“Nutrido con las palabras
de la fe y de la buena doctrina”

 

1 Timoteo 4:6 

 

Esta Biblia abierta sobre un plato ilustra el tema Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina, sermón de texto completo en editoriallapaz.

 

I. Introducción.

A. Muy buenos días tengan todos. ¿Qué tal unos manjares sobrosos para la mente, el corazón y el espíritu?

B. Pues, precisamente, el tema para esta ocasión es: “Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina”. Se encuentra en 1 Timoteo 4:6.

1. “Nutrido”, del verbo “nutrir”“Nutrir. (Del lat. nutrīre). tr. Aumentar la sustancia del cuerpo animal o vegetal por medio del alimento, reparando las partes que se van perdiendo en virtud de las acciones catabólicas. 2. Aumentar o dar nuevas fuerzas en cualquier línea, especialmente en lo moral. 3. Llenar. (colmar abundantemente).”(Diccionario de la Real Academia Española, en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

2. De la manera que el cuerpo físico necesita de nutrición adecuada para mantenerse día tras día, asimismo la mente y el espíritu del ser humano.

3. El alimento por excelencia que nutre a la mente y al espíritu, haciéndolos crecer y reforzarse, consiste de “palabras”. Pero, no de “palabras de cualquier categoría sino de “las palabras de la fe y de la buena doctrina.

a) “Palabras de la fe”, es decir, del evangelio. “De la fe, y no sencillamente “de fe”“La fe” es sinónima del evangelio en numerosos textos bíblicos, por ejemplo, Gálatas 3:25: “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo”. Es decir, venido el evangelio de Cristo, ya no estamos bajo la ley mosaica. Y también Judas 3. “…que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Los contextos establecen que no se trata de fe personal sino del evangelio entregado “a los santos” durante el siglo I.

b) Buena doctrina.” La “doctrina de Cristo” es “buena”. Buena para nutrir. “Buena”, y no “mala, fría o sin espíritu, sin vida”.

II. “Doctrina.” ¿Su reacción en este preciso momento al escuchar el vocablo “doctrina”? Quisiera poder introducirme en su mente para saber su reacción a la palabra “doctrina”.

A. ¿Le agrada? ¿O acaso le incomoda? ¿Se dispone a prestar más atención? ¿O acaso baje la cabeza, cerrando el oído, y por ende, la mente? Pensando: “Doctrina otra vez. ¡Qué aburrido!”

B. Tengo a bien identificar Cinco reacciones típicas de muchas personas del tiempo presente, aun de algunos miembros de la iglesia de Cristo, al escuchar ellas la palabra “doctrina”. Respondo muy concisamente a cada una, mayormente citando textos de la Biblia.

1. Primera reacción. “No quiero que prediquen sobre ‘doctrina’ en mi congregación.” Pero, el Espíritu de Dios sí quiere, en definitiva, que se predique “doctrina”. Por ejemplo…

a) El apóstol Pablo ordena al evangelista Tito: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina (Tito 2:1)“Tito, tú eres predicador, maestro y evangelista. Habla, pues, lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Habla sana doctrina. Predica y enseña la sana doctrina.”

b) El propio apóstol Pablo escribe por el Espíritu al predicador Timoteo: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo… que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:1-2).

2. Segunda reacción. “La doctrina no importa. Lo único importante es que amemos a Dios, y los unos a los otros.” Indiscutiblemente, amar a Dios y amarnos los unos a los otros son de suprema importancia. Sin embargo, esto no significa que “la doctrina no importe”. De hecho, el Espíritu Santo discrepa fuertemente con semejante posición.

a) “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16). Al decir Pablo “Ten cuidado de ti mismo”, está diciendo, efectivamente: “Ten cuidado de tu conducta, de tu testimonio, de tus actitudes y ejecutorias”. Pero, no tan solo de su conducta personal debería Timoteo tener cuidado sino también “de la doctrina”. Así pues, de dos cosas, a saber: de la conducta moral, del testimonio, y también de la doctrina.

b) Si la doctrina carece de importancia, ¿por qué exhortar Dios a tener “cuidado” de ella? ¿A persistir en tener este cuidado, lo cual implica también “persistir en la sana doctrina”?

