El Reloj Profético,
puesto a caminar por Dios
hace siglos, ¡no se ha detenido!
I. Introducción.
A. Amados hermanos y amigos, se me concede el privilegio de explorar con ustedes, para nuestra mutua orientación y edificación, el tema El reloj profético.
B. Comienzo con una pregunta para cada uno: ¿cuántos viajes hizo usted durante el año pasado? ¿Cuántos kilómetros viajó? Este servidor tuvo la experiencia inolvidable de participar en un viaje larguísimo, ¡Viajé 938,900,000 kilómetros (583,400,000 millas), dando una vuelta completa alrededor del sol¡ Mi vehículo espacial se deslizaba por los cielos a la velocidad de 106,000 kilómetros (66,000 millas) por hora. Toda persona viva durante todo el año hizo el mismo viaje.
1. El 31 de diciembre, a la media noche, llegamos al punto de partida.
2. Al instante de iniciarse el nuevo año, listos o no, quererlo o no, zarpamos de inmediato comenzando otra órbita alrededor del sol, siguiendo con precisión asombrosa la misma trayectoria por el espacio. De hecho, mientras celebramos esta reunión, ¡estamos viajando por el espacio a la velocidad de 106,000 kilómetros por hora! Pero no repetimos el mismo viaje del año pasado, pues la dimensión del tiempo cambia constantemente y con su evolución cambian también los parámetros, las condiciones y, por ende, las experiencias de nuestros viajes en el vehículo espacial llamado “Planeta Tierra”.
3. Cada viaje alrededor del sol toma 365 días, el equivalente de 8,760 horas, o 525,600 minutos, o 31,536,000 segundos.
a) Durante el viaje, un buen número de los pasajeros parece estar debidamente consciente del rítmico e invariable “tictac, tictac” continuo del Reloj Terrenal que marca el paso de los días, las horas, los minutos y los segundos.
b) Desgraciadamente, la gran mayoría de los viajeros deja pasar el tiempo sin apreciar su inmenso valor. Van y vienen, se van otra vez y vuelven de nuevo, año tras año, siempre con sus ojos clavados en el suelo a sus pies, en lo cercano, en lo material, y no levantándolos para contemplar larga y sobriamente los gloriosos cielos, los cuales declaran la existencia de un Ser Supremo que creó todo este vasto y complicadísimo universo, no originándose ninguna materia o vida por mera casualidad.
4. Ahora bien, el viajero instruido y sabio no solo observa la marcha del Reloj Terrenal sino también la de un reloj que pocas personas ven o entienden. Me refiero al “Reloj Profético” puesto a caminar, hace muchos siglos ya, por el Dios eterno que ejerce señorío absoluto sobre todos los tiempos. EsteReloj Profético, tema de nuestro mensaje para esta ocasión, no se ha detenido nunca en su marcha. Marca el tiempo en espacios de meses, años, siglos, milenios y edades.
a) Las masas de la humanidad no lo ven. Siendo analfabetas en materias espirituales, simplemente ignoran la existencia del Reloj Profético.
(1) Las contemplamos –las multitudes de almas, adultos y jóvenes, más jóvenes que adultos- concurridos por montones, bailando, cantando, gritando, tomando, fumando, meneándose locamente en fiestas y bacanales sin fin, en los espectáculos musicales de todo género –salsa, merengue, rock, rap- en las playas, en los hoteles, en los clubes nocturnos, en los parques, en los estadios –decenas y veintenas de miles a la vez.
(2) Las vemos pululando por los centros comerciales o transitando por las autopistas y las carreteras.
(3) Preocupado hondamente por su destino eterno y deseando hacerles bien a todos, me pregunto: ¿cuántos de estos seres humanos han visto alguna vez el Reloj Profético?
(a) Me temo que solo miren el reloj que lleven en la muñeca o el que haya en el lugar de trabajo.
(b) La mayoría no ve nunca el Reloj Profético porque sus ojos carnales están controlados por una mente materialista y sensual que manda desde una recámara llena de las tinieblas de este mundo.
b) ¿Lo ve usted? ¿Sabe qué hora es en el Reloj Profético?
