Antorchas y lámparas proféticas 1

La profecía de Jesucristo sobre
la destrucción del Templo y Jerusalén

 


 

Querido amigo, estimada amiga, este es el No. 1 de la serie Antorchas, luces, lámparas que alumbran los lugares oscuros de la mente, el corazón y el espíritu.

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.” 2 Pedro 1:19

En vez de “antorcha”, la traducción de varias versiones es “lámpara”.

El escenario es “Jerusalén, en el año 30 d. C.”, siendo los tres edificios más impresionantes: el palacio del rey Herodes el Grande, la fuerza romana Antonia y la joya de todos, el Templo judío, con sus patios y pórticos.

Una Antorcha o Lámpara Profética que todos los que quisieran ver pueden ver, para la iluminación de los lugares oscuros de su mente, corazón y alma, es la de la Profecía de Jesucristo sobre Jerusalén y el Templo judío. Cumplida cuarenta años después de proclamada.

 

Jesus Gives a Far-Reaching Prophecy | Bible MessageCorría el año 30 de la presente Era Cristiana cuando un hombre procedente de Nazaret, Galilea, salió un día del gran complejo del Monte del Templo, en Jerusalén. De unos treinta y tres años de edad, su presencia corporal no impresionaba, pues, según Isaías 53:2, no había en él buen parecer, hermosura o atractivo físico. Se llamada Jesús, nacido en Belén, Judea. Pese a su apariencia y humilde condición, tenía muchísimos seguidores, demostrando a menudo su excelso don de Maestro por excelencia.

Pues, llegando este Jesús y los que le acompañaban a un lugar desde donde se podía contemplar el panorama impresionante de Jerusalén, uno de sus discípulos le dice:

 Maestro, mira qué piedras, y qué edificios”,

Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? ... días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. …no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.” Marcos 13:1-2; Lucas 21:5-6, 32

“…grandes edificios”, plural, observa el propio Jesús, y no uno solo, ni pequeños.

Esta es la profecía hecha por aquel profeta Jesús de Nazaret sobre la ciudad de Jerusalén, en el año 30: ¡El gran templo judío, con todos sus enormes patios y pórticos, sería destruido completamente antes de que pasara la generación viva en el año 30!

En la representación artística a la derecha, se destaca el Templo, rodeado por sus propios muros protectores. Era del alto de aproximadamente quince pisos.

Las figuras diminutas en una de las grandes plazas representan a personas.

A continuación, algunos de los “…grandes edificios” que Jesús y sus discípulos contemplaban.

Dos torres muy grandes, donde se acuartelaron los soldados y oficiales romanos encargados de proteger el palacio del rey Herodes el Grande.

El cómodo palacio de Herodes el Grande, con acomodaciones para unos cuarenta huéspedes, en dos edificios multiniveles idénticos, separados por una plaza. En un diseño rectangular, con su propio muro protector de piedra.

Apartamentos, urbanizaciones, edificios comerciales y administrativos, mercados, tiendas, plazas, pórticos y un teatro romano.

El Templo judío, con sus propios muros protectores, pórticos y plazas grandes.

Adjunto al Templo, la fortaleza romana Antonia, con cuatro grandes torres, donde un contingente de soldados romanos vivía, encargado de proteger el Templo, todo el Monte del Templo y el resto de Jerusalén.

En el tiempo de Jesús de Nazaret, la población normal de Jerusalén era de aproximadamente 85,000. Durante la semana de la Pascua y aun hasta Pentecostés, cincuenta días más adelante, el número de personas en el área metropolitana de Jerusalén alcanzaba hasta un millón, o más.

Para ver en grande los edificios principales del Monte del Templo, con información detallada:

www.editoriallapaz.org/templo_Herodes_palacio_PowerPoint.htm y

www.editoriallapaz.org/templo_Jerusalen_Herodes_PP.htm

 

Escogemos esta representación artística panorámica para resaltar la grandeza y belleza de Jerusalén en el siglo I.

Enfocando, además, el cumplimiento de la profecía de Jesucristo sobre la destrucción de aquella ciudad.

