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Jesús de Nazaret, Jesucristo, Mesías, Hijo de Dios, Hijo de Hombre. Concepción, nacimiento, niñez, adolescencia, juventud y adultez. Procedencia, poderes, funciones divinas y destino. LISTA de RECURSOS en esta Web.

El EVANGELIO de JUAN. Textos de los veinte capítulos en Ariel 12.
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Comentarios sobre porciones
mediante escritos y diapositivas.

 

Juan 6

 

Gráfica del título El evangelio de Juan Para el capítulo 10, con el texto completo del capítulo y comentarios sobre porciones.

 

El TEXTO completo

seguido por COMENTARIOS

sobre algunas porciones

 

Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? 10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.

11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo. 16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, 17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. 21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban. 22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. 23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. 25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? 71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.

 

 

 

 

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.
Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.


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COMENTARIOS

 

Juan 6:38 y 62. El lado izquierdo en la diapositiva.

 

Jesús de Nazaret, ¿de dónde vino usted?, con respuestas de Jesús a la pregunta y gráficas que las ilustran en esta Diapositiva sobre la Deidad y las funciones distintas de Dios el Padre y Jesús el Hijo.

 

Jesús de Nazaret, ¿de dónde vino usted?

La respuesta de Jesús: “Sé de dónde he venido y a dónde voy”. Juan 8:14

¿Estaba Jesús plenamente consciente de dónde había venido? ¡Claro que sí! Su respuesta respira completa seguridad.

¿De dónde, pues, había venido precisamente?

La respuesta de Jesús: “…yo de Dios he salido, y he venido; pues NO he venido de mí mismo, sino que él me envió.”  Juan 8:42; 7:28; 16:28.

Uno, el Hijo, que SALE de OTRO, a saber, de Dios el Padre. Pues, ¡DOS DISTINTOS!

Uno que ha venido, pero NO de SÍ MISMO sino que FUE ENVIADO. Pues, ¡DOS DISTINTOS!

Refiriéndose Jesús a su Padre dice: Yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.”Juan 7:29

Explica: He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la… del que me envió”.

Añade que “estaba primero” en el cielo antes de descender. Juan 6:38, 62

Conclusiones. Conocer el uno al otro, proceder el uno del otro, hacer uno la voluntad del otro. ¡DOS DISTINTOS! En dos lugares distintos, con distintas funciones.

No una ilusión o ficción de “dos Seres celestiales fundidos en un solo Ser, el que tuviera dos o tres caras distintas, ni dos o tres personalidades distintas, las que se proyectaran de un solo Ser o Ente divino”.

Fijémonos bien:

El Dios y Padre permanece en el cielo. NO va a la Tierra.

En cambio, el Hijo, despojándose de sus privilegios y poderes celestiales, va sí al planeta Tierra.

Dos seres en dos lugares distintos, dos esferas distintas, dos mundos distintos. El uno en el cielo; el otro en la tierra.

¿Con qué justificación concebirlos, o presentarlos, como dos Seres fundidos en uno? ¿Como dos personalidades del mismo Ser?

El monoteísmo radical de los judíos del tiempo del ministerio terrenal de Jesús de Nazaret impidió que aquellos judíos, en su mayoría, aceptaran a él como el “Hijo de Dios”.

Por ser Hijo de Dios, tenía, naturalmente, derecho al apellido de su Padre Dios. O sea, a ser llamado “Dios”. Porque era de la misma sustancia espiritual de su Padre Dios. Y, por ende, en este sentido, ser contado como “igual a Dios”.

Mas, sin embargo, tal igualdad de esencia no significaba que el Hijo de Dios compartiera, absoluta y perfectamente, antes de su encarnación, todos los poderes de su Padre ni toda su autoridad.

Sostienen esta conclusión las referencias de Jesús, Hijo de Dios, Hijo de Hombre, a su relación para con su Padre antes del evento de la encarnación.

Por ejemplo, el Padre Dios es quien manda a su Hijo Unigénito a ir, como Ser espiritual despojado de sus poderes, privilegios y derechos celestiales, a habitar el feto creado en la matriz de la doncella María. Al Hijo le corresponde obedecer, o no obedecer.

Justamente a esta realidad se debe su expresión: “…pues NO he venido de mí mismo, sino que él me envió.” Juan 8:42. Parafraseando, con todo respeto tanto al Padre como al Hijo: “No me mandé a mi mismo a ir a encarnarme en la tierra. No tomé la decisión de hacerlo. El Padre es quien tomó la decisión. Él es quien me envió. Me instruyó a ir, sinónimo de mandarme”.

También dijo Jesús, explicando su dependencia del Padre y el origen del mensaje que predicaba en la tierra: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Juan 12:49.

El Padre envía al Hijo.

El Padre manda al Hijo lo que había de decir.

No había entre los dos Seres igualdad de autoridad y poderes antes de la carnación. Ni tampoco durante el ministerio del Hijo en la tierra.

 


 

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