¡Transportados al Paraíso!

 

El profesor Hans Küng, teólogo e historiador católico

romano, confirma que los miembros de las iglesias

de Cristo estamos en el lugar correcto 

para ser transportados al Paraíso.  

 

Esta gráfica del planeta Tierra rodeado de espacios abstracts, con una columna de luz que lo conecta con los cielos, y detrás de la columna, el árbol de vida, ilustra el tema ¡Trannsportados al Paraíso!, en editoriallapaz.org.

 

Mensaje de suprema importancia

sobre la identidad, naturaleza, organización

y destino de las iglesias

 

Se presta para una prédica, conferencias o clases bíblicas.

Querido hermano predicador o maestro de la iglesia de Cristo, al escuchar este mensaje la congregación en Bayamón, Puerto Rico, algunos miembros se declararon fortalecidos en sus convicciones doctrinales por el testimonio corroborante del sacerdote escritor-profesor Hans Küng. Quizás redunde la misma información en beneficio de su congregación, adaptándola usted a las circunstancias particulares del ámbito religioso en el que se desenvuelve.  

I. Introducción.

A. Salutación.

B. ¿Adónde van todos ustedes, mis queridos hermanos y hermanas de esta iglesia de Cristo?

C. Las iglesias vecinas, ¿hacia dónde van? Por esta avenida donde se encuentra nuestro lugar de reunión se reúnen dos iglesias distintas a la nuestra, en una calle cercana existe otra y en una barriada que colinda con esta urbanización, tres más. ¿Hacia dónde va cada una?

A pesar de sus diferencias en doctrina y práctica, todas tienen el mismo propósito: que sus miembros lleguen al Paraíso. ¿Lo lograrán? ¡Ojalá! Qué Dios tenga misericordia de ellos, como también de nosotros, y qué todos andemos los pasos necesarios para estar justamente deberíamos estar, cuando fenezca nuestra vida material, para ser transportados, en espíritu, al Paraíso.

D. Ahora bien, para tener tan tremenda experiencia hermosa, no basta…

1. Meramente desearla.

2. Pensar estar preparado. “Pienso estar preparado para ir” implica incertidumbre.

3. Ni siquiera afirmar con gran seguridad “¡Yo voy al Paraíso!”, como dice el himno: “Voy al cielo; soy peregrino”.

E. Para ser transportado el espíritu al Paraíso en el momento de morir el cuerpo físico, es imprescindible estar en el lugar correcto.

1. El “correcto” no es cualquier lugar espiritual sino el que Dios mismo ha prefijado en su revelación a través del Nuevo Testamento.

2. Aclaramos: no en la cercanía del lugar correcto sino precisamente en el lugar mismo.

La recámara del “Transportador” de la nave espacial Enterprise.

Esta fotografía de la recámara del Transportador de la nave espacial Enterprise ilustra el tema ¡Transportados al Paraíso!, en editoriallapaz.

3. En la serie “Viaje a las Estrellas” (Star Trek), figura entre el equipo muy sofisticado de la nave espacial “Enterprise” el aparato que se identifica como el “Transportador”, en el que se paran las personas a ser transportadas de la nave al lugar determinado.

a) Se paran en la plataforma redonda del Transportador.

b) El operador entra las coordinadas del lugar a donde serán transportadas, encendiendo la fuente de energía que hace posible la operación.

c) En un santiamén, se disuelven los cuerpos de las personas y son transportadas a través del espacio al lugar de las coordinadas, donde se incorporan de nuevo, sin sufrir alteración alguna, ¡siempre y cuando el aparato no falle!

d) Para que este traslado fenomenal funcione, es absolutamente necesario que la persona suba a la plataforma del Transportador. Estar cerca no basta; ha de pararse en la plataforma.

