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Intercambio con un ateo declarado

 

Argumentos de ateo argentino 

para su amiga creyente


Intercalamos orientaciones, contra argumentos, etcétera, en su carta.

 

Karl Marx, filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea, ilustración para el tema Argumentos de ateo artentino para su amiga creyente, en editoriallapaz.

“Se me hace muy difícil siquiera ponerme a pensar en que un dios exista, del cual se dice que creó el mundo, pero estoy seguro de que el mundo lo creó a él, un dios que es el opio del pueblo.  

Información pertinente. El socialista Karl Marx (1818-1883), “filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea” (Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos), era el autor del concepto “la religión es el opio del pueblo”. Escribió: “La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.”

 

Es preciso ubicarse en Europa, en la segunda mitad del siglo XIX, y tener conocimiento de los atropellos de los apoderados industriales de aquellos tiempos para apreciar, aunque sea vagamente, las circunstancias lamentables que encendieron fuertes reacciones en Marx y sus correligionarios. La miseria era el flagelo de las masas de trabajadores. Marx es quien describe la fe de aquellos pobres abusados como “miseria religiosa” “el suspiro de la criatura agobiada”. Pese a que su fe o religión distara mucho del ideal del evangelio puro de Cristo, pensamos que quizá discreparan acaloradamente con Marx la caracterización socialista y materialista que él hizo de sus convicciones espirituales, objetando a voz en cuello su ahora famosa sentencia “La religión es el opio del pueblo”.

¿No es cierto que los filósofos se inclinan a interpretar la realidad a través del prisma de sus propias percepciones, intuiciones, visiones o proyecciones filosóficas? ¿Quién de ellos es infalible en su análisis y conclusiones? ¿Marx, Engels, Hegel, Russell, Voltaire?

La veracidad y el valor práctico de sus tesis se comprueban mediante los frutos que producen. ¿Qué son los frutos a largo plazo de la doctrina marxista? El honesto que conoce de estos asuntos sabe la respuesta.

El ruso Lenin (Vladímir Ilich Uliánov era su nombre completo legal. Nació en el 1870, muriendo en el 1924.) “estudió las obras clásicas del pensamiento revolucionario europeo, especialmente El capital de Karl Marx, y no tardó en declararse seguidor de la ideología de este pensador.” (Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos) La aplicación que hizo Lenin y sus compatriotas de la ideología de Marx, ¿qué tanto benefició en realidad al proletario? El analítico plenamente informado y objetivo sabe.

“La impotencia de las clases explotadas en su lucha contra los explotadores, engendra la fe en una vida mejor más allá de la muerte, tan inevitable como la impotencia del salvaje en su lucha con la naturaleza engendra la fe en los dioses, los demonios, los milagros, etc.

Comentarios. Una porción de la fraseología de esta afirmación es típicamente socialista, mientras la línea de argumentación refleja la posición común que toma gran número de ateos.

Sin ánimo alguno de profundizar en filosofías políticas o económicas, simplemente observamos que si bien hay, en la actualidad, “explotados” y “explotadores”, también viven cientos de millones de seres humanos que se desenvuelven en este mundo sin ser explotados o explotadores. De todos modos, ¿no es cierto que entre afluyentes, muy ricos y poderosos de toda categoría, gran número cree en el Dios del cristianismo, o en alguna clase de “Ser Supremo”? Así pues, no tan solo los pobres, miserables o “explotados” creen, sino también la gran mayoría de los seres humanos de todo estrato social o económico. A todo ateo que secunda el argumento expresado por el varón argentino autor de las palabras dirigidas a su amiga creyente, le corresponde explicar qué cosas “engendran la fe” que profesa la mayoría abrumadora de las clases medias y altas.

