usted, que tome tal posición.

-Usted se hunde aún más al escribir: “Quiero que usted entienda que es peligroso utilizar reglas gramaticales imperfectas humanas, no inspiradas por Dios, perdidas en traducciones humanas para basar nuestras ideas doctrinales. Uno de los riesgos es que por mas erudito que nos creamos, somos humanos y siempre existe el riesgo de que apliquemos la regla lingüística o gramaticales incorrectamente (como hizo nuestro hermano Shappley) y lleguemos a conclusiones equivocadas. Por eso hemos de utilizar el espíritu de la palabra de Dios, su intención semántica, bajo el contexto del versículo en cuestión. Usualmente, utilizando una simple exégesis logramos esa meta.”

-Mi comentario conciso al respecto es el siguiente. Si bien existe algún riesgo de aplicar erróneamente reglas gramaticales, el riesgo de no entender correctamente la palabra de Dios crece enormemente, aún infinitamente, al “utilizar”, como pretende usted, “el espíritu de la palabra… su intención semántica… el contexto del versículo…”, obviando o despreciando la gramática. En realidad, es de suponerse que el cristiano “apto para enseñar” (2 Timoteo 2:24), tenga el conocimiento de la gramática necesario para entender y explicar lo que dice la palabra de Dios, no equivocándose en la identificación de los elementos básicos de su idioma. El que no lo tenga, qué tome muy en serio la advertencia de Santiago 3:1. “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.”

-Para colmo, usted escribe: “He hecho una exposición robusta de 2 Corintios 3:7. ¿Así? Pues, qué juzgue el lector. Ya he dado mi evaluación. Y he tomado mi decisión, reiterándola: no perderé mi tiempo y trabajo, tratando de dialogar sobre temas bíblicos con cualquier persona que descarte la gramática como herramienta para el entendimiento de la Biblia.

-Mi “Afirmación principal” sigue en pie. Definitivamente, el Espíritu Santo enseña en 2 Corintios 3:7 que lo “grabado con letras en piedras” fue “el ministerio de muerte” y que “fue con gloria”, tiempo pasado. En 2 Corintios 3:11, el mismo Espíritu nos enseña que “perece” lo que “tuvo gloria”. Lo que “tuvo gloria” fue lo que fue “grabado con letras en piedras”. Indiscutiblemente, lo que fue “grabado con letras en piedras” fueron los diez mandamientos. Por lo tanto, los diez mandamientos perecieron, es decir, caducaron, llegando a su fin, habiendo cumplido su propósito. Pero, ¿por qué alarmarse? Como si no tuviéramos alguna ley de Dios. Ciertamente, no existe razón para preocuparse, pues ahora tenemos “el ministerio de justificación”, el que abunda “mucho más… en gloria”, poseyendo “la gloria más eminente” (2 Corintios 3:9-11). Este nuevo y “mucho más glorioso… ministerio de justificación” es sinónimo de la nueva “ley de Cristo”, la cual contiene, recalcamos, un código moral notablemente diferente y superior al código moral de los diez mandamientos.

Algunas aclaraciones acerca de los diez mandamientos

-Los diez mandamientos fueron escritos en “dos tablas del testimonio, tablas de piedras escritas con el dedo de Dios” (Éxodo 31:18). ¿Por qué identificar como “tablas del testimonio” aquellas “tablas de piedras”? Simple y llanamente porque constituían “testimonio” incontestable de que toda la ley dada en Sinaí provenía de Dios, y no tan solo los diez mandamientos. La “ley de Dios” dada en Sinaí no la constituían solo los diez mandamientos, sino todo mandamiento, precepto y ordenanza, ya moral ya ritual, dada por Dios a través de Moisés. La “ley de Dios” dada en Sinaí era sinónima de la “ley de Moisés” y viceversa. No fueron dadas dos leyes distintas en Sinaí sino una sola íntegra e indivisible. Esta misma ley en su totalidad es la que Dios mismo cambió. “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también CAMBIO de LEY” (Hebreos 7:12).

-Las “dos tablas del testimonio” fueron puestas en “el arca del testimonio” (Éxodo 40:3), juntamente con “una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdeció”(Hebreos 9:4), justa y obviamente porque los tres artículos daban “testimonio” a las intervenciones de Jehová Dios a favor del pueblo de Israel, y no, de modo alguno, porque los diez mandamientos fuesen una “ley” independiente del resto de las revelaciones divinas pronunciadas en el monte de Sinaí.

