Comentario sobre Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Por Homero S. de Álamo

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Hechos de Apóstoles. Por Lucas, médico amado. PDFs del Comentario completo por J. W. McGarvey. 290 páginas de texto y gráficas, tamaño carta.

 

Hechos de Apóstoles

Por Lucas, el médico amado

 

Antioquía. Ruinas de una larga calle pavimentada romana, con paredes de tiendas que había en el tiempo de Pablo y Bernabé.

Antioquía de Pisidia. Ruinas de una larga calle pavimentada romana.
En el tiempo de Pablo y Bernabé había tiendas a lo larga de la calle en ambos lados,
de las cuales sola quedan algunas paredes de piedras en el presente.

 

Comentario por J. W. McGarvey, M. A.

Predicador y escritor de la Iglesia de Cristo

Adaptación del Prof. E. J. Westrup 

Parte Tercera

Giras de Pablo entre los gentiles

Hechos, capítulos del 13 al 21.

Sección I

Gira primera. Hechos, los Capítulos 13 y 14.

Hechos 13:13-41

PDf de este estudio

 

3.  Viaje de Pafos a Antioquía. 

Hechos 13:13-15 

     Versículo 13. Cortando el relato de sucesos en Pafos en modo que frustra curiosidad, el historiador va de prisa con los apóstoles prosiguiendo en su gira. (13) “Y partidos de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Pamfilia; entonces Juan, apartándose de ellos, se volvió a Jerusalén.” Tan completa es la figura central de Pablo en la narración de Lucas que a Bernabé y Juan Marcos simplemente les llama "sus compañeros". No se dice qué razón hubo para que escogieran esta región del Asia Menor para su siguiente campo de labor, pero probablemente fue que ya Pablo había evangelizado a Cilicia y deseaba introducir ahora el evangelio en distritos adyacentes a la misma hacia el poniente, en un plan de evangelización sistemática de toda la península. Veremos mayor indicación de tal plan en el Capítulo 16:1-8. Su residencia prolongada en Cilicia le daba familiaridad con el estado de la sociedad en la región a donde entraba ahora e iba armado de una previsión inteligente.

     Calla Lucas igualmente acerca de la razón que impulsara a Juan Marcos a volverse de Perge en dirección de su tierra. Ni siquiera indica en esta conexión que tal razón hubiera satisfecho a ninguno de los compañeros de Juan, aunque adelante (Capítulo 15:37-39) se ve que mucho disgustó a Pablo. El Sr. Howson conjetura laudablemente que lo movió el miedo a bandidos de la sierra que habían de atravesar para llegar al interior. Dice: "Ninguna región poblada de las que Pablo cruzó jamás abundaba en mayores 'peligros de ladrones' que él mismo menciona, que el de las tribus salvajes de foragidos en las cordilleras de Pisidia. Los predicadores no llevaban valores que atrajesen a los ladrones, pero Juan sabía que éstos solían matar a los caminantes para luego buscar el dinero que llevasen".

     Versículos 14 y 15. Lucas no refiere los peligros y penalidades del viaje por la sierra sino que sigue en silencio a los dos viajeros desde Perge hasta Antioquía. (14) “Y ellos pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia, y entrando en la sinagoga un día de sábado, sentáronse. (15) Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los príncipes de la sinagoga enviaron a ellos diciendo: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo hablad.” Esta es una relación gráfica, aunque del todo informal, del orden de servicio en una sinagoga judaica. Primero se leía una porción de la ley, luego una sección de los profetas, enseguida venían exhortaciones basadas en lo que se había leído. Pablo y Bernabé modestamente habían tomado asientos entre los oyentes del pueblo, pues así había enseñado Jesús a sus discípulos (Mateo 23:5-12); y la razón de que el jefe les diera permiso para hablar fue sin duda que ellos de antemano lo habían buscado. A esta comunidad habían venido con propósito de hablar al pueblo. Según su costumbre, llevaban plena intención de comenzar con la sinagoga, y lo que cualquier predicador de hoy habría hecho bajo circunstancias similares, hicieron ellos —antes de empezar el servicio se esforzaron en presentarse a los directores y pedirles el privilegio de dirigir la palabra al auditorio antes de despedirlo.

