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"Llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”


El libro de la vida.  www.behance.net

“Dios… quiere (1) que todos los hombres sean salvos y (2) vengan al conocimiento de la verdad
(1 Timoteo 2:4).

“No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad
en toda sabiduría e inteligencia espiritual
(Colosenses 1:9).  

I.  Introducción.

A.  Salutación. Este servidor agradece muy sinceramente la invitación de presentar un mensaje espiritual en esta ocasión.

B.  Quisiera empezar con un experimento. En esta mesa, ven una computadora, una impresora, un mecanismo con sensores y cables, el que conecta la computadora a objeto determinado, más una cantidad de papel. Me hace falta un voluntario que tome la silla al lado de la mesa. El hermano José Vizcarrondo será el “voluntario”. El experimento consiste en lo siguiente: conectar el cerebro del hermano José a esta computadora, copiando al disco duro todo el conocimiento que él tiene en este instante, luego imprimiéndolo todo en papel. Querido hermano José, ¿me autoriza a proceder con este experimento? Posiblemente, ¡exceda la capacidad del disco duro la cantidad de información almacenada dentro del cráneo de este varón! Procedamos.

1.  ¿Cuántas páginas tamaño carta ocupará su cúmulo total de conocimientos de toda categoría? ¿Diez, cien, mil, muchos miles? Sin duda, decenas de miles, aun cientos de miles, ya que José cuenta con amplios conocimientos de varias ramas del saber, tanto de la creación visible como de la invisible. Desde luego, aún no existe tecnología que haga factible semejante experimento. El propósito de la ilustración es resaltar la gran capacidad del ser humano para adquirir y almacenar en su cerebro muchísima información. Gracias, José, por colaborar en este “experimento”.

2.  Supongamos que tomen la silla por turno todos los presentes en esta ocasión, sometiéndose a la misma maniobra. ¿Cuántas páginas se requerirían para imprimir todos los conocimientos de cada persona adulta?

3.  Si hacemos lo mismo con un niño de ocho años, ¿se reduce la cantidad de páginas? Claro, grandemente. Sin embargo, el monto de las páginas sería impresionante, pues aun el niño normal tiene mucho conocimiento de toda una gama de variadas materias, desde juegos hasta el idioma que habla, matemática, etcétera.

4.  ¿Y qué tal si conectamos un mono a la computadora? ¿Cuántas páginas de conocimientos adquiridos saldrían? ¿Acaso una sola?

a)  El cerebro del animal está lleno de Instintos naturales, alambrado principalmente para el control de nervios motrices. Pero, ¿conocimientos adquiridos? ¿Entendimiento, inteligencia o sabiduría? Muy poco acumula durante todos los años de su vida.

b)  En realidad, es casi infinita la brecha entre el cerebro de los simios y el cerebro del ser humano maduro, adiestrado, académicamente preparado, educado, estudioso y aplicado, que día tras día añade al tesoro de sus conocimientos. Su mente, querido amigo, amado hermano, es la suprema maravilla de la creación. ¿Está usted utilizando amplia y constantemente sus asombrosos poderes?

C.  Alteramos el experimento, transfiriendo a la computadora solo sus conocimientos de DIOS y la BIBLIA, imprimiéndolos. ¿Cuántas páginas ocuparían sus conocimientos de Dios y la Biblia, nada más?

D.  Apretemos todavía más los parámetros del experimento, copiando e imprimiendo solo sus conocimientos CORRECTOS de Dios y la Biblia, ¿cuántas páginas llenarían? “Correctos” es la palabra clave.

1.  Multitudes de almas piensan tener el conocimiento correcto de la voluntad de Dios y su verdad, pero si su conocimiento proviene mayormente de fuentes humanas, ¿con qué razón o justificación confiar en su veracidad?

