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Parte 1 de este estudio. "El día del Señor vendrá como ladrón en la noche."

 

APOCALIPSIS

Capítulo Diez de...
Análisis de las profecías y visiones

Tema 3

La yuxtaposición en la línea del tiempo
entre el Milenio y “el día del Señor”:
¿cuál viene primero?

 

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Iniciándose “el día del Señor”, Dios resucita a los que hayan muerto “en Cristo”. “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. … los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:14-16). Resucitan con “cuerpo espiritual”. “Se siembra [sepulta] cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.” “…todos seremos transformados” (1 Corintios 15:44, 51). Transformados de “cuerpo animal” a “cuerpo espiritual”.

Parte 2

¿Cuál viene primero: el Milenio o “el día del Señor”? Determinantes los eventos que
acaecen en “el día del Señor”

 

Orientación preliminar

 

En este estudio, primero anotamos algunos eventos que tomarán lugar en “el día del Señor” conforme a las revelaciones dadas en las epístolas del apóstol Pablo a la iglesia en Tesalónica. Luego, analizamos detenidamente los eventos descritos en 2 Pedro 3:10-14. Veremos que los eventos señalados por el apóstol Pedro serán los culminantes de aquel “día del Señor” futuro.

 

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Esta obra gráfica la interpretamos como el planeta Tierra en proceso de ser completamente deshecho y consumido. “La tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” En primera plana, “los elementos” que componen la tierra, ardiendo, se deshacen. O sea, los átomos mismos se explotan. ¿Es este el destino programado por el Creador para la tierra, según las revelaciones del Espíritu Santo?

 

 I.  Eventos identificados en 1 Tesalonicenses 4:13-18; 5:1-11; 2 Tesalonicenses 1:6-10; 2:1-12.

A.  1 Tesalonicenses 4:13-18; 5:1-11. Todos los eventos apuntados en este pasaje ocurren en “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. En el único y exclusivo “día del Señor”, a saber, el de la Segunda Venida de Cristo, y no en algún imaginario “día de una Segunda Fase de la Segunda Venida”, como tampoco en el igualmente imaginario “día de una Tercera Venida”. La expresión “…el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:2, más o menos en el mismo centro de los versículos desde el 4:13 hasta el 5:11. Contextualmente, el pasaje es un todo indivisible sobre eventos y circunstancias profetizados para un solo “día”, específicamente, el “del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. Consiguientemente, pautar algunos eventos del pasaje para la Segunda Venida de Cristo, y otros para una supuesta “Segunda Fase” o “Tercera Venida”, nos parece contra el sentido natural de las enseñanzas traídas por Pablo, y una violación crasa de las reglas de la exégesis sana, pues todos los parámetros del texto enseñan que el apóstol no escribe sobre “dos, o aun tres, días distintos del Señor” sino sobre uno solo. Tomemos nota de los eventos y circunstancias por él resaltados.

1.  En “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche“, “…traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14).

2.  Habrá cristianos vivos en la tierra al iniciarse el día de “la venida del Señor”, según las cláusulas: “…nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor…” (1 Tesalonicenses 4:15).

3.  En la secuencia de eventos programados por Dios para aquel día de “la venida del Señor”, referente a unirse al Señor (1 Tesalonicenses 4:17; 2 Tesalonicenses 2:1), los cristianos vivos en la tierra no precederán “a los que durmieron”, es decir, que murieron “en Cristo” (1 Tesalonicenses 4:15). Porque “los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).

4.  Pero, antes de la resurrección de “los muertos en Cristo”, lo siguiente acontece: “…el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo…” (1 Tesalonicenses 4:16).

5.  Y aun antes del último trompetazo, se dará una señal entre las gentes que “duermen” en “la noche” de sus borracheras y demás pecados, que andan en “las tinieblas” de su ignorancia y rebeldía espiritual, a saber: estarán diciendo “Paz y seguridad” (1 Tesalonicenses 5:3-7).

6.  Resumen y secuencia de eventos profetizados para “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, tal cual revelados en 1 Tesalonicenses 4:13-18 y 5:1-11.

a)  Las gentes impías que componen las naciones engañadas estarán diciendo “Paz y seguridad”. Es decir, “Paz y seguridad” entre sí porque Satanás habrá logrado su propósito de engañarlas y reunirlas en oposición a Dios (Apocalipsis 16:13-16).

b)  De repente, “descenderá” el Señor “del cielo”, “con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios” (1 Tesalonicenses 4:16). Así pues, ¡el Señor no viene “secretamente”, o “silenciosamente”, sino con fuerte voz autoritaria y estruendosa, acompañada “con trompeta de Dios”! Qué quede claro: estas manifestaciones se dan al principio del “día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, y no, en definitiva, cientos o miles de años después en alguna “Segunda Fase” o “Tercera Venida”.

c)  Entonces, “los muertos en Cristo resucitarán primero”, o sea, “primero” que la transformación de los santos vivos en la tierra (1 Tesalonicenses 4:16).

d)  “Luego nosotros los que vivimos…”

