“Locura” de la pentecostal Gabriela, mexicana,
de 29 años de edad.
“Por favor, ayúdenme. Siento que algo dentro de mi está muriendo…”.
La mujer en esta fotografía no es "Gabriela".
Seleccionamos a esta fotografía en particular
para representar a la mujer
pentecostal típica.
¿Típicamente “pentecostal” su condición mental y emotiva?
Al alcance de ella la “cura”, pero tememos que no la acepte.
Estimada dama Gabriela, este servidor ha leída y releída su carta. Su grito de “¡Ayúdenme!” me conmueve hondamente, motivándome a armarme con valor en el Señor para intentar evaluar acertadamente su condición espiritual, a la vez indicándole ciertos remedios, los que tal vez encuentre usted demasiado amargos, pero que, aplicados, bien puedan resultar eficaces para una curación sorprendente y grata. Quisiera expresarme con franqueza, orando que mi estilo no le ofenda sino que considere usted sobriamente mi análisis y mis recomendaciones. Intercalo en su carta lo que, con respeto y sanas intenciones, deseo comunicarle. Dice usted:
"Quisiera un refrigerio a mi vida espiritual pues he sido lastimada varias veces y hay momentos en que ya no quisiera nada de religiones ni de iglesia, pero hay alguien que me dice en mi interior que vine a servir, y Dios me usa."
Evaluación. “...alguien que me dice en mi interior”, apunta usted, auto analizándose. A continuación, identificamos un paso vital para su salud mental y espiritual: identificar correctamente “las voces” que escucha en su mente. Detenerse y reflexionar, preguntándose: “¿Qué entiendo por aquello de ‘alguien me dice en mi interior’? ¿Por qué me expreso de esta forma? ¿Quién me enseñó a expresarme así? Esta manera de pensar y expresarme, ¿contribuye a la claridad que me hace falta para evitar confusión y complicaciones en los procesos mentales?”
-¿Cuántas veces ha escuchado usted a algún conocido –maestro, pastor, familiar- inculcar el concepto de “venir a servir”? La idea según la que los seres humanos estamos en la tierra “para servir” es muy común. ¿Con qué razón atribuirla a “alguien”, como si ese “alguien” fuera “alguna voz misteriosa y milagrosa”? Yo también estoy aquí “para servir”. Todo cristiano sincero tiene el mismo propósito. ¿Quién nos enseña y motiva? Cristo y los apóstoles. En la Biblia. Continuamente. A través de maestros y predicadores fieles a la Palabra. En todo esto, no hay ningún procedimiento o proceso sobrenatural, como tampoco ninguna manifestación mística o misteriosa. ¿De acuerdo?
“Veo visiones.”
Evaluación. Respetada Gabriela, le ruego me preste mucha atención. Existen varias clases de “visiones”.
(1) La visión sobrenatural, es decir, originada por Dios mismo e impartida al siervo previamente escogido por él para una revelación específica, siendo la revelación completamente lógica y comprensible. Como la del “gran lienzo” que el apóstol Pedro vio (Hechos 10:9-16).
(2) La “visión de su propio corazón” (Jeremías 23:16) que los falsos profetas, pastores y maestros se inventan, “visión vana” (Ezequiel 13:7) que Jehová señala y denuncia vehementemente tanto en Jeremías 23 como en Ezequiel 13.
(3) “Visiones” que proyecta el ser humano en su propia mente, de seres, circunstancias, lugares, etcétera, en los que piensa, ya sean reales, ya imaginarios. Esta tercera categoría de “visiones” todos los seres humanos las estamos viendo con frecuencia a diario. ¿Tengo razón? No confundir esta tercera categoría con la primera de “visiones sobrenaturales” nos ayuda a evitar muchos trastornos mentales y espirituales, particularmente, serios errores sobre la voluntad de Dios para nosotros.
“Veo el peligro.”
Análisis. Todo cristiano instruido en la Palabra ve, en derredor suyo, “peligros” espirituales, morales y aun materiales. Su conocimiento de la Palabra le capacita para discernirlos. No se requiere de alguna intervención mística o especial.
“Siento cosas sobrenaturales. Me hablan, me despiertan para orar, me muestran cosas de la vida de los hermanos, de quien sea. Sueño cosas que van a pasar. Y me pasa todo esto a pesar de que espiritualmente me siento caída. Estoy confundida.”
Evaluación y remedios. En estas expresiones suyas, pensamos discernir tal vez la causa principal de su malestar espiritual, y por ende, de su angustia mental. Dios me libre de lastimarle más, herir más su preciosa alma o hacer que se aleje aún más del Señor, pero no puedo cumplir mi deseo de ayudarle sin quizá causarle algo más de dolor. Examinar este servidor los conceptos suyos, su forma de pensar y expresarse, las fuentes de esta presente mentalidad suya, etcétera, asumo que ello no sea placentero para usted, mas sin embargo, entiendo que es necesario, si he de servirle como instrumento para brindarle alivio y curación. Razone conmigo, se lo suplico muy encarecidamente.