Pues, amados, de la misma manera, para ser transportado al Paraíso, ¡es absolutamente necesario estar en el lugar indicado por Dios cuando llega la hora para salir de este mundo! ¿Tiene usted conocimiento del lugar? ¿Se encuentra en él?

e) Teniendo este servidor el ferviente deseo de ir al cielo, me corresponde colocarme en el Transportador de Dios, verificando continuamente mi posición y mi preparación para el traslado. Usted, si quiere llegar al cielo, tiene la misma responsabilidad.

II. Mi convicción personal es que me encuentro parado en la “plataforma” del “Transportador espiritual” hecho por Dios.

A. A fin de que mi “convicción” no sea puramente subjetiva, están disponibles varios mecanismos que sirven para determinar su veracidad o falsedad. Entre ellos:

El testimonio de la Biblia misma.

El testimonio de mis compañeros en esta iglesia.

Y el testimonio de terceras independientes, como, por ejemplo, el de teólogos, maestros o predicadores que no pertenezcan a esta hermandad.

En esta ocasión, deseo compartir con ustedes el testimonio del profesor suizo Hans Küng, reconocido teólogo, filósofo e historiador católico romano. Autor de al menos veintitrés libros, el Sr. Küng fue profesor de teología católica en la Universidad de Tübingen (Alemania) durante dos décadas, fue nominado por el Papa Juan XXIII como “experto” en asuntos tratados por el Segundo Concilio Vaticano y fundó el Instituto de Investigaciones Ecuménicas.

Amigo, amiga, de ser usted católico romano, católica romana, le ruego no se escandalice al escuchar esta referencia a su iglesia. Pronto comprenderá por qué este servidor tiene a bien divulgar el testimonio del profesor Hans Küng.

B. Antes de compartir con los presentes una parte del testimonio del profesor Küng, respetuosamente, quisiera hacer a cada uno la siguiente pregunta: ¿Qué concepto tiene usted de esta congregación? ¿De esta misma ubicada en este lugar?

1. ¿Acaso la considere “inferior”, aun “despreciable”, “ignorante” o “carente de los atributos de verdadera iglesia”?

2. De resultar que usted siente, en su mente y corazón, desdeño, ya poco ya mucho, aunque disimule sus sentimientos negativos hacia nosotros, ¿me intrigaría conocer la razón, o las razones?

a) ¿Acaso por ser humilde este lugar donde nos reunimos?

b) ¿Acaso por ser humildes los hombres al frente de esta congregación? ¿Sin títulos, diplomas o vestimentas eclesiásticas? Predicamos, enseñamos, dirigimos y administramos la Cena del Señor, haciéndolo sin pompa ni ostentación, sin tocados impresionantes de sotana bordada, camisa clerical o báculo dorado, etcétera. ¿Estamos mal parados? ¿No estamos en el lugar indicado para ser transportados al cielo?

3. Sorprendentemente, el profesor católico Hans Küng, en su libro “La Iglesia Católica: una historia breve”, testifica que, efectivamente, nosotros estamos bien parados doctrinalmente, y que esta congregación, pese a ser “despreciable” para algunas personas que nos conocen, ¡ocupa justamente el lugar espiritual que deberíamos ocupar para ir al cielo!

Eso es así, pues, la “iglesia” que identifica el profesor como la apostólica, la original, la más primitiva, ¡es la misma que reconocemos nosotros! Amado, amada, ¡es la misma que pretendemos ser en el día de hoy! No obstante nuestras imperfecciones individuales, o las fallas entre nosotros de implementar perfectamente el modelo de Cristo para su iglesia.

Procedo a citar, y comentar brevemente, porciones del “testimonio” del profesor Hans Küng.

 

Esta fotografía del sacerdote, profesor, filósofo e historiador Hans Küng ilustra el tema ¡Transportados al Paraíso!, en editoriallapaz.

El sacerdote, profesor, filósofo e historiador Hans Küng

III. Las enseñanzas del profesor Küng sobre varias doctrinas fundamentales acerca de la iglesia y el evangelio de Cristo.