-Es decir, quienesquiera que sean los cristianos fieles vivos en el día de la Segunda Venida. Al escribir “…nosotros los que vivimos…”, el apóstol Pablo incluye a sí mismo y a otros cristianos de su época entre los que estuvieran vivos en el día de la Segunda Venida, pero esta forma retórica de expresarse no nos obliga a concluir que permanecieran vivos, tanto él como ellos, hasta la Segunda Venida, tratándose más bien de un generalidad que abarca a todos los que se encontraran vivos en “aquel día”, quienesquiera que fueran.

e)   “…los que hayamos quedado, seremos arrebatados…”

 -“Raptados”, ¡NO!, sino “arrebatados”.

f)  “… juntamente con ellos en las nubes…”

-O sea, en “las nubes” visibles, materiales.

g)  “…para recibir al Señor en el aire…”

-En el espacio visible alrededor del planeta Tierra. Cuando Cristo ascendió, “…le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.” Una nube de verdad; una nube material. “…así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:9-11). La “nube” que le recibió al ascender era real y visible, y asimismo será nube sobre la cual vendrá.

h)  “…y así estaremos siempre con el Señor.”

-Parafraseando: “Subiremos para encontrar al Señor ‘en el aire’, yendo con él al cielo de Dios, ‘y así estaremos SIEMPRE con el Señor’. Es decir, no regresaremos nunca al planeta Tierra sino que iremos a ocupar el lugar paradisíaco celestial prometido a los santos fieles. ¿Volver nosotros a la tierra para ocuparla mil años más? ¡Inconcebible! El Milenio ya pasó. Vamos para el cielo, de dónde jamás saldremos”.

i)  Así pues, definitivamente, el Milenio precede “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”. En la línea del tiempo, el Milenio no transpira después de este “día del Señor”, sino ANTES. Colocando los “rapteros” (creyentes en el “rapto” y “dejado atrás”) el Milenio después de este “día del Señor”, no solo contradicen las revelaciones del apóstol Pablo en su primera epístola a los tesalonicenses sino que crean escenarios fantasiosos, profetizando “el engaño de su corazón” y “sueños mentirosos” (Jeremías 23:25-31), como además “visión vana” (Ezequiel 13:7).

j)  Una vez resucitados “los muertos en Cristo”, y también “transformados” (1 Corintios 15:52) y “arrebatados” los santos que se hayan “quedado” hasta la Segunda Venida, unidos todos ellos al Señor, vendrán, al menos algunos de su número, si bien no todos, con él “Fiel y Verdadero”, en su manifestación contra las naciones engañadas (Apocalipsis 19:11-14). En 1 Tesalonicenses 5:3, el apóstol Pablo escribe sobre este evento. “Cuando digan” los impenitentes del tiempo del fin: “Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”. Indiscutiblemente, estas acciones contra los enemigos intransigentes de Dios toman lugar en “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. Por lo tanto, enseñar que estos enemigos no sean tocados por Cristo en su Segunda Venida sino que sean “dejados atrás” en la tierra para que se arrepientan y se salven, ha de clasificarse como un error de los más descabellados y peligrosos. ¡No serán “dejados atrás” sino destruidos! Pero, los “rapteros” enseñan que serán “dejados atrás”, que no verán al Señor en su Segunda Venida, porque, según predican, “el Señor vendrá secretamente, apareciendo solo a sus discípulos preparados y raptándolos”. Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos” (Ezequiel 13:6). “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová” (Jeremías 23:16). Certeramente, estas advertencias tomadas del Antiguo Testamento son aplicables a los “rapteros” del presente, pues estos “alimentan con vanas esperanzas” de “rapto secreto”, de “Milenio paradisíaco terrenal material después del “día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”, de oportunidades para salvación después de este “día del Señor”, de una supuesta “Tercera Venida de Cristo”, etcétera. ¡Ay de ellos! ¡Ay de los que son “raptados” por sus profecías y visiones fatulas! Qué vuelvan, arrepentidos, de sus viajes esotéricos, sometiéndose solo y exclusivamente a las profecías y visiones ya dadas y explicadas por Dios en el Nuevo Testamento. Ya dadas, dicho sea de paso, en su totalidad, en el Nuevo Testamento, acabándose “las profecías” una vez revelada “toda la verdad” (1 Corintios 13:8-13; Juan 16:13; Apocalipsis 22:18-19). De manera que no son de Dios las profecías y visiones modernas.

B.  2 Tesalonicenses 1:6-10. El tema de este trozo es lo que sucederá “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego…” (2 Tesalonicenses 1:7-8), sinónimo de “…cuando venga en aquel día…” (2 Tesalonicenses 1:10). “…aquel día…” es lo mismo que “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. ¿Qué sucederá en “aquel día”?

1.  Dios pagará “con tribulación a los que… atribulan” a los santos fieles (2 Tesalonicenses 1:6). ¿Cuándo? “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo…” (2 Tesalonicenses 1:7) en su Segunda Venida.

2.  El Señor Jesús dará “retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio…” (2 Tesalonicenses 1:8). Estos “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9). ¿Cuándo? La respuesta se da en el mismo texto, a saber: “…cuando venga (el Señor Jesús) en aquel día…” (2 Tesalonicenses 1:10).

