Hechos y ficciones en torno a la duración
del Imperio Romano
Napoleón Bonaparte (derecha), nombrado “Emperador de los Franceses” en 1804, obligó a Francis II, el último emperador del Santo Imperio Romano, a renunciar su título y puesto, acto que tomó lugar el 6 de agosto de 1806.
La historia pervertida y los errores propagados
por comentaristas, profesores, predicadores, maestros,
editores y otros escritores, tanto online como en impresos.
Este documento es referenciado en secciones del comentario Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones en las partes donde su información resulta de vital importancia para fijar correctamente profecías, visiones y eventos en su contexto indicado sobre la línea de los siglos y las edades hasta el presente.
Los HECHOS claves son: la Sexta Cabeza-Rey-Monte-Reino de Apocalipsis es el Imperio Romano. Aquel Imperio continuaría como un reino poderoso hasta 1555 EC (Era Común. La Edad Cristiana para los cristianos) y en un estado debilitado hasta 1806 EC. Definitiva e inequívocamente, no cayó en 476 EC. Siendo autor de este comentario y consciente de mis deberes como maestro, afirmo estar plenamente convencido de que estos HECHOS sencillos son verdaderamente esenciales para la interpretación acertada de las profecías de Apocalipsis y Daniel sobre las Siete Cabezas-Reyes-Montes, los Diez Cuernos-Reyes-Reinos y el temible “cuerno pequeño”.
La creencia popular de actualidad, expresada como un hecho, de muchos predicadores y maestros de religión al efecto de que el Imperio Romano finalizara en 476 EC, no es de modo alguno un hecho. Ese mito, esa ficción, esa creencia infundada, repetida a través de cuatro siglos, o más, en libros y revistas, en salones de clases y púlpitos, en sermones y artículos, en enciclopedias y diccionarios, y documentos online, ha hecho un impacto muy pernicioso sobre la interpretación de Apocalipsis. Se define referido “impacto” después de la evidencia traída para sostener las declaraciones presentadas arriba.
Evidencia que corrobora los “HECHOS”
Evidencia. El afamado historiador inglés Edward Gibbon, cuya historia de El decaimiento y la caída del Imperio Romano (publicada en seis tomos entre 1776 y 1788) figura entre los 54 tomos de Los grandes libros del mundo occidental -Great Books of the Western World-, fija el año 1555 EC para el fin práctico del Imperio Romano y 1806 EC para su fin absoluto, el cual tuvo lugar cuando Napoleón Bonaparte obligó al Emperador Francis II, el último emperador del Santo Imperio Romano, a renunciar su título y posición, evento acaecido el 6 de agosto de 1806. Aquel “Francis II” reinó como Francis I, Emperador de Austria, de 1804 a 1835, tomando el título de “Emperador” como contra respuesta al nombramiento de Napoleón como “Emperador de los franceses” el 2 de diciembre de 1804. https://en.wikipedia.org/wiki/Francis_II,_Holy_Roman_Emperor
Evidencia. Los historiadores Will y Arial Durant, esposo y esposa, presentan documentación similar en La edad de la fe -The Age of Faith-, el Tomo 6 de su magna obra La historia de la civilización -The Story of Civilization-, de once tomos grandes, por el cual un Premio Pulitzer les fue otorgado.
Hoy por hoy, en la tercera década del siglo XXI, más y cada vez más historiadores, escritores y maestros aceptan estos “HECHOS”. Mas, sin embargo, conforme a mis propias investigaciones, para no pocos resulta difícil deshacerse por completo de las ficciones y los mitos acumulados y concretizados durante siglos. Aunque digan que una entidad llamada “Imperio Bizantino” fue, en realidad, el Imperio Romano Oriental, algunos continúan usando ambos nombres ¡hasta en el mismo párrafo! Tal parece que ese nombre “Bizantino” los tenga tan fuertemente hechizados que no estén dispuestos a dejar de usarlo. ¡Eso no está bien! ¡No es profesional! ¡No es totalmente honrado! Porque nunca hubo una entidad política llamada “Imperio Bizantino”.
FICCIÓN. Que existiera tal entidad como un “Imperio Bizantino”.
La VERDAD.