A. Referente al “nombre” de la iglesia, su significado y algunos atributos que identifican a la iglesia del Señor, el Sr. Hans Küng escribe: “En las lenguas romances (ecclesia, iglesia, chiesa, église), se deriva del vocablo griego ekklesia, la que se usa también en el Nuevo Testamento, o del vocablo hebreo qahal, y significa ‘asamblea’ (de Dios). En este contexto, se hace referencia tanto al procedimiento de congregarse como a la comunidad congregada. Esto establece de una vez para siempre la norma: el significado original de ekklesia, ‘iglesia’, no fue una sobre-organización de funcionarios espirituales, separada de la asamblea misma. Denotaba una comunidad que se congregaba en un lugar particular, a una hora particular para una acción particular –una iglesia local, formando ella, en conjunto con las demás iglesias locales, una comunidad inclusiva, la iglesia global. De acuerdo con el Nuevo Testamento, cada comunidad local individual recibe lo que le hace falta para la salvación humana: el evangelio a proclamarse, el bautismo como rito de iniciación, la celebración de una cena en recordación agradecida, los dones y los ministerios.”

1. Tenemos por sumamente merecida la importancia que el profesor Hans Küng atribuye al “nombre” de la iglesia. ¿A quién pertenece la iglesia? Al Kyrios, es decir, al Señor. Por lo tanto, debe llevar su nombre, y solo su nombre, pues no pertenece a más de un señor, ni pertenece a hombre u organización humana alguna.

Las congregaciones actuales de creyentes que honran bíblicamente a su Señor se identifican como se identificaban las de los tiempos apostólicos, de acuerdo con el ejemplo en Romanos 16:16, donde Pablo escribe: “Las iglesias de Cristo os saludan”. La congregación individual local es una “iglesia de Cristo”; dos, o más, congregaciones locales son “iglesias de Cristo”“Casa de Dios”“iglesia de Dios” (1 Timoteo 3:15) “iglesia del Señor” (Hechos 20:28) figuran también como nombres bíblicos para la iglesia. Amado, amada, si pertenece usted a una iglesia, ¿qué nombre la identifica?

2. Resaltamos la observación del profesor Küng que dice: la iglesia “no fue una sobre-organización de funcionarios espirituales, separada de la asamblea misma”. Pues amados, aquí en esta congregación humilde, ¡eso es justamente lo que creemos y enseñamos! Mientras al otro lado del parque pasivo que nos separa físicamente, aquella iglesia que reclama ser la única, ¡enseña y practica justamente lo contrario!

La “sobre-organización de funcionarios espirituales” fue añadida después del tiempo apostólico, comenzando con los oficios inventados antes del Concilio de Nicea, y ampliándose enormemente en la Iglesia Católica Romana de la Edad Media.

No pocas iglesias protestantes, evangélicas o pentecostales retienen su propia “sobre-organización” de funcionarios cuyos títulos, puestos o funciones no aparecen en el Nuevo Testamento.

Seguramente, estaría en tela de juicio la autenticidad bíblica de cualquier iglesia o congregación gobernada por funcionarios no establecidos por el Espíritu Santo según la revelación neo testamentaria. El sentido común lo dicta, y el Espíritu Santo lo segunda una y otra vez en el Nuevo Testamento.

3. “De acuerdo con el Nuevo Testamento”, anota el profesor Hans Küng, frase escuchada con mucha frecuencia en nuestra congregación, pues nuestro empeño es enseñar, adorar y obrar fielmente “de acuerdo con el Nuevo Testamento”.

Sr. Profesor Hans Küng, ¿qué hace falta para ser una iglesia “de acuerdo con el Nuevo Testamento”? Nos dice: “el evangelio a proclamarse, el bautismo como rito de iniciación, la celebración de una cena en recordación agradecida, los dones y los ministerios”. Pues, ¡alabado sea el Señor!, esto mismo es lo que creemos en esta humilde congregación.

Confiamos solo y exclusivamente en el evangelio de Cristo, no teniendo otro credo.