-Conclusiones:

a)  “Aquel día” que “vendrá así como ladrón en la noche”

(1)  ¡Será día de “tribulación” para los que persiguen a los cristianos leales!

(2)  ¡Será día de “retribución” para “los que no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio…”!

(3)  ¡En aquel mismo día, todos los pecadores “sufrirán pena de eterna perdición…”!

b)  Por lo tanto…

(1)  Ha de ser del todo evidente para el estudioso imparcial de estos temas que el Señor Jesús no vendrá “silenciosamente”, o “secretamente”, en “aquel día”, dándose a conocer solo a sus discípulos preparados y “raptándolos”, sino que se manifestará “en llama de fuego” contra todos los seres humanos no preparados.

(2)  También es obvio que estos pecadores no serán dejados atrás en la tierra después de un supuesto rapto, ya que se dice claramente que “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor…” ¡Su “perdición” es “eterna”! ¡Jamás volverán a estar en “la presencia del Señor…”! Así que, los pentecostales y demás promulgadores de “rapto y dejado atrás” se equivocan grande e inexcusablemente.

3.  En “aquel día”, el Señor Jesús se manifestará “desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego…” (2 Tesalonicenses 1:7-8). ¡Él no vendrá solo, ni encubiertamente, o furtivamente! Al contrario, multitudes de ángeles le acompañarán. Y vendrá “en llama de fuego” contra perseguidores y desobedientes.

4.  En “aquel día”, Cristo no vendrá para “raptar” a sus seguidores fieles sino “para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron…” (2 Tesalonicenses 1:10). “…sus santos” le glorifican, admirados de él, no haciéndolo encubiertamente, como si hubiesen sido “raptados” fuera de la presencia de los demás humanos, sino abiertamente, honradamente, valerosamente, como conviene a todo seguidor valiente y transparente de Dios.

C.  2 Tesalonicenses 2:1-11. El tema de este pasaje es “…la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él…” (2 Tesalonicenses 2:1). La frase introductoria “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo…”, alude, gramaticalmente, a lo que había escrito el apóstol Pablo en el texto que acabamos de analizar -2 Tesalonicenses 1:6-10- y por consiguiente, “…la venida” del Señor en el 2:1-11 es su Segunda Venida en “aquel día” que “vendrá así como ladrón en la noche”. ¿Qué pasará en “aquel día”, según el 2:1-11?

1.  Primero, Pablo establece parámetros sobre el tiempo para cuándo viniera “el día del Señor” (2 Tesalonicenses 2:2).

a)  No estaba “cerca” cuando el apóstol escribió a los tesalonicenses en el Siglo I. “…no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca (2 Tesalonicenses 2:2). Efectivamente, Pablo enseñaba, por el Espíritu, ¡que “el día del Señor” NO estaba “cerca”! Ciertamente, esta revelación obra en contra de la tesis según la cual “Cristo viniera por Segunda Vez en el año 70 del Siglo I”. La primera epístola a los tesalonicenses fue escrita probablemente a principios del año 50 d. C., siendo, pues, el año 70 ya muy cerca en la línea del tiempo.

b)  “El día del Señor” no vendría “sin que antes” viniera “la apostasía”, y se manifestara “el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2:3), también llamado “aquel inicuo” (2 Tesalonicenses 2:8).

2.  Fijados estos parámetros, el apóstol Pablo abunda sobre el tema de “la apostasía”, señalando un evento determinante que sucederá en el día de la Segunda Venida, según 2 Tesalonicenses 2:8. Cumplidas todas las profecías sobre “la apostasía”, llegará entonces “el día del Señor”, y en “aquel día”, el Señor “destruirá con el resplandor de su venida” a “aquel inicuo” (2 Tesalonicenses 2:8). ¿Cuándo destruirá el Señor al “hombre de pecado”, al “hijo de perdición”? Precisa e indiscutiblemente, ¡en el día de su Segunda Venida! Después de su Segunda Venida, ¡“aquel inicuo” NO permanece en la tierra! Sus representantes no son “dejados atrás” en la tierra. ¡Ningún perseguidor, ateo, desobediente o maleante es “dejado atrás” en el planeta Tierra después de la Segunda Venida de Cristo en “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. “El hombre de pecado” será “destruido” en “aquel día”, y juntamente con él, todos los demás pecadores impenitentes. En este escenario bíblico, sencillamente, no hay lugar para un susodicho “rapto”, rindiéndose igualmente del todo insostenible la popularísima doctrina de “dejado atrás”. Y así, una vez más se constata la serie de errores doctrinales mayúsculos que cometen los “rapteros”.

3.  Decididamente, el Milenio precede “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”. Después de la destrucción a efectuarse en “aquel día”, no quedarán pecadores vivos en la tierra. Consumado el “misterio de Dios” (Apocalipsis 10:5-7) en “aquel día”, como también “la ira de Dios” (Apocalipsis 15:1), la línea del tiempo finaliza. “…el tiempo no” será “más” (Apocalipsis 10:6). No habrá Milenio después del “día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche”. El tiempo para la humanidad en el planeta Tierra habrá terminado de una vez para siempre. 

