¡Promesas, promesas!

 

“Preciosas y grandísimas promesas”

 

Esta gráfica de un varón sentado en sillón colocado en el prado llano de hierbas secas y con nubecillas blancas distorsionadas en el espacio arriba de su cabeza ilustra el tema ¡Promesas, promesas!, ¿tiene usted solo conceptos borrosos de ellas?, en editoriallapaz.

 

¿Las conoce y entiende usted cabalmente?

¿O acaso tenga solo conceptos borrosos de ellas?

 

I. Introducción.

A. Salutación. Este servidor se siente muy honrado al tener el privilegio de ofrecer este mensaje espiritual.

B. Tema: “¡Promesas, promesas!”

1. Las promesas positivas crean expectativas placenteras, levantan ánimos y aligeran las cargas de la vida.

2. ¿Quiénes son los que más promesas hacen?

a) Los políticos. Notorios por la multiplicidad de promesas que proclaman.

“Les prometo … que si me eligen eliminaré el 50% de los impuestos.”

“Les prometo ... que si me respaldan con sus votos traeré para el pueblo de Patillas diez fábricas nuevas, acabando con el desempleo. También les prometo … reparar y mantener en óptimas condiciones todas las calles y facilidades públicas.”

“Aplausos, por favor. ¿No me creen?”

b) Los padres.

“Hijos, si se portan bien esta semana, el próximo sábado los llevaremos adonde atojen ir.”

c) Los novios que se casan.

“Te promete … a serte fiel, cuidarte y amarte hasta la muerte.”

d) Los esposos.

“Mi vida, te prometo … cambiar mi conducta, rectificando mis malos hábitos.”

3. Los mayores de edad tenemos que luchar para no volvernos totalmente escépticos ante tantas “promesas, promesas”, pues la experiencia de los años nos enseña que gran parte no se cumple, o se cumple a medias.

II. Entre los que más promesas hacen se encuentran Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. El apóstol Pedro escribió que ellos nos han dado “preciosas y grandísimas promesas” (2 Pedro 1:4). ¿Por qué habría de creerles la humanidad?

A. De hecho, mucha gente no les cree. Una de las más espectaculares promesas que hicieron era que Cristo vendría “otra vez” para llevar a los suyos a las mansiones en la “casa” de su Padre (Juan 14:1-4). Pero, aun durante la vida de los apóstoles había burladores que decían: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4). Malentendieron aquella “promesa”, error muy común de los humanos cuando de promesas se trata.

B. Personalmente, he creído, y sigo creyendo, en las promesas de la Deidad para su pueblo electo durante la Era Cristiana, teniéndolas por “preciosas y grandísimas” en sumo grado. A decir verdad, prácticamente toda mi vida gira en torno a ellas. Pero, ¿por qué confiar en su cumplimiento? Principalmente, porque las promesas hechas anteriormente por la Deidad fueron cumplidas al pie de la letra. Razono que si aquellas se cumplieron, ¡también las actuales serán cumplidas!

1. “Conforme a la promesa” hecha a Adán, Abraham, Moisés, David y los profetas, “Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel” (Hechos 13:23). De ahí, que el Nuevo Testamento de Cristo Pablo lo llama “el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres” (Hechos 13:32).

2. Cientos de años antes de la Era Cristiana, Dios prometió, en los días del profeta Jeremías, dar al mundo una nueva ley (Jeremías 31:31-34), promesa cumplida a través de los apóstoles. Tengo en mis manos la evidencia, pues ¡he aquí el Nuevo Testamento!, “la ley de Cristo” (1 Corintios 11:23), la “ley de fe” (Romanos 3:27), “la perfecta ley, la de la libertad” (Santiago 1:25).

3 Cinco siglos antes de la Era Cristiana, Dios prometió, mediante el sueño dado al rey babilónico Nabucodonosor e interpretado por el ilustre Daniel, que establecería un reino espiritual en la tierra durante el tiempo del Imperio Romano (Daniel 2). Esta promesa fue cumplida perfectamente al quedarse establecido el reino de Dios en Jerusalén, en el día de Pentecostés del año 30 de la Era Cristiana.

4.  A estas tres promesas grandiosas podemos sumar muchas adicionales de menor envergadura, las que también fueron cumplidas. Así pues, fuertes razones hay para confiar en el cumplimiento de todas las promesas de Dios.

III. Promesas de Dios para la vida presente. El apóstol Pablo escribe a Timoteo: “La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8). De cierto, la Deidad ha hecho promesas para “esta vida presente”. ¿Cuáles son? ¿Se están cumpliendo?

