Comentario sobre la
epístola de Pablo a los

COLOSENSES  

Luís Alejandro Zepeda Mir
Iglesia de Cristo de Santiago Norte
Avenida Inglaterra No. 1501 (con Marurí) – Independencia
Santiago, Chile

 

Parte 6  

CRISTO TIENE LA PREEMINENCIA EN LAS RELACIONES DE LA VIDA  

COLOSENSES 3.18-20.

Seguimos con la parte práctica de esta carta y Pablo comienza abordar el tema de las relaciones personales en nuestra vida. Y Pablo nos dice que Cristo debe tener la preeminencia, el primer lugar entre la relación ESPOSO-ESPOSA, PADRES-HIJOS, AMOS-SIERVOS y CRISTIANO-MUNDANO. En todas nuestras relaciones debemos honrar a Cristo y hacerlo para él. Necesitamos reconocer la PREEMINENCIA de Cristo en el hogar, la fábrica, el mercado, el taller, la oficina, el colegio, la diversión y EN TODO. El exige ser nuestra VIDA. Esto da gloria a actividades que de otra manera pierden su importancia entre los muchos quehaceres de la vida.  El cristiano lo hace TODO PARA CRISTO. El culto no es meramente una reunión a la cual asistimos, sino que es la vida que vivimos (Romanos 12.1).

A.  LA CASADA QUE AGRADA A CRISTO (3.18).

Y él comienza diciéndonos: “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor”.  

Dios tiene un mensaje para todos, pero en esta ocasión dice: ¡CASADAS, ESPOSAS ESCUCHEN MI MENSAJE, ESCUCHEN MI VOLUNTAD PARA USTEDES!. Dios quiere enseñarles a las casadas a cumplir su voluntad, ¿Qué tienen que hacer las casadas para agradar a Dios? SUJETARSE, SOMETERSE A SUS MARIDOS, ¿Difícil cumplir esto hermanas? ¿Qué me dicen ustedes?

La palabra griega hupotasso , que se usa para dar la idea de sujeción, es la misma que se usa para describir la responsabilidad de la esposa para con el esposo (Efesios 5.22, 24; Colosenses 3.18; Tito 2.5; 1 Pedro 3.1, 5). Se compone de dos palabras: hupo (“bajo”) y tasso (“disponer”), significa: “ser subordinado, ser sometido, someterse“. Al esposo no se le manda específicamente a sometérsele a la esposa, pero a la mujer sí se le manda específicamente a sometérsele a su esposo. Aunque hemos de someternos unos a otros (Efesios 5.21; 1 Corintios 16.16), el mandamiento de Dios, de someternos unos a otros, no nos releva de nuestra obligación de someternos a los que tienen legítima autoridad sobre nosotros.

Si un cristiano es esclavo, él debe someterse a su amo. El ciudadano debe someterse al gobierno, y el joven al anciano, pero no a la inversa en el mismo sentido de sumisión. Lo mismo se puede decir de la relación entre el esposo y la esposa: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo (Efesios 5.22–24).

“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor (Colosenses 3.18).

“Las ancianas asimismo… que enseñen a las mujeres jóvenes,… a ser… sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2.3–5).

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos;…  (1 Pedro 3.1).

Así como el hecho de que sea cristiano, no le da el derecho a un esclavo, de rebelarse en contra de su amo; ni a un ciudadano, el de rebelarse en contra del gobierno; ni a los jóvenes, el de rebelarse en contra de los ancianos; ni a la esposa cristiana, el de rebelarse en contra de su esposo. Solamente si los que están en autoridad, dentro de estos órdenes, toman decisiones que son contrarias a la voluntad de Dios, tendrá uno buenas razones para desobedecer a la autoridad humana (Hechos 5.29).

La esposa debe someterse a su esposo porque Dios hizo a éste para que fuera cabeza de ella (1 Corintios 11.3; Efesios 5.23). La palabra que se traduce como “cabeza”, del griego cefale , tiene varios significados.

1) La cabeza es la parte del cuerpo que domina al resto de éste (Mateo 5.36; 6.17; 8.20; 10.30).

2) La cabeza es una posición prominente con la cual el resto del cuerpo se alinea, tal como una piedra angular funciona en relación con el resto de un edificio (Mateo 21.42; Marcos 12.10; Lucas 20.17; Hechos 4.11; 1 Pedro 2.7).

3)  Los que se encuentran bajo la autoridad de la cabeza son responsables de dar cuenta a ésta. Dios es la cabeza de Cristo, y Cristo es la cabeza del hombre. Cristo también es la cabeza de la iglesia (Efesios 1.22; 4.15; 5.23; Colosenses 1.18) y la cabeza de todas las autoridades (Colosenses 2.10).

4) El hombre es responsable de ejercer liderazgo como cabeza de la mujer en la relación del esposo con la esposa (1 Corintios 11.3;Efesios 5.23).

El que es la “cabeza” tiene la responsabilidad de ser autoridad. La respuesta correcta a esta autoridad es la sumisión voluntaria. Jesús no fue denigrado, sino exaltado, al obedecer humildemente a su cabeza, el Padre (Filipenses 2.5–11), y a sus padres (Lucas 2.51) . La sumisión voluntaria no degrada, sino más bien alaba, a los que de buena gana, y de corazón, responden a los que tienen autoridad sobre ellos.

La esposa no se rebaja a un estatus inferior por ser sumisa a su esposo. Más bien, a través de la sumisión, ella despliega su noble carácter tal como Sara y otras mujeres piadosas lo hicieron en los tiempos bíblicos: “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos” (1 Pedro 3.5).

Aunque a la esposa de nuestros días se le exige que se someta a su esposo si este es cristiano, ella debe someterse aun si no lo es (1 Pedro 3.1–2). El propósito de esta sumisión no es sólo ganarlo para Cristo mediante su comportamiento respetuoso, sino también, está el propósito de obedecer un mandamiento de Dios  (1 Pedro 3.5–6).