     Esta Antioquía fue una de las muchas ciudades fundadas y engrandecidas por Seleuco Nicator, y llamada así en honor de su padre Antioco, quien a la muerte de Alejandro el Grande, quedó como rey de Siria. Por razón de los buenos caminos que en todas direcciones irradiaban de ella, y por su proximidad relativa, como a 160 kilómetros de Perge, se le consideraba buen centro comercial, y esto había atraído una población judía considerable. 

 

El apóstol Pablo predica a mucha gente en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, ciudad que él y Bernabé evangelizaron durante su primer viaje evangelístico.

El apóstol Pablo predica a mucha gente en la sinagoga de Antioquía de Pisidia,
ciudad que él y Bernabé evangelizaron durante su primer viaje evangelístico.

 

4.  Sermón de Pablo en Antioquía de Pisidia.

 Hechos 13:16-41 

a)  Introducción. 

Hechos 13:16-22 

 

     Versículos 16 – 22. Al ser invitados por los jefes de la sinagoga, Pablo respondió levantándose inmediatamente y dirigiéndose al auditorio. Sin duda arreglo previo hubo entre él y Bernabé para tomar delantera. Presentó su plática con una breve reseña de la historia de Israel desde el éxodo hasta los tiempos de David. (16) “Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dice: Varones israelitas y los que teméis a Dios, oíd: (17) El Dios del pueblo de Israel escogió a nuestros padres y ensalzó al pueblo siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. (18) Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto; (19) y destruyendo siete naciones en la tierra de Canaán, les repartió por suerte la tierra de ellos. (20) Y después, como por cuatrocientos años dióles jueces hasta el profeta Samuel. (21) Y entonces demandaron rey; y les dio Dios a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. (22) Y quitado aquél, levantóles a David, al que dio también testimonio diciendo: He hallado a David, hijo de Isar, varón conforme a mi corazón, el cual hará todo lo que yo quiero.” El gesto de Pablo al comenzar, que se describe "hecha señal con la mano", era habitual en él (Véase Capítulos 21:40; 26:1); y aunque fuera gesto raro, lo hacía calculando bien llamar la atención de un auditorio. Indicaba que sabía lo que iba a hablar y tenía confianza de su importancia.

     Su breve reseña de la historia de Israel sirvió para los dos propósitos principales de una introducción: llevó la mente de sus oyentes hasta el tema principal de su discurso, y lo hizo de modo bien calculado que les interesara y les agradara. Los judíos tenían historia gloriosa de la que justamente se ufanaban, y cualquier alusión feliz a sus sucesos más gloriosos les despertaba las más vivas emo­ciones. Incidentes tales daban inspiración a sus cantos, temas a sus oradores y consuelo en la persecución. Quienquiera que mostraba alto aprecio a tan grandes eventos, lograba el más pronto acceso a su simpatía. Como Pablo sabia esto, entró por esta puerta abierta al corazón de sus oyentes.

     En la narración del Versículo 19"destruyendo siete naciones en la tierra de Canaán, les repartió por suerte la tierra de ellas, como por cuatrocientos años", da un período que no se puede entender que comenzara antes de la destrucción de aquellas naciones, ni está limitado al período de la conquista por Josué, que usualmente se estima de 25 años. Debe referirse a todo el lapso de tiempo en que gradualmente les dio Dios plena posesión de aquella tierra. Bien sabido es que, todavía después de la muerte de Josué, muchas fortalezas quedaban en posesión de los cananeos, y por supuesto éstos dominaban el territorio que inmediatamente rodeaba estas ciudades fortificadas. También los filisteos, la más indómita de todas las tribus, tuvo su territorio casi sin disputa hasta después de la muerte de Saúl, que pereció en una batalla en que derrotaron a las huestes de Israel. No fue sino hasta ya avanzado el reinado de David que se vio por fin del todo roto este poderío obstinado y jamás volvieron a hacer guerra a Israel (2 Samuel 8:11 Crónicas 18:1). Bien, si el periodo de 480 años que se da en 1 Reyes 6:1 como el lapso entre el éxodo hasta la erección del templo de Salomón el cuarto año de su reinado, se entiende como que cuenta, no de la salida de Egipto, sino de la llegada a Canaán, y el tiempo de la destrucción de aquellas naciones por Josué se calcula en 25 años , tendremos 451 años desde esta última fecha hasta la del final del reinado de David; y así el tiempo que tardó el Señor en dar plena posesión de la tierra a Israel y exterminar gradualmente los restos de gentiles que dejó Josué, fue "como por cuatrocientos y cincuenta años", como dice Pablo. Parece que el punto final de este periodo u oración no debe estar al terminar el Versículo 19, sino tras la palabra "años". Faltaba tanto como el lapso de tiempo entre la conquista final de los filisteos y el término del reinado de David, del cual no tenemos cómputo alguno en el Antiguo Testamento. Esteban, lo mismo que Pablo, calculaba la subyugación de los cananeos todavía en progreso hasta el tiempo de David, pues se refiere a ellos así: "los gentiles que Dios echó de la presencia de nuestros padres hasta los días de David" (Capítulo 7:45).