Veamos esta profecía de aquel hombre de Galilea en el contexto de los entornos en medio de los que fue pronunciada: Jerusalén, en el año 30.

El templo, subiendo humo del altar de los holocaustos.

La fortaleza romana Antonia

Patios y pórticos

La ciudad y todo el país de Israel habían estado bajo el dominio de los romanos desde el año 63 antes del nacimiento de Jesús de Nazaret.

Herodes el Grande, cuyo reinado comenzó en 37 a. C. y finalizó con su muerte en 4 a. C., expandió notablemente el área del Monte del Templo, reedificó el Templo propio y mandó a construir anchos patios, con elegantes pórticos altos y espaciosos.

Los romanos no querían destruir el magnífico Templo de los judíos.

Tampoco la gran fortaleza de Antonia, albergue de la guarnición romana que velaba por la seguridad de Jerusalén, ni tampoco el hermoso Palacio de Herodes.

Ni siquiera todos los judíos estaban opuestos fanáticamente a la presencia de gobernantes y soldados romanos en Jerusalén, formándose un buen número el partido llamado Herodianos, mencionado en Mateo 22:16.

¡Enorme construcción, la del Monte del Templo! Ocupando 144,000 metros cuadrados. ¡Enormes piedras! Pesando hasta 628 toneladas (569,712 kilogramos).

¡Profecía insólita, de verdad, la de Jesús de Nazaret!

 “…días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.”

¡Y acontecería antes de que pasara aquella generación!

Cualquier ciudadano de aquellos tiempos y lugares hubiese pensado, sin duda, que solo algún autonombrado profeta desquiciado tuviese la temeridad de profetizar la total destrucción de tan grandes obras, vigiladas constantemente por oficiales y soldados del poderoso Imperio Romano.

¿Fue Jesús tal clase de profeta?

Multitudes de judíos y romanos opinaban que sí en aquellos días del año 30. Eventos catastróficos cuarenta años más tarde en Jerusalén revelarían que estaban totalmente equivocados.

¿Acaso pienses TÚ que Jesús de Nazaret fuera un profeta descabellado? Continúa con nosotros, por favor, para que veas lo que realmente sucedió.

“…qué piedras…” observaron los discípulos de Cristo. ¡Qué piedras, de verdad!

En la fotografía, el Sr. Galyn Wiemers posa al lado de la piedra más grande de la muralla de contención del Monte del Templo, una de cuatro piedras que componen la Línea Maestra.

Esta mide 13 metros (41 pies) de largo.     4.9 (15 pies) de ancho.     Por 3.7 (11.5 pies) de alto.     Pesa entre 570 y 630 toneladas.

Hoy día, estas piedras se encuentran justamente donde fueron colocadas por los obreros de Herodes el Grande unos pocos años antes del nacimiento de Jesucristo. Al viajar tú a Jerusalén, podrías pararte al lado de ellas y tocarlas.

En sus profecías sobre la destrucción de los “grandes edificios” de Jerusalén, Jesús no se refería a estas enormes piedras de la cimienta del muro de contención sino a las piedras de tamaño mucho más reducido usadas para construir los edificios.

Pues bien, aunque mucha gente de aquel tiempo, quizás hasta algunos de los discípulos más allegados a Jesucristo, conceptuaran la profecía de este en torno al templo y los demás “grandes edificios”del Monte del Templo como proyecciones fantasiosas de profeta desatinado, ¡la misma fue cumplida al pie de la letra cuarenta años más tarde, en el año 70 d.C.!

Evidencias empíricas que prueban su cumplimiento
existen en el día de hoy, más de mil novecientos
cincuenta años después de los eventos.

En esta fotografía, piedras de construcciones hechas sobre terrenos allanados del Monte del Templo yacen en el suelo donde cayeron hace mil novecientos cincuenta años (del año 70 hasta el año 2020).

El grueso muro todavía intacto fue levantado para agrandar el área plana del Monte del Templo

Este muro no formaba parte integral de ninguno de los edificios.