c) “Ten cuidado…” Entonces, tanto admonición como advertencia. Este mandamiento Implica la existencia de otras doctrinas diferentes que pudieran hacer daño. Equivale a decir: “Asegúrese de tener la sana doctrina de Cristo, y no una doctrina diferente. Y asegúrese de perseverar siempre en ella. Solo así te salvarás a sí mismo y a los que le oyeren”.

d) La expresión “…te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” VINCULA el asunto de “doctrina” directa e inextricablemente con la SALVACIÓN del alma. No solo el comportamiento moral sino también la doctrina. Ambas cosas son necesarias para salvarse todo predicador a sí mismo, y también a los que le oyen. El predicador ha de vivir lo que predica, y lo que predica ha de ser la “buena doctrina”, para así nutrirse a sí mismo y a los que le escuchan.

3. Tercera reacción: “Cada iglesia y cada religión tiene su propia doctrina; cada adepto, su propia interpretación de ‘doctrina’. Realmente, no importa cuál doctrina uno siga, pues todos buscamos lo mismo: ir al cielo.” Por magnánimo o persuasivo que suene este concepto de “doctrina”, algunos textos del Nuevo Testamento lo contradicen, desmintiéndolo.

a) Pablo a Timoteo. “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas… así te encargo ahora” (1 Timoteo 3-5). “Te encargo que mandes a algunos que no enseñen diferente doctrina.” Obviamente, algunos en Éfeso estaban enseñando “diferente doctrina”, y el Espíritu de Dios los reconviene a través de Pablo y Timoteo. Ha de ser del todo evidente que la Deidad no aprueba al discípulo que enseñe “diferente doctrina”. Al fin y al cabo, Jesucristo tiene su propia doctrina para la iglesia. Ninguna otra es aceptable. Así que, de cierto, importa cuál doctrina uno siga.

b) Al respecto, el apóstol Juan se expresa con todavía más fuerza. “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Juan 9-11). Recalcamos: ¡Cristo ha legislado su propia doctrina! ¡Cristo trae para la iglesia y el mundo su propia doctrina! Tiene su propia “ley”. Afirmando el apóstol Pablo no estar bajo la ley de Moisés, aclara: “no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo (1 Corintios 9:21)“Malas obras” hace todo aquel que trae una doctrina que no sea “la doctrina de Cristo”. Quien recibe al tal, diciéndole “¡Bienvenido!”, y apoyándole con diezmos u ofrendas, se hace partícipe “en sus malas obras”.

c) La verdadera autora del concepto según el que “no importa cuál doctrina uno siga, pues todos buscamos lo mismo” es una “diosa encantadora llamada Plena Tolerancia”. ¡Cuidado de hacerla caso, ensalzándola y adorándola! En muchos aspectos de la vida, la “tolerancia” es un atributo loable, pero la “tolerancia extrema” que admita, sin denuncia alguna, inmoralidades o errores doctrinales es preciso catalogarla de insensata y peligrosísima.

4. Cuarta reacción. “No me gusta que el predicador o maestro señale como incorrecta o mala la doctrina de nadie. Eso ofende y lastima.” No obstante, Cristo y los apóstoles lo hacían con franqueza. Sin pasar paños tibios. Con nombres y apellidos. No sin tacto o con lenguaje soez, pero tampoco obviando o encubriendo.

a) Cristo manda escribir a la iglesia en Pérgamo lo siguiente. “Tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba…  a comer de cosas sacrificados a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que aborrezco(Apocalipsis 2:14-15)

“La doctrina de los nicolaítas” sería “la doctrina de un maestro llamado Nicolas”. El nombre “Nicolás” es implícito. ¿Qué fue la reacción de Cristo a “la doctrina de los nicolaítas”“La… aborrezco”, dice el Señor enfáticamente. ¡Con que Cristo aborrece falsas doctrinas! ¿Y usted, respetado oyente?

b) En 2 Timoteo 2:17-18, el apóstol Pablo nombra a dos falsos maestros, señalando específicamente su falsa doctrina. Himeneo y Fileto… se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos.”

c) Pablo escribe al evangelista Timoteo, emitiendo una profecía que alerta a futuros cambios en la doctrina. “Pero el Espíritu Santo dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…” 

¿Qué van a hacer, Pablo? ¿Qué son esas “doctrinas de demonios”?

Enseguida, el apóstol identifica dos de ellas: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó” porque “nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias” (1 Timoteo 4:1-5). Estas “doctrinas de demonios” las traerían algunos que apostatarían “de la fe”, o sea, las traerían religiosos desviados del evangelio puro.