1. Las “cosas” que usted cataloga como “sobrenaturales”, ¿realmente lo son? ¿Provienen directamente de Dios? ¿Son obra especial de Dios directamente en usted? ¿No tienen nada que ver en absoluto con causas o condiciones naturales en el ser humano? Lo que voy a observar a lo mejor no sea fácil de recibir, pero estoy seguro de no equivocarme al afirmar que muchas “sensaciones”, “presentimientos”, “coincidencias”, “impresiones”, “percepciones”, “sueños”, etcétera, identificados a menudo como “sobrenaturales”, ¡no lo son! No son “sobrenaturales”, es decir, por encima y aparte de las cosas naturales. No son “actos de Dios”, o sea, no son realizados por él como intervenciones no sujetas a las leyes que gobiernan su universo, no exceptuándose los seres humanos.
2. “Siento cosas sobrenaturales.” ¿Quiere reflexionar un poco sobre el verbo “Siento”? ¿Ha leído usted los veintisiete libros del Nuevo Testamento de Cristo? Esta forma de expresarse, “Siento cosas sobrenaturales”, no aparece en el lenguaje de Cristo y sus apóstoles. El apóstol Pedro exhorta: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios” (1 Pedro 4:11). Así pues, he aquí una norma para su salud mental y espiritual: expresiones no del todo bíblicas dilatan, casi sin fallar, ideas, conceptos o doctrinas no bíblicas, y por ende, nocivas para la salud de la mente y el espíritu.
-“Siento” pertenece a la categoría de vocablos y expresiones subjetivas, es decir, relacionadas con las emociones. Lo verdaderamente “sobrenatural” no es un sentimiento, sensación o impresión, sino una intervención divina concreta y verificable, acompañada de evidencias obvias e irrebatibles. ¿Quiere usted tener una mente estable, libre de confusión? Yo también. Para asegurarlo, es imprescindible establecer en el centro de ella hechos y verdades incuestionables. Luego, examinar toda emoción, todo sentimiento, toda impresión, todo parecer, toda experiencia aparentemente misteriosa o inexplicable, a la luz de estos hechos y verdades reales, comprobables y seguras. Lo emotivo ha de armonizar con estos, y no haciéndolo, razón habría para desecharlo. En la mente que goza de estabilidad, la verdad y la razón siempre se imponen a lo emotivo. En cambio, lo puramente emotivo tiende a desequilibrar a la mente.
-Respetada dama Gabriela, la fe centrada en emociones, en el “Yo siento esto o aquello”, en sentimientos, en sensaciones, en escalofríos, suele producir desorden mental, confusión emocional y desatinos de toda suerte. ¿Quiénes promulgan este tipo de “fe subjetiva”? Le hablo con franqueza, no dudando de que ya sabe usted la respuesta: mayormente, los “pastores pentecostales”. ¿Acaso sea usted víctima de ellos? ¿El remedio? ¡Separarse de la “religión pentecostal”! ¿Fuerte “remedio”, difícil de tragar? No lo dudo, pero esto le digo: si usted rehúsa este consejo, dado con sincera preocupación por su estado mental y emocional, la prognosis para usted es sumamente desalentadora, a saber: más, y todavía más, angustia de mente, corazón y alma. Y tenga por cierto que si usted siquiera intima a un pastor pentecostal que esté usted pensando renunciar al pentecostalismo, le amenazará con "¡blasfemia contra el Espíritu!, pronunciando " castigos terribles del cielo” sobre su cabeza. Pero, no tema; son amenazas de hombre falible, carente del verdadero Espíritu de Dios. Así que, cortar usted los lazos completamente y purificar su mente de ideas e influencias pentecostales: he aquí la salida para para encontrar salvación de innumerables errores y conflictos angustiosos.
3. "Me hablan, me despiertan para orar, me muestran cosas de la vida de los hermanos, de quien sea. Sueño cosas que van a pasar.”
Querida Gabriela, este lenguaje suyo es típico de “mentalidad pentecostal”. Por favor, al leer esta frase no me rechace bruscamente; no cierre su corazón contra mí. Quiero ayudarle a recuperar el gozo de la vida, a conocer una fe y una iglesia que no enferman emocionalmente a la gente.
a) ¿Quiénes le “hablan… despiertan para orar… muestran cosas de la vida de los hermanos” ? ¿Acaso Cristo, el Espíritu Santo, ángeles, demonios, “voces en la noche”?
b) ¿Sería plausible que estaría confundiendo usted las acciones normales de su mente con “intervenciones sobrenaturales”? Le ruego analizar, muy despasionada y objetivamente, la actividad de su propia mente.