Los eventos culminantes del “día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, descritos en 2 Pedro 3:6-10.

2 Pedro 3:10-14

En el texto siguiente, se ennegrecen las cláusulas que identifican eventos. 

(3:10) “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. (3:11) Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, (3:12) esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! (3:13) Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora justicia. (3:14) Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” 

III.  ¿Qué eventos acontecen en “el día del Señor”, según 2 Pedro 3:10-14?

A.  A continuación, recopilamos los que se identifican en este pasaje muy controvertido.

1.  “…los cielos pasarán con grande estruendo…” (2 Pedro 3:10). “…los cielos, encendiéndose, serán deshechos…” (2 Pedro 3:12).

2.  “…los elementos ardiendo serán deshechos…” (2 Pedro 3:10). “…los elementos, siendo quemados, se fundirán” (2 Pedro 3:12).

3.  “… la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).

4.  Resumen hecha en el mismo texto: “…todas estas cosas…”, o sea, cielos, elementos, tierra y obras, “han de ser deshechas” (2 Pedro 3:11).

B.  Observaciones preliminares.

1.  “…os elementos” son los pequeños componentes básicos de toda cosa material. Nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, carbono, hierro, plomo, plutonio. Por ejemplo, el agua se compone de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Hasta marzo del 2010, se habían descubierto 118 elementos químicos. “Un elemento químico es un tipo de materia, constituida por átomos de la misma clase. En su forma más simple posee un número determinado de protones en su núcleo, haciéndolo pertenecer a una categoría única clasificada con el número atómico, aun cuando este pueda ostentar distintas masas atómicas.” (www.wikipedia.org. Artículo Chemical Elements –Elementos químicos.)

2.  Al otro extremo, “los cielos” son lo más vasto del universo material, extendiéndose por distancias tan grandes que se miden en años de luz [la luz se desplaza a 186,000 millas por segundo; a 299,792,458 metros por segundo] y abarcando innumerables galaxias compuestas de incontables estrellas, incluso la galaxia llamada “Vía Láctea”, a la cual pertenece la estrella llamada “Sol”, entre cuyos planetas se encuentra el que se llama “Tierra”.

3.  Todo este sistema material tan enorme, desde la perspectiva del ser humano, está destinado por su Creador a ser quemado y deshecho. Qué conste: no solo “quemado” sino también “deshecho”. “Deshecho” significa “desmantelado, desbaratado, descompuesto”. “Deshacer. (De des- y hacer). tr. Quitar la forma a algo, descomponiéndolo. 5. Dividir, partir, despedazar. Deshacer una res. 9. Desaparecerse o desvanecerse de la vista.” (Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.) Así que, desde los pequeñísimos “elementos” hasta los inmensos “cielos”, incluyéndose también “la tierra y las obras que en ella hay”, “todas estas cosas” están destinadas a ser quemadas y deshechas.

4.  Escrutando el texto, notamos que vocablos tales como “purificar”, “renovar”, “reconstituir”, restaurar”, “limpiar” o “reedificar” no aparecen.

5.  Procedemos a examinar minuciosamente los componentes señalados en el pasaje y cómo los mismos serán impactados en “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, es decir, en el día de su Segunda Venida.

IV.  “Los CIELOS.” “…los cielos pasarán con grande estruendo…” (2 Pedro 3:10). “…los cielos, encendiéndose, serán deshechos…” (2 Pedro 3:12).

A.  ¿Qué son “los CIELOS”? ¿Se trata de “cielos simbólicos”, o de los cielos físicos del universo material?

1.  Primero, exploremos la idea según la que “los cielos” simbolicen a los gobernantes malos de la tierra (presidentes, reyes, reinas, cancilleres, príncipes, gobernadores, senadores, jueces). Suponiendo que el vocablo “cielos” fuese usado así simbólicamente, sustituimos, conforme a reglas de sana interpretación, “gobernantes malos” por “cielos” en las cláusulas que contienen este vocablo, y haciéndolo, leerían de la siguiente manera: (2 Pedro 3:10) “En el cual los gobernantes malos pasarán con grande estruendo…”. (2 Pedro 3:12) “En el cual los gobernantes malos, encendiéndose, serán deshechos…” (3:13) “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, gobernantes nuevos y tierra nueva…” De inmediato, salta a la vista cuán innatural sería aplicar simbólicamente “los cielos” a “gobernantes malos”, o a las gentes desobedientes a Dios, pues decir que “los gobernantes malos y las gentes desobedientes pasarán con grande estruendo, dejando de ser”, o decir que “los gobernantes malos y las gentes desobedientes, encendiéndose, serán deshechos”, constituiría, efectivamente, un lenguaje retórico bastante extraño, discordante en sus partes.

2.  Suponiendo simbólicos “los cielos”, ¿también deberían entenderse simbólicamente las expresiones “pasarán con grande estruendo” y “encendiéndose, serán deshechos”? Tomadas retóricamente como alusivas a los pecadores impenitentes de la tierra, nuestra percepción personal es que estas expresiones serían poco apropiadas o acertadas. ¿Qué los pecadores intransigentes en la tierra monten tremendísimo ruido al ser eliminados por Dios? ¿Qué sean, figurativamente, encendidos y deshechos? Más bien, intentarán esconderse de Dios en “el gran día… de la ira del Cordero” (Apocalipsis 6:15-17). “Aterrorizados”, darán “gloria al Dios del cielo” (Apocalipsis 11:13).