2.  Este último experimento, aplicado a todos los habitantes de este lugar, daría, incuestionablemente, el siguiente resultado general: mucho conocimiento sobre muchos temas y asuntos MATERIALES; poco conocimiento correcto de la voluntad de Dios y su verdad para la humanidad, precisamente todo lo contrario de lo que el Creador quiere para nosotros. ¿Qué quiere él de nosotros? Hemos aquí sobre este planeta Tierra, seres vivientes supuestamente inteligentes, capaces de adquirir enormes conocimientos. Él nos tiene aquí. ¿Qué quiere para nosotros? Nos lo ha dicho con sencilla claridad y concisión.

a)  Dos cosas quiere, según 1 Timoteo 2:4. “Dios… quiere (1) que todos los hombres sean salvos y (2) vengan al conocimiento de la verdad. Señor de los cielos, ¿qué quieres de mí? Y del alto cielo se hace escuchar la respuesta divina: “Que seas salvo y vengas al conocimiento de la verdad”. Esto, para “todos los hombres”, es decir, para todo varón, dama y joven.

b)  Quiere que seamos “llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual (Colosenses 1:9).

(1)  ¿“Llenos” de qué clase de conocimiento? Del “conocimiento de su voluntad”, y que ese mismo conocimiento sea acompañado de “toda sabiduría e inteligencia espiritual”.

(2)  ¿Es inteligente Jehová Dios, Creador de todo lo visible e invisible? ¿Nos creó él a “su imagen y semejanza”? Pues, quiere que cada ser humano sea inteligente, sabio y lleno del conocimiento de su voluntad, y no bruto, torpe, tosco o ignorante.

c)  Además, no quiere “que ninguno parezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Por lo tanto, es “paciente para con nosotros”, guiándonos al arrepentimiento “las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad” (Romanos 2:4).

Esto es lo que quiere Dios para mi, y para usted. Ahora bien, mi “querer”, su “querer”, ¿armoniza con el del Ser que nos creó?

a)  ¿Quiero ser lleno del conocimiento correcto de la voluntad divina, o prefiero ignorar voluntariamente sus verdades (2 Pedro 3:5)?

b)  ¿Quiero ser inteligente y sabio, o ignorante y necio?

c)  ¿Quiero arrepentirme y ser salvo eternamente, o hundirme en el conocimiento de lo material, lo carnal y el mal, perdiéndome eternamente? ¡De mi depende!

II .   Dos pasos primordiales, esenciales para ser salvo eternamente.

A.  Primer paso primordial: querer ser salvo. Tanto nos ama Dios, y tanto quiere nuestra salvación, que dio a su unigénito Hijo en rescate por nosotros. ¿Reciproca usted su amor, deseando también ser rescatado del infierno y puesto a salvo eternamente en el glorioso nuevo mundo venidero? Querer esto con toda el alma es el primer paso inicial crucial. Ser fuertemente motivado. Amar la vida. Anhelar y buscar afanosamente “gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:6-11). Temer a Dios. Amar a Dios.

B.  El segundo paso crucial es adquirir el conocimiento correcto de cómo lograrlo. Dada nuestra inteligencia innata, ¡esto es fácil! Entonces, ¿por qué resistir tomarlo? Multitudes se niegan a tomarlo. ¿Por qué razón? Dos actitudes bien negativas se evidencian casi universalmente, a saber, vagancia mental y letargia intelectual. Males dañinos y peligrosos que afligen a gran parte de nuestra raza. Querer hacer o lograr algo, pero ser renuente a pasar el trabajo de aprender cómo.

1.  ¿Cuántos de los presentes saben usar con destreza la computadora? Unos pocos, nada más. ¿Cuántos quisieran dominarla? ¡Ah! Muchos, ¿verdad? Ahora bien, de los que no saben pero quisieran tener la habilidad, ¿cuántos están dispuestos a pasar el trabajo de aprender cómo operarla, siguiendo las instrucciones correctas? “Aprender” implica “esfuerzo mental, concentración, disciplina, seriedad y dedicación”.

a)  Pero, estos elementos o atributos son poco populares en las culturas actuales. “Quiero divertirme continuamente. Desde abrir los ojos por la mañana hasta cerrarlos por la noche, diversiones, sensaciones físicas o emotivas, relajo y risas, ¡eso es lo que quiero! Gozarme de la vida, ‘mano, ¿sabes?, ¡eso es lo que quiero!” En la calle, en la escuela, en el trabajo y en la iglesia también.

(1)  Esta mentalidad es típica no solo de mucha juventud sino además de muchos adultos y mayores de edad.

(2)  Sus frutos amargos o nocivos abundan.