Los romanos de la parte oriental del Imperio Romano jamás se identificaron a sí mismos como “bizantinos”, ni su cultura como “bizantina”. Ni tampoco su área del Imperio Romano como el “Imperio Bizantino”. Seguían siendo romanos, y sus territorios, el Imperio Romano.
Evidencia.
El término “Imperio Bizantino” es pura invención de historiadores y otros escritores del siglo XVI en adelante.
“El primer uso del término Imperio Bizantino para identificar los años posteriores del Imperio Romano fue en 1557, cuando el historiador alemán Hieronymus Wolf publicó su obra Corpus Historiae Byzantinae, una colección de fuentes históricas.” https://en.wikipedia.org/wiki/Byzantine Empire
Evidencia. “Por sí solo, el nombre Bizantino ilustra los conceptos erróneos a los que el Imperio [romano] ha sido sometido, pues sus habitantes apenas hubiesen considerado apropiado el término para sí mismos o su estado. Lo suyo era, según su concepto, nada más ni nada menos que el Imperio Romano… Llamaron a sí mismos Romaioi, es decir, romanos.” Encyclopedia Britannica. Article: Byzantine Empire. Traducción del inglés.
La bandera del Imperio Romano Oriental con su águila de doble cabeza.
Mas, sin embargo, increíblemente, el autor de esta explicación en la Enciclopedia Británica hace un esfuerzo para justificar la designación de “Imperio Bizantino”. Por ejemplo, escribe: “Los historiadores modernos están de acuerdo con ellos solo en parte…” Es decir, que ellos llamarían a sí mismo “Romaioi” y no “Bizantinos”, y su reino el “Imperio Romano” y no el “Imperio Bizantino”. Una observación extraña de verdad, diríase, particularmente de parte de la venerable Enciclopedia Británica. Y pregunto: ¿Qué derecho tendrían los historiadores modernos de apellidar a un pueblo del pasado con un nombre que nunca usaron para sí mismos, o su reino por un nombre que nunca aplicaron a él? A la verdad, la Británica no debería tener siquiera un artículo intitulado “Imperio Bizantino”, ¡dado que tal entidad nunca existió!
Evidencia. El nombre “Imperio Bizantino”: “invención puramente moderna”.
“El Imperio Bizantino, o Imperio Romano de Oriente, ERA el Imperio Romano durante la Edad Media, centrado en su capital Constantinopla y gobernado por Emperadores. Fue llamado ‘Imperio Romano’, como también ‘Romania’ (Griego: Ῥωμανία, Rhōmanía), tanto por sus habitantes como por sus vecinos. Siendo la distinción entre “Imperio Romano” e “Imperio Bizantino” una invención puramente moderna, no es posible fijar una fecha de separación, mas, sin embargo, un punto importante sería la transferencia por Constantino I, en 324, de la capital desde Nicomedia (en Anatolia) a Bizancio, a orillas del Bósforo, el cual, más adelante, sería llamado Constantinopla (alternativamente, ‘Nueva Roma’).” Traducción de una porción del Artículo Byzantine Empire, de www.wikipedia.org.
Evidencia. Gonzalo Fernández Hernández, profesor de la Universidad de Zaragoza, escribe:
“El Imperio Romano de Occidente se enfrenta a unos problemas entre 454 y 476 que desembocan en una reunificación del Imperio (...) 476 NO supone el fin de Imperio alguno (...) los soberanos bárbaros federados al Imperio Romano reconocen la soberanía nominal de un único emperador con sede en Constantinopla (...) en teoría esta situación perdura hasta la coronación imperial de Carlomagno...” www.wikipedia.org Artículo: Decadencia del Imperio Romano
Subrayemos la cláusula: “476 NO supone el fin de Imperio alguno”. Así que, ni del Imperio Romano ni de cualquier otro imperio de aquel año. A propósito, aquellos “bárbaros” no eran paganos sino cristianos arianos. Referente a la verdadera relación de Carlomagno al Imperio Romano, sus propias palabras claras se hallan más adelante en esta serie de “Evidencias”.
Evidencia. “El Imperio Bizantino: la Roma del oriente.” National Geographic.
“Estrella oriental sobre la Edad de oscurantismo europea, la civilización bizantina, con su centro en Constantinopla, ardió brillantemente, preservando el patrimonio de Grecia y Roma, y esparciendo el cristianismo a través de un vasto reinado.” National Geographic. Diciembre, 1983. El Imperio Bizantino. Página 722
El Escudo de Armas del Imperio Romano de Oriente.