B.  En marcado contraste, “pasarán con grande estruendo” y “encendiéndose, serán deshechos” son expresiones más que apropiadas para describir el fin literal de los cielos materiales. ¡Estruendoso rompimiento audible de los cielos materiales! ¡El universo material, tan contaminado por el pecado, consumido en fuego de verdad, deshecho, fundido! “Los cielos” materiales se componen de “elementos” químicos materiales. En la próxima partida, queda establecido que los “elementos” mentados por Pedro son materiales. Ahora bien, dado que los cielos materiales se componen de “elementos” materiales, al deshacerse o fundirse los elementos del universo material, ¡también se deshacen o se funden los cielos materiales! Y esto ocurre al venir Cristo la Segunda Vez. Por lo tanto, después de la Segunda Venida de Cristo, definitivamente, ¡este universo material no se hallará más! Tanto el planeta Tierra, como los cielos materiales, habrán desaparecido totalmente. ¿No dice esto mismo, explícitamente, Hebreos 1:10-12? “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.” Además, concuerda perfectamente Apocalipsis 20:11. “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.”

C.  De cierto, son culminantes los eventos descritos por el apóstol Pedro para “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”. Tomamos nota de que Pedro no escribe sobre los primeros eventos de “aquel día”. No aborda temas tales como la aparición del Señor, acompañado por sus “ejércitos celestiales”, su venida “con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios”, la resurrección de los “muertos en Cristo”, la transformación de los santos vivos en la tierra al regresar el Señor, o la tribulación, retribución y destrucción que traerá Cristo sobre las naciones engañadas sublevadas contra él en “aquel día”. Más bien, Pedro se limita a describir el fin catastrófico de “los cielos”, de “los elementos”, de “la tierra y las obras que en ella hay”. Estos son los eventos culminantes de “aquel día” que “vendrá como ladrón en la noche”.

V.  "Los ELEMENTOS…" (2 Pedro 3:10) “…y los elementos ardiendo serán deshechos…” (2 Pedro 3:12) “¡… y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”

A.  ¿Qué son “los ELEMENTOS” en términos literales? Técnicamente, según la ciencia moderna, son “cuerpos químicamente simples”. Estos se desglosan en una “Tabla de los elementos” o “Catálogo de los elementos ordenados por su número atómico”. Existen por lo menos ciento dieciocho elementos (“cuerpos químicos simples”), desde el hidrógeno, oxígeno, carbono y hierro hasta el einstenio y el mendelevio (Diccionario de uso del español, Tomo I, 1065). El óxido de carbono (CO2) se compone de un átomo de carbono y dos de oxígeno. A su vez, el átomo se compone de partes todavía más pequeñas –electrones, protones, neutrones, etcétera.

1.  El que Pedro y sus lectores del Siglo I no tuvieran conocimiento alguno del átomo y los “cuerpos químicamente simples” llamados hoy día “elementos”, no justifica que descartemos el verdadero significado fundamental del término “elementos”. Sin duda, ellos interpretarían “elementos” de acuerdo con el significado que tenía en aquel tiempo. Según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, “en la filosofía natural antigua, “elemento” se aplicaba a “cada uno de los cuatro principios inmediatos fundamentales considerados como constitución de los cuerpos, es decir, la tierra, el agua, el aire y el fuego” (Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Diccionarios de Encarta. Vocablo “Elemento”.) Así que, para Pedro y sus contemporáneos, el vocablo “elementos” significaba los componentes más fundamentales de la naturaleza material conocida en aquel tiempo. Hoy por hoy, nuestro conocimiento de lo más fundamental de la naturaleza material es muchísimo más profundo y preciso, y por ende, nuestro asombro ante las afirmaciones de Pedro sobre el destino programado por Dios para los “elementos” se supone que sea aún mayor que el que sintieran Pedro y sus lectores en el Siglo I. Por ejemplo, ya se sabe que los átomos mismos pueden ser “deshechos”. Prueba espantosa de ello la tenemos en las terribles bombas nucleares.

2.  “…los elementos ardiendo serán deshechos… ¡…siendo quemados, se fundirán! El sentido natural y lógico de lo que el Espíritu de Dios profetiza acerca de “los elementos” es que llegará el día, llamado “el día del Señor” (2 Pedro 3:10), o el “día de Dios” (2 Pedro 3:12), al igual que “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, cuando estos componentes básicos de la materia serán encendidos, ardiendo hasta el extremo de fundirse o deshacerse. Al acontecer semejante evento, ¡el universo material deja de ser! No se trata de la “purificación por fuego de la superficie del planeta Tierra” sino de la disolución total de la materia misma del universo material. Este evento está vinculado, inextricablemente, por el Espíritu Santo, a la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, proyectar la continuación del planeta Tierra para después de la Segunda Venida no armoniza en absoluto con la revelación de Dios sobre el destino del mundo material. En definitiva, el planeta Tierra no seguirá existiendo después de la Segunda Venida de Cristo. “Los ELEMENTOS ardiendo serán deshechos… siendo quemados, se fundirán” constituye la prueba irrefutable para este servidor, y si usted, estimado lector, tiene una explicación más razonable para esta profecía, me agradaría leerla. Puede comunicarse con nosotros mediante el correo electrónico: [email protected].