EL RESPETO

Pablo escribió: “… y la mujer respete a su marido” (Efesios 5.33b). La palabra “respeto” es como se traduce el vocablo griego phobatai , el cual significa “temor” (Mateo 2.22; 14.5, 30; 17.6) y “temor respetuoso” (Hechos 10.2, 35; 13.16, 26; 1 Pedro 2.17). La esposa debe mostrarle respeto a su esposo como líder que es éste de la relación. Si ella no atinara a hacerlo, estaría errando de igual modo que la iglesia estaría errando si no respetara a Jesús en su papel de líder de la relación con la iglesia (Efesios 5.24).

Se menciona a Sara como ejemplo de la clase de respeto que la esposa le debe tener a su marido. Ella no sólo obedeció a Abraham, sino que también le llamó “señor” (1 Pedro 3.6; Génesis 18.12). Si el significado de la palabra “señor” hubiera sido tan sólo el de una formalidad para dirigirse a Abraham, ello no hubiera sido indicio de un corazón dispuesto a responder con obediencia respetuosa. Lo que se debe entender es que ella obedecía a Abraham porque ella lo honraba como “señor”, no en el sentido divino de la palabra “Señor”, sino en el sentido humano de uno que tiene autoridad.

Algunas personas han llegado a la conclusión de que el comportamiento de Sara obedecía a la cultura de ella, así como también les parece que las instrucciones de Pedro, acerca del atavío de las mujeres, obedecían a la cultura (1 Pedro 3.3–5). Tal conclusión revela un concepto erróneo de la aseveración.

Podemos decir que en el hogar NO puede haber dos cabezas. Muchas mujeres son más inteligentes que sus maridos, pero aun las más inteligentes deben estar sujetas a sus maridos. "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2.18). La esposa que no acepta ser una "ayuda idónea" para su marido se rebela contra Dios. Esta ayuda incluye el apoyo, la aceptación, la admiración, la lealtad. Le ayuda en todo, en lo material y en lo espiritual. Cuando el marido está desanimado y desconfía de sí, ella le anima y le dice "Tú lo puedes hacer; yo sé que puedes, pues tengo mucha confianza en ti". Ella comparte los triunfos y las aflicciones, la alegría y la tristeza de su marido. Está sujeta al marido porque para ella él es el más importante hombre en el vasto mundo , más importante que la familia de ella (su padre, sus hermanos). Significa que ella está conforme con su empleo y su sueldo, sin quejarse ni empujarlo a que sea como otros.

Proverbios 31.10-31 describe la mujer virtuosa . "El corazón de su marido está en ella confiado... Le da ella bien y no mal todos los días de su vida ... Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba".

En lugar de quejarse, la fiel esposa anima a su marido, le ayuda y le dice (y le muestra) que tiene mucho aprecio por él. No lo desprecia, sino que es siempre amable y cariñosa. "Las ancianas... enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa (hacendosas en el hogar, LBLA), buenas (amables, LBLA), sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada" (Tito 2.3-5).   La mujer que está sujeta a su marido y da pruebas de que  ama a su hogar. Prepara la comida con diligencia para que sea sabrosa. Lava y plancha la ropa y no descuida el aseo. Además, por lo mucho que trabaje no descuida su persona. Y debe ser feliz. Si ella acepta el papel que Dios le dio como ayuda idónea, como esposa y madre, como ama de casa, será mujer feliz. Tiene que resistir la tentación de siempre estar durmiendo, leyendo revistas, viendo la televisión, o pasando largos ratos hablando por teléfono, etc. Como el marido tiene que dedicarse a su trabajo, así también ella. Aunque le guste la costura y quiera hacer vestidos bonitos, no puede dedicarse a la costura cuando debe estar lavando y planchando ropa o cuando debe estar en la cocina preparando la comida o lavando platos.

La casa que Dios nos ha dado es nuestro palacio, nuestro castillo. El hombre debe trabajar todo el día, ganándose la vida con el sudor de su rostro y luego regresar a su reina en su palacio bien aseado y arreglado. Después de bañarse debe disfrutar de una cena sabrosa preparada con mucho amor, y gozar de una conversación placentera con su familia que lo aprecia. Pero muchas veces lo que pasa es que el hombre llega del trabajo y su esposa inmediatamente comienza a contarle todos los problemas del día, o le recuerda de lo que él debe hacer en la casa.

También debemos reconocer uno de los peligros más grandes para la esposa, este es el trabajo fuera de la casa, asociándose a diario con hombres, y estando sujeta al patrón o mayordomo. En este arreglo tiene que estar sujeta a dos "patrones". Pero es decisión de cada cual abordar este tema como permitido o no.

La sujeción de la mujer es parte integral del orden de Dios para el hogar, y el hogar que no respeta el orden divino está fuera de orden ; en tal hogar hay desorden. Es importante que la mujer aprenda esta en­señanza antes de casarse. No debe casarse con algún hombre a quién no pueda suje­tarse, porque después de casarse, es muy tarde para decidir que no puede vivir en sujeción al marido.

La sujeción de las casadas a sus maridos es “ lo que conviene en el Señor” . La mujer debe es­tar sujeta porque el Señor lo requiere. Debe pensar en lo que El quiere, y suje­tarse a su marido para cumplir con la voluntad del Señor. Ella tiene que obedecer al Señor primero, antes que al marido. ¡Qué bendi­ción tan grande cuando la voluntad del marido coincide con la del Señor! Y ¡qué fácil es que la mujer cristiana se sujete a tal marido! Las casadas deben sujetarse a sus maridos para que éstos las amen; y los maridos deben amar a sus mujeres, para que éstas se sujeten a ellos. De la misma manera las hermanas deben reconocer la autoridad de sus maridos. La hermana que reconoce que Cristo es la cabeza de la iglesia debe entender también que el marido es la cabeza de la familia. Esto significa que ella no debe tomar las riendas para dirigir la familia . Hay hermanas que pueden ver claramente que la insubordinación a Cristo es pecado, pero no pueden ver que la insubordinación de la mujer a su marido es pecado, pero la mujer que no está su­jeta a su marido tampoco está sujeta a Cristo.

