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Guadalupe preocupada por sinceros en las denominaciones

 

 “Encontré su página. Me identifiqué en su forma de expresarse y llegué a ver todo eso que usted dice de los pentecostales, bautistas y demás, pero ahora quisiera preguntarle, sin que mi pregunta sea ofensiva, ¿qué sucede con esas miles de personas que se encuentran en esos lugares tratando de buscar a Dios? Talvez no todos sean sinceros, pero sé que algunos estamos tratando de buscarlo y agradarlo. Usted dice que la iglesia de usted es la verdadera. Estoy llena de confusión y sé también que la confusión no es de Dios. Me pregunto qué piensa Dios de todas esas personas que están buscándolo erróneamente. En el lugar donde vivo hay varias demoninaciones cristianas, hay bautistas, metodistas, pentecostales. En fin, le he pedido a Dios que me deje conocer su verdad, y como él dice en su palabra, la verdad nos hará libres. Espero que algún día él responda a todas mis preguntas. Me gustaría que me escribiera respondiendo a mis dudas. Gracias por todo. Guadalupe.”

Algunas orientaciones

-Respetada hermana Guadalupe, en primer lugar, quisiera aclarar que este servidor no tiene iglesia, es decir, no he fundado ninguna ni poseo a ninguna. Confío haber sido añadido a la iglesia establecida por Cristo en virtud de haber obedecido los mandamientos de creer, arrepentirme y bautizarme “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38), pues el Señor añade a los tales a su iglesia, según Hechos 2:47. Me congrego en una congregación identificada como “iglesia de Cristo” porque encuentro su doctrina y práctica acorde con el Nuevo Testamento. La tengo por “verdadera”, o sea, bíblica, por esta misma razón. Fíjese, esta congregación…

-Celebra la santa Cena del Señor cada domingo, conforme a Hechos 2:42 y 20:7.

-Ofrenda según 1 Corintios 16:1-2, no exigiendo el diezmo del Antiguo Pacto.

-Canta himnos, sin instrumentos músicos, adorando “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24), y no siguiendo el culto levítico del Antiguo Testamento.

-Hace “todo para edificación… decentemente y con orden” (1 Corintios 14:26-40).

-Predica las condiciones para perdón de la Gran Comisión: creer y bautizarse para ser salvo (Marcos 16:15-16; Hechos 2:38).

Me satisface grandemente esta consonancia con el Nuevo Testamento de Cristo. Me llena. Me siento en el lugar espiritual correcto. Los feligreses no somos perfectos, pero seguimos una enseñanza perfecta, la “doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1). Quizá no a perfección, pero no conozco a ninguna iglesia que lo haga mejor. Cualquier congregación que predica, adora y trabaja de acuerdo a la doctrina de Cristo merece ser tenida por “verdadera, auténtica o bíblica”, ¿no le parece? Esto, sin jactancia o soberbia alguna.

-En segundo lugar, a este servidor no le corresponde pronunciar juicios sobre “lo que suceda a las personas sinceras en las denominaciones”. Mi encomienda es enseñar. Dios es quien juzga. ¿Qué tenga él misericordia de los “sinceros”, salvándolos eternamente, pese a graves errores doctrinales que alteran sustancialmente el contenido del evangelio original proclamado por los apóstoles? No sé. Ojalá. Lo que sé es que el Espíritu Santo advierte en muchos textos inspirados el peligro de cambiar el evangelio.

-“¿Qué piensa Dios de todas esas personas que están buscándolo erróneamente?” Pues, él sabe. Solo él. Él conoce al corazón de cada uno. También sus motivaciones. Además, el tiempo que cada uno dedica a buscar de él, dónde busca, con cuánto afán, con cuánta objetividad. Está al tanto de las oportunidades que cada uno ha tenido de encontrar la sana doctrina y alguna congregación que la practique.

-En realidad, el Espíritu Santo descubre, a través del Nuevo Testamento, la mente de Dios acerca de quienes le buscan erróneamente. En síntesis, no los mira favorablemente. Ciertamente, no les garantiza salvación. Emite sentencias tales como “En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15:9), o “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios” (2 Juan 9). “¡Oh, gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad” (Gálatas 3:1). Este tipo de lenguaje es muy frecuente en el Nuevo Testamento. ¿Con qué justificación pensar, pues, que a Dios le importe poco cómo le busquemos, con tal que solo confesemos el nombre de Cristo? Semejante tesis no armoniza con el tenor de las revelaciones del Espíritu Santo sobre la importancia de aprender y seguir solo “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13).

-El lamento del apóstol Pablo por su pueblo judío era que tenían “celo de Dios, pero no conforme a ciencia” (Romanos 10:2), es decir, el conocimiento de la “buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” . Por sí solo, el “celo de Dios” no basta para salvación. El conocimiento (la ciencia espiritual) es indispensable, y “la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu” (1 Pedro 1:22). ¿Basta la “sinceridad”? Dejándonos llevar solo por las indicaciones de lo revelado, hemos de responder en lo negativo. Con todo, Dios tiene la última palabra.

-“Toda la verdad” que usted desea encontrar para ser “verdaderamente libre” se encuentra en el Nuevo Testamento de Cristo (Juan 16:13). Humildemente, le animamos a leerlo asiduamente, particularmente desde Hechos de los Apóstoles hasta la carta por Judas, alumbrando Dios su entendimiento para que salga muy pronto de la confusión que atribula su noble espíritu. Si desea conocer a una congregación como la a la que asiste este servidor, con mucho gusto le orientaremos.

Para servirle en el amor de Cristo,

H. Shappley de Álamo

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