B.  ¿Pudiera tener el vocablo “elementos” algún significado simbólico en el contexto de lo escrito por el apóstol Pedro? ¿Acaso se trate metafóricamente de “seres humanos malos”? Supongamos que sea así. Entonces, sustituyendo “seres humanos malos” por “elementos”, las expresiones con esta palabra leerían como sigue: “Los seres humanos malos [elementos] ardiendo serán deshechos” (2 Pedro 3:10). “Los seres humanos malos [elementos], siendo quemados, se fundirán” (2 Pedro 3:12). En tal caso, los seres humanos malos, o sea, los pecadores impenitentes vivos en la tierra al llegar “el día del Señor… como ladrón en la noche”, ¡serían quemados, deshechos y fundidos! Pero, esta terminología no es cónsona con otros textos que abordan el fin físico de los impenitentes, ni suena natural. ¿“…se fundirán” materialmente los impenitentes? ¿Serán literalmente “deshechos” los átomos de sus cuerpos? Apocalipsis 19:21 explica que serán “muertos con la espada” que sale “de la boca” del “Verbo de Dios”.  Ahora bien, el “raptero” que interprete “elementos” como símbolo de los pecadores vivos en el “día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, confronta un dilema de su propia confección, ya que también enseña que los pecadores “serán dejados atrás” en la tierra, con vida material, y que tendrán nuevas oportunidades para arrepentirse y salvarse. Efectivamente, se enreda en sus propias interpretaciones de 2 Pedro 3:10-14. Veamos.

1.  Aplica el pasaje a lo que llama “el rapto secreto del pueblo de Dios”.

2.  Asevera que al ocurrir tal “rapto”, los pecadores serán “dejados atrás”, vivos sobre el planeta Tierra, la cual permanecerá, según sus especulaciones, después del “rapto secreto” por él pautado.

3.  Pero, la destrucción programada por Dios para “los elementos” señalados en el pasaje –quemados, deshechos y fundidos- rinde insostenible su doctrina, bien que estos “elementos” sean tenidos por literales o simbólicos. Tomados estos “elementos” literalmente, los mismos dejan de existir. Tomados simbólicamente como representativos de pecadores impenitentes, estos también quedarían liquidados, y no “dejados atrás” vivos en la tierra. ¿Cómo salir los “rapteros” de este impase creado por ellos mismo?

C.  El sentido natural y lógico de “…los elementos ardiendo serán deshechos… ¡… y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” es que se trata de la disolución total de los componentes materiales básicos del universo material. De este evento, definitivamente fulminante y culminante, escribe el apóstol Pedro.

VI.  “La tierra.” ¿Qué es “la TIERRA” en la frase “la TIERRA y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10). Sea lo que sea, será quemada. La misma figura entre “estas cosas” del Versículo 11, las que “han de ser deshechas”. Por consiguiente, “la TIERRA” aludida, cual sea, también será deshecha.

A.  ¿Acaso simboliza "la tierra" a "la gente mala"?

1.  ¿Es “simbólico” el vocablo “tierra” en el 2 Pedro 3:10? ¿Acaso simboliza a “la gente”? De ser así, entonces ¿será quemada y deshecha la gente? ¿Qué “gente”? ¿Solo “la gente mala”? En tal caso, ¿cómo quema y deshace Dios a “la gente mala”? ¿Literalmente, o solo figurativamente? Suponiendo que “solo figurativamente”, entonces surge la pregunta: ¿Permanecería “la gente mala” en la tierra física, pasando a residir también en la “tierra nueva”? ¡Quemada y deshecha, pero viva!, sobreviviendo, en sus cuerpos de carne y sangre, la Segunda Venida de Cristo.

a)  Pero, es imposible, en absoluto, que se desarrolle tal escenario por la razón de que “los ELEMENTOS” mismos serán quemados y deshechos, fundiéndose, lo cual significa que el planeta Tierra, con sus cielos materiales, no continúan después de la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, ¡tampoco podría “la gente mala” sobrevivir la Segunda Venida en sus cuerpos mortales, ya que sus cuerpos físicos se componen de “ELEMENTOS” y “los ELEMENTOS” no existen después de la Segunda Venida! Quien encuentra incorrectas estas premisas y conclusiones está en la libertad de informarnos sus razones. Nada de opiniones o censuras subjetivas para nosotros; solo razonamientos lógicos respaldados por palabras exactas de la Biblia.

b)  Apocalipsis 19:15-21 apoya fuertemente nuestra conclusión. Al venir el jinete (Cristo) montado en su “caballo blanco”, con sus “ejércitos celestiales”, pelean contra “la bestia… los reyes de la tierra y… sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”. A consecuencia de la batalla, mueren “reyes… capitanes… fuertes… caballos… todos, libres y esclavos, pequeños y grandes”. La bestia y el falso profeta son lanzados al lago de fuego, “y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca” del jinete. O sea, ¡no habrá sobrevivientes! ¡Ningún ser humano queda vivo sobre la faz de la tierra después de la intervención fulminante y terminante del “Fiel y Verdadero”!

c)  Decididamente, “la TIERRA” de 2 Pedro 3:10 no es “la gente mala”.