Hay mujeres que tienen más edu­cación formal que sus maridos, y aun pueden ga­nar más dinero que sus maridos. Pero esto no les da el derecho de cambiar el orden de Dios. La mujer muy educada y de grandes capacidades debe usar su inteligencia casándose con algún hombre a quien pueda respetar como su cabeza. Porque no es nada inteligente la mujer que no acepte el pa­pel de la mujer asignado por Dios.  "Porque el varón no procede de la mu­jer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón" (1 Corintios 11.8, 9). Este texto recalca el propósito de Dios al crear a la mujer para ser una "ayuda idónea" para el hombre (Génesis 2.18). Ella, como ayuda idónea, debe identificarse con su marido en todo. Debe estar siempre muy interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo as­pecto de su vida, para apoyarle y ayudarle. Debe servir siempre de aliento, y nunca de estorbo.

Lamentablemente, hay muchas es­posas que buscan sus propios intereses , en lugar de apoyar a sus maridos. Se intere­san en su propia carrera. Dicen que no hallan satisfacción y cumplimiento per­sonal en su papel doméstico. Aunque tales mujeres tengan hijos, los dejan al cuidado de otros, para seguir su propia carrera y sus propios intereses. Así rechazan el arreglo de Dios, y también destruyen la fe­licidad tanto para sí mismas como para su familia.

¿Está sujeta a su marido la mujer rencillosa? " Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa" (Proverbios 21.9). Algunas mujeres se quejan del trabajo, de la pobreza, de la discriminación, de la enfermedad, del tiempo y sobre todo, del marido y, por esta causa, aunque él esté expuesto a los truenos, relámpagos, lluvias, y vientos fuertes, prefiere estar en el terrado que tener que escuchar a una mujer rencillosa. "Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda" (Proverbios 21.19); "Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha" (Proverbios 27.15, 16).  Una mujer rencillosa que siempre vive de mal humor, enojada, frustrada, e intranquila es como la "gotera continua" que vuelve loco al marido. Si está en la sala se moja; si está en la cocina se moja; si se acuesta en su cama, se moja. No puede escapar de la "gotera continua" y, de la misma manera, no puede escapar de la mujer rencillosa e iracunda. A tal mujer no se le puede complacer, sino que todo le enfurece. Se queja de todo. Sin cesar regaña a su marido y a sus hijos. Si los parientes o vecinos son rencillosos, uno puede dejarlos, volver a casa y se acaba el problema, pero si el mal está en el hogar mismo , ¿a dónde puede el hombre huir? (Muchísimos hombres sí huyen, corriendo a la cantina o a los brazos de otra mujer).

Por tanto, hay una rica enseñanza de parte de Dios para las mujeres, DEBEN SOMETERSE A SUS MARIDOS, RESPETANDO SUS DECISIONES, APOYÁNDOLOS Y NO CRITICÁNDOLOS, Y COLABORANDO EN TODO PARA QUE EL HOGAR, SEA UN HOGAR ESPIRITUAL Y NO UN CAMPO DE BATALLA CON CRITICAS Y DESCALIFICACIONES.

 

B.  EL MARIDO QUE AGRADA A CRISTO (3.19).

Y Pablo continua diciéndonos: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”.  

Ahora Dios tiene un mensaje es para los maridos, ¡MARIDOS AMEN A SUS ESPOSAS, SEAN DELICADOS CON ELLAS!

La mujer fue creada para ser una compañera ("ayuda idónea") para el hombre y, por eso, él debe amarla. ¿Cómo muestra el marido su amor por su esposa?

(1) Siempre debe ser amoroso, cariñoso y bondadoso hacia ella.

(2) Debe conversar con ella. Si está muy ocupado, debe apartar tiempo para conversar con ella para saber sus pensamientos, deseos, problemas, inquietudes, etc. Deben conversar acerca de los hijos. Deben orar juntos.

(3)Debe estar muy atento cuando ella está enferma (o embarazada), y debe ayudarla e insistir en que los hijos le ayuden y le obedezcan.

(4)Debe buscar relaciones buenas con los suegros y otros familiares de ella.

(5) Si tiene una cuenta bancaria, debe tenerla en común con ella. ¿Puede la mujer hablar de "nuestros" hijos? ¿Puede hablar de "nuestra casa"? Entonces, también puede hablar de "nuestro dinero". A veces el hombre dice "YO trabajé. YO he ganado este dinero con el sudor de mi frente". Sí, es cierto, pero durante el tiempo que el hombre ganaba ese sueldo, ¿andaba la mujer de vacaciones? ¿ Cuánto recibía (y quién le pagó) por cocinar, lavar y planchar ropa, asear la casa, cuidar a los niños y docenas de otras tareas que a diario tienen que hacerse? Sin lugar a dudas, es justo que ella esté enterada de los ingresos como también de los gastos (incluso las deudas).

(6) No está desligado de sus responsabilidades en el hogar. El marido cristiano no entrega las riendas a la esposa para que ella se encargue de dirigir las finanzas de la familia. Esto no es un acto de amor, sino la abdicación de autoridad. La esposa comparte esta responsabilidad (1 Timoteo 5.14) y el marido debe considerarla, pero el marido es la cabeza. Hay gran cantidad de hombres que simplemente entregan el dinero a la esposa y con eso se lavan las manos de sus responsabilidades. Ella se encarga de la compra de la comida, la ropa, los muebles, etc., y no sólo de las compras y los pagos, sino de la disciplina de los hijos (si se disciplinan), como también de la asistencia a la iglesia (si es que asisten).