     La expresión que sigue: "Y después dióles jueces hasta el profeta Samuel", no se puede entender que les diera jueces después de los 450 años, ya que este periodo abarca todo el tiempo de los jueces junto con los dos reinados de Saúl y David. Las palabras del Versículo 20: "Y después", pueden entenderse como refiriéndose a los eventos de ese periodo comprendido en las cifras dadas. El último de esos sucesos fue la destrucción de las siete naciones, es decir, romper Josué su potencia nacional, y cierto es que después de esto les dio jueces, pues en este punto, según el libro de Jueces, principiaron a tener autoridad estos gobernantes.

     La duración del reinado de Saúl no se da en el Antiguo Testamento; luego Pablo debe haber conocido que fue de 40 años por alguna fuente extrabíblica que se conocía en su tiempo.

     Las palabras: "He hallado a David, hijo de Isar, varón conforme a mi corazón, el cual hará todo lo que yo quiero", expresan algo tomado del Salmo 89:20, "Hallé a David mi siervo"; y de 1 Samuel 13:14"Jehová se ha buscado varón según su corazón, el cual Jehová ha mandado que sea capitán sobre su pueblo". Estas razones no se refieren a la vida entera de David, en la que hubo cosas no conformes al corazón de Dios, pero son alusivas al carácter de David cuando fue escogido para sucesor de Saúl; iba a cumplir toda la voluntad de Dios en aquellos detalles en que Saúl había fracasado.

     Casi todos los comentarios se han fijado en la similitud entre esta introducción y una porción de la de Esteban (Capítulo 7:36-45), de la que Pablo fue oyente. La similitud consiste únicamente en el hecho de que ambos oradores utilizaron la liberación de la servidumbre de Egipto, pero los detalles que mencionan son casi totalmente diferentes y hacen la referencia con propósitos del todo diversos —el de Pablo fue introducir favorablemente su tema; el de Esteban fue juntar en un lío los delitos en la historia de los padres, con los que se proponía fustigar la conciencia de los hijos que inicuamente imitaban a los padres resistiendo al Espíritu Santo.

b) Jesús predicado como Salvador. 

Hechos 13:23-29

La Proposición. 

Hechos 13:23-24

     Versículos 23 y 24. Al llegar al nombre de David en su boceto introductorio, pasa Pablo inmediatamente de este nombre a su tema principal, la aparición y la obra del prometido Hijo de David. (23) “De la simiente de éste, Dios, conforme a la promesa, levantó a Jesús por Salvador a Israel; (24) predicando Juan delante de la faz de su venida el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.” Con esta breve oración, hábilmente introduce a Jesús como el prometido Hijo de David que iba a librar a Israel (Salmo 89:19-37), y también especifica el tiempo de su advenimiento público, de acuerdo con los relatos del evangelio, no en el tiempo de su nacimiento sino en aquél en que Dios "lo levantó por Salvador a Israel".

Testimonio de Juan. 

