Ex-ministro y oficial

de las Asambleas de Dios en Cuba

explica por qué abandonó al pentecostalismo.

 

Esta fotografía de una multitud de pentecostales con sus manos levantadas ilustra el Testimonio contra el pentecostalismo del ex-pastor cubano Sergio A. Quiñones Silva, en editoriallapaz.org.

 

¡No pierda este testimonio clave!

Por Sergio A. Quiñones Silva

[email protected]

 

"Me he decidido a dar a conocer en público ante todos los que acudan a este sitio en busca de la verdad algunas de las experiencias que viví siendo líder en una de las congregaciones de esta secta en Cuba.

“Desde que me comencé a sentir inquieto espiritualmente, uno de mis amigos que era pentecostal me habló de esa iglesia, y me invitó a asistir a sus servicios de adoración, hablándome de lo contagioso del ritmo de las ‘alabanzas’ y de que no eran aburridas como las de los bautistas o las adventistas, nada que ver con el evangelio eterno. Luego me di cuenta que ese era el modo más fácil de captar almas ingenuas y arrastrarlas al emocionalismo carismático. Daba especial resultado en los jóvenes, que encontraban en esos servicios exuberantes el recurso para descargar todas las energías que antes desbordaban en las discotecas. ¿Conversión genuina? ¿No es más bien acomodamiento?

“Así asistí al primer culto pentecostal. Al principio me resultó inquietante, pero la ola del éxtasis me arrastró y caí finalmente bajo la potestad de ese monstruo devorador de almas: el movimiento pentecostal, donde aprendí a ‘buscar la presencia de Dios’ en ayunos interminables, vigilias y oraciones que se resumían en ‘aleluyas’, ‘glorias a Dios’ y vanas repeticiones. Me fue enseñado que el creyente podía reclamar con toda autoridad las promesas de Dios y que tenía que aprender a ponerle cortapisas o ‘vellones’ al Señor en el cual poníamos condiciones para una ‘correcta’ contestación. El Santa Claus que tenía por Dios debía responder a mis reclamos y apresurarse a contestar mis oraciones por sanidad y todo lo que se me ocurriera era promesa de Dios. Así me sentía pleno (¿?), con un "dios" a mi servicio al cual gritaba como si padeciera de sordera y con la oportunidad de desahogarme emocionalmente en medio de palmadas, el ruido de panderos, llantos, risas y gritos. De esta forma intenté olvidar textos que se oponían flagrantemente a mis prácticas y llegué a ser un faribundo pentecostal de Biblia bajo el brazo.

“Al comenzar mi carrera como líder, fue derrumbándose mi castillo de naipes al descubrir el entramado diabólico que tenía que desplegar para ser un líder de éxito. Comprendí el porqué de las algarabías provocadas por los cantos a voz en cuello y las diferentes supuestas ‘manifestaciones del Espíritu Santo’: caídas, espasmos, danzas, lloros, risas, ‘lenguas’, ‘profecías’... Aprendí a llevar a la congregación ‘a la presencia de Dios’. Todo era cuestión de saber usar bien la voz, que correctamente combinada con súbitos toques de panderos que aumentaban o disminuían su intensidad, con aplausos que pedía, con susurros bien logrados al ‘Espíritu’ e intercalados con un irrabaiquiavasayamara, o cualquier otra jerigonza, lograban alienar a los que con ojos cerrados y manos alzadas al cielo esperaban de Dios el milagro, la liberación o la sanidad que tanto se promete entre los avivados (término suyo que va muy bien con ellos). Las manos impuestas eran importantes, bien usadas, y muy hábilmente movidas, quizás acompañadas con un soplo en el rostro del que recibe la imposición: hacían desencadenar una catarsis que desembocaba en "lenguas", caídas o espasmos. ¡Pura manipulación! ¡Engaño total! ¡Falta de respeto a Dios a quien se le atribuyen esas obras carnales cuando son los que ‘ministran’ los que ingeniosamente se la agencian para provocarlas! Recuerdo vívidamente el consejo que en cierta ocasión me dio el clérigo de la congregación: ‘Tienes que aprender a manipular las emociones de la gente’.

“Fue el verdadero Espíritu Santo quien a través de la palabra inspirada comenzó a inquietar mi alma cuando leí el folleto: ‘En busca de la iglesia verdadera’. Estaba en una iglesia donde el dinero era el tema del día; todo era ventas y ofrendas (‘por avaricia harán mercadería’); una iglesia donde la cena del Señor se tomaba cuando el pastor lo decidiera y no cada domingo siguiendo el ejemplo apostólico ‘reunidos el primer día de la semana para partir el pan’; se tomaba vino seco y pan con levadura en lugar del fruto de la vid y el pan sin levadura. Las mujeres gobernaban y predicaban (‘vuestras mujeres callen en las congregaciones’). Había sido bautizado en agua como evidencia externa de una trasformación interna que ya había ocurrido (decían), (pero la Biblia dice: ‘bautícese cada uno de vosotros para perdón de los pecados’ (Hechos 2:38). Me llamaba pentecostal o cristiano pentecostal; sin embargo, en el siglo primero ‘a los discípulos se les llamó cristianos’. Definitivamente, no sería salvo aunque lo creía así. Era anatema. Estaba apoyando y proclamando otro evangelio raquítico, mutilado, torcido, falso, falible. Fue duro para mí, extremadamente difícil, abandonar esa iglesia; me costaría mucho, lo sabía... Hoy la mayoría de la congregación –pastor y pastora, diáconos y diaconisas y casi todos- no me saludan, ¡ni me miran!, pues soy ante ellos un apóstata infiel, blasfemador del Espíritu, sectario de esa ‘denominación’ llamada ‘iglesia de Cristo’. Varios han escapado en la comunidad donde vivo del engranaje de la maquinaria pentecostal y se han convertido al cristianismo verdadero, haciéndose miembros de la iglesia de Cristo por medio del bautismo bíblico.

“Le escribo este mensaje con la certeza de que usted la reproducirá íntegramente o en parte, y deseando también que aquellos amigos o hermanos que deseen comunicarse conmigo al respecto lo hagan a:

Sergio A. Quiñones Silva; Instituto Baxter; Final del Boulevard Kuwait; Colonia San José de la Vega; Tegucigalpa, MDC; Honduras CA.” [email protected]  

 

"Soy ministro de una de las iglesias de Cristo en Cuba y realmente admiro su celo por la propagación del mensaje del evangelio puro, a pesar de que algunos lo tilden de "extremista" y "demasiado directo". Me gusta muchísimo su forma peculiar de presentar tan claramente tan importantes enseñanzas bíblicas. Fui ministro y oficial en una iglesia pentecostal y le confieso que sus materiales me ayudaron mucho a escapar de esa falacia que es el pentecostalismo."

 


 

En pentecostalismo en el mundo

El Gigante Pentecostal. Católicos, protestantes y mundanos indefensos ante el Gigante Pentecostal.

Falso profetas. Falsas enseñanzas. Estudio excelente, en cuatro partes, por Wuiston Medina.

 

 

  

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