A. 2 Corintios 9:8-15 escrutado. Apoyándose en las promesas de este texto bíblico, algunos predicadores proclaman el “evangelio de prosperidad”, según el que todo cristiano fiel ha de acumular riquezas materiales sustanciales. Aseguran que Dios se lo ha prometido, y que derecho tienen de reclamarle el cumplimiento de la promesa.

1. Rodolfo Font, con su Concilio Fuente de Agua Viva, popularizaron este “evangelio”, particularmente, en Puerto Rico, país natal de Font, donde el varón, tildado de “extravagante predicador” por un corresponsal del rotativo “El Nuevo Día”, logró todo un imperio antes de caer en desgracia por líos personales y alegada malversación de recursos del Concilio, escándalos ampliamente divulgados y comentados y los medios noticiosos.

2. El muy famoso tele evangelista estadounidense Oral Roberts, valiéndose de las palabras “semilla” “sementera”, concibió la idea del dinero como un tipo de “semilla”, exhortando constantemente a sus oyentes a enviar ofrendas cuantiosas, las que él “plantaría” como “semilla”, recibiendo los contribuyentes a cambio, como se alegaba, la multiplicación notable de sus bienes materiales.

3. Estos predicadores, más otros tantos que se solidarizan con ellos y los cientos de miles de creyentes que los siguen, ¿han entendido correctamente las promesas o afirmaciones hechas en el texto? Analicemos lo que dice el Espíritu por Pablo.

 2 Corintios 9:8. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.”

“Abunde… toda gracia.”

No dice “abunde en su cuenta bancaria mucho dinero” ni “abunden posesiones materiales de toda suerte: casas, carros y terrenos”. Más bien dice: “toda GRACIA”. Se trata, pues, principalmente de virtudes espirituales.

“Teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente.”

Dice “lo suficiente”y no “en todas las cosas gran abundancia, riquezas materiales de sobra, lujos a granel, gran exceso de ropa cara, comidas finas o casas como palacios”.

Abundéis para toda buena obra.”

¿Con qué propósito hace Dios que abunde en el cristiano toda gracia? ¿Por qué le suple “todo lo suficiente”? Para que el cristiano, a su vez, abunde también “para toda buena obra”. O sea, no para que se enriquezca personalmente, ni para que consuma el mismo todo lo recibido, sino ¡para socorrer a otros seres humanos necesitados!

2 Corintios 9:9.“Como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre.”

“Repartió…” A los partidarios del “evangelio de prosperidad” les agrada mucho esta palabra. ¡Dios reparte! Sí, claro, sin duda, Dios reparte, pero ¿a quienes? ¿A los pastores y pastoras ya muy acomodados, aun ricos? ¡Negativo! Dice el texto, específicamente, “a los pobres”. ¿Con el propósito de hacerlos ricos? Negativo. El pobre que llegue a tener abundancia a consecuencia de las bendiciones de Dios su deber, conforme a 2 Corintios 9:8, es abundar también “para toda buena obra”. Al repartir de su abundancia para el beneficio de los menos afortunados estaría siguiendo el ejemplo del Padre Dios en los cielos.

¿Reparten a los pobres los que se enriquecen mediante el “evangelio de prosperidad”?

2 Corintios 9:10. “Y el que…

“...da semilla al que siembra, y…”

¿Quién da semilla? Dios. ¿A quién? “Al que siembra.” ¿Cómo da Dios semilla al agricultor? ¿Acaso hace bajar cantidades de semilla de maíz o de frijoles directamente del cielo, por obra milagrosa, al rancho o a los campos del agricultor? ¿O lo hace mediante las leyes de la naturaleza, bendiciendo providencialmente a quien quisiera? La mazorca de maíz trae mucha semilla, hasta setecientos granos o más, la que ningún científico puede producir artificialmente. ¿Quién es capaz de reunir los elementos que componen una semilla de maíz, darle la forma exacta de la semilla natural y luego infundirle vida para que germine y nazca? ¡Nadie! ¡Ningún ser humano!

Qué conste: ¡no se trata de dinero! Tampoco de inversiones en la bolsa de valores. Tampoco de diezmos u ofrendas. La “semilla” de este texto es semilla literal, y no simbólica. Esta “semilla” no representa diezmos, dinero, acciones en la bolsa, inversiones en propiedades, etcétera.

