Don Sabelotodo y Don Seco
presentan argumentos contra
el bautismo en agua
“para perdón de los pecados”
Buscando agua en el desierto para bautizarse por inmersión para perdón de pecados, tal y como enseñan Dios,
Jesucristo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. La escasez del preciado líquido en desiertos,
¿debería tomarse como razón legítima para predicar, enfáticamente, que el bautismo
no sea “para perdón”, pese a que los apóstolos lo predicaron en Pentecostés
como “para perdón de los pecados”? Hechos 2:37-47.
Por Carlos Guillermo Arroyo Pérez
1. Todo texto bíblico que trata el propósito del bautismo (inmersión en agua), conforme al mandamiento de Cristo “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19), enseña que el bautismo es necesario para salvación. Por ejemplo:
a) “Bautícese… para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).
b) “Bautízate, y lava tus pecados” (Hechos 22:16).
c) “El bautismo ahora nos salva” (1 Pedro 3:21).
d) “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16).
e) “El que no naciere de agua (sumergirse en el agua) y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Si no puede entrar, ¡no puede ser salvo!
2. ¿Queda nulo y sin efecto para todos los seres humanos el propósito asignado por Dios al bautismo porque Don Sabelotodo viva en medio del desierto de Sahara, lejos de un oasis, charco o pozo de agua?
“No voy a predicar el bautismo ‘para perdón de los pecados’ ni voy a bautizar ‘para salvación’, es más, ni siquiera voy a mencionar el bautismo al hacer el llamamiento a los pecadores porque Don Seco ha elegido vivir en el Desierto de Atacama (Chile), no encontrándose cerca de su ranchito agua suficiente para zambullir a una persona adulta. Seguramente, Jesucristo no tomaría en cuenta tales situaciones cuando incluyó el bautismo en la Gran Comisión como condición para ser salvo. Por lo tanto, es imposible que el bautismo sea necesario para salvación.”
Pues bien, cualquier cristiano instruido e imparcial percibe enseguida las falacias de semejante argumentación, incluso, comprende que unos pocos casos difíciles no rinden irrelevante la ley divina.
Al fin y al cabo, Dios no mandó a Don Sabelotodo a vivir en medio del inhóspito desierto Sahara ni a Don Seco a internarse en el Atacama.
Aun y con todo, de la manera que los dos se metieron en lugares desiertos, asimismo pueden tomar los pasos necesarios para llegar donde haya suficiente agua para bautizarse, ¿no le parece a usted, estimado lector, estimada lectora?
3. ¿Qué en los tiempos de Cristo y los apóstoles siempre se predicase cerca de donde hubiese suficientes aguas para zambullir en ellas todo creyente dispuesto a bautizarse? Veamos.
a) En el caso de Saulo de Tarso, ¿había suficiente agua en el preciso lugar de la ciudad de Damasco donde Ananías lo encontró, exhortándole: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados” (Hechos 22:16)?
Saulo estuvo “tres días” en Damasco, en ayuno, antes de que fuera Ananías donde él (Hechos 9:1-9). Se intuye que en algún hospedaje. Para sumergir en aguas Ananías a Saulo, se deduce que los dos tuvieran que encontrar algún estanque, quebrada o río donde hubiese suficiente agua.
b) En el caso del carcelero de Filipos, ¿había, en la casa de este, agua suficiente para sumergir a él y su familia aquella noche cuando escucharon el evangelio?
¡Negativo! Salieron de la casa, bien de madrugada, antes del alba, efectuando los bautismos fuera de la casa, pues en el relato se apunta, específicamente, que después del bautismo, el carcelero los llevó “a su casa” (Hechos 16:33-34).
c) Al Felipe acercarse al eunuco, tesorero de Etiopía, que iba en su carro desde Jerusalén a su país, no había agua dondequiera, a lo largo del camino, sino que “yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? … Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.” (Hechos 8:29-40).