La profecía “…no quedará piedra sobre piedra”, no aplicaba, reiteramos, a este muro, sino a las construcciones encima de él.

De aquellas construcciones, ¡no quedaba “piedra sobre piedra, que no” fuera “destruida”al concluirse la toma de Jerusalén por el ejército romano en el año 70!

¡HECHO INNEGABLE! ¡Hecho histórico! ¡Hecho comprobable en el día de hoy!

¡Profecía cumplida cuarenta años después de proclamada! Pese a lo improbable de su cumplimiento.

Amigo judío, amiga, tú que no recibes a Jesús de Nazaret como el Mesías anunciado por Isaías, Ezequiel y otros profetas de tiempos antiguos, ¿cómo respondes tú a este HECHO inexpugnable?

Amigo, tú, de la raza gentil, amiga, que resistes creer en Jesús de Nazaret y seguir sus enseñanzas, ¿cómo respondes tú a este HECHO?

Considera todavía otra evidencia empírica, también existente en el presente, que prueba el cumplimiento de la profecía hecha por Jesucristo.

Estamos viendo el Arco de Triunfo del general romano Tito, quien estaba al mando de las legiones romanas cuando vencieron, por fin, al cabo de tres años de luchas fieras, a los defensores tenaces de Jerusalén.

Este Arco conmemora aquella victoria en el año 70, por cierto, muy costosa para los romanos, pues muchísimos de sus soldados fueron muertos o heridos por los judíos.

Cincelados en el interior del Arco, están claramente visibles algunos de los objetos sagrados del Templo judío, por ejemplo, el candelero, con sus siete lámparas, parte del botín de guerra que se llevaron los romanos victoriosos.

Definitivamente, este Arco también contribuye a las evidencias para el cumplimiento de la profecía de Jesús de Nazaret. Al viajar tú a Roma, podrías llegar al Arco de Tito y ver con tus propios ojos este testimonio en mármol al cumplimiento de la profecía. Testimonio que ha permanecido visible y palpable durante 1,950 años (del año 70 al 2020).

¡Tú y yo estamos frente a tremendo HECHO INDISPUTABLE! ¡La profecía de Cristo sobre la destrucción de los “grandes edificios” del Monte del Templo fue cumplida precisamente durante el tiempo fijado, a saber: ¡ANTES de pasar la generación que la escuchó cuando primero proclamada!

¿Aceptamos este hecho o lo obviamos como si no existiera? Porque un hecho es un hecho, y sigue siendo un hecho, aunque no lo creamos. ¿De acuerdo?

Así que, el hecho del cumplimiento de la profecía de Jesucristo es tan real y sólido como las piedras pesadas que yacen derribadas en la antigua calle romana pavimentada al lado del muro, o como el Arco de Triunfo del general Tito construido de mármol macizo.

De la manera que ninguno en sus cabales puede negar la existencia de aquellas piedras o el Arco, ¡tampoco puede negar el cumplimiento de la profecía de Cristo!

¿Aún tienes dudas? ¿Cuáles y a base de qué consideración o hecho?

¿Cabe la posibilidad de que fuera mera casualidad el cumplimiento de la profecía de Cristo?

Bien que hubiera alguna leve posibilidad de “cumplimiento por casualidad”, los parámetros del caso prácticamente la anulan. Parámetros ya señalados en parte. Por ejemplo, la fuerte presencia romana en Jerusalén que velaba por la seguridad y conservación de los edificios del Monte del Templo.

Se tiene por Igualmente relevante el hecho de que el propio general Tito ordenó a sus soldados NO destruir al Templo judío. Mas, sin embargo, ellos, encolerizados sobremanera por las barbaridades y grandes bajas que habían sufrido a manos de los judíos defensores, ¡no le hicieron caso!, hecho testificado por el historiador judío Flavio Josefo en sus Anales de Guerras judías.

Dado que una profecía cumplida constituye, efectivamente, un HECHO INNEGABLE, la misma ha de conceptuarse como una razón fuertísima para creer en el autor de ella.

La profecía cumplida produce FE en la persona inteligente, racional, objetiva, mentalmente honesta en sus razonamientos y conclusiones.

