Conmovedor y elocuente testimonio de Angélica acerca de sus experiencias
decepcionantes
en el pentecostalismo.
Dos extractos
“Ministros corruptos. En todas las denominaciones los hay, no solo los pentecosteses, pero los más ignorantes de las Escrituras, créanme, son los pentecosteses. No se guían por nada que dice la Biblia; se guían por el "yo siento en mi corazón".
“Lamentablemente, desperdicie quince años de mi vida en ese caminar, siendo engañada varias veces, por pastores voraces, que lo único que querían de mi era mi dinero, o mi cuerpo, pero todo esto pasa porque lo permitimos, porque somos ignorantes, somos flojos, nos gusta que vengan a decirnos lo que tenemos que hacer para echarle la culpa a alguien de nuestra desgracia.”
Su testimonio
“Hola, que
tal, mi nombre es Angélica. Soy de la ciudad de México. He conocido del
Señor Jesucristo desde hace 20 años. Cuento con 34 años al día de hoy.
Cristiana por convicción, nacida en el Pentecostalismo, nunca de acuerdo con
él. Desde los 14 años empecé a asistir a una congregación en la ciudad de
Tampico, Tamps., ya que mi hermana en la carne se "proclamó" pastora de un
pequeño Templo Evangélico, y desde ahí no me gustó el asunto: mucho grito,
mucho llanto, y poco cambio verdadero en las vidas. Esperaba, al final de
cada reunión, un milagro que, al decir de ella, iba a ser mi vida diferente
de un momento a otro. Tal cosa nunca pasó.
Asistí a dos campañas de Yiye Avila, y volvimos a lo mismo: llantos, gritos,
y nada.
Después de varios años de sentirme frustrada y desilusionada, de haber leído
cuanta literatura caía en mis manos, de escuchar cuanto casete (en ese
tiempo no había CD´s) salía al mercado "cristiano", solo me confundía más.
Ni siquiera sabía que era ser "cristiano". Nunca se me dio un discipulado,
solo predicaciones en las que se hablaba del poder de Dios, el cual nunca
sentía en mi vida, incluso se me obligó a hablar en lenguas, para que se
demostrara que ya era bautizada en el Espíritu... pero por dentro estaba
igual; solo imité a una hermana que había oído en una predicación. No sabía
ni lo que estaba diciendo, pero era muy grande la presión para que hablara
en "lenguas". Todo ese engaño, todo ese sentimentalismo que sentía en las
reuniones, se esfumaba apenas llegaba a mi casa, me volvía a sentir igual de
deprimida y vacía por dentro, pensando que era la peor persona del mundo
porque no cambiaba, porque por dentro seguía siendo exactamente igual, o
peor, ya que las hermanitas tenían la costumbre de criticar y satanizar a
cualquier mujer que osara entrar en el "santo templo" con pantalón (aunque
no fuera entallado), con pelo corto o con algo de maquillaje, y pues, me uní
a ellas en la "crítica santa" de estas mujeres. Ahora que veo para atrás,
era necesario pasar por todo esto, para conocer la Verdad, para conocer al
Cristo resucitado, para poder dar testimonio con mi vida de que Dios existe,
y no con gritos, ni llantos, ni dejándome caer para que crean que soy más
"espiritual", sino con una convicción interna, que se traspasa a lo externo
de quien soy, cual es mi lugar en el Cuerpo de Cristo, en la Iglesia del
Señor, sin satanizar, ni proteger a los ministros corruptos. En todas las
denominaciones los hay, no solo los pentecosteses, pero los más ignorantes
de las Escrituras, créanme, son los pentecosteses. No se guían por nada que
dice la Biblia; se guían por el "yo siento en mi corazón", pero ¿no dice la
palabra que: Engañoso es el corazón? ¿En dónde dice que debemos dejarnos
guiar por lo que sintamos en nuestro corazón? ¿Acaso no se nos exhorta a
escudriñar la Escritura? ¿A entregarle nuestro corazón a Dios, para que Él
lo purifique? Y entregarlo no es solo decir: recibe mi corazón, no,
entregarlo es morir al “Yo” cada día; es crucificar nuestra carne en la
Cruz, dejar de vivir, para que Cristo viva en nosotros. No vivir pensando en
si estar bien o mal lo que hago, porque no tenemos suficiente información de
lo correcto o lo incorrecto, dejándonos llevar por doctrinas falsas y
carentes de Palabra de Vida.
Lamentablemente, desperdicie quince años de mi vida en ese caminar, siendo
engañada varias veces, por pastores voraces, que lo único que querían de mi
era mi dinero, o mi cuerpo, pero todo esto pasa porque lo permitimos, porque
somos ignorantes, somos flojos, nos gusta que vengan a decirnos lo que
tenemos que hacer para echarle la culpa a alguien de nuestra desgracia. No
somos capaces de sentarnos una hora diaria a leer la Biblia, no como una
obligación, sino como una disciplina en la cual recibiremos algo nuevo cada
día, discernir la verdad de lo falso, dejar de estarle preguntando al
hermanito si estamos bien o mal, apartarnos tiempo para nosotros mismos con
Dios, para que Él nos diga si estamos bien o mal. Tenemos sentido común,
dado por Dios. Ese mismo sentido nos indica cuando estamos equivocados,
cuando estamos torciendo nuestros caminos, pero la sed de poder, por nuestra
autoestima tan baja, es la que nos hace caer en los excesos, tales como los
de Benny Hinn, Yiye Avila,
y tantos otros, que se separan de la denominación en donde empezaron, para
tener su propio "ministerio", que no lo hacen por otra cosa, sino para tapar
sus sinvergüenzas, sus vidas a todo lujo, cuando muchos de sus simpatizantes
viven en la pobreza extrema, porque es un hecho comprobado que da más el que
menos tiene.
Para todos los defensores de este tipo de personas: no se engañen, ni Yiye
ni nadie de ellos les importa su opinión; ustedes siguen siendo peones en
su juego. Ni tampoco se crean más santos o cerca de Dios, porque defienden
a este tipo de lobos rapaces, que se hacen ricos a sus costillas, porque
siempre, siempre va a haber un tonto a quien engañar, manejar o manipular.
Si creen que estoy juzgando, como gusten, solo estoy diciendo la verdad que
muchos temen decir por temor al "castigo divino". Créanme, ya pasé por eso.
Gracias a Dios, existen personas como el Hermano Homero, que estudian,
escudriñan, disciernen, tienen sentido común, para llamarle a las cosas por
su nombre, sin caer en fanatismos ni religiosidades.” Angélica
Derechos reservados. Permiso concedido para hacer una copia, o múltiples copias pero ninguna para la venta.