Hechos 13:25

      Versículo 25. Habiendo señalado el final del ministerio de Juan como el tiempo en que Jesús fue levantado por Salvador a Israel, el orador introduce enseguida el testimonio directo que fue dado por Juan sobre este punto. (25) “Mas como Juan cumpliese su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy él; más he aquí, viene tras mí uno cuyo calzado de los pies no soy digno de desatar.” Esta cita de Juan no se da textualmente de ninguno de los Evangelios; aunque con mucha frecuencia y en variada forma corregía la idea que principiaba a prevalecer entre el pueblo de que él era el Cristo. Tal como la usa Pablo, el objeto de esta cita es que Juan daba testimonio formal de uno que venía tras él tanto más elevado que él mismo que merecía que le rindiese servicio tan humilde como el de desatar sus sandalias. ¿Y quién podía ser éste sino el Cristo, el Hijo de David? Para sus oyentes ninguna otra conclusión podría aparecer posible, y así las palabras de Juan probaban ambas afirmaciones contenidas en la proposición que Pablo había anunciado: Primero, que el Salvador había aparecido; segundo, que apareció luego de haber predicado Juan el arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Hay alta probabilidad de que esta misma predicación de Juan fuese cosa familiar para los oyentes de Pablo, a consecuencia de visitas que algunos de ellos hayan hecho a las fiestas en Jerusalén, donde habrían oído de ello, y por consecuencia no tuvo ocasión de recalcarlo. 

c)  Profecías cumplidas en la muerte de Jesús. 

Hechos 13:26-29 

     Versículo 23. En este punto de su discurso, quizá movido por alguna expresión favorable en los rostros de sus oyentes, o quizá por una falta de atención de parte de ellos, el orador interrumpe momentáneamente el curso de su argumento, y con vehemencia espolea el interés personal de sus oyentes en los asuntos de que está hablando. (26) “Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salud.” Pero no fue su impetuosidad tanta que le hiciera olvidar las pruebas convincentes y persuasivas que todavía tenía que presentar por lo que rápidamente avanza a una declaración más plena de su argumento.

     Versículos 27 – 29. Tras el aserto de que el mesiazgo de Jesús quedaba probado con el testimonio de Juan, le incumbía al orador explicar el hecho singular de que los judíos de Jerusalén le habían dado muerte como impostor. Si hubiera procedido a declarar tal hecho sin atenua­ción, habría parecido a sus oyentes como prueba de que Jesús no podía ser el Cristo. En consecuencia, lo presenta de tal modo que, no sólo le protege contra tal objeción, sino que aduce evidencia adicional. (27) “Porque los que habitaban en Jerusalén, y sus príncipes, no conociendo a éste y las voces de los profetas que se leen todos los sábados, condenándolo las cumplieron. (28) Y sin hallar en él causa de muerte, pidieron a Pilato que le matasen. (29) Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.” Tal presentación del caso hizo aparecer que los judíos de Jerusalén lo habían condenado y muerto porque no lo conocieron; que su desconocimiento fue resultado de su ignorancia de lo que los profetas habían dicho concerniente al Cristo, y que tanto en su condenación como en los detalles de su crucifixión, cumplieron lo que referente a él habían escrito los profetas. Pablo sin duda citó aquí algunas de esas profecías con el fin de que sus oyentes pudieran ver lo correcto de sus aserciones, aunque Lucas por brevedad las omita. Así la crucifixión de Jesús, que como hecho desnudo fuera considerada por cualquier judío del mundo a primera vista como evidencia de que no era el Mesías, fue trocada en argumento incontestable en su favor, y al mismo tiempo se corregía el concepto falso que del mesiazgo mismo tenían los judíos.

     En esta relación condensada de la muerte y sepelio de Jesús, al mencionar que lo quitaron del madero sin haber hecho previa mención de haber sido colgado en él, da a entender que, o ya era familiar el hecho de la crucifixión a los oyentes de Pablo, o por abreviar Lucas omitió mucho de lo que Pablo dijo. Esta es la explicación más probable, pues por todo el discurso habla Pablo como si sus oyentes ignoraran los hechos concernientes a Jesús. No hace distinción entre los que lo condenaron y los que lo bajaron y sepultaron, por la obvia razón de estar hablando de lo que hicieron "los que habi­taban en Jerusalén y sus príncipes", y esta expresión abarca a José y Nicodemo que lo enterraron. "Madero" (árbol) llama a la cruz, como lo hace Pedro (Hechos 5:30; 10:39; 1 Pedro 2:24), por la razón probable de ser el pie derecho de la cruz hecho toscamente del tronco de un arbolito. Entonces no se usaban maderas aserradas, y no es fácil que los soldados se pusieran a labrar uno por las apariencias. 

d) La resurrección de Jesús. 