5. Ese Reloj sigue marcando el cumplimiento inevitable de las predicciones divinas para nuestra época, la Era Cristiana, la de los “últimos días”.
a) No han podido pararlo ni hombres, ni mujeres, como tampoco jóvenes, moralmente corruptos, perversos, faltos de sensibilidades nobles y desprovistos de entendimiento espiritual.
b. No saben leerlo correctamente los falsos profetas de las sectas cristianas que neciamente fijan fechas para terremotos, inundaciones o el retorno de Cristo. Tampoco los sacerdotes del paganismo moderno, porque las viejas tradiciones que llenan su mente y espíritu los ciegan. Ni tampoco los astrólogos con sus adivinanzas fatulas.
c) Solo el cristiano bien instruido en las Sagradas Escrituras y que discierne las señales de los tiempos, descifrándolas acertadamente, puede leer correctamente el Reloj Profético, y lo hace orientándose espiritualmente para que los tiempos no le sorprendan, confundan o engañen.
d) Pensamos no ser presumidos o soberbios al afirmar que el cristiano maduro puede entender e interpretar correctamente el Reloj Profético. No solo puede, sino que ¡debe hacerlo!
(1) El propio Jesucristo enseña claramente que debemos poder distinguir “las señales de los tiempos”.
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:1-3).
(2) El apóstol Pablo enseña lo mismo diciendo:
“Acerca de los tiempos y de las ocasiones… vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Tesalonicenses 5:1-4).
II. A través de las profecías Cristo sigue dando su testimonio en nuestro mundo, porque “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10). Reitero: “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
Para consternación nuestra, su testimonio cae a menudo sobre los oídos sordos de personas, tanto dentro como fuera de la iglesia, que no oyen el“tictac, tictac” del Reloj Profético. No lo oyen porque el bullicio, la algarabía y el traqueteo del medio ambiente materialista en el cual están sumidos apagan el sonoro cantar portentoso del Reloj Profético Celestial.
A. ¿No lo escucha usted? ¿No lo ve?
B. Estad quieto en su ser interior. Callad las voces estrepitosas de sus fuertes deseos carnales, la cháchara de sus antojos superficiales, el clamor de sus deberes y compromisos, las voces seductoras de las personas (familiares, amigos) que suelen llenar sus oídos con millones de palabras, la mayoría de ellas de poca importancia o valor real.
C. En contemplación silenciosa, con sobriedad e inteligencia espiritual, concentrándose, prestad atención completa a la palabra profética porque, citando las palabras del apóstol Pedro,
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21).
1. La “palabra profética” es “más segura” que cualquier otro testimonio, señal o manifestación porque su cumplimiento constituye prueba indubitable e irrefutable de la existencia de Dios y de su intervención palpable en los asuntos humanos, como, además, su control absoluto sobre la trayectoria y el desenlace del universo actual.
2. El propio Pedro asegura que la “palabra profética” es aún “más segura” que el testimonio de los apóstoles quienes vieron con sus propios ojos la majestad del Señor y escucharon con sus propios oídos la voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” (2 Pedro 1:16-18). “Más segura”, más persuasiva, más convincente porque nadie puede poner en entredicho la autenticidad de una profecía cumplida al pie de la letra ni refutar las implicaciones ineludibles de su cumplimiento.
D. En meditación silenciosa y con total objetividad, considere algunas profecías inspiradas cumplidas ya.
1. Setecientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el profeta Isaías, lleno del “espíritu de la profecía”, describió con impresionante claridad y precisión la venida del Mesías, la naturaleza y “lo dilatado de su imperio” espiritual, su sacrificio expiatorio y su resurrección. Revelando lo por venir, escribió:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho.” (Isaías 9:1-7; Isaías 53:1-12).
a) Al leer Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cualquier persona juiciosa comprende que estas profecías elocuentes fueron cumplidas al pie de la letra en la persona de Jesús de Nazaret.
b) Nosotros los cristianos verdaderos guiados por el “testimonio de Jesús” somos “el fruto de la aflicción de su alma”. Él está “satisfecho” con nosotros, y, pues, ¡nosotros más que satisfechos con él! Porque nos ha redimido, perdonándonos y sentándonos en lugares celestiales (Efesios 2:6), es decir, en su Reino espiritual el cual es la iglesia comprada a precio de sangre (Hechos 20:28).
2. Cuatrocientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesucristo, el inimitable profeta Daniel anunció el establecimiento del Reino del Señor para el tiempo del Imperio Romano, identificando con increíble exactitud los tres reinos que se levantarían después de Babilonia, a saber: Medo-persa, Grecia y Roma. Justamente como fue predicho en Daniel 2, el Reino espiritual del Señor fue establecido en el día de Pentecostés del año 30 de nuestra época, estando en su apogeo, tal cual profetizado, el cuarto reino, a saber, el Imperio Romano.
3. Cuarenta años antes de la destrucción calamitosa de la ciudad de Jerusalén con su imponente y hermosísimo templo, el profeta Jesucristo anunció el evento dejando a sus discípulos atónitos.
Un buen día, mirando “los edificios del templo” judío en Jerusalén, considerado una de las maravillas del mundo de aquel entonces, dijo el Señor: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24:1-28). ¡Asimismo sucedió! En el año 70 del siglo I, Jerusalén fue arrasada por el ejército romano. Y el grandioso templo fue quemado y derribado.
4. Siglos antes de que las desviaciones doctrinales culminasen en el desarrollo de una organización eclesiástica, paralela en sus puestos y títulos a la del Imperio Romano, y antes de los concilios episcopales alterar toda enseñanza y práctica de la iglesia apostólica (por ejemplo, autorizando el bautismo de niños por aspersión en lugar del bautismo de adultos por inmersión), el profeta Pablo predijo la manifestación del “hombre de pecado, el hijo de perdición”, explicando que Cristo no vendría “sin que antes venga la apostasía” (2 Tesalonicenses 2:1-12).
Proféticamente, apuntó dos doctrinas que identificarían la apostasía, diciendo: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…
…prohibirán casarse…
…y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-5).
Todo creyente conocedor de la historia religiosa de nuestra época sabe a ciencia cierta que las profecías bíblicas sobre la “apostasía”, el “anticristo”, “el hombre de pecado”, “el falso profeta”, “la gran ramera” o “la gran Babilonia” han sido cumplidas a saciedad.
5. Centenares de años antes de que transcurrieran los eventos, el apóstol Juan profetizó que el Imperio Romano sufriría una “herida mortal” pero que su herida sería sanada, levantándose una segunda bestia de naturaleza religiosa que respaldara al reino secular, es decir, al Imperio Romano sanado (Apocalipsis 1:3), profecías cumplidas en todos sus pormenores cuando la “nueva Roma”, o sea, Constantinopla, fue fundada por el emperador Constantino durante la primera mitad del siglo IV y la iglesia romana se hizo poderosa durante la Edad Media.
E. ¿Está comprendiendo usted cuán “segura” y poderosa es la “palabra profética”?
Muchas, muchas profecías anunciadas por hombres inspirados. ¡Todas cumplidas perfectamente!
¿No le impresiona este hecho palpable e incontrovertible?
¿No le convence que sigue vigente para todos nosotros el “testimonio de Cristo” dado mediante “el espíritu de la profecía”?
¿No tiembla su alma pensando que Dios aún está al mando, que no ha muerto, que no está dormido, que sigue imponiendo su voluntad en las naciones?
F. ¿Está dándose cuenta de cómo el Reloj Profético señala los tiempos? ¡No se ha parado nunca ese Reloj! Suena claramente en nuestros días llamando nuestra atención a las profecías dadas para los tiempos que vivimos.