Nos fuimos bautizados, y bautizamos, “para perdón de los pecados” y para ser añadidos a la iglesia. Hechos 2:36-47

Celebramos la Santa Cena del Señor cada domingo en “recordación agradecida” del sacrificio expiatorio de Cristo.

Recibimos “el don del Espíritu Santo” al bautizarnos. Hechos 2:38

Y efectuamos los ministerios asignados a la iglesia conforme a las directrices de Dios en su Nuevo Testamento.

Así que, usted, Sr. Küng, confirma que tenemos lo necesario para ser una iglesia auténtica, meta que perseguimos tenazmente. Gracias por este testimonio suyo. Y gracias por su honradez intelectual y espiritual, ya que, pese a su afiliación confesional católica romana, tiene el valor de exponer exactamente lo que sostiene el Nuevo Testamento sobre la iglesia fundada por Jesucristo.

B. El Sr. Hans Küng diserta sobre Jesucristo y su pueblo.

1. Dice: Jesús no fue nunca representante de una jerarquía patriarcal. El que alabó el matrimonio, no estableciendo nunca el celibato como condición para ser discípulo, un hombre cuyos primeros discípulos todos eran casados, permaneciendo como tal (Pablo se declara la excepción), no puede servir de autoridad para una ordenanza según la cual el clero ha de ser célibe.

a) ¡Asombroso! En grado sumo. El que un renombrado profesor católico romano escribiera tal declaración nos deja boquiabiertos. Pues, amados presentes, ¡esto es exactamente lo que enseñamos sobre Jesús, las jerarquías eclesiásticas y el celibato! Según el profesor Küng, nuestra enseñanza y práctica son correctas; son bíblicas. Entonces, esta congregación nuestra sí que va bien. Estamos bien parados doctrinalmente.

b) No respaldamos “una ordenanza según la cual el clero ha de ser célibe, sino nuestra ley es la del Nuevo Testamento, el cual enseña que todo obispo ha de ser “marido de una sola mujer”, no siendo opcional el requisito, y, además, que debe gobernar “bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:3-10).

2. Refiriéndose a Cristo y el asunto de estructuras eclesiásticas, el profesor Küng escribe: “El que sirvió a sus discípulos en la mesa, y requería que ‘el más grande fuese siervo de todos’, difícilmente pudo haber deseado estructuras aristocráticas o aun monárquicas para su comunidad de discípulos”.

a) A lo cual decimos un fuerte: “¡Amén!” Nuestra congregación ¿tiene una “estructura aristocrática” complicada? De modo alguno. ¿Tenemos una “estructura monárquica”? Negativo. No somos gobernados por un solo obispo, ni mucho menos por uno que vista como príncipe terrenal o que pretenda tener el derecho de ejercer poderes dictatoriales sobre nosotros.

b) El profesor Küng respalda nuestro concepto de líderes espirituales, a saber: que estos deberían ser siervos de la congregación y no actuar como potentados terrenales. Una vez más, su testimonio ratifica nuestra enseñanza y práctica.

3. Añade el profesor Küng: “Al contrario, Jesús radiaba un espíritu democrático en el mejor sentido del término. Esto fue reflejado por un pueblo (griego: demos) compuesto de los que son libres (no dominando ninguna institución, mucho menos una Gran Inquisición), y, en esencia, iguales (no una iglesia caracterizada por estratificaciones sociales, castas, racismo u oficios), de hermanos y hermanas (no de un regimiento de hombres o de culto a personas). He aquí la original libertad, equidad y confraternidad cristiana.

a) Pues, estas observaciones del profesor Küng nos dejan, de verdad, atónitos, armonizando perfectamente con nuestra propia enseñanza sobre el pueblo de Cristo. Somos “libres” en Cristo, y no sujetos a institución humana alguna. Somos “iguales” en Cristo, “hermanos y hermanas” todos nosotros, siendo esta relación la verdadera “equidad” que hay en el Señor. ¿Somos una iglesia caracterizada por “estratificaciones sociales, racismo u oficios”? Negativo. Luchamos para que semejantes rasgos mundanos jamás empañen nuestra imagen.

b) Sr. Profesor Hans Küng, ¿reúne nuestra congregación los atributos del pueblo verdadero de Dios? En efecto, ¡su testimonio es que sí! Le agradecemos sinceramente este respaldo a nuestra posición doctrinal-espiritual.