En la actualidad, ¿cuáles religiosos prohíben el matrimonio para algunos creyentes y mandan a abstenerse de ciertos alimentos? Quienesquiera que sean, aludidas “doctrinas” son “de demonios”, es decir, provienen del reino de las tinieblas, del reino de Satanás, y esto es grave en extremo.

5. “A mi no me hace falta ‘doctrina’. Necesito consuelo y paz mental, mensajes y estudios que motiven, que me incentiven, palabras que alienten, consejos para poder superarme a mi mismo. Muchas orientaciones para mi vida social, matrimonial y hogareña. Crecimiento espiritual; saber cómo salvar o fortalecer mi matrimonio, criar a mis hijos, resistir tantas tentaciones carnales, preservar mi fe, triunfar en la vida.” 

Pues bien, según enseña el Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento, ambas categorías de información y ayuda espiritual son esenciales para la salvación del alma –tanto la “buena doctrina” como sanos consejos, fuertes motivaciones positivas, orientaciones sobre la vida social, exhortaciones a la buena conducta, palabras de consolación, etcétera. Ambas categorías son complementarias. La una no está completa sin la otra. Ambas son buenas. Por tanto, ¿con qué lógico despreciar, o peor aún, excluir una de ellas?

a) Estas distintas categorías se destacan en 2 Timoteo 3:10, donde Pablo escribe a Timoteo: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia...” ¿Se fija? “Conducta, propósito, fe… amor”, etcétera, sí, pero también “doctrina”. De la manera que Timoteo imitó a Pablo, imitemos nosotros a ambos.

b) La “buena doctrina”, la “sana doctrina”“la doctrina de Cristo”, definitivamente hace falta para la realización de una vida social, moral y espiritual completa, madura y estable, la que a su vez asegura la salvación del alma. Esto mismo se enseña en Hebreos 6:1-2, donde “los rudimentos de la doctrina de Cristo” figuran como sólido fundamento para el resto de la estructura espiritual. 

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.”

(1) Error serio y peligroso de los cristianos hebreos: habían olvidado “los primeros rudimentos de las palabras de Dios”, volviéndose como niños (Hebreos 5:11-15). Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.”

(2) Error serio y sumamente peligroso de no pocos creyentes del tiempo presente: pues, ¡el mismo! Se olvidan de “los primeros rudimentos”. O todavía peor: desprecian “los rudimentos de la doctrina de Cristo”edificando sobre fundamentos no puestos por Dios (1 Corintios 3:9-11).

Quien hace esto lo compararíamos al “hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena” (Mateo 7:26-27). Pese a que le guste su casa espiritual, encontrándola bonita y cómoda, y que otros la admiren e imiten, tarde o temprano caerá por carecer del fundamento de “los rudimentos de la doctrina de Cristo”, y grande será su ruina.

(3) Los grandes, fuertes y sólidos “rudimentos de la doctrina de Cristo” han sido enseñados en esta congregación. Por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, ¡no nos dejemos mover fácilmente de este fundamento! Más bien, sigamos “adelante”, edificando individual y colectivamente sobre él hasta lograr una casa espiritual bella y completa en Cristo.

(a) No olvidemos este buen fundamento, descuidándolo y mirándolo con desprecio como si fuera algo feo y ofensivo. Más bien, mantengámoslo en buen estado. Echémosle una mirada a menudo. Enseñémoslo a cada nuevo miembro. Revisémoslo de vez y cuando para tener siempre presente su función indispensable.

(b) Esta congregación regida por la “buena doctrina” del Nuevo Testamento, fundada sobre “los primeros rudimentos de las palabras de Dios”“de la doctrina de Cristo”, es un FARO en medio de espesas neblinas y densas tinieblas de confusas y contradictorias doctrinas religiosas originadas en mentes que no tienen cuidado de “la doctrina de Cristo”. ¿Cuán fuerte es la luz que emana de este “faro”? ¿Hasta cuándo funcionará este “faro”?

 

Una Biblia cerrada sobre un plato ilustra el tema Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina, en editoriallapaz.

 

III. “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4). Profecía cumpliéndose al pie de la letra en la actualidad. Montones y montones de maestros y maestras que no sufren “la sana doctrina”.