-Alarmante tasa de alumnos, incluso universitarios, más gran número de otras personas de toda categoría y edad, que apenas saben leer con entendimiento, descifrar, analizar o razonar. No aprenden, no por falta de capacidad intelectual, sino porque no quieren someterse a la disciplina y los esfuerzos necesarios.

-A nuestro tiempo le dicen la “Edad Informática”. Con tan solo presionar unas pocas teclas de esta computadora, están al alcance literalmente billones de páginas de información. Pese a esta tecnología asombrosa, ciertamente acertamos al observar que, irónicamente, en nuestro mundo, entre la vasta mayoría, está menguando el conocimiento correcto de lo realmente importante, bien sea del universo material o del espiritual.

b)  Esta misma mentalidad está contagiando rápidamente, tal cual algún virus transmitido por los aires, a muchas iglesias y a mucha gente que se acerca a ellas en busca de “algo espiritual” para sus vidas.

(1)  “¿Adquirir el conocimiento correcto de cómo lograr la salvación? ¿Llenarme del ‘conocimiento’ de la voluntad de Dios? Predicador, ¡que tema más seco y aburrido este del ‘conocimiento’! ¡Bendito! Lo que yo quiero es divertirme en esta campaña. Divertirme en la iglesia. Quiero escuchar música cristiana salsa, rock o rap. ¡No me diga que no cuenten ustedes con una banda para esta noche! Quiero que me entretengan con unas dramas. Que usted, predicador, cuente testimonios extravagantes, chistes o anécdotas fantásticas. Quiero sentir la presencia de Dios, estremecerme, elevarme, que se me paren los pelos, que caiga en éxtasis. ¿Aprender? ¿Estudiar? ¿Buscar conocimiento? ¡Demasiado pesado! ¡A eso no vengo!

(2)  El fruto de esta mentalidad en las iglesias y personas contagiadas es un grado espantoso de confusión e ignorancia doctrinal.

-Los afectados suelen burlarse de “doctrina” y menospreciar el “conocimiento”. Aun citan la Biblia en defensa de su noción, donde dice el apóstol Pablo que “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1), exclamando: “¡Ve! ‘El conocimiento envanece.’ No hace falta el conocimiento. Solo el amor”.

-Sin duda, el conocimiento no templado por la humildad envanece, pero no es menos cierto que la humildad no acompañada del conocimiento correcto es insuficiente para conocer a Dios, su voluntad y su verdad.

-“El amor edifica.” Positivo. ¿Cómo? ¿Acaso sino el conocimiento de la voluntad divina? ¡Imposible! “Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que me ama, mi palabra guardará” (Juan 14:15-24). ¿Cómo guardar los mandamientos de Cristo sin aprenderlos? ¿Y cómo aprenderlos sin estudiar? ¿Y cómo dedicarse a estudiar si lo único que quiere es que “la iglesia o la religión sea una diversión más”?

-“¡Mi Dios no es serio! ¡Mi Dios es divertido!”, me escribió cierta dama. Pues bien, temo que esté creando un “dios” a su propia imagen y mentalidad humana, ¿no le parece? Con todo, no dudo de que el único y verdadero Dios se divierta, se goce, se regocije, disfrute o se ría. Al leer su Palabra en la Biblia, entiendo que entre las cosas que más deleite le traen figuran “todas las riquezas de pleno entendimiento”, como además “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”, expresiones tomadas de Colosenses 2:2.

III .  Es divertido explorar, y hacer suyos, “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”, “todas las riquezas de pleno entendimiento”. Satisface. Deleita. Llena. Como ninguna otra experiencia. Y son inigualables, invaluables y ricos en sumo grado los beneficios, dividendos y bendiciones, tanto para esta vida como para la venidera. Por cierto, es necesario usar la mente. ¿Y qué? ¿Va usted a llegar a la muerte, no habiendo aprovechado en casi nada los poderes fenomenales de su magnífico intelecto? ¡Qué vergüenza! ¿Casi vacía su mente? ¿Sin riquezas? ¿Sin tesoros? ¿Ignorante su espíritu? ¡Inconcebible! No sea mentalmente ocioso, se lo ruego. Eche su intelecto a funcionar. “¡Ah! Pero la Biblia es tan grande, misterioso y difícil”, replica usted. ¡Qué va! Usted puede adquirir, con un poco de trabajo mental, los “tesoros… del conocimiento” bíblico indispensables para la salvación eterna de su alma. Le reto a hacer la prueba en esta ocasión con solo tres textos de la Biblia.