En cuanto a la fe supersticiosa “del salvaje, ¿qué tan cierto es que ella sea el producto de “su lucha con la naturaleza”? ¿Por qué no atribuirla a su pobre intelectualidad y espiritualidad, condiciones de mente y alma que hereda de antepasados que perdieron, en su rebelión contra “Dios”, no solo su dignidad sino además capacidades para pensar o analizar racionalmente? Al alejarse las gentes de Babel, en la antigua Sumeria, reino desarrollado en las llanuras de Mesopotamia, no se llevaron el conocimiento del verdadero “Creador” sino creencias en “misterios religiosos”, diosas y dioses falsos de su propia invención. En general, mientras más lejos viajaban y más tiempo transcurría, más espiritualmente ignorantes se volvían. De ahí que muchos se hundían cada vez más en creencias y prácticas “religiosas” de las más despreciables, aun crueles e inhumanas, incluso el sacrificio de seres humanos vivos.

“A aquel que trabaja y padece miseria toda su vida, la religión le enseña a ser humilde y resignado en la vida terrenal y a reconfortarse en la esperanza del premio celestial que, está de más decir, no existe.

Observaciones. Quien ha leído los escritos de Karl Marx, y otros ateos, sabe que este argumento no es nuevo.

El ateo dice al pobre y al oprimido que el “premio celestial… no existe”. ¿Acaso haya subido al cielo para comprobarlo? Diciéndoselo al pobre, ¿no hace todavía más pobre al que ya es pobre en lo material? Intenta arrancarle una convicción que sí lo sostiene día tras día, dando sentido y valor a su existencia, pese a su penuria o dolores materiales. El ateo solo añade a su carga.

En cambio, Dios, por su evangelio puro, a distinción de otros “evangelios” contaminados con filosofías políticas, sociales o económicas, reviste al más pobre de dignidad, infundiéndole auto estima y animándole a ser diligente en todo lo bueno, calidades y atributos que despejan su mente. Ya con espíritu positivo, se hace de visiones progresistas, no solo espirituales sino también materiales. Sanamente, y no con desesperación, violencia o avaricia, procura mejorar su condición material, proceder que no censura, de modo alguno, el mensaje del Nuevo Testamento de Cristo.

“Sin ir más lejos, hace una semana falleció la sobrina de un amigo; tenía un año y dos meses. Además de ese año y dos meses, también tenía cáncer. Hacía seis meses que la beba venía soportando la quimioterapia. ¿Qué pecados cometió ella en este mundo? Calculo yo que ninguno. ¿Porque nació para sufrir? ¿Dónde estaba dios? ¡Jajaja! Aún lo recuerdo: hasta escuché a una vieja mujer decir que la beba era una prueba del señor para la familia.

Consideraciones, al respecto, expresadas de forma breve, mereciendo mayor desarrollo. Todo ser humano sensible se atribula por el sufrimiento o muerte de seres amados, y aun de quienes no conoce, multiplicándose su dolor cuando se trata de un niño.

Qué quede claro: la niña no había cometido pecado alguno, tampoco trayendo en su alma la mancha del “pecado original”, dogma repugnante de quienes siguen dogmas humanos más que el sentido común o enseñanzas claras de la Biblia, pues “el alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre” (Ezequiel, profeta de Israel, en el 18:18-20).

“Sufrir” en la carne, y morir el cuerpo físico, son, tarde o temprano, experiencias ineludibles para todo ser humano, incluso el ateo. Pero, no nacemos con el propósito primordial de “sufrir” sino de crecer en carácter, mente y espíritu hasta alcanzar madurez y sabiduría, aprendiendo las lecciones, entre muchas de distintas categorías, que enseña el sufrimiento.

Gautama Buda ideó y predicó la eliminación del sufrimiento mediante sus “Cuatro Verdades Nobles” y seguir el Sendero Óctuple que trazó. ¿Qué solución propone el ateísmo? La evolución darwiniana, ¿eliminará eventualmente el sufrimiento y la muerte? ¿Cuándo? ¿Después de unos billones de años? El Dios de la Biblia promete, aun con juramento, que lo eliminará totalmente, como además la muerte, para los que le honran, siguiendo su voluntad. Esto será en el “mundo nuevo” que él proyecta.

