Profecías de Jesucristo sobre
la destrucción del templo judío y Jerusalén

 

Esta escena de una batalla en el antiguo Medio Oriente ilustra el documento Guerras entre los reinos de Adiabana, Partia y Arabia, cumpliéndose la profecía de Jesucristo sobre oír de Guerras y rumores.

 

“…oiréis de guerras y rumores de guerras…”

“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis,
porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”
(Mateo 24:6).

Guerras entre los reinos de Adiabana, Arabia y Partia

Antigüedades de los judíos, Libro XX, Capítulo IV. Por Flavio Josefo.

El rey Izates y Monobazes, su hermano, del Reino de Adiabana, atacados por el rey árabe y luego por el rey parto, instigados y sobornados estos por personas poderosas del Reino de Adiabana que deseaban eliminar a su rey Izates y la familia de este por haberse ellos convertido al judaísmo.

 

Tiempo: la década de los 50 d. C.

 

El rey Izates II bar Monobazus falleció en el año 58 d. C.

 

 

Conversión de Monobazes.

 

Victoria de Izates sobre Abias, rey de los árabes, y Vologeses, rey de los partos.

 

Muerte de Izates, a quien sucede Monobazes.

 

 

1. El hermano de Izates, Monobazes, y sus parientes, en vista de que la piedad del rey hacia Dios lo había convertido en objeto de envidia entre los hombres, desearon también abandonar su religión nacional y abrazar la de los judíos. Pero no lo ignoraron sus súbditos; los  grandes, irritados por  esta conversión, disimularon su  cólera, no  buscando sino una ocasión propicia para vengarse. Escribieron a Abias, rey de los árabes, prometiéndole una gran suma de dinero si hacía la guerra a su rey. Se comprometían a traicionarlo al primer encuentro, pues querían castigarlo porque había repudiado las costumbres nacionales. Luego que mutuamente se juraron fidelidad, lo exhortaron a que procediera rápidamente. El árabe estuvo de acuerdo y marchó contra Izates, al frente de un gran ejército.

Cuando se iba a entablar la primera batalla, antes de que llegaran a las manos, los grandes, de acuerdo con lo convenido, abandonaron a Izates, simulando un terror pánico y escaparon dando las  espaldas al enemigo. Izates, lejos de abatirse, comprendió que  los grandes lo habían traicionado y se retiró a su campamento. Indagó la causa de la huída y cuando supo que se trataba de un acuerdo con el árabe, se desembarazó de los culpables. Al día siguiente atacó a los enemigos, mató a un gran número de ellos y obligó al resto a huir. Persiguió a su rey y lo obligó a refugiarse en una fortaleza denominada Arsamo. La sitió enérgicamente hasta que la tomó. Se apoderó de todo el botín, que era considerable, y regresó a Adiabena sin haberse podido apoderar de Abias vivo, pues éste, rodeado por todos lados, se había suicidado.

2. Los grandes de Adiabena habían fracasado en esta primera conspiración. Dios había protegido al rey. Sin embargo, en vez de quedarse tranquilos, escribieron de nuevo a Vologeses, rey de los partos, invitándolo a que matara a Izates y que les diera otro príncipe, de origen parto. Decían que odiaban a su rey por haber violado su religión ancestral, adoptando ritos extranjeros.

Con estas nuevas, el rey parto se sintió movido a la guerra; pero en vista de que no había pretexto ninguno para ello, pidió a Izates que le devolviera los signos de honor que le diera su padre, y en caso de que rehusara, lo amenazaba con la guerra.

Izates se sintió muy intranquilo; opinaba que al renunciar a los honores se condenaba a sí mismo, pues dejaría la impresión de obrar por miedo. Además sabía que el parto, aun después de esta devolución, no se aquietaría. Consideró que lo más conveniente sería confiar a  la protección de Dios su vida en peligro. Pensando que Dios era el más poderoso de los aliados, instaló a sus mujeres e hijos en los fuertes más seguros, envió todo el trigo a los castillos e incendió los forrajes. Una vez tomadas estas precauciones, esperó al enemigo.

El rey de los partos, acompañado de una gran cantidad de soldados de infantería y caballería, llegó mucho antes de lo que se le esperaba, pues había estado marchando sin descanso. Estableció su campamento cerca del río que separa la Adiabana de la Media; Izates puso el suyo a poca distancia, con seis mil hombres de a caballo. Izates recibió un mensaje enviado por el parto en el cual le recordaba las numerosas fuerzas que traía consigo, desde el río Eufrates hasta las fronteras de la Bactriana, y le enumeraba todos los reyes que eran sus súbditos. El parto, además, amenazaba castigarlo por su ingratitud y declaraba que ni el Dios a quien adoraba lo libraría de sus manos.

Después de escuchar al mensajero, Izates respondió que conocía las fuerzas de los partos, sin duda muy superiores a las suyas, pero que sabía mejor aún que Dios es más poderoso que todos los hombres. Dada esta respuesta, se puso a rogar a Dios postrándose en el suelo y esparciéndose ceniza en la cabeza. Ayunó con su esposa e hijos e invocando a Dios, dijo:

-Si no es en vano, Señor y dueño soberano, que yo he contado con tu bondad y si he acertado al considerarte único y supremo señor de todas las cosas, ven en mi ayuda y defiéndeme contra mis enemigos, no  solamente en mi interés, sino porque ellos se  han atrevido a atacar tu poder.

Oró en esta forma con llantos y gemidos, y Dios lo escuchó. La noche siguiente, Vologeses recibió una carta en la cual le anunciaban que un gran ejército de dacios y sacos se habían aprovechado de su ausencia para devastar el país de los partos. Entonces, sin haber hecho nada, levantó el campamento y volvió atrás. Es así como, gracias a la providencia divina, Izates escapó a las amenazas de los partos.

3. Poco después Izates murió, cumplidos los cincuenta y cinco años y después de veinticuatro de reinado, dejando veinticuatro hijos y veinticuatro hijas. La sucesión al trono, según lo había ordenado, pasó a su hermano Monobazes, en recompensa a su fidelidad con que le había conservado el poder, estando ausente, luego de la muerte de su padre. Su madre Elena se afligió intensamente por la muerte de su hijo, como es natural para una madre privada del más afectuoso de sus hijos; pero se consoló al saber que la sucesión se había otorgado a su hijo mayor, apresurándose a ir a su lado. De regreso a Adiabena, sobrevivió poco tiempo a su hijo Izates. Monobazes envió sus huesos y los de su madre a Jerusalén, y los hizo sepultar en las tres pirámides que su madre había hecho elevar a tres estadios de la ciudad. Pero más adelante hablaremos de lo que hizo Monobazes durante su vida.”

 

Monobazes, rey de Adiabana, se casó con su propia hermana Elena. La reina Elena y su hijo Izates se convierten al judaísmo. Muerto Monobazes, Izates fue nombrado rey. Fiel a la ley de Dios dada a Moisés, Izates se circuncidó. También se convirtieron al judaísmo el hermano mayor de Izates y sus familiares. El relato detallado de todos estos sucesos se puede leer en…

Antigüedades de los judíos, Libro XX, Capítulo II, 1

 

 


 

 

Profecías de Jesucristo sobre Jerusalén y el templo. LISTA de documentos en esta Web.

El rey Izates y su madre, la reina Elena, socorren a los hambrientos de Jerusalén y Judea.

Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Índice de todo el contenido, incluso gráficas.

Índice de solo los textos que componen el comentario sobre Apocalipsis

 

  

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