La profecía cumplida elimina DUDASen tal persona, evitando que caiga en el pozo profundo de la Incredulidad.

¿Qué concluimos acerca de Jesucristo, el autor de la profecía?

Cumplida perfectamente su profecía, la única conclusión lógica es que aquel hombre de Galilea era profeta verdadero, y, por ende, hablaba por inspiración divina, es decir: de parte del Dios que prevé el futuro antes de que transcurra.

También otra conclusión ineludible salta a la vista, a saber: aquel hombre no era mentiroso. Por ende, él era, real e indisputablemente, quien decía ser: el Hijo de Dios, el Mesías prometido.

Estimado amigo judío, amiga, ¿qué dices tú al respecto? ¿Acaso oses negar o hacer caso omiso al HECHO incontrovertible presentado? La profecía de Jesús de Nazaret se cumplió. ¿Cierto o falso?

Don gentil, dama gentil, tú que no crees en Jesús, ni en la Biblia, que quizás te mofes de Dios y los cristianos, o quizás creas, pero a medias, carcomida tu alma de dudas que rayen en pura incredulidad, ¿qué dices tú al respecto? Tú estás delante de un gran hecho que tus dudas, mofas o incredulidad no pueden hacer desaparecer. ¿Lo aceptarás, haciendo cambios correspondientes en tu vida moral-espiritual, o lo desecharás fríamente, haciéndote reo de las consecuencias presentes y eternas?

Cuando el Lucero de la Mañana sale en el corazón, ya de judío, ya de gentil, a consecuencia de la luz, como de antorcha o lámpara espiritual, que emite una profecía auténtica cumplida, los próximos pasos a tomarse son:

Creer en Dios y Cristo, su Hijo.

Arrepentirse de la incredulidad y los demás pecados, y…

Bautizarse, es decir, sumergirse en agua, “para perdón de los pecados”.

Nacido así del agua y del Espíritu, te conviertes en nueva persona, resucitada de las aguas del bautismo para andar en novedad de vida, teniendo la mente transformada.

Estos son los pasos que tanto el judío como el gentil han de tomar para entrar en comunión con Dios y Cristo, recibiendo, al perseverar fiel hasta el fin, la corona de la inmortalidad.

Marcos 16:15-16; Juan 3:1-7; Hechos 2:37-47; Romanos 6:3-7; Romanos 12:2; Hebreos 11:3, más decenas de textos bíblicos similares.

 


 

PDF de este tema

VIDEO de 21:11 minutos

https://www.youtube.com/watch?v=UKaB07AO8pQ

Se utilizan ocho diapositivas de pantalla ancha, con animaciones,
para presentar este tema.

 

Este VIDEO en INGLÉS. This VIDEO in ENGLISH

https://www.youtube.com/watch?v=kNr5gPUWvbo

 

El majestuoso TEMPLO JUDÍO edificado por el rey Herodes el Grande en Jerusalén. Perspectivas de la Jerusalén que existía en el tiempo de Cristo y los apóstoles. Diez diapositivas, con notas.

El PALACIO del rey Herodes el Grande en Jerusalén, las torres Fasael, Hippicus y Mariamne, y la fortaleza Antonia. Seis diapositivas, con notas extensas.

 

This study in English

Not one stone left on another. Jesus' prophecy fulfilled. Prophetical Lights 2. Text, with graphics.

 

El TESTIMONIO de JESÚS
es el ESPÍRITU de la PROFECÍA

Apocalipsis 19:9-10 

TEXTO del tema



¿Qué es "el espíritu de la profecía"? La enorme importancia de profecías según Jesús, Pedro y Pablo. Más importantes que testimonios presenciales y milagros. No menospreciéis las profecías. Los cristianos en Tesalónica sabían los tiempos y las ocasiones, el día del Señor y muchas profecías. ¿Por qué ministros y maestros menosprecian profecías? Tres razones, entre ellas, ficciones históricas sobre el fin del Imperio Romano y la existencia de un Imperio Bizantino.  

 


 

 

  

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