La sobrinita de su amigo cae víctima de la “maldición” que Dios pronunció sobre la creación material a consecuencia de rechazar el hombre los designios de quien le dio forma y vida. Contemplando el sufrimiento terrible de la criatura inocente, exclamamos, consternados y tal vez indignados o enojados: ¿Dónde estaba Dios?” Pues, también viendo él a la criatura, pero no, conforme a sus explicaciones, como la ve el hombre natural, el “cristiano” débil o el incrédulo. “Para él todos viven”, apuntó su Hijo Jesucristo (Lucas 20:38). ¡Ella vive! Su cuerpecito sufrió y murió, pero ¡ella vive! El todopoderoso Dios conserva vivo su espíritu y alma. Consuelo indecible para padres, familiares y amigos que creen de verdad. Pero, ¿qué consuelo puede traer el ateo en tales circunstancias? “Su hijita vivió solo dieciocho meses, sufriendo mucho y muriendo. Se acabó su existencia. Nada hay después de la muerte.” De ser así, ¡qué tragedia! En cambio, para los cristianos entendidos, la tragedia –y no deja de ser aun para ellos una verdadera “tragedia”- ¡tiene un desenlace feliz!, a saber, la liberación del espíritu de la niña de un cuerpo defectuoso, pasando ella a un lugar absolutamente sin sufrimiento alguno. Infinitamente superior es este escenario de Dios al deprimente escenario sin esperanza que postula el ateísmo.

La “vieja mujer” que decía “que la beba era una prueba del señor para la familia”, expresó un concepto corto muy común entre “cristianos” de defectuoso entendimiento. Mucho más que “una prueba”, tal situación, con sus complejas, difíciles y dolorosas circunstancias, brinda a padres, familiares, amigos, profesionales (doctores, enfermeras) y a toda persona tocada, incontables oportunidades para mostrar amor y compasión, servir desinteresadamente y crecer emocional y espiritualmente.

Algunas reflexiones adicionales sobre el sufrimiento y muerte de niños inocentes.

Cada niño que nace, ¿quién lo trae al mundo? Sus padres terrenales. Ellos son quienes lo conciben. Por consiguiente, son los responsables de engendrarlo y traerlo al mundo. Si una pareja no quiere engendrar, pues no trae al mundo ninguna criatura nueva. Si quiere engendrar, se une sexualmente para concebir.

¿Planifica Dios cada embarazo y cada alumbramiento? Mi opinión es que no lo hace. Él estableció los mecanismos para procrear, diciendo: “Fructificad y multiplicaos”, pero dejó el “cuándo y cuántas veces” a voluntad de los seres humanos.

La tesis de algunos teólogos y predicadores es que, parafraseando, “cada criatura humana ya figuraba en los planes y propósitos de Dios antes de que creara él la tierra”. Ahora bien, se calcula que unos siete billones de seres humanos han muerto, habiendo en actualidad más de siete billones vivos. De ser correcta la tesis, Dios previo y programó la concepción y el nacimiento de cada uno del total de los catorce billones, determinando, así plantean algunos, antes de la fundación de la tierra, los progenitores de cada niño, su sexo, raza, facciones, etcétera, hasta el último detalle.

Discierno unas fuertes dificultades en este concepto, por “elevado y espiritual” que muchos lo tienen. Por ejemplo, de ser correcto, se deduce necesariamente que Dios previera y programara la existencia no solo de criaturas que nacen saludables de padres casados legítimamente sino también la concepción y el nacimiento de…

Criaturas engendradas por padres adictos de drogas. El niño que nace de adictos ¡es adicto desde el vientre de su madre! Cada año, muchos millones de niños nacen así. ¿Y esto lo hace Dios? ¿Esto lo previo y programó él? A Dios no le culpo de esta tragedia. Los padres humanos son los responsables.

Criaturas nacidas de mujeres enfermas del SIDA. ¿Sería la voluntad de Dios que tales mujeres engendren hijos? ¿Programó él la concepción de los millones de criaturas que nacen de madres con SIDA? 