Pensando en familiares, miembros de la congregación, vecinos, compañeros de trabajo, ¿no solemos proyectar, visualizar o imaginar lo que pudieran responder a nuestros planteamientos, preguntas, enseñanzas, etcétera, para ellos? Quizá acertemos; quizá, no. Comoquiera que sea, nada hay de “sobrenatural” en todo este ejercicio mental.
Despertarse durante la noche, y pensar enseguida en “orar”, es completamente natural en el cristiano consagrado. Seguramente, el de la fe pentecostal, o de cualquier otra confesión, se equivocaría al atribuir tal acción directamente a Dios o al Espíritu Santo, teniéndola como “manifestación sobrenatural”.
Quien observa atentamente “la vida de los hermanos”, naturalmente se percatará de muchas “cosas”. El astuto observador analítico de la conducta humana fácilmente discierne prioridades y derroteros en las vidas de otros, previendo desenlaces o consecuencias. Su habilidad no es, de modo alguno, sobrenatural. Quizá usted misma tenga semejante habilidad. De ser así, su “don” no sería “sobrenatural”. De opinar usted, querida dama Gabriela, lo contrario, se prognostica que su aturdimiento mental siga aumentando, y sus conocidos, lejos de confiar en usted, forjando lazos sociales con usted, se alejarán cada vez más.
c) “Sueño cosas que van a pasar”, asegura usted. Pero, ¿pasan, en realidad, esas cosas soñadas? ¿Se cumplen al pie de la letra? ¿Toditos sus sueños? Yo también sueño, y ¿quién no? Mis preocupaciones por mi familia, la congregación a la que pertenezco, mis obras en la iglesia, etcétera, me llevan a tener, en ocasiones, sueños que las reflejan. A veces, con desenlaces graciosos, o totalmente absurdos, o quizá trágicos. Ahora bien, yo no atribuyo estos sueños a la “intervención sobrenatural” de Dios, ni espero que se cumplan tal cual soñados. ¡Claro que no! Si tuviera la convicción de que provinieran directamente de Dios, sin duda las consecuencias para mí serían muy negativas, hasta desastrosas, y no tan solo para mí sino también para las personas que aparecen en mis sueños.
Respetada Gabriela, ¡cuidado con los “sueños”! Concentre su mente más bien en lo real. En la verdad divina revelada en el Nuevo Testamento. Considere la advertencia de Jehová. “Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé” (Jeremías 23:25, 32).
“¡Soñé! ¡Soñé!” es la cantaleta constante de muchos pastores pentecostales, osadamente reclamando ellos “inspiración divina sobrenatural” para sus “sueños”. Insistentes y autocráticos, han logrado sembrar sus presunciones en las mentes de multitudes de ingenuos creyentes a través del mundo. ¿Quiere usted bálsamo para su mente herida y corazón triste? Primero, ¡alejarse de los “pastores pentecostales” y sus iglesias! Luego, refugiarse en la iglesia de Cristo, con su evangelio no adulterado, y su énfasis sobre el conocimiento espiritual, la “inteligencia espiritual” y “toda la verdad” (Juan 16:13), dada una sola vez a los santos (Judas 3) mediante la obra perfecta del Espíritu Santo en el Siglo I. Gustosamente, le ayudaremos a tomar los pasos necesarios. Muchos los han tomado ya. ¿Por qué habría de quedarse usted rezagada?
“¡Soñé! ¡Soñé!” , exclama el pastor pentecostal. “¡Dios me ha dicho! ¡Dios me ha revelado! ¡He visto una visión!” Y los que están sometidos al dominio de su espíritu carismático suelen imitarlo. “Dios también me habla en sueños. Yo también he visto una visión.” La triste realidad es que se engañan el uno al otro. Confunden sus propios pensamientos humanos con los de Dios, atribuyéndolos a la intervención milagrosa de Dios, proceder que revuelca a la mente, desestabilizándola y trastornándola continuamente. ¿Cuántos pensamientos, impresiones, sentimientos, etcétera, cruzan por su mente en tan solo una hora? Quien cree que algunos de ellos sean “voz de Dios, intervención sobrenatural de Dios, revelación nueva del Espíritu Santo”, se ve obligado a separar a estos de los puramente humanos. ¿Qué criterio se sigue para realizar la separación? Dilema, tras dilema, tras dilema encara la mente de tal persona. ¿Es, pues, de extrañarse que no piense ni actúe con cordura, razón, lógica o sentido común en muchas ocasiones? ¿Qué su fe y práctica no concuerden con la “sana doctrina” del Nuevo Testamento?