“da... pan al que come…”

¿Cómo da Dios “pan al que come”? ¿Acaso se lo pone delante sin tener que hacer el que come nada en absoluto? La creación material está diseñada de tal manera que la tierra produce pan para la raza humana, con tal que el hombre siembre y coseche. Los alimentos están disponibles por el poder de Dios en la creación material. El “Poder divino” es lo que se realza mediante las referencias a “semilla” “pan”.

“...proveerá …”

¿Qué cosas proveerá Dios? “Todo lo suficiente”, y no riquezas extravagantes.

“...y multiplicará vuestra sementera.”

Sementera. s. f. AGRICULTURA. Siembra; labor que los jornaleros realizan. Terreno sembrado de semillas. Semilla o planta que siembra. Tiempo adecuado para sembrar. (Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse Editorial, S.L.) 

“…multiplicará vuestra sementera.” Como indica el vocablo “AGRICULTURA” en la definición, se trata de la siembra de semillas en campos preparados para la producción de vegetales, granos y frutas. Bajo condiciones naturales -agua suficiente, sol, fertilidad de la tierra- tales siembras suelen producir cantidades sustanciales de alimentos. Produciría aún más al bendecir Dios providencialmente lo sembrado. Por extensión, este principio se aplica también a otros trabajos. Cualquier sea la ocupación u oficio, siempre y cuando sea honesto, Dios puede multiplicar los dividendos de la inversión en términos de energías, tiempo y recursos.

La terminología de esta promesa no implica la multiplicación de diezmos u ofrendas.

Tampoco debemos interpretar esta promesa como un “contrato” que haga Dios con el dador generoso de siempre colmarlo de gran abundancia de bienes materiales. Contrario a creencias muy populares, Dios no ha prometido al diezmador o al dador generoso diez por uno, o cien por uno. “Eche diez dólares en la ofrenda esta noche, y al poco tiempo Dios se los multiplicará, dándole cien dólares.” ¡Jamás ha hecho Dios una promesa tan materialista! No incita al cristiano a la avaricia. No hace contratos. “Sea generoso para conmigo, y yo le haré rico en posesiones materiales.” Promesa egoísta de predicador avaro, y no de Dios.

¿Qué es la verdadera promesa de Dios? Efectivamente, que cuidará de nosotros. Tiene poder para hacerlo. ¿No hace él la semilla? ¿No hace él que la tierra produzca pan? Pues, tiene poder para cuidar tanto del cristiano que puede dar mucho como del bien pobre que casi nada, o nada en absoluto, puede ofrendar. Entonces, ¿por qué preocuparse? Dé generosamente, no pensando que quizá se quede sin recursos. Esta es la mismísima enseñanza de Cristo cuando dijo: “No os afanéis por vuestra vida… ¿No valéis vosotros mucho más que (las aves)? Mas buscan primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, observando que “los gentiles buscan todas estas cosas” (Mateo 6:25-34). También las buscan afanosamente los promotores del “evangelio de prosperidad” y sus seguidores. Para vergüenza suya.

“...y aumentará los frutos de vuestra justicia.”

Tomemos nota: no los frutos de ofrendas o diezmos sino “de vuestra justicia”. ¿Cuánta “justicia”, o equidad (2 Corintios 8:12-14), hay en las iglesias cuyos líderes y feligreses lo que más buscan es vivir como príncipes o reyes? ¡Ay de ellos! Malentienden y mal aplican la promesa de Dios en el texto que estamos analizando.

2 Corintios 9:11. “Para que…

“...estéis enriquecidos en todo …”

Tanto en lo material como en lo espiritual. El cristiano espiritual que tiene suficiente se considera “rico”. Muy bendecido. Si tiene más que suficiente, se considera muy privilegiado, aun indigno de tantas bendiciones.

No encontramos en estas palabras una promesa de Dios de llenar de excesivas riquezas materiales a todo cristiano generoso todo el tiempo.

Esta promesa es necesario entenderla a la luz de las demás enseñanzas y ejemplos del Nuevo Testamento. En el tiempo cuando Pablo escribió estas palabras, muchos cristianos padecían necesidades apremiantes. Precisamente, todo este pasaje tiene que ver con las ofrendas que Pablo y sus compañeros colectaban para llevar a los necesitados de Jerusalén y Judea. Así pues, no todo cristiano sincero y generoso de espíritu siempre va prosperando materialmente, acumulando cada vez más riquezas de este mundo.

“...para toda liberalidad.”