A.  Tres textos de la Biblia que imparten importantísimo conocimiento espiritual.

1.  2 Corintios 3:7-8. “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?”

a)  “¡Ea!”, dice usted, “No entiendo nada, nada en absoluto. Es como si me hablara en ruso o chino. Un embrollo de palabras y frases que no significan nada para mí.” ¡Aguántese! No se desespere. Para entender la matemática, o cualquier otra ciencia, ¿le hace falta un maestro competente? Para la práctica eficiente de cualquier oficio, ¿le conviene instrucción? ¿Contar con una persona capacitada que le enseñe o guíe? En el tiempo de los apóstoles de Cristo, allá en el Siglo I, un buen día el tesorero de Etiopía, país de África, mientras viajaba de Jerusalén hacia su país, leía un texto de la Biblia. “Acudiendo Felipe”, un predicador de la recién establecida iglesia, le pregunta: “¿Entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él” (Hechos 8:26-40). Pues, ¡ esto es justamente lo que a usted le hace falta para entrar pronto en entendimiento: de su parte, una menta abierta, y también la intervención de quien le guíe un poco.

b)  Concéntrese en las palabras claves de este texto. “Ministerio, muerte, grabado, letras, piedras, gloria, rostro, perecer y espíritu.” Son comunes; no son grandes o complicadas.

-“Ministerio.” Observamos que se nombran dos: (1) “el ministerio grabado con letras en piedras” y (2) “el ministerio del espíritu”. ¿Correcto?

-El primero fue “grabado con letras en piedras”. Esta es la primera clave para identificarlo acertadamente. La segunda clave es que “fue con gloria”. La tercera clave es que hacía resplandecer el rostro de Moisés. Estas tres pistas apuntan hacia los Diez Mandamientos que Dios grabó en dos tablas de piedra en el monte de Sinaí, entregándoselas a Moisés. ¿Cierto? Ya sabemos el significado de “ministerio” en este contexto. Es sinónimo de “ley”, “testamento” o “pacto”.

-“De muerte… fue con gloria… la cual había de perecer.” Nos concentramos en estas tres frases descriptivas del “ministerio” de los Diez Mandamientos. “De muerte”, y no de vida. “Fue”, tiempo pasado, y no presente. “Fue con gloria”, o sea, en una época tenía gloria, pero, por implicación, ya no la tiene. “Perecer”, o sea, acabar, fenecer, dejar de ser.

-¿Qué enseña todo esto? Una verdad divina muy sencilla y de gran importancia que usted mismo puede discernir sin mayor trabajo mental: que la gloria del ministerio de los Diez Mandamientos perecería. ¿Cuándo? Razonemos un poco. Lógicamente, al llegar el segundo “ministerio” nombrado en el texto. ¿Y cuál es el segundo? Se identifica como “el ministerio del espíritu”. ¿De qué “espíritu”? Del único que obra de parte de Dios, del Espíritu Santo. “El ministerio del espíritu” es, pues, la nueva ley espiritual revelada por el Espíritu Santo.

-¿Y dónde se encuentra este nuevo “ministerio del espíritu”, el que, sí, en definitiva, actualmente tiene “gloria?

-Los vocablos “antiguo”, o “viejo”, y “nuevo” las entiende perfectamente, ¿no? Pues, este libro sagrado llamado “Biblia” se compone del “Antiguo Testamento” y del “Nuevo Testamento” . ¿Cuál se supone sea el “ministerio del espíritu… con gloria” en la actualidad? Lógicamente, el Nuevo Testamento.

-El Antiguo, con todo y Diez Mandamientos, perdió su gloria al ser clavado en la cruz. Ninguno de sus estatutos, mandamientos, ritos, etcétera, está en vigor. Esta verdad aplica tanto a diezmos y sábados como al sacerdocio levítico y sacrificios de animales.

c)  ¿Cuál de los dos testamentos de la Biblia debe usted obedecer? ¡El Nuevo! He aquí “conocimiento de la voluntad de Dios” que alumbra con luz fulgurante su mente. ¡La porción de la Biblia que está vigente para el tiempo que vivimos es el Nuevo Testamento! Usted está en la libertad de leer el Antiguo, pero el que rige es el Nuevo. Este “conocimiento” simplifica notablemente el entendimiento de toda la Biblia.