4. Pregunta el buen profesor: “¿Podemos hablar de oficios (puestos) en la iglesia originalNegativo, pues el término secular ‘oficio’ (arche y palabras griegas similares) no es utilizado en ningún lugar para los distintos ministerios o vocaciones de la iglesia. Se comprende por qué. ‘Oficio’ indica una relación de dominación. En lugar de él, en el cristianismo más primitivo se utilizaba un término para el que Cristo mismo estableció la norma al decir: ‘Sea… el que dirige, como el que sirve’ (Lucas 22:26. Seis variaciones de este dicho han sido transmitidas). La gente hablaba de diakonia, ‘servicio’, como en servir a las mesas, en vez de referirse a oficios.”

a) ¿Se fija usted en la terminología del profesor al señalar él: “la iglesia original” “el cristianismo más primitivo”? Asombrosamente, ¡se expresa como suelen expresarse nuestros propios predicadores y maestros! ¿Qué le parece? ¡Grandioso, de verdad! Sus afirmaciones constituyen, realmente, una confirmación resonante de lo que enseñamos. De cierto, muchas evidencias corroboran nuestra posición, incluso la que ofrece el profesor. Oficios, puestos, títulos, “relación de dominación”. Nada de esto queremos tener en esta congregación, ¿correcto? Lastimosamente, por no tenerlo, algunos nos miran mal. Se alejan, murmurando algo como: “Esa iglesia no puede ser verdadera. No hay nadie al frente con credenciales para dirigir ni presencia para gobernar. Parece ser una iglesia mal organizada”. La apreciación del profesor es prácticamente una estampa de censura para tal evaluación mal formulada.

b)  Más aún, la exposición tan bíblica y clara del profesor revela, en cuanto a estos asuntos de “oficio, puestos y dominio”, entendimiento superior al que manifiestan algunos “líderes” de nuestra propia hermandad. Para vergüenza suya lo decimos. Pues, no faltan quienes deseen “puestos y títulos” no autorizados por Cristo y el enseñorearse de la feligresía con miras a sacarle provecho material. ¡Cuidado los tales de no estar pisando los talones de prelados eclesiásticos de iglesias sumidas en apostasías!

C. El profesor Küng aborda el tema de la pluralidad de obispos en cada iglesia, atestiguando de nuevo la legalidad bíblica de nuestra doctrina y práctica.

1. Escribe: “Los obispos de la Iglesia Católica (al igual que los de la Anglicana y la Ortodoxa) sienten placer en llamarse ‘los sucesores de los apóstoles’. Se dice que la constitución presbiteriana-episcopal de la iglesia fue instituida por Jesucristo, que es una institución divina y, por consiguiente, una ley divina inalterable (iuris divini ). Sin embargo, el asunto no es tan sencillo. Durante los últimos cien años, la investigación cuidadosa de las fuentes del Nuevo Testamento ha demostrado que esta constitución eclesiástica, centrada en el obispo, no es, de modo alguno, legislada por Dios o dada por Cristo, sino que es el resultado de un largo desarrollo problemático a través de la historia. Es una obra humana, y, por ende, sujeta a ser cambiada.

a) Esto mismo es lo que hemos venido señalando y advirtiendo hace siglos, pero ¿quién nos hace caso? ¿Al profesor le hacen caso sus alumnos, lectores, correligionarios y superiores? Merece ser publicada su conclusión, en letras muy grandes, en los medios más vistos por el público religioso en general:

“…la investigación cuidadosa de las fuentes del Nuevo Testamento ha demostrado que esta constitución eclesiástica, centrada en el obispo, no es, de modo alguno, legislada por Dios o dada por Cristo, sino que es el resultado de un largo desarrollo problemático a través de la historia. Es una obra humana, y, por ende, sujeta a ser cambiada

¿Lo está captando bien usted?