“Aunque el griego fue declarado oficialmente la lengua del Imperio poco después del tiempo de Justino, la gente del oriente aún tenía a sí misma como romanos. (Llamaban latinos a los francos, bien que no los llamaran bárbaros.) Su emperador de los romanos era el heredero legítimo de Augusto César… Hasta 1453, su Imperio era el Imperio Romano. Pero, fue el antiguo mundo romano pagano cristianizado y virado al revés, o sea, el reino del cielo sobre la tierra.” National Geographic. Diciembre, 1983. El Imperio Bizantino. Página 727
Observación. Curiosa e injustificablemente, el autor de este escrito en la National Geographic pisa los talones del escritor John Hayward al llamar “civilización bizantina” a la que era, en realidad, la civilización que mantenía el Imperio Romano de Oriente. Este error inexcusable lo comete pese a entender que “la gente del oriente aún tenía a sí misma como romanos” y que “Hasta 1453, su Imperio era el Imperio Romano”.
Evidencia. En el artículo de Wikipedia intitulado La caída del Imperio Romano Occidental y con referencia a la fecha de 476 CE para su “caída”, se dice: “Mientras su legitimidad durara por unos siglos más y su influencia cultural permanece hasta el presente, el Imperio Romano Occidental nunca recuperó de nuevo la fuerza para levantarse una vez más. No volvió a tener control de porción alguna de Europa más allá del norte de los Alpes. El Impero Romano Oriental, o Imperio Bizantino, sobrevivió, y permaneció, aunque con menos fuerza, como un poder efectivo del Mediterráneo Oriental.” https://en.wikipedia.org/wiki/Fall_of_the_Western_Roman_Empire
Observaciones. Por cierto, el Imperio Romano Occidental continuó como entidad visible y palpable durante unos diez siglos después de 476 CE, un HECHO que profesores, predicadores y escritores deberían aceptar a fin de ser considerados ellos mismos como “debidamente informados y legítimos”. Recapitulamos: el Imperio Romano Oriental jamás se llamaba “Imperio Bizantino”, pese a que el escritor del artículo insiste en perpetuar semejante mito.
La corona de los emperadores del Imperio Romano de Oriente.
Evidencia. La sanación de la “herida mortal” que recibió la Sexta Cabeza de la Primera Bestia de Apocalipsis 13 no resultó en la creación de una nueva “bestia” o “cabeza-reino” llamado el “Imperio Bizantino”.
El Imperio Romano, el cual es la Sexta Cabeza de la Primera Bestia de Apocalipsis 13, también representado por la Sexta Montaña y el Sexto Rey de Apocalipsis 17, sufrió lo que parecía ser una “herida mortal” (Apocalipsis 13:3), causada en parte por terribles guerras civiles, especialmente durante la “Crisis del tercer siglo”, también llamada la “Anarquía Militar” y la “Crisis Imperial”, incluso, la cruenta guerra civil entre Constantino I y Majencio, su cuñado.
En 312 EC, Constantino derrotó a Majencio en la batalla del puente Milvio, cerca de Roma, procediendo a unificar al Imperio Romano. Construyó una nueva capital fabulosa para el Imperio en Bizancio, a orillas del Pasaje Bósforo, un punto estratégico entre Europa y Asia. Inaugurada el 11 de mayo de 330 EC, la nueva capital fue llamada la “Nueva Roma”, cambiándose el nombre a “Constantinopla” en honor a su fundador después de fallecer este en 337 CE.
“En menos de dos siglos, Constantinopla llegó a ser la ciudad más rica, hermosa y civilizada del mundo, continuando así por diez siglos. Para el año 337 d. C., tenía cincuenta mil habitantes; para el año 400, aproximadamente cien mil; y para el año 500, casi un millón. Por espacio de mil años, aquí el Imperio Romano sobrevivía el diluvio de bárbaros que inundaba a Roma (en el oeste). Por ocho siglos después de Mahoma, resistió la ola musulmana que inundaba a Asia, África y España.” La historia de la civilización, Tomo IV, La era de la fe, Páginas 3-5, por Will y Ariel Durant.