-Los diez mandamientos eran representativos de toda la ley divina revelada en Sinaí. No pocas ordenanzas de la ley completa ampliaban los diez mandamientos, estipulándose el castigo capital de la muerte física para aquel que las violara. De ahí, que los diez mandamientos se identifican, lógica y acertadamente, en 2 Corintios 3 como “ministerio de muerte” o ministerio de condenación”. Por ser “representativos” los diez mandamientos de toda la ley divina promulgada en Sinaí, no es de extrañarse que se encuentre entre ellos un mandamiento puramente ritual, a saber, el de guardar el séptimo día. Por cierto, el mandamiento de guardar Israel el séptimo día figura en primer lugar en la lista de “las fiestas solemnes de Jehová” dada en Levítico 23, perteneciendo a la categoría de “fiestas solemnes”, y no, en definitiva, a la de normas morales o sociales.

-Ahora bien, suponiendo que los diez mandamientos estuvieran vigentes durante la Era Cristiana y hasta el fin del universo, todo cristiano estaría en el deber de guardar el séptimo día. Pero, el Espíritu de Dios enseña claramente en 2 Corintios 3 que no están en vigor. Por consiguiente, ningún cristiano ha de guardar el séptimo día como condición necesaria para la salvación.

-No pierda de vista, respetado lector, que la nueva “ley de Cristo” condena rotundamente acciones tales como las de matar, robar, cometer adulterio, levantar falso testimonio, blasfemar, adorar a otros dioses, etcétera, etcétera. Por consiguiente, porfiar que si los diez mandamientos fueron abolidos “podemos matar, adulterar y robar” es absurdo en extremo.

Conclusión

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:1-6

 

 

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Nota de Homero Shappley de Álamo. Al leer Ilia el "Intercambio 3", respondió como sigue:

From: [email protected] [mailto:[email protected]]
Sent: Saturday, April 18, 2009 11:00 PM
To: ig
[email protected]
Subject: Otra forma de mentir

"Hermano, ¡Estoy sorprendida! (aunque no debería de estarlo) que usted rehúse publicar mí contestación completa.

Los hermanos, por causa suya, no tienen la oportunidad de comparar mí respuesta con la suya porque usted convenientemente suprimió mi  contestación a su carta."

Luego, sigue con numerosas diatribas, acusaciones e insinuaciones indignas de ser publicadas.

Le envié la siguiente réplica:

Estimada Ilia, permaneciendo en pie mi “Afirmación principal”, no había razón para publicar en nuestro sitio de Internet sus demás puntos, argumentos, etcétera. ¿Qué? ¿Acaso piense usted que publiquemos en nuestra Web todos los libros de la profetisa Elena White, fundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, más todos los escritos suyos y todos los de toda persona en el mundo que escriba en defensa de guardar el séptimo día? Dios es mi testigo, hasta comencé a incluir su correo electrónico en el “Intercambio 3”, con el propósito de indicar al lector interesado que hiciera contacto con usted de querer escudriñar todo su escrito. No lo hice en el momento porque no quería que miembros de la iglesia de Cristo, o estudiosos de cualquier otra iglesia, me culparan de exponer su identidad. Pero, le digo con gran pena en mi corazón que su irracionalidad, agresividad ofensiva e impertinencias han llenado la copa hasta rebosar. Por lo tanto, su correo electrónico será añadido a los “Intercambios”. De ahí, usted podrá seguir adoctrinando a su modo a cualquier visita a nuestra Web que desee entablar algún diálogo.

De mi parte, sigo firme en mi decisión de no sostener intercambios con cualquier persona, no exceptuándose usted, que descarte la gramática como herramienta absolutamente indispensable para una comunicación entendible y cuerda. Bien que siga usted esquivando argumentos centrales, desenfocando el punto principal y distrayendo con veintenas de planteamientos secundarios, el analista conocedor, perceptivo e imparcial sabe que todo su esfuerzo es inútil porque hemos establecido irrefutablemente que 2 Corintios 3:7 enseña la abolición de los diez mandamientos, suplantándolos Dios mismo con un código moral my superior, a saber, el que divulga el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. La piedra angular de su templo doctrinal es que los diez mandamientos son eternos. Habiendo sido destruida referida “piedra angular”, todo su estructura viene abajo, rompiéndose. ¿Por qué habría yo de enseñar al público todos y cada uno de los pedazos, examinándolos detenidamente?

Un asunto más: el formato, la sintaxis y otros rasgos de sus escritos yo los encuentro problemáticos y deficientes. Por ejemplo, su último escrito ocupa veintidós páginas tamaño carta. Muchos espacios innecesarios. Cláusulas separadas por tres o cuatro líneas en blanco. No estoy dispuesto a publicar escritos de tal índole, ni estoy dispuesto a tomar el tiempo necesario para eliminar semejantes errores, los que dicen mucho acerca de usted como escritora.

Atentamente, Homero Shappley de Álamo

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Nota de Homero Shappley de Álamo. Al leer Ilia el "Intercambio 3", respondió como sigue:

From: [email protected] [mailto:[email protected]
Sent: Saturday, April 18, 2009 11:00 PM
To: [email protected]
Subject: Otra forma de mentir

"Hermano, ¡Estoy sorprendida! (aunque no debería de estarlo) que usted rehúse publicar mí contestación completa.