¡Un solo obispo al mando de una congregación no es la organización legislada por Dios o dada por Cristo!

Por ende, ¡tampoco lo es la de un solo “pastor” al mando de una congregación!, organización típica de iglesias protestantes, evangélicas y pentecostales. En ambos casos, se trata de “una obra humana”.

Ojalá hubiera en todos los líderes religiosos del cristianismo de actualidad este entendimiento de la organización bíblica de la iglesia, como además la admirable honestidad intelectual que demuestra el profesor Küng.

b) Nuestra congregación no se rige por una “constitución presbiteriana-episcopal” sino por el Nuevo Testamento de Cristo. Esta es la condición de toda iglesia de Cristo netamente bíblica. Estamos parados exclusivamente en los caminos apostólicos, justamente donde deberíamos estar para agradar a Dios y ser transportados al cielo.

2. Sigue abundando el profesor Hans Küng. Dice: “No es posible verificar que los obispos sean los sucesores de los apóstoles en sentido directo y exclusivo. Históricamente, es imposible hallar en la fase inicial del cristianismo una cadena ininterrumpida de la imposición de manos desde los apóstoles hasta los obispos del presente. En cambio, se puede demostrar históricamente, para la primera fase post apostólica, que presbíteros-obispos locales fueron constituidos, juntamente con profetas, maestros y otros ministros, como los únicos líderes de las comunidades cristianas (al igual que para la celebración de la Eucaristía); así pues, se efectuó en una época temprana la división entre “clérigo” y “laico”. En una fase más avanzada, el episcopado monárquico, es decir, de un obispo individual, sustituía cada vez más la pluralidad de presbíteros-obispos en las ciudades, y, más adelante, a través de la región de una iglesia. En Antioquia, alrededor del año 110, se desarrolló, respaldado por el Obispo Ignacio, el orden de tres oficios: obispo, presbítero y diácono, los que luego se constituyeron en costumbre en todo el Imperio. Entonces, ya no se podía celebrar la Eucaristía sin un obispo. La división entre el clérigo y la gente se hizo realidad”.

a) La “pluralidad de presbíteros-obispos”, también identificados como pastores ancianos, en cada congregación es precisamente la organización ideal que procuramos en la iglesia de Cristo. En esto, seguimos el ejemplo y los mandamientos de los apóstoles.

(1) Pablo y Bernabé “constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hechos 14:23).

(2) El apóstol Pablo escribe al evangelista Tito, recordándole que lo había dejado en la isla de Creta “para que…establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” (Tito 1:5).

(3) La congregación en Jerusalén (Hechos 15:4), la de Éfeso (Hechos 20:17-31) y la de Filipos (Filipenses 1:1) fueron gobernadas por una pluralidad de “ancianos” (sinónimo de pastores y de obispos).

b) A través de los años, hemos enseñado, sosteniéndolo hasta el sol de hoy, que el obispado monárquico, es decir, la organización eclesiástica centrada en un solo obispo, o en un solo “pastor”, no es bíblico, y que se trata de un cambio, implementado a fines del siglo I y principios del siglo II, que altera sustancialmente el modelo de Dios para su iglesia, cambio que abrió la puerta al desarrollo de una jerarquía eclesiástica totalmente contraria al espíritu y la letra del evangelio puro. ¿Acertamos? El profesor Hans Küng nos da toda la razón.