Hechos 13:30-37 

     Versículos 30 – 33. Enseguida presenta el orador el hecho culminante de la evidencia evangélica, y no omite conectarlo con las predicciones del Antiguo Testamento, de tal modo que hace que sus oyentes judíos estén más dispuestos a recibirlo. (30) “Mas Dios le levantó de los muertos. (31) Y él fue visto por muchos días de los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales son sus testigos al pueblo. (32) Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa que fue hecha a los padres, (33) la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús: como también en el salmo segundo está escrito: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy.” Que se había cumplido la antigua promesa a los padres: "En ti y en tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra", era la buena nueva para estos judíos, según la índole del caso, pero que se cumplió en la resurrección de Jesús de los muertos era idea nueva para ellos, y que en las palabras del salmo segundo, "Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy", se había cumplido, era para ellos algo nuevo y asombroso. Era menester probar ambas proposiciones. Casi es posible que Pablo hubiera expresado con tal brevedad como está aquí el testimonio de los que la vieron, ya que es el hecho capital de todo el sermón, y se necesitaba la más amplia verificación para sus oyentes. Sin duda dio plenamente el testimonio original, pero parece que omitió el suyo. Esto fue cuestión de prudencia, ya que se dirigía a extraños. Estarían más listos para creer lo que decía de otros que lo propio, porque haciendo así no pare­cería le moviese interés propio.

     Las palabras "Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy", naturalmente a primera vista se referirían al nacimiento de la persona a quien se habla, pero aquí se aplican a la resurrección de Jesús. En otras instancias en que ocurren en el Nuevo Testamento se aplican de la misma manera. En Hebreos 5:5 se dice: " Así también Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose Pontífice, mas él que le dijo: "Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy". Así como no fue sacerdote sino hasta después de muerto como víctima, y se preparó para entrar al cielo con su propia sangre, es claro que estas palabras se refieren al haber sido engendrado de entre los muertos. En Hebreos 1:5 se aduce como evidencia de que fue superior a los ángeles la pregunta: “¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, hoy Yo te he engendrado?”, y no pudo por tanto referirse al nacimiento que lo hizo "poco menor que los ángeles" (Hebreos 2:7). El contexto del salmo sostiene también tal aplicación, pues las palabras no se dirigen a un bebé inconsciente nacido al mundo ese día, sino a ser inteligente"Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi Hijo eres tú; Yo te engendré hoy". El salmo segundo entero, de donde se toma la cita, es evidentemente mesiánico, pues nada de él se puede aplicar a otro alguno que al Cristo.

     Versículos 34 – 37. Ahora Pablo añade al testimonio de los que lo vieron resucitado, una prueba aun más formal de que tal era el propósito de Dios referente al Cristo. (34) “Y que se levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, así lo dijo: Os daré las misericordias de David. (35) Por eso dice también en otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción. (36) Porque eso dice a la verdad David, habiendo servido en su edad a la voluntad de Dios, durmió y fue juntado a sus padres, y vio corrupción. (37) Más aquél que Dios levantó, no vio corrupción.” La cita: " Os daré las misericordias fieles de David", se tomó de Isaías 55:3, y el contexto muestra que tiene referencia a aquél de quien se prometió que Dios lo levantaría para sentarlo en el trono de David. Pablo pone en tiempo pasado el cumplimiento de esta promesa, porque sus oyentes creían en las profecías y concedían que todas se habrían de cumplir a su tiempo. Si probaba —como lo hizo— que Jesús se había levantado de los muertos, de buena gana accederían a que en esto la predicción se cumplió.

     El lector al momento reconocerá la predicción que sigue, citada (Versículo 35) como la de Pedro en la primera división de su sermón en Pentecostés, y el argumento basado en ella en los dos versículos siguientes, como la misma que Pedro usó en aquella ocasión. Quizá en todo el Antiguo Testamento no haya pasaje que contenga predicción más explícita de la resurrección del Cristo que éste; y por esta razón llegó a ser texto favorito de prueba entre los primeros predicadores. Acusar a Pablo de plagio indecoroso de lo de Pedro, o a Lucas de falsedad al poner en boca de Pablo un argumento que éste no se atrevería a copiar, como alguien lo ha dicho, es un absurdo, pues si dos personas alegan por la verdad de una misma proposición, ¿cómo es posible que tengan éxito en ello si no emplean ambas las evidencias que la sostienen? Y sea cual fuere la índole de la proposición o el tema de ella, por la naturaleza del caso esas evidencias siempre serán las mismas.  

e)  Remisión de pecados proclamada en Jesús. 