(7) No actúa como un dictador. Como existen muchos maridos desligados que no dirigen, también existen muchos maridos que están segurísimos de que en sus hogares nunca faltará el liderazgo, pues ellos lo controlan todo y a todos con puño de hierro.  Mandan y los demás callan. Hablan como si fueran infalibles. El marido dictador piensa que él es el patrón y quiere que todos lo recuerden. La mujer de tal marido sólo sabe decir bien sumisa, "Sí, mi amor" o "Sí,  Señor". Si él dice "salta", ella pregunta, "¿qué tan alto?" Estos no consideran a sus esposas, ni sus opiniones, anhelos o deseos y algunos aun prohíben o dan problemas para que sus esposas asistan a las actividades de la iglesia.  El marido cristiano no está desligado y que no es un cacique. El ama a su esposa y la trata bien. La considera en todo.

(8) Sirve a su familia. El marido debe proveer para su familia en todo sentido, física, espiritual y socialmente. El es el proveedor, él "provee para los suyos" (1 Timoteo 5.8), y si no lo hace, "ha negado la fe, y es peor que un incrédulo". Debe proveer alimento, abrigo, techo, edu­cación, dirección en asuntos de recreo y actividad social, y sobre todo, la dirección espiritual. También es el protector de su familia. Protege su familia del daño físico, y también del daño espiritual.

Esto significa que el liderazgo del marido requiere mucho más que el dar órdenes. Si él quiere ser grande en su familia, al mismo tiempo debe ser el siervo de su familia. " Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor" (Mateo 20.:25, 26). El marido que no quiere servir a su familia no tiene el derecho de mandarla. Jesús nuestro Señor y Maestro mostró la humildad de servir, lavando los pies a los apóstoles (Juan 13.4, 5). Los maridos que quieren ser caciques deben aprender esta lección. Deben bajarse de su pedestal y ensuciarse las manos, cambiando pañales, lavando platos y otros quehaceres para servir a su familia. Cada vez que el hombre diga "Yo soy la cabeza de esta familia" debería agregar inmediatamente, "Yo soy el siervo de esta familia".

Fijémonos, “Porque esto agrada al Señor”, Maridos escuchen esto, ¿Quieren agradar al Señor? ¡Amen a sus esposas y familias! ¡Ámenlos así como Cristo nos amo y se entrego por nosotros! Cuando el marido cumple con sus responsabilidades delante del Señor esta agradando, esta siendo grato delante de Dios. Así como Jesús busco siempre agradar y hacer la voluntad de Dios, como lo dijo, "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió" (Juan 4.24) , así también el esposo fiel a Cristo buscara en todo cumplir la voluntad de Dios.

En Efesios 5:25-31 Pablo dice, "Maridos, amad a vuestras mu­jeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne"

La mu­jer debe estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo. Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo tan perfecto! ¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (Romanos 5.6-8) ? Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a hacer sacri­ficios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera más amor tan sincero!

El esposo debe amar a su mujer con un amor sacrificial, dispuesto a todo por su amada, este esposo buscara santificar, ayudarla a cada día ser mejor a su esposa, la alentara a seguir adelante para que en ella no haya arruga o cosa semejante, él buscara sustentarla siempre, la cuidara y se entregara por ella como Cristo se entrego a la iglesia. Este es el verdadero amor del varón a su esposa en el matrimonio, ¡Maridos amen a sus mujeres, pero como Cristo nos ama a nosotros!

El amor del marido hacia su esposa debe ser expre­sado, primeramente en palabras, como también con el afecto, el cariño, la simpatía, el apoyo, el consuelo, y en la comprensión, la paciencia, y la consideración. Debe vivir con ella sabia­mente (1 Pedro 3.7).

Y el texto continua “ y no seáis ásperos con ellas” (3.19b) La palabra Pikraino en griego significa áspero, amargo. "Áspero... desapacible... rígido: genio áspero; riguroso". Ser ásperos quiere decir "Mal humorados y provocativos. Muchos que son corteses y cumplidos en público, son toscos y amargos en casa, porque allí no tiene temor de portarse así". Este comportamiento no coincide en ningún sentido con la actitud de Cristo para con su iglesia. En lugar de ser cruel con la iglesia, "se entregó a sí mismo por ella", para demostrar su gran amor por ella.

El hombre que se enoja con el patrón u otra persona, o simplemente llega del trabajo cansado o frustrado, no debe estar enojado con su esposa - criticándola y haciendo demandas injustas de ella, y de esa manera haciendo que ella sea la víctima de su enojo . "¿Por qué hiciste eso?" "¿Por qué no hiciste la otra cosa?" "¿Cómo puedes ser tan estúpida?" "¡Estás loca!" Esto es ser áspero con ella. Es cuando se descalifica a la mujer y no se le da el lugar de honra que merecen.

"Porque el marido es cabeza de la mujer" (Efesios 5.23). La palabra cabeza significa autoridad. El marido es el director, el superintendente de la fa­milia. Esto significa que él es responsable por su familia. Debe ser director pru­dente, para que en todo su familia esté bien y prospere. Sin embargo la palabra cabeza no significa "dictador", ni mucho menos "déspota". El marido cristiano considera mucho a su es­posa y a sus hijos. "Maridos... vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida" (1 Pedro 3.7).   Él considera sus opiniones, sus inquietudes y siempre considera antes de tomar una decisión, la opinión de su esposa, de esa manera él vive con ella sabiamente. Entendiendo que la mujer comparte también la dirección de la familia, ella también gobierna su casa (1 Timoteo 5.14; Tito 2.5); ella no es la esclava del marido sino una compañera.

"Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos . El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne , sino que la sustenta y la cuida" (Efesios 5.28, 29). ¿Es cruel el marido hacia su propio cuerpo? Tampoco debe ser áspero (amargo, cruel) para con su esposa, pues son una sola carne. Son uno. Lo que afecta a la esposa también afecta al marido. El marido que promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su propio bienestar. El marido que busca la felicidad para su es­posa busca su propia felicidad. El marido que honra a su esposa se honra a sí mismo. Pero el marido que maltrata a su esposa en cierta forma se está autodestruyendo. El que no ama a su esposa no se ama tam­poco a sí mismo. El que aborrece a su es­posa se aborrece también a sí mismo. El hombre sus­tenta y cuida su propio cuerpo, y es una sola carne con su esposa; debe, por lo tanto, sustentar y cuidar a su esposa, ya que ella es el complemento de él, o una extensión de él, de su cuerpo y de su vida.

Dijo Adán, "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada" (Génesis 2.23). Todo marido debe considerar a su esposa como otra Eva, como tomada de su propio costado. El hombre sustenta y cuida de su propio cuerpo. La palabra traducida cuidar se usa en 1 Tesalonicenses 2.7 , "Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos". Este pasaje expresa la idea de cariño, calor, amor tierno entre el evangelista y el evangelizado. Así también debe el marido cuidar a su esposa. El marido debe ser bueno, siempre bueno y bondadoso, con su esposa.

El marido que tiene esta actitud hacia su esposa imita a Cristo. Provee toda cosa necesaria para ella, no solamente comida, ropa, casa, protección, sino también el cuidado espiritual y emocional.

"Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido" (Efesios 5.33). Pablo emplea el verbo agapao , el verbo que describe el amor de Dios (1 Juan 4.8; Juan 3.16), y es el amor que el Espíritu Santo produce en nuestros corazones. Este amor nos mueve a sacrificarnos para el bienestar de la persona amada.

Además a la mujer debemos tratarla de una manera especial, ya lo dijo 1 Pedro 3.7 "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo". ¿Cómo debe el marido tratar a su mujer? ¡Cómo un vaso más frágil! Deben los maridos tratar a sus esposas con mucho cuidado y delicadeza, así como un vaso muy frágil. ¿Cómo tratamos los vasos de cristalería fina? Con mucha delicadeza, ¿Cómo tratamos los vasos normales? Sin cuidado, porque no son preciados y son fáciles de adquirir.

Pero la mujer, NUESTRA MUJER, debe ser tratada con delicadeza porque al igual que la cristalería fina son de mucho valor y difíciles de conseguir para nosotros, la mujer es muy importante y por lo mismo debemos tratarlas suavemente y amarlas con todo nuestro corazón. Respetarlas y darle la honra y protección que ella merece.

Esta instrucción del apóstol sobre la manera como el marido debe tratar a su mujer, podría resumirse en tres actitudes, y un gran esposo sera aquel que pueda alcanzar la estatura de las cualidades halladas en este pasaje.

CONSIDERACIÓN

Expresado brevemente, la consideración que el marido debe tenerle a su mujer es esta: «Todo lo que a usted le gustaría que ella le hiciera, hágaselo igualmente a ella». La consideración consiste en recordar su cumpleaños, regalarle flores, sacarle la basura, escuchar sus quejas, pasar por alto algunas fallas, ceder aun cuando fue usted el que cedió la última vez, ayudar con alguna tarea, y mil cosas más que deben hacerse. La consideración puede incluso significar el sujetársele a ella algunas veces, vemos eso por la frase “Vosotros, maridos, igualmente”, así como la mujer debe someterse al marido, igualmente el hombre debe imitar esa conducta. Además nos dice el texto, que el marido debe vivir sabiamente con su mujer, o sea, en todas sus relaciones cotidianas el hombre de Dios debe buscar hacer lo más sabio y considerado para su esposa, no pasándola a llevar, ni mucho menos oprimiéndola.

RESPETO

Vemos que el texto nos dice: “dando honor a la mujer”, esto hace falta mucho en los hogares, dar honor es resaltar las virtudes de la esposa, llenarla de halagos y palabras amables, dándole el primer lugar en su hogar, el lugar que ella merece por todo lo que hace y ayuda a su familia. Ella merece honra y respeto.

Hay una cosa que puede distinguir entre alguien a quien amamos y alguien a quien simplemente deseamos físicamente: Aquella persona a quien amamos, también la respetaremos. Respetar en este caso a la mujer es valorar sus opiniones y procurar su consejo. Es apreciar su labor y servirle de apoyo cuando necesita que se le reconozca cuán buena, decente y amable es ella como ser humano. Respetar a la mujer es trabajar con ella en la elaboración del presupuesto familiar, avisarle cuando se va a quedar hasta tarde trabajando, y consultar con ella como confidente, sobre sus problemas personales. Ser respetuoso es ser atento y amable.

COMPAÑERISMO

Pedro dijo que el marido debe tratar a su mujer “como a vaso” (“como compañera” NVI), y como a coheredera de la “ gracia de la vida”. Si no me equivoco, la palabra «compañera», en este contexto, incluye la idea de amistad. Los compañeros son amigos. Es cierto que los compañeros comparten responsabilidades y se apoyan unos a otros. Es cierto que cuando tienen prosperidad y escasez deben permanecer juntos y cuando todo esto pasa todavía deben permanecer juntos. Nada hay más obvio, sin embargo, en una relación de compañerismo, que la manera como por medio de ella, se cultiva una estrecha y duradera amistad. Los maridos deben tratar a sus mujeres como compañeras.