Así, ¡fue sanada la “herida mortal”! La sanación fue del Imperio Romano, no resultando en la formación de una nueva entidad política-religiosa, una nueva “bestia-cabeza-montaña” distinta llamada el “Imperio Bizantino”. Constantino y las multitudes que le acompañaron para construir y ocupar la “Nueva Roma” no eran bizantinos sino romanos. “Bizancio” fue el nombre, desde hacía varios siglos, del lugar geográfico escogido para la nueva capital romana, nombre que fue reemplazado por el nuevo nombre de “Constantinopla”.
Claramente, el “Imperio Bizantino” es un mito confeccionado por historiadores poco profesionales y regado mundialmente por muchas personas, tanto seculares como religiosas, que no hayan sido lo suficiente diligentes en sus indagaciones y estudios. Durante largos años, este servidor también repetía el mismo error hasta que mis propias investigaciones extensivas lo pusieran al descubierto.
FICCIÓN. Que Flavio Odoacro fuera un alemán idolátrico pagano que arrancara la parte occidental del Imperio Romano, separándola totalmente de la parte oriental.
HECHO. ¡Todo lo contrario! Odoacro fue un cristiano ariano que se consideró a sí mismo romano sujeto al emperador Zenón (476 - 491 EC) en Constantinopla. “Él mantuvo en sus propias manos la administración de Italia, a la vez reconociendo la soberanía del emperador del Oriente. Odoacro hizo pocos cambios importantes al sistema administrativo de Italia. Contaba con el respaldo del Senado de Roma.” Traducido del artículo en inglés “Odoacer”, de la Encyclopedia Britannica.
Estas monedas romanas (a Solidus) demuestran que Odoacro reconocía a Zenón, en Constantinopla, como emperador del Imperio Romano, incluso la parte occidental.
“Cuando Odoacro obligó a Romulus Augustulus a abdicar, él no abolió el Imperio Occidental como un poder separado sino, más bien, hizo que se reuniera o que fuera absorbido en el Imperio Oriental, para que desde ese punto en adelante hubiera un solo Imperio Romano indiviso…” [90] James Bryce, 1st Viscount Bryce, academic, jurist, historian. The Holy Roman Empire, 1864, pp. 62–64. As cited in https://en.wikipedia.org/wiki/Charlemagne#Coronation
FICCIÓN. Que el Santo Imperio Romano no fuera la continuación del Imperio Romano Occidental.
HECHO. De cierto, ¡fue concebido justamente como tal por los principales protagonistas en la tarima de los eventos!
Evidencia. “[El Papa Leo III y Carlomagno], tal cual sus predecesores, tenían al Imperio Romano por uno solo e indivisible, y propusieron mediante la coronación de [Carlomagno] no proclamar la separación del Oriente del Occidente… No estaban rebelándose contra el soberano reinante sino llenando legítimamente el lugar del destronado Constantino VI… [Carlomagno] fue tenido como el sucesor legítimo, no de Romulus Augustulus, sino de Constantino VI… [90] James Bryce, 1st Viscount Bryce, academic, jurist, historian. The Holy Roman Empire, 1864, pp. 62–64. As cited in https://en.wikipedia.org/wiki/Charlemagne#Coronation
En esta pintura, Carlomagno, arrodillado, vira la cabeza como sorprendido por la acción del Papa Leo III que se le acerca por detrás para coronarlo “Emperador de los Romanos”. Mientras alguna evidencia indica que sí le sorprendiera semejante gesto, algunos de los presentes testifican que él tuviera previo conocimiento de lo planificado por el Papa.
Evidencia. “Carlomagno se aprovechó de estas circunstancias para reclamar ser “el renovador del Imperio Romano,” la cual se había deteriorado durante el tiempo de los bizantinos [Tenga presente, estimado lector, que los ciudadanos del Imperio Romano Oriental se identificaron como “romanos”, nunca como bizantinos”.] En sus cartas oficiales, Carlomagno prefirió firmar como Karolus serenissimus Augustus a Deo coronatus magnus pacificus imperator Romanum gubernans imperium [108] ("Carlos, el más Sereno Augusto coronado por Dios, el gran, pacífico emperador reinante sobre el Imperio Romano”) en vez del más directo Imperator Romanorum (“Emperador de los Romanos”).
