¡El tiempo pEsa!

Análisis y consejos que nos ayudan

a manejar el tiempo

 

El reloj Big Ben, Londres, Inglaterra, ilustra el tema El tiempo pEsa, en editoriallapaz.

 

El famosísimo reloj "Big Ben", en Londres, Inglaterra.

 

I. Introducción.

A. Querido hermano, amigo, abunden el amor, la gracia y la paz de Dios en usted.

B. Nos complace compartir con usted este tema “¡El tiempo pEsa!”, orando que lo encuentre útil como ayuda para el manejo del tiempo, tarea no fácil para la gran mayoría de nosotros los seres humanos.

C. Entre todos los días que componen el tiempo de nuestra vida, algunos son tan livianos y hermosos como las blancas nubes almohadadas que flotan despacio por los cielos azules, o tan placenteros como las brisas suaves que acarician la cara, refrescando y deleitando.

El día de confesar el nombre de Cristo, y sumergirse en las aguas bautismales, saliendo gozosamente de ellas, como nueva criatura, para andar en vida nueva.

El día de graduarse, habiendo llenado los requisitos para el codiciado diploma.

El día de contraer precioso matrimonio con el gran amor de su vida.

El día de conseguir aquel empleo, blanco de muchas ilusiones.

El día de sacar el gordo de la lotería. ¡Ay! Perdón. El diablo me coló ese día.

El día de mudarse a esa nueva casa soñada.

El día de nacer el primer hijo, y el segundo, y el tercero… y ¿el cuarto? Pues, ¡quizá ya no tan liviano ese!

Los días de unas vacaciones bien disfrutadas.

El día de ser reconocido o premiado por logros destacados.

El día de cumpleaños pasado entre familia, iglesia y amigos.

Aquel día sencillamente libre de preocupaciones o afanes, cuando el espíritu mismo de uno se siente tan liviano que sube por encima de esta tierra, flotando contenta y sosegadamente más cerca de Dios.

Deseamos para usted muchos días como este.

D. Si bien algunos días son livianos, agradables y hermosos, otros son pesados y difíciles de sobrellevar.

II. El tiempo, “magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro” (Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.), presenta varios rasgos intrigantes, entre ellos, ¡peso! ¡El tiempo sí que pEsa!

A. El tiempo no lo veo, pero siento su presión. Siento su PESO sobre mí. Sobre mi corazón, cuerpo, mente y espíritu.

B. Su peso tienda a ser, para un porcentaje sustancial de nuestra raza, acumulativo, es decir, el peso del día de hoy se suma al Gran Total del peso de todos los días ya vividos. Vivir un día tras otro significa, para muchos, añadir peso sobre peso sobre peso, y así, ad infinito.

1. ¿Cuánto pesan para usted todos los días que ha vivido hasta el presente?

2. El peso acumulado del tiempo, ¿acaso le está doblando, hundiendo o aplastando?

3. ¡Ay de la mujer, el varón o el joven que no sepa cómo reducir el peso acumulativo del tiempo! ¿Sabe usted cómo reducirlo?

El Creador del tiempo, siendo también él mismo que también creó a nuestra raza, nos enseña algunos pasos para reducir el peso del tiempo.

a) Olvidarse del pasado. No andar con el peso encima de todos los días pesados del pasado. “Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

b) Entregar al Señor la carga pesada de los días pesados del pasado“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

(1) El tiempo ocupado en vicios, pecado, peleas, iras, contiendas, disgustos, malos ratos y depresión espiritual, ¡su peso acumulativo es enorme! ¿Con qué razón o justificación seguir llevándolo al hombro? Usted no está condenado a un castigo tan duro.

(2) ¿Acaso lleva usted sobre los hombros de su espíritu el gran peso de pecados no perdonados? ¿Se encuentra usted doblegado y fatigado bajo tan fuerte carga? ¿Quiere deshacerse de ella? Arrepentirse es la clave, pidiendo perdón y obedeciendo los mandamientos del Señor. Así, podrá depositar a los pies de Cristo su gran carga pesada de tiempos mal aprovechados. Él la tomará, librándole, para que usted, enderezándose, pueda ir “sabiamente… redimiendo el tiempo” (Colosenses 4:5), “para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios”, pues baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles” (1 Pedro 4:2-3).

¿Cuánto tiempo le resta para vivir “en la carne”, es decir, en su cuerpo de carne y sangre? No sabe, ¿cierto? Pero, el que sea, ¿cómo planifica vivirlo? Existen solo dos opciones:

“Conforme a las concupiscencias (deseos desordenados) de los hombres”, lo cual aumentaría continuamente el peso del tiempo.

O, “conforme a la voluntad de Dios”, lo cual reduce el peso del tiempo, haciéndolo más fácil de llevar.

C. ¿Cuán pesado o liviano es el tiempo del día de hoy para usted? ¿Para este servidor?

1. “¡Ay! ¡Qué día más pesado!” Esta exclamación, teniendo matices de lamento, se escucha frecuentemente, ¿no? Pero, conviene preguntar: ¿quiénes o qué cosas lo hicieron tan pesado?

a) Quizá personas o circunstancias fuera de nuestro control.