Estimada Gabriela, tenga usted por seguro que la “sana doctrina” (Tito 2:1), “la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6), “la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1), tal cual expuesta en el Nuevo Testamento, entendida y puesta por obra, aclara la mente, endereza la mente, fortifica la mente, iluminándola y dotándola de salud. “Sana doctrina” ; mente sana. Falsa doctrina; mente aturdida.
4. “Y me pasa todo esto a pesar de que espiritualmente me siento caída. Estoy confundida.”
Pues, ya comprende usted por qué está “confundida”, ¿no? Mi convicción es que su “confusión” es atribuible principalmente, tal vez, enteramente, a las falsas enseñanzas de los pastores pentecostales. El remedio ya se lo hemos recetado.
“Identifico fácilmente a los falsos profetas, a los pastores perezosos, a los que quieren solo dinero, etcétera, a los que tienen necesidades de varias cosas material, espiritual, económica, etcétera. Y no ha habido nadie quien me ayude o me oriente, y por eso estoy triste. Creo que lo que siento y veo a alguien le sirva. Piensan que estoy loca por que hablo sola, pero es que veo ancianos, ángeles, querubines, carros de fuego. He tenido experiencias de no estar en este mundo si no en la mesa de la preposición. He visto visiones de la venida de Cristo. Me han revelado en dónde hay pastores, evangelistas, profetas y misioneros que todavía no se convierten, sino que tengo que ir por ellos. Me dan direcciones y lugares de donde están, etcétera, pero nadie me apoya. No sé por dónde empezar. Cuando lo cuento a un pastor, este me ve como loca, pero yo he leído el libro del evangelista Yiye Ávila, ‘Oración en el Espíritu”, y tuve una experiencia como nunca, y como no me creen han tratado de lastimarme de varias maneras. Por favor, ayúdenme. Siento que algo dentro de mi está muriendo, pero todo lo que veo y siento eso no se va. Es algo confuso. Espero de todo corazón que alguna persona que le pase como a mi me pudiera ayudar. De todo corazón. Que DIOS LES BENDIGA, y que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros. Amén.” Gabriela.
Evaluación y remedios. Pues, me querida Gabriela, mi alma llora al leer este servidor todo lo que usted ha vertido. Motivado por la ilusión de poder socorrerle, quisiera abundar mucho más, pero seré breve.
1. Análisis. Usted es víctima de las fuertes “sugestiones” tipo “pentecostal”. Lo que usted “ve” – “ancianos, ángeles, querubines, carros de fuego”- ¿no es lo mismo que usted habrá escuchado en labios de predicadores pentecostales? ¿No es lo mismo que usted haya escuchado en “testimonios” de otros creyentes también conquistados por los pastores pentecostales? “...experiencias de no estar en este mundo” son tan comunes en los interminables “testimonios”. Exageradas. Imaginarias. Irreales. No confirmadas. “...en la mesa de la preposición.” ¿Quiere usted decir que fuese llevada al “lugar santo” del templo judío, y colocada sobre la mesa de los panes sin levadura? ¿Con qué propósito? Aquel templo fue destruido. Aquella ley de Moisés fue clavada, en su totalidad, en la cruz, doctrina enseñada con diáfana claridad en Colosenses 2:14-16 y 2 Corintios 3:6-17, entre numerosos textos parecidos. Pero, los pastores pentecostales se rigen más por aquel Antiguo Testamento abrogado que por el Nuevo Testamento vigente, sellado con la sangre de Cristo (Hebreos 7:12; Mateo 26:28). De ahí, la enorme confusión doctrinal que riegan doquier.
2. La “locura” que los pastores pentecostales piensan detectar en usted es, a mi entender, el estado mental que ellos mismos han producido en usted. ¿La “cura”? Pues, bien, la misma que ya hemos señalado, a saber: alejarse de todos los contornos y personajes religiosos causantes de semejante confusión, sufrimiento y tristeza. Leer asiduamente las Sagradas Escrituras. Orar sin cesar. Procurar encontrar una congregación regida por el Nuevo Testamento, donde todo se hace “para edificación”, “decentemente y con orden” (1 Corintios 14:26, 40). A resumida cuenta, el culto ordenado y la “sana doctrina” predicada con claridad, sin alboroto o griterías, alinean los pensamientos y dominan las emociones, de tal modo que la mente se tranquiliza, volviéndose estable, y el corazón se llena de la alegría y el contentamiento que solo trae el entendimiento cabal de la hermosa “Verdad” revelada en su totalidad por el Espíritu Santo a los apóstoles del Señor, en perfecto cumplimiento de la promesa que él les hizo, según Juan 16:13.
Para servirle en el amor del Señor,
Homero Shappley de Álamo
La iglesia verdadera, según Dios
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