Supongamos que algún predicador, evangelista o pastor típico de actualidad pudiera haber tomado el lugar de Felipe. Al llegar a “cierta agua”, ¡la hubiesen pasado, sin pararse! Pues. los mensajeros típicos del presente no anuncian el bautismo como requisito para salvación.
“¡Qué fastidioso! ¡Qué incomodidad! Mojarse para bautizar a una sola persona. Mojarse usted, Sr. Etíope, completamente, para luego seguir usted su viaje, empapadas sus ropas de agua. No tiene sentido. El bautismo no salva. Es necesario, pero no es esencial para perdón. Cuando llegue a Etiopía, bautícese allá a su conveniencia. Basta con hacerlo así.”
Así, invalidan el mandamiento de Dios mediante sus razonamientos humanos.
Razonamientos humanos versus la palabra de Dios
A propósito, ¿cuántos seres humanos no viven cerca, o, al menos bastante cerca, de fuentes de agua donde pudieran bautizarse? La naturaleza de nuestro cuerpo físico nos obliga a vivir donde hay agua potable.
Además, podemos bautizarnos en casi cualquier cuerpo de agua, incluso estanques, pozos, charcos, ríos, lagos, bahías, aun en una bañera o barril grande.
La persona que escucha proclamadas bíblicamente las condiciones de la Gran Comisión, entre las cuales figura el bautismo “para perdón”, no descansa hasta encontrar agua suficiente para sumergirse en ella de acuerdo con el propósito divino.
¿No estar dispuesto a pasar ningún trabajo para obedecer la voluntad de Dios? ¿Ni siquiera andar o viajar determinada distancia para bautizarse? Habría razón para cuestionar la fe y el compromiso de tal persona.
¿Y qué tal si sufre un accidente mortal antes de llegar al lugar adonde se dirige para bautizarse? En tal caso, ¿quién duda de la misericordia de Dios?
Con todo, es evidente que Dios no ofrece salvación a los que, capaces de acatar su voluntad, rehúsan hacerlo, apoyándose en posibles excepciones hipotéticas.
“No voy a predicar el bautismo como esencial para salvación porque cabe la posibilidad de que alguien sufra un accidente mortal camino a bautizarse.”
Semejante pensar raya en lo ridículo.
¿Atreverse a anular un mandamiento explícito de la Deidad, repetido una y otra vez en su “nuevo pacto”, incluso, en la Gran Comisión que figura al principio de él, apoyándose en puros casos hipotéticos, especulaciones sobre posibles dificultades y doctrinas falsas tales como “salvación solo por gracia, por fe sola”? Solo lo haría el ministro neófito, el indocto, el irresponsable, el fanático de teologías humanas. Sin duda, los tales ministros darán cuenta por su perversión de la sana “doctrina de Cristo”. 2 Juan 1:9-11; Hebreos 6:1; 1 Timoteo 4:16; Tito 2:1.
Juan 1:12 no anula Juan 3:1-7. Creer no rinde innecesario para salvación el nacer del agua.
La verdadera fe impulsa al alma instruida bíblicamente a las aguas bautismales.
De manera que los que creyeron la Palabra predicada en el siglo I se bautizaron enseguida para perdón. Debe suceder asimismo en el día de hoy.
Bautismo bíblico
en Mezquital, México
Pero, trastornan el plan y el propósito de Dios los predicadores que se interponen con su evangelio incompleto de “salvo solo por fe”. He aquí la doctrina humana que ofusca y tuerce la doctrina inspirada del bautismo.
La persona que oye el evangelio puro, en su totalidad, cree y se arrepiente de sus obras malas, no suele resistir el bautismo. Al contrario, al escuchar la doctrina bíblica al respecto, pide gozosamente el bautismo.
Quienes complican el tema del bautismo, levantan barreras a su ejecución bíblica, lo aplazan, restan de su importancia y lo objetan para salvación son los predicadores y maestros de la escuela teológica calvinista de “salvo solo por fe”.
Más sabio será hacerle caso a Cristo y los apóstoles, ya que “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2:24).
Claro está que el acto de obedecer la verdad lo valida la sangre derramada en la cruz. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22). ¡Amén!
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