2.  Aún más, tal interpretación simbólica de “tierra” en 2 Pedro 3:10 exigiría, por inferencia lógica, que “tierra NUEVA” en 2 Pedro 3:13 también se interprete simbólicamente de la misma manera. “Pero nosotros esperamos… tierra nueva”, o sea, “nosotros esperamos… ¡gente nueva!” ¡Bendito! Pero, ¡cuán incongruente suena tal expresión! Innatural. Una violación del sentido común. En realidad, estamos esperando una verdadera “tierra nueva”, es decir, la nueva y perfecta morada que el Señor está preparando para los que le aman y obedecen.

B.  ¿Acaso simboliza "la tierra" el "ambiente social-moral-espiritual" del presente mundo?

1.  ¿Simboliza “la TIERRA” el “AMBIENTE social-moral-espiritual” creado por los seres humanos? En tal caso, sustituiríamos lo simbolizado por “la tierra”, y las cláusulas relevantes leerían: “…y el ambiente social-moral-espiritual y las obras que en él hay serán quemadas…”. La incongruencia y redundancia de semejante expresión son discernibles a primera vista. “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y ambiente social-moral-espiritual nuevo, en el cual mora la justicia.” Conforme a tal interpretación, Cristo, en su Segunda Venida, solo quemaría y desharía el ambiente creado por los hombres, incluso sus obras, dejando intacto el planeta Tierra, y dejando con vida a los seres humanos no preparados para el “rapto”.

2.  Pero, surge la pregunta: ¿Cómo es posible que Cristo intervenga, directa y personalmente, en los asuntos humanos terrenales, destruyendo el “ambiente social-moral-espiritual de los seres humanos desobedientes, malos o incrédulos”, vivos en la tierra en el día de su Segunda Venida, además, todas sus obras, sin incurrirse en el acto mismo de hacer “acepción de personas”? A diferencia de las generaciones pasadas que murieron sin arrepentirse, “la generación del tiempo del rapto y la Segunda Venida” experimentaría, en carne viva, la intervención sobrenatural de la Deidad, a nivel mundial, y sobreviviendo “la limpieza milagrosa por fuego del ambiente social, moral y espiritual”, como también “la conflagración divina que consuma sus obras” delante de sus ojos, ¡aún quedan con vida, concediéndoles Dios más tiempo, y por ende, oportunidades adicionales para arrepentirse y obedecer al evangelio! “¡Injusto! ¡Injusto!”, exclaman mi intelecto y corazón. ¿Con qué justificación dar Dios oportunidades adicionales a toda una generación de pecadores que ya tuvo tiempo para arrepentirse y obedecer al evangelio? Pero, Dios no es injusto. ¿Hacer “acepción de personas”? Dios no hace “acepción de personas”. Por lo tanto, el escenario postulado por los “rapteros” no armoniza con el carácter o el proceder de Dios. De cierto, él no lo concibió, ni lo auspiciará.

3.  Surgen todavía más problemáticas.

a)  ¿Cómo puede Dios mismo “limpiar” o “purificar” el ambiente social-moral-espiritual de la tierra, al extremo de imponer “perfecta paz, justicia y santidad”, sin alterar, fundamentalmente, la condición del ser humano? ¿Limpiará el ámbito humano de toda influencia mala, de toda tentación, de toda prueba? Durante mil años después de la Segunda Venida, ¿reinará Cristo sobre un mundo totalmente distinto al nuestro? De ser así, los seres humanos del Milenio recibirían “trato preferencial” de parte de la Deidad, dando lugar, de nuevo, a exclamaciones justificadas de “¡Injusto! ¡Acepción de personas!”

b)  Al postularse una “limpieza” o “purificación por fuego”, referente a “las obras que… serán quemadas… deshechas”, preguntamos: ¿Destruye Cristo, literalmente, todas las obras humanas, o solo las malas? ¿Enciende él mismo, o su ejército, casinos, prostíbulos, cines, etcétera, sin tocar negocios o empresas sanas?

c)  A estas dificultades se añade la que rinde absolutamente insostenible la teoría de “tierra” como “simbólico de ambiente”, a saber, al quemarse, deshacerse y fundirse “los ELEMENTOS”, ¡todo “ambiente terrenal” se esfumará en el instante! Destrucción total es, pues, lo que ocurre, y no una mera “limpieza” o “purificación”.

C.  ¿Se refiere “la tierra”  solo a la superficie física del planeta Tierra? ¿Es “la TIERRA” solo lo que hay en su superficie? Negativo. En el pasaje que estamos analizando, lo que hay en la superficie de la tierra se identifica por medio de la frase “y las obras que en ella hay”. Suponiendo que “la tierra” signifique solo “la superficie de la tierra”, sustituimos “la superficie de la tierra” por “la tierra”, y la expresión “la tierra y las obras que en ella hay” leería de la siguiente manera: “… y la superficie de la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. Inteligente lector, este servidor discierne elementos de incongruencia y redundancia en esta interpretación, y por consiguiente, la rechazo como explicación lógica de la frase “la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.

