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Capítulo Once de este Comentario

La relevancia y el cumplimiento de Apocalipsis
continúan en el siglo 21.

 

El ángel de la iglesia en Éfeso

Su identidad

 

Alas grandes blancas contra el trasfondo del cosmos ilustran el breve estudio sobre la identidad del ángel de la iglesia en Éfeso

 

Apocalipsis 2:1-7

 

"Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:  Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirososPero, tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntate… pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieras arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco."

 

Este "ángel", cualquiera sea su identidad, está vinculado con "la iglesia en Éfeso". Él es "de la iglesia en Éfeso".

El Jesucristo glorificado, autor de la misiva dirigida al ángel, atribuye a este ángel…

Buenas acciones y cualidades: buenas obras, arduo trabajo, paciencia, el no soportar a los malos, el probar a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, hallándolos mentirosos. Además, aborrece la doctrina de los nicolaítos.

También le atribuye: mal estado espiritual, precisamente: el de haber dejado su primer amor al extremo de caer en pecado.

"Recuerda… de donde has caído, y arrepiéntete." Expresiones que implican pecado grave.

Luego, amonesta y amenaza al ángel. "Arrepiente… pues si no… quitaré tu candelero de su lugar". O sea, quitaría a la iglesia del lugar que ocupaba, espiritualmente, en Éfeso. La haría dejar de existir. O, desistiría de tenerla como iglesia suya.

Claramente, estos hechos dan a entender que aquel "ángel de la iglesia en Éfeso" no era, en definitiva, uno de los santos ángeles que sirven a Dios en el cielo y en el Reino espiritual establecido por el Padre Dios y Cristo.

Ya que estos no pierden su amor sincero y activo, cayendo en pecado, no es necesario amonestarlos ni amenazarlos con castigos severos.

 

Algunos expositores, predicadores y maestros aseguran que aquel "ángel de la iglesia en Éfeso" era:

 El "pastor único" de la congregación

Su "obispo único"

Su "ministro principal"

Su "ministro de púlpito"

El "vocero de los ancianos"

El "vocero de la congregación"

O su "evangelista permanente"

 

Esta fotografía de un predicador vociferando su prédica ilustra al pastor único, ministro principal o vocero de la iglesia, asunto incluido en en El ángel de la iglesia en Éfeso: su identidad.

 

Suponiendo que se tratara de cualquier eclesiástico de la lista, entonces, lógicamente, habría que aplicar a él todo lo que el Cristo glorificado aplica al "ángel de la iglesia". O sea:

Buenas obras y cualidades

Malas obras y cualidades, incluso pecados graves

Amonestaciones severas

Amenazas de destrucción espiritual

¿A cuál eclesiástico de la lista le gustaría ser el sujeto de semejantes evaluaciones, sentencias y amenazas divinas?

Le gustara, o no, la realidad incontestable es que tales posiciones eclesiásticas NO EXISTÍAN en las CONGREGACIONES del siglo I. Por lo tanto, aquel "ángel de la iglesia en Éfeso" ¡NO ERA NINGUNO DE ELLOS!

 

La organización divina de la iglesia según dictada en el Nuevo Testamento por el Padre Dios, su Hijo Cristo y el Espíritu SOSTIENE admirablemente esta conclusión.

En el siglo I, las congregaciones no fueron gobernadas por un solo obispo sino por un cuerpo de obispos, plural, también llamados ancianos o pastores.

Según mandamientos explícitos y ejemplos claros del Nuevo Testamento. Hechos 13:24; 20:17, 28; 1 Timoteo 3:1-8; Tito 1:5-10; Filipenses 1:1-2, etcétera.

Ni fueron gobernadas por un solo pastor, un solo ministro, un ministro de púlpito, ni por algún vocero de los ancianos o de la congregación.

Tampoco por un ministro principal al mando, efectivamente, de toda la congregación, aunque pretendiera sumisión a un cuerpo de ancianos (obispos, pastores).

Consideremos…

Cuando el apóstol Pablo se propuso "pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia", "desde Mileto… hizo llamar a los ancianos de la iglesia". Hechos 20:16-17

No hizo llamar a ningún individuo que tuviera la primacía en la iglesia de en Éfeso, sino que llamó "a los ANCIANOS". ¡PLURAL!

No hizo llamar al "pastor de la iglesia", ni al "ministro principal", ni al "obispo".

Tampoco el "evangelista de la iglesia".

Recalcando: "…hizo llamar a los ANCIANOS de la IGLESIA".

 

Entonces, aún está pendiente la respuesta a la pregunta: ¿quién era "el ángel de la iglesia en Éfeso"? Sigamos buscando luz, leyendo cuidadosamente las siete cartas a las siete iglesias de la provincia romana de Asia.

En ellas, ciertamente, el Señor se dirige, la gran mayoría de las veces, al ángel de cada una como si fuera un solo ser. Por ejemplo: "tus obras… tu arduo trabajo… tengo contra ti".

Mas, sin embargo, observamos que en dos de ellas ¡cambia del singular al plural!

Por ejemplo, en la carta enviada al ángel de la iglesia en Esmirna. Dice: "...el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados" (Apocalipsis 1:10).

PLURALES. "…algunos de vosotros… seáis probados."

Y en la enviada al ángel de la iglesia en Tiatira. "Pero A VOSOTROS y A LOS DEMÁS que están en Tiatira, a CUANTOS no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga." (Apocalipsis 1:24)

PLURALES en pronombres, nombres y verbos.

Adicionalmente, aprendemos que cada misiva de las siete concluye con la exhortación:"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".

"El que tiene oído…" En general. Para cualquiera. Para todos. No para un solo individuo.

"…oiga lo que el Espíritu dice a las IGLESIAS". De manera que el contenido de las cartas era para "LAS IGLESIAS". Y, por ende, para cada miembro de cada iglesia. Indisputablemente, no era para un solo individuo.

Por cierto, "el conocimiento y la inteligencia espiritual" (Colosenses 1:9) dictan que todos los elogios y todas las críticas y advertencias, más todas las promesas de las siete cartas, no serían solo para algún varón frente a la congregación, sino para todos los miembros.

Al fin y al cabo, lo verdaderamente importante era el contenido de la carta, y no, en definitiva, el instrumento humano de su transmisión a la congregación.

Y también lo vitalmente importante era el autor de la carta, su autoridad y poder. De hecho, Jesucristo, el autor, destaca su autoridad y poder al principio de cada carta.

 

Sumadas todas estas consideraciones, deducimos que "ángel" sería como la espiritualización, o proyección metafórica, del mensajero que llevaría la misiva de Cristo a la congregación.

Sin ninguna pretensión de ser dogmático al respecto.

Quizás mensajeros seleccionados por Cristo mismo de las siete iglesias de Asia. Algún anciano (pastor, obispo) o maestro de cada congregación.

Mensajeros representados por "las siete estrellas" en la "diestra" del Cristo glorificado, según la visión del Hijo del Hombre dada al apóstol Juan como preámbulo a las siete cartas. Apocalipsis 1:9-20

Y, consiguientemente, mensajeros sujetos a la voluntad del Hijo del Hombre resucitado y glorificado.

Un mensajero para cada congregación que encerraría en su propio ser las vivencias y condiciones de la iglesia particular a la cual sería enviado.

Y en este contexto, tal mensajero sería como la personificación de la iglesia a la que llevaría la carta de Cristo.

 

"Ángel" es la traducción del griego ἀγγέλλω, vocablo que significa "mensajero", con la connotación de ser el portador de noticias, según el lexicógrafo Strong.

Elemento lingüístico que respalda el significado de "ángel" presentado en este estudio.

 


 

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