“El título de Emperador fue retenido por la familia Carolingia durante muchos años, mas, sin embargo, las divisiones de territorios y controversias intestinas por la supremacía sobre el estado Franco debilitó su significancia [108]. El papado nunca se olvidó del título ni renunció el derecho de conferirlo. Al no producir la familia de Carlos herederos merecedores, el Papa coronaba gustosamente a cualquier magnate italiano que pudiera protegerle de sus enemigos. El Imperio continuaría existiendo por más de un milenio como el Santo Imperio Romano, un sucesor verdadero de Carlos.”
https://en.wikipedia.org/wiki/Charlemagne#Coronation
108. Cf. Monumenta Germaniae Historica, Diplomata Karolinorum I, 77ff.; title used from 801 onward.
109 Cantor 2015, pp. 194–95, 212.
110 Davies1996, pp. 316–17.
Por cierto, continuaría hasta el 6 de agosto de 1806 cuando Francis II, el último emperador del Santo Imperio Romano, fue destronado por Napoleón.
Evidencia. Tratándose del Imperio Romano, la siguiente aclaración aparece en el libro The Levant –El Levante.
“Usualmente, los historiadores se refieren al imperio oriental, gobernado desde Constantinopla, donde el cristianismo se afianzó poco a poco, como el Imperio Bizantino. Sin embargo, no se debería pasar por alto que sus habitantes se consideraban romanos, bien vivieran en la Crimea, el sur de Egipto, cerca del Tigres o a orillas del Danubio.
“La tendencia de los historiadores de occidente es fijar el fin de la antigüedad clásica y el principio de la Edad Media dentro del marco de los eventos, entre otros, del siglo V, cuando históricamente Roma dejó de ser la capital imperial, ya fuera por los saqueos y conquistas de Roma (en el 410, el 455 y el 472), ya por el destronamiento del último emperador occidental Romulus Augustus en el 476.
“Sin embargo, esta demarcación de eventos es irrelevante para el Mediterráneo oriental.” The Levant –El Levante: historia y arqueología del Mediterráneo oriental, editor Olivier Binst. Konemann. Página 189.
¿Por qué “irrelevante”? Porque, recalcando, el Imperio Romano no terminó al tomar Odoacro el trono de Roma en 476 EC. Fue herido gravemente durante los siglos III, IV y V, mas, sin embargo, sanado de su “herida mortal”, siguió fuerte en el oriente por diez siglos más.
Evidencia. “‘Imperio Bizantino’ es el término usado por historiadores modernos para describir la continuación del Imperio Romano de Oriente después de la accesión de Heraclio (610 – 641). Cuando Heraclio tomó el trono, el Imperio estaba al punto de ser derrotado por el vecino Imperio Persa-Sahariano. Para salvarlo, Heraclio reformó el ejército y la administración, efectivamente creando un estado nuevo. El griego, siempre el idioma de la mayoría en el Imperio Oriental, reemplazó al latín como idioma oficial del gobierno. A esto se debe que los europeos occidentales medievales vieran al Imperio Bizantino como un estado helenista; sin embargo, los bizantinos seguían pensando de sí mismos como romanos, hasta la derrota final del Imperio por los turcos otomanos en 1453”.
“Para fines del siglo XV, Muscovy (Moscú) había absorbido la mayoría de las demás principalidades rusas. Al desmoronarse el Imperio Bizantino en el 1453, se quedó como el único estado ortodoxo de significancia. Iván III se casó con una princesa bizantina en el 1472, adoptando el título de zar (césar)” Atlas histórico del mundo medieval. 600 – 1492 d. C. John Haywood. Barnes & Noble. New York. 3.12
Esta escultura es de la Princesa Sofía Palaiologina, del Imperio Romano Oriental.
En estas dos citas, subrayamos el que el autor John Haywood reconoce que “historiadores modernos” describen al Imperio Romano de Oriente como “Imperio Bizantino”, mas, “sin embargo, los bizantinos seguían pensando de sí mismos como romanos, hasta la derrota final del Imperio por los turcos otomano en 1453”.