D.  Entonces, ¿qué es “la TIERRA”? La respuesta más natural y lógica es que "la tierra" es todo el globo terráqueo. Esta es, según nuestra apreciación, la única explicación que concuerda con el contexto de 2 Pedro 3:6-10. Al decir “la tierra”, se refiere al planeta Tierra material mismo, a todo el globo terráqueo, desde la superficie hasta el centro. El planeta Tierra será quemado y deshecho. Todo el planeta se compone de “ELEMENTOS”, y “los ELEMENTOS” mismos, ardiendo, serán quemados y deshechos, fundiéndose. Así que, no se está profetizando una “limpieza por fuego” de la superficie sino la destrucción total del planeta. El planeta Tierra se ve, y por lo tanto, es temporal. Lo temporal no es eterno. “…no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18). Estas sencillas palabras inspiradas ponen fin terminante a toda especulación sobre una “tierra material eterna”.

VII.  “La justicia.”  “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, CIELOS NUEVOS y TIERRA NUEVA, en los cuales MORA la JUSTICIA” (2 Pedro 3:13).

A.  No estamos esperando la continuación de esta misma tierra, el planeta Tierra, purificada de ambientes y obras malas, pero donde aún pulsa con vida la simiente del pecado, la que, finalizados mil años más, brotaría de nuevo en fieras persecuciones y batallas contra Dios.

B.  No esperamos esta misma tierra, con todas las enfermedades que atacan el cuerpo y la mente del ser humano. ¿O debemos suponer que Dios elimine toda enfermedad durante el Milenio postulado por los “rapteros”?

C.  No esperamos, para después de la Segunda Venida, mil años más de peligros climatológicos como los que amenazan muy a menudo nuestra presente existencia (inundaciones, huracanes, tornados, relámpagos, frío, calor excesivo). ¿O debemos creer que Dios cambiara el clima de la tierra durante el Milenio proyectado por los “rapteros”?

D.  No esperamos, para después de la Segunda Venida, vivir en una tierra donde haya que imponer la justicia con una “vara de hierro”, donde las naciones “serán quebradas como vaso de alfarero” (Apocalipsis 3:26-27) y donde el Señor las pise “en el lagar del furor y de la ira de Dios” (Apocalipsis 19:15).

E.  Muy al contrario, para después de la Segunda Venida, cuando toda obra, ambiente y elemento material haya sido quemado y deshecho, esperamos una verdadera “tierra nueva con cielos nuevos”, perfectos en todo aspecto, una nueva creación más bella que esta, elaborada en todos sus detalles para nuestro absoluto disfrute y deleite por toda la eternidad. En esta nueva creación “MORA la JUSTICIA”. ¿Se da cuenta? ¡”MORA”! No hace falta una “vara de hierro” para imponerla! “MORA la JUSTICIA” en la “tierra nueva” proyectada en 2 Pedro 3:13, como un atributo inherente por naturaleza en las obras perfectas de Dios. “Equidad, integridad, rectitud, santidad y verdad” MORAN en la “tierra nueva” que el Espíritu Santo anuncia por medio del apóstol Pedro, como atributos inherentes de aquel nuevo mundo perfecto en absoluto.

F.  El magnífico concepto de “JUSTICIA” que se realza en 2 Pedro 3:13 se opone, diametralmente, a la febril idea de una “justicia impuesta en las naciones con la vara de hierro”, idea que sostienen quienes alimentan al público con la vana y enfermiza esperanza de un “reino milenario terrenal después de la Segunda Venida de Cristo”. Aplicar 2 Pedro 3:10-13 a referido “reino milenario” constituye un error craso de exégesis. Citar 2 Pedro 3:10 como supuesta “prueba definitiva de que Cristo mismo, bajando a la tierra, imponga justicia en las naciones por mil años” es fallar, inexcusablemente, en el intento de sostener una interpretación teórica. La gloriosa y perfecta “JUSTICIA” de 2 Pedro 3:10 no es promesa para el Milenio. No hay tal promesa para el Milenio en las Sagradas Escrituras. La promesa de tan absoluta “justicia” es para la “tierra nueva” que Dios traerá después de la disolución completa del “primer cielo y la primera tierra” (Apocalipsis 21:1).

VIII.  Conclusión inspirada a todo el asunto. “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pedro 3:11-12, 14).

 


 

Próximo tema del Capítulo Diez: Tema 4. Un cielo nuevo y una tierra nueva. Percepciones de “cielos nuevos y tierra nueva”. Teorías, cuestionamientos y análisis de textos relevantes. Apocalipsis 21:1; 2 Pedro 3:6-10. ¿Será la "tierra nueva" prometida el mismo planeta Tierra "limpiado, renovado, restaurado", o un mundo totalmente diferente hasta en su esencia fundamental?
 

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Parte 1 de este estudio. "El día del Señor vendrá como ladrón en la noche."

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