Y todo esto porque la mujer, la esposa, no es solo nuestra ayuda idónea, sino que también es “Coheredera de la gracia de la vida” . Ellas gozan de los mismos privilegios espirituales que nosotros, están llamadas a la misma salvación, Cristo murió igual para salvarlas a ellas, forman parte del mismo cuerpo y tienen la misma esperanza que nosotros. Si Cristo no hizo distinción entre hombres y mujeres, porque el marido debería hacer esta distinción.

Y con que fin debemos vivir con nuestras mujeres sabiamente, dándoles honor, tratándolas como a vasos más frágiles y coherederas de la salvación, el texto nos dice: “para que vuestras oraciones no tengan estorbo”, o sea, que cuando el marido no cumple con sus responsabilidades y no vive con su esposa sabiamente, no le da honor, ni la trata bien, estará poniendo en el corazón de su esposa amargura y los problemas matrimoniales vendrán tarde o temprano, y si esposo y esposa están mal el uno con el otro, esto significa que también con Dios estarán mal y por eso sus oraciones serán desatendidas por Dios hasta que todo sus problemas se solucionen. Porque al final de cuenta si los dos son cristianos, dos hermanos en Cristo estarán mal y no tendrán paz.

HAY UN MENSAJE PARA TODO VARÓN HOY, YA SEA QUE USTED ESTE CASADO O TODAVÍA NO, ALGÚN DIA (O TALVEZ NO) TENDRÁ UNA ESPOSA, Y CUANDO LA TENGA, TENDRÁ QUE APRENDER A AMARLA, HONRARLA, Y DARLE LA IMPORTANCIA Y CUIDADO QUE SOLO ELLA SE MERECE.

 

C.  EL HIJO QUE AGRADA A CRISTO (3.20).

El texto continua: “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor”.  

Ahora el mensaje es para los HIJOS, ¡OBEDEZCAN A SUS PADRES, SOMÉTANSE A ELLOS! ¡CUMPLAN LA VOLUNTAD DE DIOS!

Si hay algo que en este último tiempo ha sido la piedra en el zapato de muchas familias ha sido la desobediencia y rebeldía de los hijos. Imaginémonos que estos temas ya Pablo los estaba abordando en el primer siglo, ya muchos demostraban su carácter de rebeldía hacia Dios siendo “desobedientes a los Padres” (Romanos 1.30;  2 Timoteo 3.2). Es triste ver que este mal ha seguido vigente después de tantas generaciones.

Dios desea que los hijos aprendan a obedecer, que aprendan a respetar la autoridad genuina de sus Padres.

Si hay algo que los hijos deben a sus Padres es el respeto talvez no porque siempre están en lo correcto, sino sencillamente porque son nuestros padres. Esa verdad fundamental fue recalcada mucho tiempo atrás en los Diez Mandamientos: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20.12). La palabra “honrar” abarca el respeto y todo lo que va incluido en éste. Cuando el mandamiento fue repetido en Levítico 19.3 , se leyó de esta manera: “Cada uno temerá a su madre y a su padre”.

El mandamiento incluía este maravilloso beneficio para los hijos obedientes: “que tus días se alarguen”. Los días de ellos se alargarían porque no se les daría muerte por causa de la desobediencia ( Deuteronomio 21.18-21 ).

Los días de ellos se alargarían también porque aprenderían buenos hábitos que aumentarían su tiempo de vida. Lo más importante es que los días de ellos sea alargarían porque estarían obedeciendo a Dios, y Dios los bendeciría.

La instrucción fundamental dada a los hijos, respecto a sus padres, fue repetida y ampliada en Deuteronomio 5.16 : “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”.

En aquella ocasión, Moisés recalcó que este era un mandamiento inequívoco de Dios. La bendición que le acompañaba también fue ampliada. La promesa general era que le iba a ir bien al que así hiciera. Al niño que aprende el respeto en su hogar, le va bien en la vida: Sea varón o mujer, llegará a ser un mejor estudiante, un mejor cónyuge, un mejor padre y un mejor empleado o patrono.

En Deuteronomio 27 , cuando Moisés daba instrucciones para la renovación del pacto, cuando los israelitas estaban entrando a la Tierra de Promisión, este mismo mandamiento fue incluido —pero en forma negativa: “Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre” (vers. 16a).

En el Nuevo Testamento, cuando el joven rico vino a Jesús, preguntando acerca de lo que debía hacer para heredar la vida eterna, Jesús repitió varios de los diez mandamientos, incluyendo el que dice: “honra a tu padre y a tu madre” (Lucas 18.20). El joven pudo decir: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (vers. 21). La necesidad de que se respete a los padres es tan fundamental, que el mandamiento es repetido palabra tras palabra, como parte del Nuevo Testamento de Jesús: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6.2–3).

¿Cómo podemos mostrarles respeto a nuestros padres?

1) Les mostramos respeto a nuestros padres, en la manera como les hablamos.  HOY EN DIA MUCHOS HIJOS MENOSPRECIAN Y LE HABLAN MAL A SUS PADRES.

Esta es la actitud de falta de respeto de muchos hijos que piensan que están tratando con un igual, donde los hijos hacen callar a los Padres y les dicen que es lo que deben de hacer. Hijos que dominan a sus Padres en todo. Además, contestan y rezongan cuando le dan mandamientos y le recuerdan sus obligaciones, este es un gran mal.

Según la ley del Antiguo Testamento, aquel que maldecía a su padre o a su madre, debía ser apedreado hasta morir (Éxodo 21.17; Levítico 20.9; Proverbios 20.20; Proverbios 30.11). Si ese mandamiento se cumpliera en ciertos lugares hoy día, la población se reduciría considerablemente.

2) También mostramos respeto a nuestros Padres en la manera como hablamos acerca de nuestros Padres a otras personas. Muchos hijos hoy en día hablan mal de sus Padres, y los menosprecian delante de los demás. Fue como en el caso de Cam cuando vio la condición deplorable de su padre, él fue maldecido porque hizo pública la condición de ebriedad de su Padre, Noé (Génesis 9.20–25).