Irónicamente, John Haywood ejemplifica justamente a los historiadores y escritores modernos que promueven el mito de “Imperio Bizantino”, al escribir la cláusula “Al desmoronarse el Imperio Bizantino en el 1453” e identificar a una princesa romana, a saber, Sofía Palaiologina, como “princesa bizantina”.¿¡Confusión en la mente de él? ¡Confusión y errores serios en la mente de todo aquel que presente el ficticio Imperio Bizantino como realidad histórica!
Evidencia. “Zar”, título tomado por los monarcas rusos, se deriva de “césar”. Efectivamente, el zar Iván III pretendía que la corona del Imperio Romano de Oriente pasara a él, así preservándose la continuidad del antiguo Imperio Romano.
“Después de proclamar su independencia del kan, Veliki Kniaz, Iván de Muscovy empezó a usar el título de zar regularmente en sus relaciones diplomáticas con el occidente. Desde más o menos 1480, se designa imperator (emperador) en sus comunicaciones en latín.” https://en.wikipedia.org/wiki/Tsar#Russia
Iván III Vasilyevich. También conocido como Iván el Grande. El primer gobernante ruso que tomara el título de “zar”. “Al casarse con Sofía Palaiologina [princesa del Imperio Romano de Oriente derrocado en 1453], tomó el águila de doble cabeza como el escudo de armas de Rusia y adoptó el concepto de Moscú como la Tercera Roma.” https://en.wikipedia.org/wiki/Ivan_III_of_Russia
Evidencia. Tan relevante como instructiva es la siguiente cita de El levantamiento y la caída de la antigua Roma:
“La caída del Imperio Romano en el occidente es irresistiblemente fascinante, despertando, en lo referente a sus causas, interminable controversia. De más significación es que el Imperio Romano, como concepto potente, no expiró en el año 476 EC.
“El Sacro Imperio Romano, creado cuando Carlomagno fue coronado por el Papa en Roma en el año 800 EC, intentó, con algún éxito, reavivar al Imperio, y [el Imperio mismo] perduró por un milenio.
“Entonces, Napoleón fundó su imperio de corta vida, con todo y águilas, arcos triunfales y oportunidades concedidas a otras gentes que quisieran unirse al régimen.
“Sin embargo, al fin y al cabo, quizás el heredero más grande de Roma fuera espiritual más bien que militar. … La Iglesia Católica, con su jerarquía y ambiciones universales, es la heredera más obvia de la antigua Roma.”
Anness Publishing House Ltd., Hermes House, 88-89 Blackfriars Road, Londres, Inglaterra. 2007. Página 9. www.hermeshouse.com. www.annesspublishing.com
Observación. Dice que la Iglesia Católica Romana sería la “heredera… espiritual más bien que militar” del Imperio Romano. No obstante, quien conozca cabalmente la historia del cristianismo sabe que el propio Constantino I “militarizó” en gran medida a la iglesia de su época, la que aún no era “Católica Romana”, al montar terribles represalias bélicas contra los segmentos del cristianismo, por ejemplo, los arianos, que rechazaron respaldar los dogmas del primer Concilio de Nicea, concilio convocado y dominado por Constantino.
Sabe, además, que las tantas Cruzadas eran guerras montadas por Papas y sus cristianos militarizados contra los musulmanes, no eximiéndose ni siquiera la riquísima capital “cristiana” de Constantinopla. Algunos Papas llegaron a tener sus propios ejércitos y peleaban como cualquier nación o reino terrenal. Las guerras sobre el uso de íconos por cristianos, los “Treinta Años de Guerra” y muchísimas acciones bélicas más de parte de los Papas y sus simpatizantes a través de largos siglos testifican ampliamente a que la Iglesia Católica Romana ha sido también la “heredera más obvia” del espíritu militar “de la antigua Roma”.
Consclusión. Así pues, nos parece tener toda la razón al plantear que cualquier comentarista, predicador, maestro o escritor que intente interpretar las profecías apocalípticas sobre las dos bestias, los “siete reyes”, el octavo rey, los “diez cuernos” y el cuerno pequeño, no dará ni cerca del blanco si ignora esta verdad fundamental. Es decir, si ignora estas fechas correctas para el fin del Imperio Romano, primero en el oriente, luego en el occidente.
