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Ceremonia
de la Boda de Oro de...
   
  
Ramón  Rodríguez Hernández
  
  
y 
  
Beatriz  Figueroa Casilla
   
  
19 de julio de 1997, 5:00 p.m.
Canóvanas, Puerto Rico
 
  
   
  
Tema
  
“El  Puerto de Oro”
   
Queridos hermanos y hermanas, damas y caballeros, nos hemos dado cita  aquí en esta tarde para celebrar con gran júbilo la gloriosa Boda de Oro del  Sr. Ramón Rodríguez Hernández y su señora Beatriz Figueroa Casilla.
En el año 1947, en la casa del juez, aquí en Canóvanas, Puerto Rico,  el apuesto joven Ramón, teniendo 23 años de edad, contrajo nupcias con su  bella novia Beatriz y los dos tomaron el mando del hermoso barco matrimonial 
“Rodríguez Figueroa”.   Cuidadosa y acertadamente, lo han piloteado a través de los 
“Mares  del tiempo y del espacio”
 hasta descubrir, cincuenta años más tarde,  el magnífico y vislumbrante 
“Puerto  de Oro”,  donde atracan su barco en este día. Orgullosos de su  señorial velero único, ¡nunca lo cambiaron por otro! Celosos de él,  ¡nunca lo abandonaron! Al contrario, dándole mantenimiento constante,  brillándolo y adornándolo, lo han conducido intacto hasta este precioso
 “Puerto de Oro”.
 Al juicio de este servidor, ¡su barco luce  maravilloso! ¿Concurren todos los presentes?
   
Revisando el 
diario de a bordo
  de su largo viaje, notamos que visitaron en catorce ocasiones al
 “Puerto de los Infantes”, recogiendo a un total de catorce pequeños marineros. Amorosamente, los  llevaron consigo a través de los impredecibles y peligrosos 
 “Mares del tiempo y del espacio”,   alimentándolos, abrigándolos, curándolos cuando se enfermaban,  consolándolos cuando se lastimaban y lloraban, disciplinándolos, guiándolos  en la formación de su carácter, adiestrándolos en el difícil arte de la  vida y capacitándolos poco a poco para independizarse. Los marineros jóvenes  tienen fama de portarse desatinadamente, emborrachándose, peleando y  frecuentando lugares de mala reputación. A diferencia, estos catorce criados  y educados por ustedes, 
¡salieron  sanos!
 Observamos, gratamente, que algunos son diáconos, predicadores,  maestros y maestras. ¡Que maravilla! No dudamos que algunos de ellos  cometieran en ocasiones ciertas travesuras y fechorías. Sin embargo,  eventualmente los llevaron ustedes, uno por uno, al
  
“Puerto de la Madurez”
  donde todos encontraron cada uno su propio cónyuge, abordando y zarpando las  nuevas parejas cada una en su propio barco matrimonial. Estas parejas también  han encontrado al 
“Puerto de los  Infantes”
 y llevan consigo a un total de treinta y un hijos e hijas, los  cuales son, a su vez, los treinta y un nietos y nietas suyos. Es más, ¡ya  cuentan ustedes con tres biznietos!
Admirablemente, estas nuevas tripulaciones persiguen, en su mayoría,  la ruta moral y espiritual trazada por ustedes. Efectivamente, los barcos  piloteados por estas tripulaciones forman una flotilla, la 
“Flotilla  Rodríguez Figueroa”.
   
Sr. Capitán Ramón Rodríguez, elegante y noble en su traje de gala  blanco y negro, hermosa Sra. Beatriz Figueroa, serena y radiante en su  primorosa vestimenta blanca, habiendo los dos realizado exitosamente tan larga  y extraordinaria travesía, en virtud de sus dotes excelentes y logros  sobresalientes, los tenemos por dignos de títulos y puestos más elevados.  Por lo tanto, a usted Sr. Rodríguez, ante este público, en este día 19 de  julio del año 1997, le proclamamos 
“Almirante”
  y a usted Sra. Figueroa le proclamamos 
“Dama  de Honor de la Flotilla Rodríguez Figueroa”.
   
Suplicamos que acepten como una manifestación humilde de nuestra  sincera admiración este ramillete de flores.
   
Como gesto de amor, reverencia y solidaridad, los oficiales y las  tripulaciones de los distintos barcos que componen la Flotilla se presentan  delante de ustedes para saludarles. Sólo falta el valiente Capitán Carlos  Rodríguez Figueroa quien fue abatido en el cumplimiento del deber. Está  presente en esta celebración mediante los preciosos recuerdos que atesoramos  de él.
     
(En orden de edad, los hijos con  sus respectivas familias pasan al frente, se paran frente a Ramón y Beatriz,  se identifican
  
y los saludan).
   
  
   
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Favor de tomar los 
asientos
  correspondientes a estos honores los cuales gustosamente les tributamos.
   
Estimado Sr. Ramón Rodríguez y estimada Sra. Beatriz Figueroa, al  evaluar los cincuenta años de su matrimonio, hemos determinado otorgarles a  cada uno 
siete medallas. Sus hijos  se las presentarán. 
     