3) Nosotros mostramos respeto (o la ausencia de éste) hasta en la manera como actuamos; no son necesarias las palabras para ser irrespetuoso. En Proverbios 30.17 se habla de “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre”, pidiendo que “los cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila”. Cuando leo esto, puedo imaginarme al adolescente protestando, después de haber sido reprendido: “¿Qué fue lo que dije?” —y al padre respondiendo: “No fue lo que dijiste. Fue la manera como revolviste tus ojos”.

Según el Antiguo Testamento, al hijo que de alguna manera maltrataba a sus padres era “causa de vergüenza y… oprobio” (Proverbios 19.26). Al hijo que golpeara a sus padres se le hacía morir (Éxodo 21.15). Podríamos hacer una larga lista de las maneras como los hijos pueden mostrar respeto a sus padres.

Cuando el profeta Miqueas habló acerca de cuán malas eran las condiciones espirituales de su tiempo, él dijo: “Porque el hijo deshonra al padre” y “la hija se levanta contra la madre” (Miqueas 7.6). Esto es algo muy urgente, les debemos respeto a nuestros padres. Pero hay otro concepto aparte del respeto que es la OBEDIENCIA. Pablo lo señala en el pasaje.

¿Qué significa obedecer a los padres de uno? ¿Significa que los niños hacen lo que los padres dicen, después de que éstos los han regañado una y otra vez? No, la verdadera obediencia significa que el hijo responde prontamente, con alegría, incluso anticipando lo que se le va a pedir. Eso es lo que Dios desea, y tal comportamiento es un gozo para todo padre.

A Dios le preocupa que los hijos obedezcan a los padres —no solamente por el efecto que esto tenga en el hogar solamente, sino también por el efecto que tiene en la sociedad entera.

Fijémonos lo que nos dice Pablo en Efesios 6.1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”.

La palabra “obedecer” (del griego: hupakouo ) es una combinación de dos ideas: “oír” y “debajo”. Significa literalmente “oír debajo”. Esta palabra supone que alguien está bajo la autoridad de otro y necesita oír y atender lo que esa figura de autoridad está diciendo.

Esto es lo que Proverbios 13.1 , dice: “El hijo sabio recibe el consejo del padre”. La Biblia enseña la obediencia, pero ésta no es una idea popular, hoy día. Nuestra cultura nos presiona a hacer lo contrario: “No escuches a tus padres”; “Ellos no saben de qué están hablando”. Yo solía pensar así.

Dios es muy claro. Él no quiere que sus planes para sus hijos sean malentendidos: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”. A veces usted no comprenderá a sus padres ni estará de acuerdo con las instrucciones que ellos le den. ¿Qué deberá hacer en tal caso? Usted debe obedecer.

Aunque como sabemos hay un límite, ¿Cuál es este limite para la obediencia a los Padres? Cuando lo que nuestros Padres nos pidan vaya en contra de la voluntad de Dios expresada en la Biblia, entonces hay se termina la autoridad de nuestros Padres terrenales y debemos priorizar obedecer la voz de nuestro Padre Celestial (Hechos 4.19; 5.29).

Una vez, una jovencita, entró a su casa junto con una amiga. La madre de esta jovencita la vio y le dijo: “¡Sube ahora mismo! ¡Dejaste tu pieza hecha un desastre!” “Lo siento mamá. Me ocuparé de ello” contesto ella. Las amigas subieron. Y la amiga le  dijo: “¿Qué le pasa a tu mamá? ¿Cómo te las arreglas para soportarla? Si mi mamá me hubiera salido con algo así delante de mis amigas, ¡yo NO le hubiera hecho casa y le contestaría!”. La jovencita recogió algunas ropas y dijo: “Yo sabía que esto iba a pasar. Yo le había dicho que tendría la habitación arreglada y limpia antes de salir esta mañana. Ella estaba en lo correcto. Además, puedo adivinar que ha tenido un mal día”. Esto es honrar a un padre.

El mandamiento: “ Hijos, obedeced en el Señor a vuestros Padres” está dirigido a los hijos que todavía viven en casa de sus padres —a los hijos pequeños y a los adolescentes. Dios le está haciendo un llamamiento a usted a obedecer a sus padres, sin responderles, sin llantos, y con respeto.

Considere lo que la Biblia dice acerca de Jesús. Cuando él era de una edad de doce años “descendió con [sus padres], y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos” (Lucas 2.51). Tal vez él oyó instrucciones como: “Jesús, ten arreglada tu habitación”; “Jesús, haz tus deberes”; “Jesús, haz lo mejor que puedas en la escuela”; “Jesús, ve a dormir”; “Jesús, sé bondadoso con las personas y muestra respeto a los adultos”. Creo que se nos olvida que Jesús fue niño. Él tuvo padres y pasó por las etapas de desarrollo de su propia identidad y estilo —pero Jesús lo hizo con respeto y obediencia.  Permítame hacer tres preguntas para los jóvenes.

1) ¿Promovemos la armonía en el hogar con nuestra obediencia, o tenemos un campo de batalla en el hogar por nuestra falta de cooperación y su desobediencia?

2) ¿Obedecemos a nuestros padres de buena gana, o tratamos de salirnos siempre con la nuestra?

3) ¿Quién está ganando la batalla en la forma como nosotros tratamos a nuestros padres —el diablo o el Señor?

Volviendo a Colosenses 3.20 , el texto añade: esto agrada al Señor”, si queremos ser gratos delante de Dios, si queremos andar de acuerdo a su voluntad, escuchen esto hijos: ¡OBEDEZCAN Y SOMETANSE A SUS PADRES EN TODO! 