D. En esta congregación, sostenemos que el apóstol Pedro no es la roca que sirve de fundamento para la iglesia del Señor. Además, que cada congregación es independiente (autónoma), no sometiéndose a otra congregación, como tampoco a alguna autoridad central. Una vez más, el renombrado profesor Hans Küng concuerda, reforzando nuestra convicción y práctica. Escribe:

1. “La iglesia de Roma siempre tenía una autoridad moral elevada. Pero, durante los primeros siglos, no existía base alguna para una primacía legal –o siquiera de una preeminencia, según la Biblia- de la comunidad romana o aun del obispo de Roma. Inicialmente, no había específicamente en Roma un obispado monárquico, teniendo nosotros apenas conocimiento de los nombres de los obispos de los primeros dos siglos (se considera el año 222, el principio del pontificado de Urbano I, la primera fecha segura en la historia del papado). La promesa a Pedro en el evangelio de Mateo (16:18), ‘Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificará mi iglesia’, tan céntrico para los actuales obispos de Roma, y que en el día de hoy adorna, en negras letras gigantes contra un trasfondo dorado, el interior de la catedral de San Pedro, no es citado completamente ni una vez en ninguna literatura cristiana de los primeros siglos, con la excepción de un texto por Tertuliano, donde no se cita el pasaje en conexión con Roma sino en conexión con Pedro.”

2. “No fue hasta mediados del siglo III que un obispo de Roma, llamado Esteban, apelara a la promesa de Pedro; lo hizo en una disputa con otras iglesias sobre cuál tenía la mejor tradición. Sin embargo, no tuvo más éxito que el Obispo Víctor cincuenta años anteriormente. Víctor intentó forzar, de manera autoritaria, una fecha uniforme romana para la Pascua, sin respetar el carácter o la independencia de las demás iglesias, quedándose puesto en su lugar por los obispos tanto de Oriente como de Occidente, particularmente por el respetado obispo y teólogo Ireneo de Lyons. En aquel tiempo, aun en Occidente fue rechazada la soberanía de una iglesia sobre otras.”

IV. Conclusión.

A. Abundan las evidencias que certifican nuestra posición espiritual como la correcta para ser trasladados nosotros los miembros de esta congregación al cielo. No hay razón para dudarlo: ¡estamos parados en la “plataforma” del “Transportador para el cielo”!

Pero, a menudo nos azotan y empujan fuerzas malignas o pruebas difíciles que nos sacuden –tentaciones carnales, debilidades emocionales, mala salud, conflictos matrimoniales, hijos rebeldes, problemas de empleo, familiares o amigos inconversos que nos halan hacia su mundo.

El cristiano que se afloja, abandonando la “plataforma”, se coloca en el acto en la plataforma del “Transportador para el infierno”. Querido hermano, querida hermana, ¿aún mantiene usted firmemente su posición en el lugar correcto para ir al Paraíso? De encontrarse fuera de posición, este es el momento oportuno para volver a tomarla, reconciliándose para con Dios y la iglesia.

B. Amigo, amiga, ¿desea usted ir al cielo? Le animamos a colocarse en el lugar correcto para ser transportado en la hora precisa. Si cree que Cristo es el Hijo de Dios, el próximo paso que le acerca a la plataforma de salvación es el de arrepentirse, y el que le sigue es el de confesar delante de nosotros su fe. Al tomar usted estos pasos, el próximo es el de bautizarse, es decir, zambullirse en agua para perdón de los pecados. Resucitado el nuevo hombre de las aguas bautismales, ¡usted ya estará parado en el lugar señalado por Dios para ser transportado al cielo!

Amorosamente, le invitamos, en el nombre del Señor, a nosotros en este lugar seguro desde donde seremos llevados a la gloria eterna.

Homero Shappley de Álamo

 

Las citas para este mensaje fueron tomadas del libro La Iglesia Católica: una historia breve  -“The Catholic Church : A Short History ” -, by Hans Küng. 2003 Modern Library Paperback Edition. The Random House Publishing Group. New York. 

Translation from the original to English by Dr. John Bowden. 

The portions quoted in this message were translated from English to Spanish by Homer Dewayne Shappley. This message is solely for the purpose of spiritual instruction, and it is never to be used for monetary gain of any kind. 

Las porciones citadas en este mensaje fueron traducidas del inglés al español por Homero Shappley de Álamo. Siendo el propósito de este mensaje la instrucción espiritual, se prohíbe su uso para el beneficio material de cualquier persona.

 


 

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