-La 
primera medalla
 es la del 
“Amor  Puro y Constante”,  el cual se les otorga porque el amor es el  vínculo perfecto que los ha mantenido unidos durante todos estos años.
     
-La 
segunda medalla
 es la de la 
“Fidelidad  en el Cumplimiento del Deber Matrimonial y Familiar”.
 Se la  conferimos porque han actuado responsablemente el uno hacia el otro y los dos  hacia su familia, la Iglesia y Dios.
     
-La 
tercera medalla
 es la de la 
“Persistencia  y Arrojo”.  Se la entregamos porque han perseguido con ahínco y  valor las metas loables establecidas por Dios para el matrimonio, el hogar, la  iglesia y la sociedad.
     
-La 
cuarta medalla
 es la de la 
“Paciencia”,   sin la cual ninguna pareja podría viajar juntos por cincuenta años llegando  al 
“Puerto de Oro”.
     
-La 
quinta medalla
 es la del 
“Servicio  Excepcional”,  pues durante muchos años los dos han servido al  Altísimo, como también a su gran familia y a la Iglesia de Cristo.
     
-La 
sexta medalla
 es la de 
“Padre  Competente”
 para usted, Sr. Rodríguez
, 
y la de
 
“Madre  Competente”
 
para usted
, 
Sra.  Beatriz, otorgada porque han sabido criar a sus hijos 
“en disciplina y  amonestación del Señor”.
     
-La 
séptima medalla
 es la de 
“Sacrificio  y Lucha”, presentada porque ninguna pareja levanta una familia  numerosa y alcanza el Aniversario de Oro sin tener la disposición de  sacrificarse y luchar tenazmente.
   
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Favor de ponerse de pie.
   
Apropiadamente decorados en reconocimiento del inmenso valor de su gran  ejemplo, procedemos a la renovación de los votos matrimoniales.
   
Favor de cogerse de ambas manos y de mirarse a los ojos.
   
Hace cincuenta años que los dos viajan juntos. ¿Desean continuar  juntos esta jornada hasta su eventual desenlace terrenal?
   
Durante los pasados cincuenta años, se han apoyado el uno al otro  tanto en lo moral como en lo material, en enfermedad y en salud, en escasez y  en abundancia. ¿Solemnemente prometen seguir apoyándose de la misma forma?
   
Cincuenta años han transcurridos desde aquel día en 1947 cuando  prometieron ser fieles el uno al otro hasta la muerte. ¿Desean renovar y  reafirmar el mismo voto?
   
Sr. Ramón Rodríguez, ¿recibe usted a la Sra. Beatriz Figueroa como  Dama de Honor de su barco matrimonial y Reina de su corazón por la duración  del viaje?
   
Sra. Beatriz Figueroa, ¿recibe usted al Sr. Ramón Rodríguez como  Almirante de su corazón y de su barco matrimonial por la duración del viaje?
Intercambio de anillos
   
“Al entregarte este anillo, de  nuevo te doy testimonio de mi amor sincero, y renuevo mi contrato nupcial  contigo. Tengo el firme propósito de seguir compartiendo contigo todos mis  bienes materiales y nuevamente me comprometo a serte leal y fiel, y a amarte  hasta la muerte.”
 
  
Como ustedes han declarado mutuamente que siguen amándose  entrañablemente y que siguen teniendo fe el uno en el otro, habiendo hecho  mutuas promesas de seguir siendo esposo y esposa respectivamente, al darse  nuevamente sus manos y entregarse otra vez el uno al otro sus anillos  matrimoniales, los declaro, en la presencia de sus hijos, nietos, biznietos y  demás parientes, en la presencia de los testigos la Sra. Lucy Fernández y el  Sr. Juan Camilo, en la presencia de todos los miembros de la Iglesia de Cristo  y de todos sus amigos presentes, como también ante la presencia de Dios, los  declaro 
doblemente casados
, amarrados el uno al otro por los sagrados  vínculos del amor hasta el fin del viaje. Después de su estadía de un sólo  día en este
 “Puerto de Oro”,
  emprenderán de nuevo su viaje fantástico por los 
“Mares  del tiempo y del espacio”. 
Les deseamos para la duración de la  travesía cielos despejados, suaves brisas, muchos periodos de bonanza y  sosiego, la compañía grata de sus seres queridos cuando quieran disfrutar de  ella, en fin, ¡buen viaje, mucha salud y felicidad!, hasta aquel día cuando  traspasen aquella mística cortina en el horizonte que separa este mundo  temporal de aquel mundo eterno y atraque su barco en el 
“Puerto  Celestial”
 el cual supera infinitamente a éste, abriendo paso a  inagotables goces y bendiciones imperecederas.
   
Oración.
   
Sr. Almirante Ramón Rodríguez Hernández, puede abrazar y besar a la  Sra. Beatriz Figueroa Casilla.
   
  
Autor  y celebrante: 
Homero Shappley de Álamo 
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