A. “Sufrir” en este contexto significa “Sostener, resistir. Aguantar, tolerar, soportar. Permitir, consentir.” (Diccionario de la Real Academia Española, en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

B. Por ser ella la verdad inmutable de Dios, “la sana doctrina” es poderosa para librar de ignorancia y supersticiones. Elegante en su simplicidad, como una ecuación matemática. Razonable para el intelecto, satisfaciendo las exigencias de la lógica. Hermosa en su prístina santidad y perfección. ¿Por qué no sufrirla? Es más, permitirla en su vida, consentir a ella, respaldarla y proclamarla con denuedo. ¿La sufre usted? ¿O acaso pertenezca a las masas que no la aguantan; que no la soportan, sostienen ni toleran?

C. Tengo a bien citar brevemente seis ejemplos de “la sana doctrina”, la “buena doctrina”“la doctrina de Cristo”. Le animo a cotejar su reacción personal a cada doctrina. ¿La sufre? ¿Se ha olvidado de ella? ¿No la sufre? ¿No la cree? ¿Acaso haya apartado “de la verdad” su oído, prefiriendo más bien “fábulas” o “diferente doctrina”, aun “doctrinas de demonios”?

1. Primer ejemplo. “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). “Un solo mediador… Jesucristo…” Ningún otro –ni hombre, mujer o ángel.

2. Segundo ejemplo. “Es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer… que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?; no un neófito…”  (1 Timoteo 3:1-7)“Es necesario…” No es opcional. “Es necesario” que sea casado “y que tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía(Tito 1:6).

3. Tercer ejemplo. “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo” (Mateo 23:9-19). Aclarando, mi función en la iglesia es la de “maestro”, pero no quiero que nadie me dé el título de “Maestro”, o cualquier otro título.

4. Cuarto ejemplo. “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos y en todos” (Efesios 4:3-6). ¡Qué doctrina más lógica, consecuente, hermosa! Sigue vigente en el presente. ¿La sufrimos? ¿La sostenemos? ¿Consentimos a ella, enseñándola con gusto?

5. Quinto ejemplo. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4)). “Un bautismo”, dice Efesios 4:5, y ese bautismo único se efectúa mediante sepultar, zambullir, sumergir, al viejo hombre de pecado en agua, para que resucite el nuevo hombre limpiado de sus pecados.

6. Sexto ejemplo. “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). El único bautismo bíblico es “para perdón de los pecados”.

Comparativamente, muy pocos sufren esta “sana doctrina”, denegándola y porfiando que el bautismo no sea condición indispensable “para perdón de los pecados”.

¿Y usted? ¿Admite usted como “sana doctrina” lo que enseñan Cristo y los apóstoles sobre el propósito divino para el bautismo? Antes de ascender al cielo, Jesucristo ordenó que se predicara en “todo el mundo” el siguiente mensaje: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado” (Marcos 16:15-16). Dos más dos son cuatro. Fe más el bautismo bíblico resultan en salvación de pecados pasados, es decir, en “perdón”. Por otro lado, fe menos el bautismo “para perdón” no resulta en salvación. Ecuaciones sencillas, correctas en sus partes, y por consiguiente, de irrefutable veracidad.

IV. Invitación.

A. Muy querido hermano, hermana, le ruego no permita que se cumpla en usted la profecía de 2 Timoteo 4:3-5. Que no se aparte “de la verdad el oído”. Que no vuelva usted a “fábulas artificiosas”. Que resista tener “comezón de oír” a maestros complacientes que agraden a sus oyentes con doctrinas de hombres, incluso bonitas promesas carentes de respaldo bíblico y falsas esperanzas. De haber usted abandonado “los rudimentos de la doctrina de Cristo”, le suplico recapacitar, arrepentirse y reconciliarse aun ante este público en el día de hoy.

B. Amigo, amiga, si usted es capaz de apreciar y respaldar la “buena doctrina” de Jesucristo, si está dispuesto a obedecerla y persistir en ella para la salvación de su alma, le invitamos a pasar al frente con el ánimo de confesar con sus labios el nombre del Señor y bautizarse “para el perdón de los pecados”. Citando expresiones totalmente relevantes encontradas en Romanos 6:17, le instamos a obedecer “de corazón aquella forma de doctrina” establecida por Dios, y así será libertado del pecado.

 


 

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