2.  Efesios 5:23. “Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él su Salvador.” Palabras muy sencillas. Expresiones bien concisas que imparten vital conocimiento espiritual fácilmente entendible.

a)  Cristo es la cabeza de la iglesia. Hagamos uso de la razón y el sentido común. Él vive y reina. En su rol de “cabeza”, dirige a la iglesia en la tierra mediante el Nuevo Testamento que selló para ella con su propia sangre. Por consiguiente, no le hace falta a ningún hombre en la tierra que se encargue de gobernar o dirigir a su iglesia.

b)  La iglesia es el cuerpo de Cristo. El cuerpo de Cristo en la tierra es la iglesia. Controla este cuerpo espiritual la cabeza espiritual, a saber, Cristo mismo. La “cabeza” una sola es. El “cuerpo” uno solo es. Cristo tiene a un solo cuerpo espiritual en la tierra. Lo gobierna una sola cabeza en el cielo. ¡Tan sencillo! ¡Y lógico!

c)  Cristo es el “Salvador” de la iglesia. Lógicamente, no salva a las personas que se encuentran fuera de su iglesia. Deducción: es necesario estar en la iglesia del Señor para ser salvo. De hecho, el Señor añade “cada día a la iglesia” los que han de ser salvos (Hechos 2:47).

3.  Marcos 16:15-16. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Mandamientos y cláusulas expresadas con diáfana claridad.

a)  Cristo quiere que su evangelio sea predicado “a toda criatura” en “todo el mundo”. Este deseo implica que toda persona normal potencialmente puede escuchar el evangelio para salvación.

b)  Cristo establece dos condiciones para ser “salvo”.

(1)  Creer.

(2)  Bautizarse.

-No establece creer con única condición para salvación. Antepone también el bautismo a ser “salvo”, haciendo el bautismo un requisito indispensable para alcanzar el perdón.

-Todo texto del Nuevo Testamento relacionado con el propósito fijado por la Deidad para el bautismo (inmersión) armoniza con lo legislado por el Señor en Marcos 16:16.

c)  ¿Quiere usted que sus pecados sean borrados? No lo logra sin conocer las condiciones, entendiéndolas correctamente y obedeciéndolas. Pero, son tan elementales que aun el analfabeto, escuchándolas expuestas sin tergiversaciones, las entiende enseguida.

IV .  Invitación.

A.  Estas verdades, una vez obedecidas, liberan al alma entendida y obediente de la ignorancia religiosa, el error doctrinal, yugos de esclavitud que imponen falsos maestros, supersticiones y vanas tradiciones arrastradas del pasado, huecas filosofías, pecados y vicios. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). ¿Se fija en el verbo “conoceréis”? ¿Cómo conocer “la verdad” de Cristo sin aprenderla? ¿Y cómo aprenderla sin ningún esfuerzo mental?

B.  El conocimiento no puesto en práctica permanece estéril. No produce frutos de salvación.

1.  Al respecto, observamos otro fenómeno preocupante de nuestros tiempos: personas que han adquirido el conocimiento correcto de la voluntad de Dios, pero ¡no lo ponen por obra!

- “Yo sé que la Biblia dice que el bautismo es para perdón de los pecados. Mi iglesia no lo enseña así, ni fui yo bautizado con ese propósito, pero…

-“… no voy a cambiar…”

-“… no voy a dejar mi iglesia, a pesar de que no sigue la doctrina bíblica…”

-“… cada iglesia tiene sus errores, algunas más que otras…”

-“… mi pastor me asegura que amar a Dios y a los hermanos es suficiente para que seamos salvos eternamente…”

2.  Pero, la “sabiduría” y la “inteligencia espiritual” que han de acompañar el conocimiento correcto de la voluntad y la verdad de Dios impulsan al alma sincera y honesta a poner en práctica lo que ha aprendido.

3.  Querida alma, al usted poner en práctica el conocimiento correcto de la voluntad divina, disfrutará de verdadera libertad en el Señor, pues “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).

-Deseándole todas las bendiciones del pleno conocimiento en Cristo, su servidor Homero Shappley de Álamo.

 

 

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