SIDA. “Contagio madre a hijo. La madre puede infectar a su hijo a través de la placenta en el útero, durante el nacimiento o en el periodo de la lactancia. Aunque sólo un 25-35% de los niños que nacen de madres con SIDA presentan infección por VIH, esta forma de contagio es responsable del 90% de todos los casos de SIDA infantil. Este tipo de transmisión tiene una incidencia muy elevada en el continente africano.” (Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

Criaturas con defectos físicos congénitos, algunos espantosos. Por ejemplo:

“Malformaciones congénitas estructurales. Entre ellas se incluyen el paladar hendido y el labio leporino, los defectos de desarrollo de partes del tubo digestivo, las malformaciones cardiacas, el pie zambo y la escoliosis congénita.”

“Síndrome de Down, antes llamado mongolismo, malformación congénita causada por una alteración del cromosoma 21 que se acompaña de retraso mental moderado o grave. Los enfermos con síndrome de Down presentan estatura baja, cabeza redondeada, frente alta y aplanada, y lengua y labios secos y fisurados. Presentan epicanto, pliegue de piel en la esquina interna de los ojos.”

Más del 20% de los fetos malformados terminan en aborto espontáneo; el resto nacen con una enfermedad congénita. Hasta un 5% de los recién nacidos presenta algún tipo de anomalía congénita, y éstas son causa del 20% de las muertes en el periodo posnatal.” (Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

Criaturas cuyos progenitores no deseaban procrearlas, siendo concebidas “por accidente.

Criaturas concebidas por parejas no casadas o como fruto de infidelidad matrimonial.

Bien pudiéramos alargar la lista, pero esta basta para poner a relieve la problemática, ¿no?

Aclaramos. Una vez concebida la criatura, y nacida, debe ser respetada como ser humano, amada, cuidada y apoyada, no anulando estos deberes las circunstancias de la concepción, la condición física o el estado mental. Dado el caso que sus progenitores naturales no cumplen estos deberes, a los familiares les corresponde, y si estos fallan, pues a vecinos, organizaciones sociales, etcétera, les tocaría.

La criatura pertenece a Dios, no porque Dios mismo haya previsto y preprogramado su existencia sino porque ella es el fruto de leyes naturales establecidas por él para la procreación de la raza humana.

Si esto no es así, estoy abierto a cualquier explicación más racional.

En resumen, no culpemos a Dios por lo que él no es responsable, rehusando creer en él a causa de conceptos o creencias erróneas acerca de su papel en el desenvolvimiento diario de cada vida en particular y la raza humana como un todo.

 “Sorry, pero tu cristianismo mata y roba día a día, y ‘para pensar’ es no respetar mi ateísmo.

Aclaración. El verdadero “cristianismo” ¡jamás en la vida “mata o roba día a día”! Lastimosamente, el “cristianismo popular y tradicional”, lleno de mundanalidad, intrigas eclesiásticas y políticas, materializado y atado a culturas, crea más ateos que casi cualquier otra causa.

“Tu dios y tu religión no existen y este mundo se cae a pedazos. Ojala, sinceramente ojala, existiera ese dios. Creo que sois vos la que tenéis que sentar a pensar y abrir los ojos ante lo que crees. Tal vez sea más fácil vivir ese engaño, de hecho, lo es, total, aun podéis salir a comprar y el resto se olvida.”

Comentario. “Este mundo” que “cae a pedazos” es, justamente, el fruto de irreligiosos, religiosos que practican sus propios engaños, religiosos hipócritas, escépticos y ateos, entre otros. Según la tesis de la evolución darwiniana, este mundo debe ir en trayectoria ascendiente, en todo sentido. Señores Evolucionistas, ¿qué pasa? ¡Sálvennos de este mundo que “cae a pedazos”! Pero, ¿con qué salvarnos ustedes?

Creer con una fe inteligente no es fácil.

No creer es peor. De ahí su “ojala, sinceramente ojala, que existiera ese dios”. Pues bien, el reto para usted es, a mi humilde parecer, reunir y examinar objetivamente evidencias, cosa que hizo este servidor en una época de mi vida cuando el ateísmo estaba al punto de conquistar mi mente. Fácil es decir “Tu dios y tu religión no existen”, repitiendo lo de Marx y otros ateos. Otro cantar es probarlo más allá de cualquier duda razonable.

Deseando lo mejor para usted, su servidor, Homero S. de Álamo

 


 

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