Hechos 13:38-39

     Versículos 38 y 39. Establecido ya por evidencias mediación: (38) “Séaos pues notorio, varones hermanos, que por éste os es anunciada remisión de pecados. (39) Y de todo lo que por la Ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en éste es justificado todo aquél que creyere.” En esto Pablo va con Juan Bautista, con Jesús mismo y con Pedro al presentar la remisión de pecados como la bendición singular que se ha de gozar en Cristo. La traducción que aquí tenemos "por éste" "por la ley" quizá se entienda mal, más fiel al original seria decir: "en éste ""en la ley", literalmente como esfera en que el perdón se halla y el instrumento que lo trae. La idea es que el creyente que está "en Cristo", expresión característica de Pablo, es él justificado en el sentido de gozar de la remisión de los pecados (Versículo 38), bendición que los que estaban en o bajo la ley no podrían gozar. Enseña él aquí referente a la ley lo que tan abundantemente enseñó después en sus epístolas, que en aquella ley no había remisión de pecados, y que la promesa de perdón que se había hecho a los que ofrecían sacrificios de la ley dependía para su cumplimiento del derramamiento subsiguiente de la sangre de Cristo (Hebreos 10:1-4; 9:15). Los beneficios de la ley judaica se extendían únicamente a los que habían sido nacidos, o sea propiamente iniciados, en aquel grupo de gentes a quienes la ley fue dada; y precisamente así, la remisión de pecados se proclama aquí al creyente que esté "en Cristo", y como habremos de saberlo por otra expresión característica de Pablo, el creyente es "bautizado en Cristo", bautizado en su cuerpo (Romanos 6:3Gálatas 3:271 Corintios 12:13). Así la conexión entre la remisión de pecados y el bautismo, tan claramente expuesta en el primer discurso de Pedro (Capítulo 2:38) se significa aquí en este primer discurso que se nos informa de Pablo. La razón de que no instara sus oyentes como Pedro lo hizo, a arrepentirse y bautizarse para poder estar en Cristo y gozar de la remisión de pecados, fue que como más adelante lo veremos, comprendió él que no estaban preparados para tal exhortación.

f)  Una advertencia. 

Hechos 13:40-41

     Versículos 40 y 41. El anuncio con que terminó la división precedente del discurso fue de lo más importante para los oyentes de Pablo, pues era una detracción de la ley de Moisés, y tal aseveración siempre sonaba mal en oídos judíos. La misma cosa por inferencia había dicho Pedro cuando expresó ante el Sinedrio que "no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Capítulo 4:12). Lo que se sobreentiende en la alocución de Pedro está osadamente expresado en la de Pablo. Sin duda tras lo que dijo aquí descubrió una expresión desfavorable en los rostros de sus oyentes judíos, pues de otro modo orador tan alerta no citaría lo que está dicho en los profetas. (41) “Mirad, oh menospreciadores, y entonteceos y desvaneceos; porque yo obro una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare.” La cita llevaba el propósito de amonestarlos que no rechazaran las buenas nuevas que les predicaba, y mostrarles que al hacer así se identificarían con la clase a quienes tenían referencia tan terribles palabras del profeta. La expresión "si alguien os la contare" denota que su declaración contendría tal evidencia que hiciera inexcusable el rechazarla. Son palabras citadas de Habacuc 1:5, según la versión Septuaginta, y el contexto que ahí se ve muestra que la referencia fue a la destrucción que amenazaba a manos de los caldeos. Pablo las aplica a la amenaza de destrucción sobre todos los que rechazaban el evangelio, pues en esto es donde tales palabras tienen otro cumplimiento.

 

Hechos 13:42 a 14:7. Impacto del sermón en Antioquía. Acontecimientos en Iconio.

 


 

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