El impacto muy pernicioso de la narración que dice:
“El Imperio Romano finalizó en 476 EC”
La “historia falsa-ficticia-mítica”, patentemente falsa-ficticia-mítica, de…
“476 EC para el fin del Imperio Romano…
Odoacro, un pagano bárbaro que tomara control del Imperio Romano, convirtiéndolo en otra categoría distinta de entidad política-religiosa…
Imperio Bizantino distinto y separado del Imperio Romano”
…ha producido “perspectivas igualmente falsas en torno a las profecías y señales de Apocalipsis”.
Porque la tesis, o convicción, de predicadores, pastores, maestros, editores y escritores que tienen esas falacias, ficciones y mitos como hechos históricos incuestionables es que las profecías de Apocalipsis fueran cumplidas ya para el año 476 EC
Escudo del Santo Imperio Romano de 1790 a 1806 EC, con el águila de doble cabeza.
Al circunscribir así el alcance temporal de las profecías, y, por ende, el de las señales relevantes, a tiempos anteriores al 476 EC, privan, efectivamente, a los cristianos de tiempos subsiguientes, incluso a los de los tiempos actuales modernos, de todas aquellas profecías y señales de Apocalipsis que asignan a la época pre-476 EC. Parafraseando, generalmente, según ellos: “Cero profecías y señales de Apocalipsis para los cristianos después de 476 EC, exceptuándose aquellos que atañan a la Segunda Venida de Cristo y el fin del universo material”. Algunos van más lejos todavía, afirmando que todo el libro de Apocalipsis fue escrito y cumplido antes del fin del año 70 EC, incluso, ¡la Segunda Venida de Jesucristo!
Mas, sin embargo, las interpretaciones razonables desarrolladas en este comentario (Al menos, yo las considero “razonables”.) sostenidos por abundante evidencia, claramente establecen (Al menos, para mi personalmente) que la mayoría de las visiones y profecías de Apocalipsis han tenido, y continúan teniendo, su cumplimiento después de 476 EC. Dado que esto es “cierto” para mí, usted, estimado lector, estimada lectora, comprendería, pienso, por qué clasificaría yo como una muy grave ofensa el privar a los cristianos de hoy día de tan valiosa información, agravada aún más la ofensa por apelar sus autores a la falacia-ficción histórica de “Cayó Roma en 476 EC y Apocalipsis tuvo su cumplimiento ya para aquel año”.
En cualquier lugar y período de tiempo, los cristianos necesitan saber “perfectamente… los tiempos y las ocasiones” en los que viven para que puedan ser “hijos de luz e hijos del día”, y no hijos “de la noche ni de las tinieblas”. El conocimiento pleno y correcto de las profecías y señales aplicables los capacita para ver y comprender lo que esté tomando lugar alrededor de ellos en el mundo secular-religioso. Armados con tal conocimiento, los eventos y derroteros amenazantes no los sorprenden tanto, dejándolos quizás bastante o completamente desconcertados. No los sobrevienen “como ladrón en la noche”. No se quedarían ellos como embriagados en la noche de la ignorancia intelectual y espiritual. Más bien, son “sobrios” y armados con “toda la armadura de Dios”. 1 Tesalonicenses 5:1-7; Efesios 6:10-20
Asimismo, todas las multitudes alrededor del globo terráqueo de almas no convertidas a Dios y Cristo necesitan tener el conocimiento de profecías y señales auténticas a fin de que, quizás, ojalá, lleguen a tener fe en la credibilidad del Autor Celestial de ellas, procediendo a alinear su vida con la buena voluntad de él, agradable, perfecta y positiva en grado sumo. Mostrarles, con claridad y bondad, dónde sean retratados en Apocalipsis y otras profecías bíblicas tal vez sirva para ponerlos al tanto de su destino espiritual no positivo de optar ellos para quedarse donde estén. Mas, ¿cómo cambiar ellos de rumbo jamás si permanecen siempre privados del conocimiento necesario para transformar su mente y espíritu. Romanos 1:18-23; 12:2; Juan 20:30-21; 21:25
Apocalipsis: análisis de las profecías y las visiones. Lista del contenido completo del comentario, incluso las imágenes
Apocalipsis: análisis. Índice de solo los textos que componen el comentario
Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Archivos en PDF para el comentario
Derechos reservados. Permiso concedido para hacer una copia, o múltiples copias pero ninguna para la venta.