Los hermanos, por causa suya, no tienen la oportunidad de comparar mí respuesta con la suya porque usted convenientemente suprimió mi  contestación a su carta."

Luego, sigue con numerosas diatribas, acusaciones e insinuaciones indignas de ser publicadas.

Le envié la siguiente réplica:

Estimada Ilia, permaneciendo en pie mi “Afirmación principal”, no había razón para publicar en nuestro sitio de Internet sus demás puntos, argumentos, etcétera. ¿Qué? ¿Acaso piense usted que publiquemos en nuestra Web todos los libros de la profetisa Elena White, fundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, más todos los escritos suyos y todos los de toda persona en el mundo que escriba en defensa de guardar el séptimo día? Dios es mi testigo, hasta comencé a incluir su correo electrónico en el “Intercambio 3”, con el propósito de indicar al lector interesado que hiciera contacto con usted de querer escudriñar todo su escrito. No lo hice en el momento porque no quería que miembros de la iglesia de Cristo, o estudiosos de cualquier otra iglesia, me culparan de exponer su identidad. Pero, le digo con gran pena en mi corazón que su irracionalidad, agresividad ofensiva e impertinencias han llenado la copa hasta rebosar. Por lo tanto, su correo electrónico será añadido a los “Intercambios”. De ahí, usted podrá seguir adoctrinando a su modo a cualquier visita a nuestra Web que desee entablar algún diálogo.

De mi parte, sigo firme en mi decisión de no sostener intercambios con cualquier persona, no exceptuándose usted, que descarte la gramática como herramienta absolutamente indispensable para una comunicación entendible y cuerda. Bien que siga usted esquivando argumentos centrales, desenfocando el punto principal y distrayendo con veintenas de planteamientos secundarios, el analista conocedor, perceptivo e imparcial sabe que todo su esfuerzo es inútil porque hemos establecido irrefutablemente que 2 Corintios 3:7 enseña la abolición de los diez mandamientos, suplantándolos Dios mismo con un código moral my superior, a saber, el que divulga el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. La piedra angular de su templo doctrinal es que los diez mandamientos son eternos. Habiendo sido destruida referida “piedra angular”, todo su estructura viene abajo, rompiéndose. ¿Por qué habría yo de enseñar al público todos y cada uno de los pedazos, examinándolos detenidamente?

Un asunto más: el formato, la sintaxis y otros rasgos de sus escritos yo los encuentro problemáticos y deficientes. Por ejemplo, su último escrito ocupa veintidós páginas tamaño carta. Muchos espacios innecesarios. Cláusulas separadas por tres o cuatro líneas en blanco. No estoy dispuesto a publicar escritos de tal índole, ni estoy dispuesto a tomar el tiempo necesario para eliminar semejantes errores, los que dicen mucho acerca de usted como escritora.

Atentamente, Homero Shappley de Álamo

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-Nota de Homero Shappley de Álamo. Volví a leer de nuevo la carta de Ilia fechada el 18 de abril de 2009. Su contenido, lleno de insinuaciones gravísimas, amenazas e indignación, me hizo recapacitar en lo concerniente a la publicación de todo lo que escribió Ilia. Determiné tratar de apagar fuego tan ardiente, publicando no solo el original de referido escrito sino también los demás documentos relacionados, orando que mi decisión no resulte en echar más leña al fuego.

Intercambios entre la dama Ilia y Homero Shappley de Álamo
sobre la enseñanza de 2 Corintios 3, particularmente el Versículo 7, referente al significado de "ministerio de muerte" y  la vigencia de los diez mandamientos.
 

DOCUMENTOS ORIGINALES

 

Estimado lector, dadas las gravísimas acusaciones hirientes lanzadas por la dama Ilia contra mi persona, mediante las que ella pone en tela de juicio mi honestidad y espiritualidad, he tomado la decisión de publicar los originales de las comunicaciones entre nosotros dos relacionadas con el "Intercambio 3. Detesto personalismos. Siento con toda mi alma verme prácticamente obligado a divulgar los ataques personales de Ilia contra este servidor. Pido perdón, tanto a Ilia como a mis hermanos y al público en general, por cualquier falla de mi parte, o culpa que tenga, en este asunto, particularmente por no publicar el documento completo de Ilia, pese a que sigo teniendo por válidas mis razones. Contender "por la fe una vez dada a los santos" (Judas 3) es un mandamiento del Espíritu Santo, pero tristemente, a menudo los intercambios agitan ánimos, los que suelen manifestarse en personalismos dañinos y contraproducentes. Al suceder esto, sufre la verdad de Dios, y sufre la imagen de la iglesia. Dios nos libre de hacer daño de esta índole.

 

Intercambio 1 entre Ilia y Homero sobre la vigencia de los diez mandamientos

Intercambio 2 entre Ilia y Homero sobre la vigencia de los diez mandamientos

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