CONSEJOS PARA LOS JÓVENES.

En estos tiempos hay muchos males que vician la relación de los Padres con los hijos. Mencionare solo algunos de estos vicios.

a) La ingratitud – muchos hijos no valoran el esfuerzo que hacen sus Padres y a la primera negativa para tener algo, los hijos les dicen a los Padres: “Tienes que comprarme esto, yo no pedí venir al mundo, es tu obligación darme lo que necesito”.

Muchos jóvenes hostigan a sus Padres con estos dichos y no demuestran para nada gratitud por lo que ahora tienen, por los esfuerzos que sus Padres han hecho para educarlos, alimentarlos y brindarles todo lo que necesitan de acuerdo a sus posibilidades económicas. Esto es lo que pablo nos dijo en 2 Timoteo 3.1-2: “También debes saber que en los últimos tiempos vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres…ingratos” , esta exhortación viene justo después de la desobediencia a los Padres como uno de los males que esta plagando este mundo. Un gracias sincero ayuda mucho en la relación entre Padres e Hijos.

b) La exigencia – muchos hijos hoy no solamente son ingratos, sino que también exigen más allá de sus fuerzas económicas a sus Padres. “Cómprame esto, quiero esto otro, pero hijo(a) no tengo más dinero, nos alcanza justo para llegar a fin de mes”. “Tienes que comprarme lo que deseo, soy joven, debo verme bien, debo tener la mejor ropa, los mejores zapatos, todo lo mejor”. Tengo que andar a la moda, y los pobres Padres caen presa de estas exigencias y toman créditos en las tiendas comerciales.

¿Cuál es el problema en esto? Si los Padres tienen los recursos y quieren darles a los hijos todo lo que demandan, bien, háganlo.

Pero si no poseen los recursos, los hijos deben ser comprensivos y buscar otros medios para tener lo que desean o postergar sus deseos hasta que se pueda. Esto es ser sabios y comprensivos y no exigentes y tiranos.

c) La falta de respeto por los mayores – Pedro en su epístola aborda un tema de mucha relevancia, Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios,  Y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5.5).

Este es un gran mal en estos tiempos, jóvenes irrespetuosos con los mayores, hablándoles de igual a igual, menospreciando a los de mayor edad y siendo confianzudos. Esto no debe ser así, el joven cristiano debe aprender a respetar y valorar a los adultos, a los que tienen más edad que ellos. Deben guardar silencio cuando ellos hablan y no interrumpirlos, a honrarlos en nuestro trato hacia ellos.

d) La testarudez – este es otro mal muy común. Si hay algunas palabras que los jóvenes todavía no entienden son las palabras “ES UNA ORDEN”,  “HAZ ESTO AHORA”.

Cuantas veces ha pasado que el Papá o la Mamá dan una orden al hijo, y él ni se inmuta, “Ya voy dice, espera, si ya lo voy a hacer”, son las respuestas que se escuchan, y pasan los minutos y los Padres se impacientan y ellos mismos van a hacer lo que habían pedido a sus hijos. ¿Sera correcta la actitud de los hijos en estos casos? ¿Serán verdaderamente obedientes los hijos comportándose de esa manera? ¡NO! Obedecer de esa manera causa malestar en los Padres.

Consejo cuando el Papa o la Mama dan una orden, lo mejor y más correcto que debe hacer un joven cristiano es responder prontamente a la orden, dejar lo que estaba haciendo y obedecer  a sus Padres.

Además. Muchos jóvenes literalmente NO HACEN CASO A SUS PADRES, NO LOS OBEDECEN, si le dicen “haz esto” “hacen lo contrario”, si le dicen “llega a las 10”, los hijos llegan a las 11, si le dicen “no hagas esto”, ellos van y lo hacen sin importar si sus papas se enojan o no.  Esto denota la rebeldía de muchos hijos, rebeldía que no es hacia los Padres, rebeldía que es hacia Dios.

Y otros hacen caso, pero rezongan y protestan demasiado, “¿Y porque yo?” “No quiero hacerlo” “Porque no lo haces tu o mandas a otra persona a hacerlo” “Ahhh, todo yo” “Siempre lo mismo”. Se imaginan que haría Dios si nosotros le contestáramos así cuando le obedecemos de malas ganas, “Ahh ¿Para que bautizarnos?” “¿Por qué tengo que amar a los enemigos?” “Que otro evangelice”

Nuestro corazón nos dice que hacer eso, seria ofender a Dios, así también jóvenes, no ofendan a sus Padres cumplan sus ordenes y sin protestar, con animo pronto y con alegría. Porque cuando sirven a sus Padres, están sirviendo a Dios.

d) El ser contestadores y atrevidos – sobre este punto, estaremos todos de acuerdo. Si hay algo que esta contaminando a la juventud es el atrevimiento, ya no respetan a sus Padres y es más, los hacen callar, le gritan, les dicen cosas hirientes y le contestan todo lo que sus Padres le dicen.

Cuando Pedro estuvo analizando las cualidades de los falsos maestros en su segunda carta dijo: y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores” (2 Pedro 2.10). Es una característica de los falsos maestros, pero también de muchos jóvenes irrespetuosos, que son atrevidos, obstinados y no tienen temor a sus Padres.

HAY UN MENSAJE PODEROSOS PARA LOS HIJOS, SEAN OBEDIENTES, SEAN RESPETUOSOS, CUMPLAN LAS ORDENES DE SUS PADRES SIN REPLICAR NI RESONGAR, HAGANLO SI SIN TRANSGREDIR LA VOLUNTAD DE DIOS, PERO HAGANLO CON ALEGRIA, PORQUE ASI ESTARAN AGRADANDO A DIOS Y GANANDOSE GRANDES BENDICIONES.

 


 

Parte 7

 

  

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