(1) Entre familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y aun miembros de la iglesia, algunos cargan nuestros días del peso de su propia vida“Cada uno llevará su propia carga” es el ideal que establece el Espíritu Santo (Gálatas 6:5). Pero, añade: Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2). Por cierto, cuando la vida se pone muy pesada a causa de enfermedades, tragedias o grandes pérdidas, hace falta ayuda para sostener tan dura carga.

(2) Igualmente, impactan, en ocasiones, circunstancias que nosotros mismos no creamos, añadiendo peso a nuestros días. Desastres de la naturaleza, altibajos en la economía nacional o global, cambios políticos, accidentes causados por otras personas, la conducta antisocial de gente mala, etcétera.

b) Con todo, quizá uno mismo sea el más responsable de la mayoría de los días pesados vividos.

Negativismo, agresividad ofensiva, bien sea verbal o emocional, mal humor, espíritu holgazán: estas actitudes o acciones, más otras muchas parecidas, contribuyen sustancialmente al peso del día.

Estas actitudes o acciones pesadas cada ser humano en sus cabales es capaz de controlarlas o eliminarlas, aligerando, tal vez notablemente, el peso del día.

2. “¡Ay! ¡Qué día más glorioso! Me siento tan liviano.” Este tipo de exclamación es mucho más común entre los cristianos sinceramente fieles al Señor.

a) “Liviano”, porque se despojó “de todo peso (mundano o carnal) y del pecado que… asedia” (Hebreos 12:1).

b) “Liviano”, porque el conocimiento de la verdad divina lo ha librado de pesadas tradiciones religiosas, doctrinas y filosofías de hombres, las que ni sus autores o promotores cargan con ganas o dignidad. A estos señaló el mismo Cristo al decir: “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mateo 23:4). El “celibato obligatorio de obispos” y la “abstención de alimentos” son dos ejemplos clásicos de “cargas pesadas y difíciles de llevar” impuestas por falsos maestros (1 Timoteo 4:1-5).

c) “Liviano”, por la alegría que siente su espíritu confiado y seguro en el Señor.

d) “Liviano”, por el aliento que le infunden las “preciosas y grandísimas promesas” de Dios (2 Pedro 1:3-4).

3. ¿Cuál de estas dos exclamaciones enuncia usted con más frecuencia?

D. Pues bien, cierta persona muy querida recomendó que hablara este servidor sobre “los años que Dios nos da”. Pero, he optado por hablar de “días”. Los días que Dios nos da. Uno tras otro. Uno a la vez.

1. Un año pesa demasiado. Se me hace sumamente difícil manejarlo. 365 días. ¡Pesan toneladas! Hasta un mes de días suele ser demasiado pesado. Siquiera una semana de días no me luce fácil.

2. Pero, un día a la vez, eso, sí, lo puedo manejar, con la ayuda del Señor. Ya “liviano” o que pese quintales, puedo con él. Un día a la vez. Un quintal a la vez. Un problema o una prueba a la vez. Y al final del día, en oración y súplica, depositar su  peso a los pies de Cristo, para poder comenzar el próximo día libre del peso del anterior. Un día a la vez: he aquí la clave para sobrellevar el tiempo, sin que nos aplaste.

3. ¿Cuánto peso está usted intentando manejar? ¿Acaso meses o años? ¿No le parece más sabio un día a la vez?

a) “Basta a cada día su propio mal”, observa Cristo. Adaptando sus palabras a este mensaje, podemos decir: “Basta a cada día su propio peso”.

b) Siendo así el asunto de “cada día” y el tiempo en general, exhorta Cristo: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán” (Mateo 6:34).

c)  “Un día a la vez” es el peso asignado por Dios a nosotros los mortales. De mi parte, me parece suficiente. A veces, más que suficiente. ¿Qué opina usted?

4. “Un día a la vez” no significa que vivamos sin mirar hacia el futuro, más o menos despreocupados por lo que traiga el mañana. Al aconsejarnos el apóstol Pablo que nos olvidemos del pasado, añade- ¿se acuerda usted?- extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Para que mis días queden correctamente alineados de tal manera que cuenten al final para salvación eterna, debo fijar para ellos “la meta” por Dios establecida, a saber, “el premio del supremo llamamiento”, siendo este “premio” la inmortalidad. Una vez tenga esta meta bien fijada allá en “lo que está delante”, voy colocando cada día en la línea derechita que conduce a ella. Un día a la vez, un día tras otro, ¡hasta alcanzar la meta!

III. Conclusión e invitación.

A. Conforme al designio de Dios, llegará el grandioso momento cuando el tiempo mismo no será más“Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas” (Apocalipsis 10:5-7). ¿Está usted preparado para tan portentoso momento?

B. Llegado ese momento, el tiempo lo absorbe la eternidad. ¿Cuánto pesa la eternidad?

1. Para el que tenga la dicha de pasarla en “tierra nueva, con cielos nuevos” (2 Pedro 3:9-14 ; Apocalipsis 21), ¡no pesa nada!

2. En cambio, incalculable será el peso de la eternidad para toda alma reprobada por Dios a causa de no haber obedecido al evangelio de eterna salvación. Las condiciones para reconciliación establecidas en este evangelio son:

Creer en Cristo, confesando su nombre (Marcos 16:15-16Mateo 10:32-33).

Arrepentirse de todo pecado (Hechos 17:30-31).

Bautizarse “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).

Perseverar en la santidad de Dios “hasta la muerte” (Apocalipsis 2:10).

 


 

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