1. Profecía: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (1 Timoteo 4:3). ¡Cumpliéndose!
2. Profecía: “Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:4). ¡¡Cumpliéndose!
3. Profecía: “Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:3). ¡Cumpliéndose!
4. Profecía: “Vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos... desobedientes a los padres, ingratos... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella... siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:1-7).¡Cumpliéndose al pie de la letra!
5. Profecía: Habrá un Milenio de paz y libertad religiosa para el pueblo de Dios (Apocalipsis 20:1-10).Cumpliéndose en la actualidad.
G. Claramente, el Reloj Profético da la hora para nuestros tiempos, advirtiendo que rápidamente se acaba el tiempo para el Planeta Tierra con sus pasajeros, pero ¿quién lo mira?, ¿quién lo escucha?, ¿quién lo hace caso?, ¿quién transmite su mensaje?
Al parecer, su tintín suena débil, dísono, distante, aun para no pocos miembros de la iglesia del Señor.
Amados hermanos, ¿qué espíritu domina, en realidad, nuestra mente y alma?
¿El “espíritu de la profecía” el cual es el “testimonio de Jesús” o el “poder engañoso” que reciben los que no aman la verdad?
1. ¿Acaso hayamos sido seducidos, aun no pocos predicadores, ancianos y diáconos, por la industria del entretenimiento que invade y conquista los hogares de los incautos, por los placeres carnales que deleitan las masas o por las comodidades que ablandan tanto al espíritu y la voluntad como al cuerpo físico?
¿Acaso hayamos sido ablandados y hechos melosos al extremo de no tener las ganas o el coraje de redargüir, corregir, enderezar y podar para que nuestras congregaciones conserven la santidad en medio de un mundo inmoral que cumple en carne viva las profecías sobre sí mismo?
Recapitulamos: “Habrá hombres... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios”.
2. ¿Acaso nos hayan silenciado las grandes masas sensuales con sus líderes liberales que reclaman a voz en cuello la tolerancia por todo estilo de vida y todo tipo de conducta, no importa cuán descabellada, dañina o abominable, reprochándonos porque nos atrevemos a denunciar públicamente el mal, censurándolo?
3. ¿Acaso nos hayan persuadido los teólogos, los pastores, la feligresía de las sectas religiosas y nuestros vecinos a minimizar la importancia de la sana doctrina, a suavizar y hasta callar las verdades fuertes de la Biblia para que no lastimen a las personas sensibles infatuadas con sus tradiciones o con sus experiencias psíquicas-emotivas?
4. Dios nos libre del error fatal de no hacer caso al Reloj Profético y del error gravísimo de no transmitir su mensaje claro a nuestra generación.
a) Al pueblo entretenido con sus ídolos nos corresponde predicarle las profecías que se están cumpliendo en la actualidad.
b) También, las profecías que serán cumplidas pronto. Por ejemplo:
(1) Que Satanás será suelto para que engañe de nuevo a las naciones de todo el mundo reuniéndolas para la última batalla contra Dios (Apocalipsis 16:13-14; 20:7-10);
(2) Que Cristo vendrá con sus ejércitos celestiales, derrotará a Satanás con todos los seres humanos que lo apoyan, matará con el espíritu de su boca a todos los hombres malos y echará al infierno al diablo y al falso profeta (Apocalipsis 19:11-21);
(3) Que todos los muertos, tanto los malos como los buenos, serán resucitados (Juan 5:28-29);
(4) Que el juicio final será celebrado;
(5) Que los impenitentes y los desobedientes serán enviados al lugar de castigo eterno;
(6) Que los que aman a Dios, amando también la verdad y obedeciéndola para salvación, recibirán pases para entrar y vivir eternamente en el Paraíso Celestial.
(a) Estas son algunas de las profecías para el futuro cercano.
(b) Hermana, amiga, hermano, amigo, si todas las profecías inspiradas sobre eventos ya ocurridos fueron cumplidas al pie de la letra y si las profecías para nuestros días se están cumpliendo delante de nuestros ojos, ¿por qué dudar del cumplimiento de las que revelan lo que aún ha de acontecer? Seguramente, ¡también estas serán cumplidas!