¿Con qué propósito principal hace Dios prosperar a quienes quisiera en la iglesia y por el tiempo determinado por él? Respuesta: para que ellos, a su vez, ¡sean generosos! “Para toda liberalidad.” O sea, al prosperar cualquier cristiano, debe tener presente su deber y responsabilidad primordiales: ¡ser liberal para con otros! Dar con liberalidad. Dar generosamente.

2 Corintios 9:12. “Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios.”

A algunos “santos” ¡les faltaba! No tenían riquezas materiales. Tal vez ni siquiera suficiente pan para amortiguar el hambre. Llegando Pablo a Jerusalén, fue arrestado y llevado ante el gobernador Félix. Pablo, explicando a Félix su misión, dice: “Vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas” (Hechos 24:17). ¡Limosnas para los santos en Judea! "...limosnas a mi nación..." Pues, algunos de los santos eran pobres de verdad. ¿Por qué no eran ricos? ¿Por qué no los había enriquecido Dios? ¿Acaso no tuvieran fe? Pero, se identifican como “santos”, con ninguna implicación de que fueran cristianos raquíticos o infieles, ni en este pasaje como tampoco en ningún otro relacionado con su caso (Romanos 15:22-23; 2 Corintios 8, etcétera).

4. “Para que haya igualdad.” 2 Corintios 8:13-15. La luz de este pasaje esclarece aún más las promesas 2 Corintios 9. A saber, brevemente: el propósito de Dios no es enriquecer exageradamente a algunos, dejando a los demás en la penuria, sino que los bendecidos sean liberales para con los necesitados a fin de que “haya igualdad”. Es decir, que todos tengan por lo menos lo necesario para la vida material.

B. Hebreos 13:5-6. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

1. Interpretaciones erróneas de este tipo de promesa engendran iglesias que desvían a multitudes de almas, alimentándolas con ilusiones, expectativas y esperanzas sin fundamento en el evangelio puro. Por ejemplo, con la esperanza o ilusión de…

Nunca pasar necesidad (hambre, sed, desnudez, falta de techo).

No sufrir“¡Pare de sufrir!” es el lema de la Iglesia de Dios Universal, brasileña de origen.

Siempre ser protegido de accidentes, catástrofes y peligros de todo tipo.

No enfermarse, o, al enfermarse, ser sanado enseguida. “Dios ha prometido sanarme siempre.”

2. Quienes se llenan de semejantes esperanzas o ilusiones…

Hacen caso omiso de los ejemplos de Cristo, Pablo, Timoteo y Epafrodito, servidores de Dios que se enfermaban y, además, sufrieron muchos atropellos de toda clase y pruebas sin fin en la ejecución de sus magníficos ministerios espirituales.

El propio Jesucristo“aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia (Hebreos 5:8).

3. El entendimiento correcto de estas promesas se puede resumir como sigue: Dios nos ha prometido sí muchas bendiciones terrenales, pero NO para todo momento de nuestra vida terrenal. También ha prometido aflicciones, pero NO para todo momento de nuestra vida terrenal.

“De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna” (Marcos 10:29-30). ¿Cuántos cristianos han “dejado casa, o hermanos… o padre, o padre, o mujer”, etcétera? Aun para este grupo las bendiciones prometidas van acompañadas de “persecuciones”, y estas suelen traer complicaciones, angustias y pérdidas de todo tipo.

C. Observamos que una parte muy numerosa de los seres humanos que profesan fe en Cristo está obsesionada con las promesas de Dios para “la vida presente”. Más sabio, a nuestro entender, sería concentrarse en las promesas sobre el futuro después de esta vida.

IV. Promesas de la Deidad para el futuro. Citamos solo cuatro textos bíblicos de entre muchos que presentan promesas para la vida más allá de la muerte.

A. Hebreos 12:25-29. En este texto, encontramos una advertencia fuerte, seguida por una promesa de índole negativa“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

B. 1 Juan 2:25. “Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.”

C. 2 Pedro 3:13. “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”

D. Santiago 2:5. “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?”

V. Invitación.

A. Estas promesas positivas de perfecta vida venidera son las que realmente alegran al corazón del cristiano que las cree, no dudando. Hacen mucho menos pesada esta existencia terrenal. Sostienen en los tiempos de aflicción, consolando y confortando.

B. Estas promesas son solo para los obedientes al evangelio puro.

1. Dadas exclusivamente a las personas que purifican sus “almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu” (1 Pedro 1:22), al creer, arrepentirse y bautizarse “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38Marcos 16:15-16).

2. Y se mantienen fiel hasta el fin. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:35-39).

 


 

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