Definitivamente, el Reloj Profético no detiene su marcha. ¡Nadie puede detenerlo! ¡Nunca jamás!
III. Conclusión e invitación.
A. Muchas de las profecías emitidas por Dios son fuertes y sumamente inquietantes, mayormente para los que no andan en armonía con los designios divinos. Fueron emitidas para informar, convencer, advertir y provocar al arrepentimiento.
B. Pero también hay muchas profecías matizadas de esperanza, positivismo y gloria celestial. Considere las que anuncian para los que andamos con el Señor:
1. La resurrección a vida eterna (Juan 5:29);
2. Las mansiones celestiales (Juan 14:1);
3. La corona de inmortalidad (2 Timoteo 4:8);
4. Los “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13);
5. La transformación del cuerpo físico en cuerpo espiritual, glorioso y poderoso, semejante al cuerpo de la gloria que tiene Cristo en su trono a la diestra de Jehová (1 Corintios 15:35-58; 1 Juan 3:2; Filipenses 3:21);
6. La nueva Jerusalén, ciudad celestial, con su calle de oro. Ciudad celestial y no terrenal, iluminada eternamente por “la gloria de Dios”; ciudad celestial cuyas “puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche”, ni “habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”; “he aquí... todas las cosas” son hechas “nuevas” (Apocalipsis 21);
7. El Paraíso de Dios, con su “río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal” y su grandioso árbol que produce doce frutos y cuyas hojas son “para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:1-5; 2:7).
C. Si usted no ha obedecido el evangelio puro, si no pertenece a la iglesia fundada por Cristo, o si pertenece pero se encuentra tibio o frío, le suplicamos que esté atento a la “palabra profética”, a todas estas profecías que hemos mencionado, tanto a las duras como a las bellas, “como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga” en su corazón.
1. ¡Que salga ese lucero pronto en su corazón, aun ahora mismo!
2. Que confiese usted con sus labios que Cristo es el Hijo de Dios, porque “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8-10).
3. Que se arrepienta usted de sus pecados, porque “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:30-31).
4. Que se sumerja usted en las aguas bautismales para el perdón de sus pecados, porque Cristo dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo” (Marcos 16:16).
5. Que sea añadido usted a la iglesia de Cristo y que sea fiel, esperando confiadamente y sin temor el cumplimiento de todas las profecías divinas, ya que ¡no fallará ninguna!
Escribe Homero Shappley de Álamo
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Apocalipsis: Análisis de las profecías y visiones. Comentario cuya versión impresa ocupa mil cien páginas, tamaño carta.
¿Huyendo de Apocalipsis?
¿Ficción enigmática inentendible?
¡De modo alguno! En las primeras oraciones,
se pronuncian Bienaventuranzas para la persona
que la lee, u oye, guardando y atesorando para sí sus
fantásticas revelaciones.
Haz la prueba, comenzando con este estudio sobre
el Trasfondo histórico de Apocalipsis.
Su naturaleza fundamental, valor,
origen, quién lo escribió y dónde.
En la isla de Patmos, que hoy día pertenece a Grecia, el apóstol Juan
recibe: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar
a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.
Apocalipsis 1:1
Y ya tú sabes, con meramente leer estas primeras treinta y dos
palabras de Apocalipsis, que el contenido del libro Dios lo
concibió en su totalidad, revelándosele a Juan por medio
de Jesucristo y el ángel encargado de guiar al apóstol.
Además, ya sabes el propósito de la “revelación”.
¿No te impresiona el tono sencillo, directo, aun sublime y
sobremanera autoritativo, de estas primeras palabras?
Tono mantenido hasta la última palabra de Apocalipsis.
¿Eres estudiante serio del
libro de Apocalipsis?
Saber cuándo fue escrito es determinante
para el entendimiento acertado de sus
muchos escenarios proféticos.
¿Fue en el 65 d. C. o en el 95 d. C.?
¿Conoces el testimonio de Ireneo?
Luz en este estudio de antiguos cristianos.
Tinieblas de algunos teólogos y comentaristas modernos.
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